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¿QUÉ QUEREMOS SER? - Por Eduardo Juan Salleras

Khadafi se escribe con K (3ºparte)
¿QUÉ QUEREMOS SER?
Por Eduardo Juan Salleras, 05/10/2011.-

Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente.

¿Qué queremos ser?

Esa es la pregunta, esa es la duda, ni más ni menos, tal vez alguno se sienta conforme con lo que quisieron que sea, él o ella.

No es cuestión de tener sino de ser.

Como ciudadanos debemos pretender ser una república.

No se es República si el gobierno del Estado está en las manos exclusivas del Poder Ejecutivo, mientras tanto los representantes directos del pueblo – los legisladores – y la Justicia, respiran mirando de reojo lo que les indica la Presidente o el funcionario, transformándose insanamente, en funcional a la autoridad hegemónica.

Entonces, ¿quién hace las leyes y quién imparte justicia?

Así tenemos denuncias de corrupción, que no nos sorprenden, ni nos escandalizan ya, porque no se resolverán jamás, y casos delictivos, graves, que tampoco.

Podemos ver de esta forma el uso indiscriminado de fondos públicos, que a unos les dan de comer y a otros hacen ricos, y la mayoría, a esta altura, intenta parecer simpático a ese Poder para lograr acceder a su majestad las dádivas.

Se está llenando el país de inútiles que conocen como único esfuerzo estirar el brazo y abrir la mano, así tengan que arrastrarse a las faldas del Poder… Y que quiere ¿que no coma? Y que quiere ¿Qué no me haga rico? Me dirán.

Está así de limitada la vida republicana, a los antojos de la autoridad, pero aún no hemos conocido el final porque todavía falta profundizar el modelo.

¿Alguien me puede hablar de ese modelo?

Porque es en estas circunstancias que plantea el sistema, que no se resuelven casos complicados como: enriquecimiento ilícito (una verdadera burla para la sociedad), las valijas de Antonini, los vuelos de la coca, sueños compartidos, juego para todos, Jaime, etc., etc., etc.,… nadie sabe cuál será el próximo caso y cuáles serán los límites.

Además los abusos de poder han sido acompañados por los representantes directos del pueblo y populares idiotas útiles: jubilaciones privadas (de su libertad), Papel Prensa, innumerables medios de comunicación en manos del oficialismo, prostíbulos judiciales, roturas de contratos sin pena, monopolización de la obra pública, etc., etc., etc.,... muchos piensan, yo no me meto con ellos, tal vez no se metan conmigo… tal vez no se metan con él.

La suma del poder público es una epidemia que se agrava día a día, alcanzando, más lento o más rápido, el autoritarismo.

Ya se debe desconfiar, cuando una persona rompe con el idioma para hacerse llamar de una manera impropia al lenguaje, porque en cierta forma está imponiendo su autoridad sobre estructuras tradicionales milenarias (presidente – presidenta), de puro antojo, sobre algo totalmente innecesario al interés del país…, está marcando territorio y enviando un mensaje a la sociedad: hasta con el idioma hago lo que quiero. Incluso periodistas se han rendido a semejante abuso lingüístico, aceptándose ellos mismos en la mediocridad y el despotismo.

Estamos jugando con fuego. Es tiempo de poner límites al poder porque de lo contrario un juez, de la noche a la mañana, siempre un viernes, dictará la encarcelación de un militante, de un sindicalista, o de alguien que escribe lo que no les conviene, para luego el martes, después que este pobre tipo se tragó 4 días en cafúa, el mismo mandatario judicial diga que lo larga porque no tiene pruebas. Esto se llama apriete.

Ya pasó otras veces, cuando se inventaron causas para amordazar al supuesto sospechoso de ¿?, y queda todo así, nadie es culpable de nada, y al final, la persona agredida moralmente, levanta la mano y pregunta: ¿me dejan entrar? Y entra. ¿Cuántos han entrado?

Y a esto me refiero… hasta ahora hablamos de corrupción, de inseguridad, de inflación, de narcotráfico, de tratas de blancas, de degradación de la sociedad por falta de principios cívicos y de educación, de arrastrados; pero todavía falta profundizar el modelo. Cuando se avance con ello, todos vamos a vivir inconscientemente más tranquilos, porque no se va a poder hablar más de estos temas.

Sólo se trata de preguntarnos: ¿qué queremos ser? Incluso investigar un poco, qué debimos ser y no fuimos, y por qué.

La dignidad no se compra ni se regala, eso debe estar bien claro… si aún queda.

EJS

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