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EL ROPERO VACÍO - Por Eduardo Juan Salleras


Desocupando el pasado…
EL ROPERO VACÍO
Por Eduardo Juan Salleras, 27 de noviembre de 2015.-

Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente

Entré al cuarto de pronto y vi que el enorme placar que cubre toda la pared, de 5 metros de frente por 4 de alto, estaba con las puertas abiertas, las de arriba a la izquierda, de par en par… y adentro vacío. Y los demás espacios también.

Me vino el recuerdo de mi suegro, cuando me hacía poner una escalera altísima, medio desvencijada, que se movía constantemente, debiendo subir a buscar en aquel enorme ropero empotrado en la pared, algo que se le ocurría…

- No, no, no… un poco más a la derecha… estira el brazo… ahí, ahí… (ordenaba desde abajo).

- Acá no hay nada… (decía yo).

- A ver, a ver… espera… abrí la otra puerta…

Yo arriba con la escalera que se movía, pensando: no me lo estará haciendo a propósito… reconozco que hasta me imaginé un atentado.

- No tengas miedo que yo te sostengo la escalera…

Encima me trataba de miedoso. De repente soltaba la escalera, se iba a otro lado y yo bamboleándome arriba.

- ¿Y? Al volver me preguntaba… Ah jajá… ahí estaba no más… viste que estaba… ahora bájalo…

No solo era incómodo sino que además el bártulo pesaba una tonelada.

¿A qué viene esto?

Se me ocurrió, mientras me avanzaba la memoria, cuánta vida hubo en esos placares, cuántas cosas del hogar guardadas.

Estamos desarmando la casa de mi suegra que murió hace un par de años y mi suegro mucho antes. Un enorme “petit” hotel en el que vivió toda la familia desde siempre. Lleno de objetos que se van repartiendo entre todos.

Y pensé… no sé cuánto tiempo se tardará en vender la propiedad, lo que sí estoy seguro que detrás de estas puertas quedarán esos espacios vacíos y que nunca más volverán a atesorar nada.

Así como se van desvistiendo de sus pertenecías cada rincón, verdaderos tesoros del recuerdo, estamos sentenciándolos a desaparecer para siempre.

Nunca más custodiarán algo, esperarán allí vacíos su final, porque la casona, por el lugar a donde está, seguramente terminará en una demolición.

Los muebles y cuánto artefacto se pudo sacar, ya no están. La nostalgia se los llevó a otro presente y a otro futuro, aunque algunas cosas quedan pero, este placar como parte del edificio se irá abrazado a él cuando se cumpla por fin su condena.

Recuerdo con melancolía que detrás de unas de las puertas bajas, había o hay, porque todavía está, vacía, una linda cajonera donde mi suegro guardaba algunas herramientas, la linterna y chucherías, era de guardar todo, eso sí, con nombre, fecha y algún dato característico.

También tiene - ya del otro lado - unos cajones a la vista. El último de abajo, el más más alto y grande, fue siempre la delicia de los niños, los que apenas entraban a la casa de los abuelos, ya desde la puerta, bien lejos, corrían desesperados a sacar los juguetes, los que no eran gran cosa, pero como siempre pasa, guardaban la seducción del no poseído, el que no se podían llevar de allí nadie de ninguna forma.

En el medio de semejante armario, eludiendo su figura, un gran espejo, ese tal vez sí se pueda sacar, donde todos al paso suelen mirarse, y cuando comíamos en ese ambiente - utilizado frecuentemente a diario, para evitar el uso del gran comedor - a aquel que le tocaba enfrentarlo, no dejaba de mirarse, de medir sus gestos, de observar alguna mueca o marca en la cara, o algún pelo fuera del peinado, mientras se comía y se charlaba.

Por encima de él las bauleras. Fue una de ellas la que vi al entrar al cuarto con sus puertas abiertas y nada en su interior.

Eso me indicó el final. Si bien los ambientes fueron vaciándose de muebles, de cuadros y de adornos, los seguiremos - según parece - usando un tiempo más para estar allí, mientras vamos y venimos, desocupando el pasado de recuerdos.

Dudo que ese placar vuelva a guardar algo otra vez.

Es como una larga despedida, sería bueno que alguien cierre al menos sus puertas, que tapen la desnudez de su interior, que esconda su final, su anunciado adiós.

Recordaré, entonces, a mi suegro cuando me mandaba – y yo por el honor y por el amor a mi mujer, en aquel tiempo mi novia - a hacer equilibrismo en una alta y floja escalera, encima de todo, pretendiendo sin correrla, que llegara a lugares inalcanzables, para lograr “su” objetivo, no el mío.

Y si bien, caer de cuatro metros no es la muerte para nadie pero, no por miedo al golpe, sino más bien al ridículo, lo que debía evitar a cualquier precio frente a mi suegro. Nunca derrotado ante él… Lo quise mucho.

Debo reconocer que prefería quizás hacer acrobacia en los últimos escalones que pasarme una hora dándole manija a la “vitrola” para escuchar varios discos de pasta, horrendas óperas italianas. Será este tema para otra ocasión.

Me gustaría cerrar relatando esa sensación de enorme vacío al ver la baulera del placar desocupada, liberada por fin o por la desdicha de haber cumplido su tiempo, aceptando con hidalguía el final que se acerca.

No hay nada más nostálgico que un espacio vacío que siempre estuvo lleno de historia, así sea lo que guardó en su corazón un armario, así sean trastos viejos… ni hablar si dentro de él o del espacio que deja la vida, nos aflora la melancolía de algo muy querido.

¡Qué tristeza tengo!

EJS

ESTOY CONTENTO PERO NO EUFÓRICO - Por Eduardo Juan Salleras


Satisfecho y preocupado
ESTOY CONTENTO PERO NO EUFÓRICO
Por Eduardo Juan Salleras, 24 de noviembre de 2015.-

Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente

¿Estoy contento? Sí lo estoy, pero no eufórico.
Hay algo que evita una alegría total.

Creo que al final a la mochila la dejaré a un lado y con ella el lastre de 12 años pesadísimos, porque desde el primer momento me di cuenta del grave error que se cometía en nuestra vida cívica. Estoy hablando incluso del derrocamiento de De la Rúa. No es bueno hacernos los distraídos con semejante desastre posterior.

Evidentemente la sociedad argentina es fácil de hipnotizar, es por ello que sufre de encantamientos permanentes, rindiéndose mansamente – o por dinero – a cualquier barrabasada.

Así acontecieron los hechos durante más de una década, tristes para las instituciones de la República. Al relato se entregaron por convicción o por interés, desde aquellos que hoy de la nada son millonarios, hasta algunos que se contentaron con solo comisiones o cargos rentados a cambio de no tanto, sin la más mínima exigencia de intelectualidad o de mérito.

Lo curioso, dentro de todos éstos alucinados, que algunos frecuentan la vida de la inteligencia, de la letras o la filosofía, a quienes considero cómplices directos de éste enorme fraude que se llevó a cabo desde 2002 hasta la fecha, en contra de la sociedad argentina.

¡Cuánto daño puede hacer la mentira! Con el sólo hecho de miente, miente que algo quedará. Y es casualmente la farsa de un relato: continuo, jugado, desfachatado, incorrecto, subversivo… hipócrita, que encerró a un montón de esbirros de mucha y de poca monta, dentro de la parodia de un modelo que lo único notorio que se pudo apreciar de él fue la corrupción en su máxima expresión y las puertas abiertas al narcotráfico con su consecuencia tanto de inseguridad como de consumo de drogas.

Para que sobreviva tanta miseria humana entre las leyes de la república, había que narcotizar también a las instituciones. Así fueron cayendo rendidos o interesados, legisladores, jueces, fiscales, hasta la propia Corte Suprema de la Nación, la que hoy, en un acto que lo demuestra íntegramente, incluso el haberse hecho la dormida en todo este tiempo, ordena a la Nación a cumplir con las deudas que tiene con las provincias… ¿Ahora? ¿Para que cumpla con el incumplimiento de años el próximo presidente? No tienen vergüenza. ¿Y con esta Corte se puede reconstruir el país? Deshonroso y obsceno, desde ya que el reclamo de San Luis, Santa Fe y Córdoba es justo, siempre lo fue, en todo el tiempo que duró este infame gobierno de los últimos 12 años, que desoyó cuánta ley y obligación debió cumplir, otorgando derechos innecesarios e injustos, parcializando a la ciudadanía, entre protegidos y enemigos.

Nadie se atrevió a tanto en la historia de los que llegaron al poder por el voto popular, el que no siempre fue transparente, incluso en las últimas elecciones se sospecha que metieron la mano en el correo y transformaron una derrota catastrófica en una decorosa, por el sólo hecho de ni siquiera tener habilidades en matemáticas. Según cuentan, el presidente electo está al tanto de ello pero, prefiere dejar el tema en el olvido, sin tener en cuenta que, para la mayoría que lo voto, en los que me incluyo, era más importante liberarnos de éste gobierno espantoso que el triunfo de cualquiera que sea. Es así que considero muy saludable que se investigue del posible fraude parcial de la elección del pasado 22 de noviembre.

¿Por qué? Porque no es fácil desarticular una caterva que echó raíces durante tanto tiempo; curar una enfermedad crónica que tomó todos los órganos de la República; qué hipotecó su futuro captando el cerebro y el sentimiento de una generación joven a la que se le enseñó el camino equivocado, pero el más cómodo, y a los que no daban la talla, se los envició… ¿por qué?

Señor presidente electo, ésta gente no se fue y no se va a ir, al menos que las instituciones, la verdad y la razón los eche o los castigue por el incumplimiento de la ley.

El problema pasa porque los argentinos nos hemos olvidado de qué es la ley. Los que las promulgan y los que las deben hacer cumplir, han hecho en todo éste inefable tiempo perdido de la Argentina, caso omiso de su existencia, como un estorbo para el modelo, el que cuya principal hipótesis según el ideólogo: “… todos tienen el culo sucio y si no, tienen precio”. No le fue mal así, demasiado tiempo duraron mostrando las bajezas de muchos ciudadanos, su mugre y su cotización.

Todos sentimos un cierto alivio, excepto aquellos que cobraron de nuestro esfuerzo, porque los dineros que recibieron durante 12 años fueron producidos por los ciudadanos normales, los que se levantan cada mañana a trabajar – en serio – y a ilusionarse con un país que los merezca.

Es tan ridícula la diferencia final de la elección, que los condena; las dudas son tan obvias que ofenden a la inteligencia y buena voluntad de las personas.

Y para el presidente electo: no creo que Ghandi hubiera tenido éxito en la Argentina.

EJS

Carta de ERNESTO SANZ


UNA NUEVA ETAPA PARA EL PAÍS, PARA LA UCR Y PARA MÍ VIDA PERSONAL.

Pocas veces me he sentado a escribir con tanta carga emotiva como en este momento.
Muchos medios me han pedido notas de opinión que trataré de cumplir. Pero antes, quiero transmitir lo que estoy viviendo en este espacio personal, directo y casi íntimo.

Se abre una nueva etapa en la Argentina. Apasionante, desafiante, llena de esperanzas y también de ansiedades.
Acostumbrados a escenarios predeterminados donde otros decidían, lo que hoy comienza no tiene otros dueños que los propios ciudadanos.

Libres, adultos, responsables. Orientados sí, por una dirigencia política que no se cree fundacional ni omnipotente. Creo con todo mi corazón que Mauricio Macri y Gaby Michetti serán el catalizador de un cambio positivo, no tan solo de rumbo hacia el progreso y desarrollo, sino un cambio más profundo y más intenso en aquello que no se ve a simple vista, pero que inunda a toda una gestión.
Habrá en la Argentina un gobierno de buenas, nobles y honestas personas. Parafraseando a aquella mítica película española digo: "Amanece, que no es poco".

Se abre también una nueva etapa para la Unión Cívica Radical. Que en primer lugar tiene derecho a festejar y a sentirse protagonista de esta hora especial.
Etapa que no empezó en Gualeguaychú, como pareciera, aunque esa Convención quedará para siempre en la historia de los grandes eventos ya no del partido, sino del país.
El cambio empezó a gestarse mucho antes. Silenciosamente en muchos momentos, con gran notoriedad en otros.
El cambio arrancó desde el mismo momento en que decidimos pararnos en la vereda de enfrente del Kirchnerismo, sabiendo que no había ni hubo nunca allí un "proyecto nacional y popular de inclusión", sino un puro, simple y hasta primitivo modelo de acumulación poder político y económico.
Esta clarita la diferencia, ¿no?

Fueron muchos años de transitar el desierto. Resistencia, templanza, coraje cívico. Y, por qué no, cierta incomprensión en momentos en que el modelo "arrasaba" no sólo en las urnas, sino en la consideración pública.
Pero allí estuvimos. Enfrentando al poder desde una banca, como en aquellos debates de hace diez años con la propia Cristina Fernández de Kirchner. Superpoderes, DNU, Consejo de la Magistratura.
Luego con la resolución 125, liderando al arco opositor. Y ahora, en este tiempo, haciéndonos cargo del más importante desafío de la democracia recuperada en el 83: evitar la hegemonía del partido único, devolviendo al sistema las dos grandes columnas de la calidad democrática: EQUILIBRIO y ALTERNANCIA.

Viene ahora un tiempo distinto. Hemos recuperado la condición de partido de gobierno, que es mucho más que compartir un gabinete.
Allí están los cientos de concejales, legisladores provinciales, intendentes, gobernadores y legisladores nacionales que conforman una fuerza ineludible e indispensable para gobernar la Argentina que viene. Cada uno desde su lugar, es soldado de Cambiemos, el Frente que construimos con pasión, visión estratégica y profunda vocación republicana.
Pero con los nuevos tiempos vienen también nuevos desafíos.

No hay registro en nuestra historia de haber llegado al poder en una coalición cuya conducción no pertenece a la UCR. Pero al mismo tiempo, cuya fortaleza parlamentaria y territorial sí tiene mucho que ver con la UCR.
Allí está entonces el nudo del desafío, que no es otro que compartir GESTIÓN y POLÍTICA. No habrá buen gobierno si no se entiende que ambos factores son indisolubles.
Cambiemos está lo suficientemente maduro como Frente de Gobierno para hacerse cargo de ese desafío, y los radicales aportaremos todo lo que somos y tenemos para ese fin.
Por último, sabiendo que no es lo más importante pero sí lo que cause más impacto por lo novedoso, quiero contarles que esta nueva etapa también lo es para mi vida personal.
Es algo muy simple y profundo desde el sentimiento, aunque complejo y difícil de comunicar desde la racionalidad.

Primero una definición: soy un hombre que actúa en política y no un político que en sus ratos libres se acuerda que hay "algo más" fuera de la política. Pasa que eso, tan obvio, queda distorsionado por la realidad durante muchos años. Tantos que ya me cuesta recordar el comienzo.
Exceso de responsabilidad, adrenalina, desafíos permanentes, ego, vanidades... Un cóctel impresionante que formó un torbellino de enorme intensidad sobre todo en los últimos 10 años.
Podría definirlo de mil maneras, desde muchos ángulos, pero lo resumo en una frase para que se entienda bien: Soy, sin duda, el político argentino que acumula más días y noches fuera de su hogar en los últimos años.

Y acá viene entonces el cambio, que llega también a mi vida personal. He decidido recuperar el espacio de hombre, que es el espacio de mis amores, de mi lugar en el mundo y también el espacio de sueños de vida que fui postergando mucho - demasiado- tiempo y que ha llegado la hora de concretar.
No voy a ocupar ningún lugar ni en el Gobierno ni en mi Partido.

Lo saben ya Mauricio Macri y los máximos dirigentes del radicalismo; y lo saben, como corresponde, antes de esta carta y fruto de conversaciones íntimas, emotivas y muy pero muy valiosas.
También saben que estoy y estaré ayudando de muchas formas y en circunstancias varias, porque la política forma parte de mi propio ser, aún cuando me aleje de los cargos públicos.
De lo que se trata, en definitiva, es que para poder ayudar a otros a ser felices uno mismo debe encontrar su propia felicidad.

He elegido el camino, porque ante todo, soy todavía el dueño de mi vida. O, como repitió tantas veces Mandela de aquel poema Invictus de William Henley: "yo soy el capitán de mi alma".
En fin, como dice el título de esta carta, una nueva etapa para todos. Para vivirla con alegría, con pasión, con mucho amor por el país, por su gente, por la buena y sana política. Y por nosotros, que nos lo merecemos.

Gracias .... Y VIVA LA ARGENTINA.

Ernesto Sanz

LA GUERRA HA COMENZADO - Por Fernando Mires


Fernando Mires – LA GUERRA HA COMENZADO
Posted: 15 Nov 2015 08:02 AM PST

El silencio ha sido roto. La palabra jamás pronunciada ha sido dicha. Ya no hay vuelta atrás. François Hollande ha violado el tabú pero también ha dicho lo que todo el mundo sabía: la lucha en contra del ISIS no es en contra de un terrorismo internacional abstracto.

Francia ha declarado la guerra al ISIS, organización islamista supranacional que a su vez ya había declarado la guerra a Francia y a toda Europa.

Los horrendos atentados, otra vez cometidos en París, no fueron actos de fanáticos sin control. Hollande lo expresó muy bien: son partes de un plan sistemático de guerra, organizado desde fuera y con ramificaciones múltiples al interior de Europa. Dijo: guerra.

Guerra: palabra que espanta a electores, que escandaliza a los bien pensantes, que asusta a los redactores de periódicos, que no deben escuchar los niños. Pero también es la palabra que mejor corresponde con el significado de los hechos que están sucediendo.

El atentado de París del 13-N será el Pearl Harbor de los franceses. Pronto lo será para toda Europa y aunque Angela Merkel todavía no se atreva a pronunciar la terrible palabra, ya no podrá silenciarla más.

Tal vez los gobiernos europeos que aceptaron formar parte de la gran coalición internacional en contra del ISIS, imaginaron que solo se trataba de un frente político simbólico. Como siempre creyeron que EE UU realizaría algunos ataques aéreos sobre posiciones estratégicas y ellos después se limitarían a enviar medicamentos y alimentos. Que las tropas del ISIS ya eran dueñas de Irak y de casi toda Siria, nadie quería saberlo. Mucho menos querían saber que nosotros (Occidente) estamos en guerra y que esa guerra la estamos perdiendo.

Pero Francia no es un país aislado. Francia es el corazón histórico de la Europa moderna. Las palabras bélicas de Hollande involucran a todos los europeos. Los gobiernos deberán revisar sus posiciones frente a la declaración de guerra hecha sin rodeos por el presidente francés. Más todavía, la que ya estamos viviendo, será una guerra asumida por todo el Occidente político y sus aliados del mundo islámico.

No hay tiempo para preocuparse demasiado con las razones de la guerra. Si la culpa la tuvo Bush o Bin Laden, Husein o Asad, el colonialismo europeo del siglo 19 o el imperialismo norteamericano del siglo 20, Obama o Putin, Adán o Eva, no es en este momento lo más importante. Nadie piensa demasiado en las causas de un incendio cuando se le está quemando la casa.

La guerra que presenciamos es, para que nadie se engañe, una guerra mundial. No hay ningún motivo para designarla de otro modo. Ya de hecho hay más países involucrados que durante la Primera Guerra Mundial. Estamos viviendo, efectivamente, los primeros capítulos de la Tercera Guerra Mundial. El Papa Francisco, quien no es precisamente un belicista, ya la bautizó así.

La palabra guerra cambia todo el espectro gramatical. Por de pronto, las alianzas internacionales deberán adquirir un nuevo carácter. Las alianzas militares –hay que remarcarlo- no son lo mismo que las alianzas políticas. Steinmeier, ministro del exterior alemán, ya habló de re-estudiar las relaciones con Asad y con Putin. Probablemente pensaba en Churchill y Stalin. Los ejércitos kurdos, hasta ahora los únicos que luchan cuerpo a cuerpo en contra del ISIS, deberán ser considerados aliados de Occidente, guste o no al gobierno turco. Lo mismo Irán. Los califatos petroleros, Arabia Saudita antes que nada, deberán someterse a un sistema de vigilancia que controle las remesas destinadas a financiar al ISIS. Y si Hamas y Hezbollah ya se han distanciado de ISIS, deberán ser aceptados como aliados temporales.

La que ya ha llegado no será una guerra como las anteriores. Es una guerra donde un enemigo no usa uniforme ni es identificable a simple vista. Los aparatos de inteligencia y toda la modernidad digital deberán ser reactivados en su máxima intensidad. Los aeropuertos se parecerán en algunos momentos a las cárceles. En otros momentos parecerán hospitales. Hoteles ultramarinos con piscinas y campos de golf, serán convertidos en trincheras. La vida cotidiana será cada vez más restrictiva. Las mentalidades paranoicas reverdecerán entre las autoridades administrativas y en su celo, cometerán absurdos desmanes. Como dijo Joschka Fischer, Europa ingresa a la “normalidad” del mundo.
La palabra guerra cambiará, además, otras palabras. Los fugitivos que huyen de los bombardeos en Irak y en Siria deberán ser designados -y por lo mismo tratados- como lo que son: refugiados de guerra. O población evacuada. Solo así podrán ser protegidos de las garras de los neofascistas que erigen alambradas y queman lugares de refugio.

Los neo-fascismos que abogan por la fragmentación de Europa y de sus naciones, también deberán ser vistos como lo que son: agentes objetivos de enemigos extra-continentales. Europa estará obligada a unirse más que nunca antes, ya sea consigo misma ya sea dentro de sus naciones. En el marco determinado por una guerra mundial no hay lugar para secesionismos étnicos.

Nadie se engañe; hay que decirlo con todas sus letras: La que ha comenzado será una guerra irregular, prolongada, y sobre todo, como todas las guerras, cruel; muy cruel. Para el enemigo de hoy, al igual que para los nazis de ayer, una guerra si no es total no es guerra. Eso hay que saberlo desde el primer momento. A la realidad hay que mirarla de frente aunque su rostro sea horrible. La otra alternativa es la locura.


Estoy escribiendo al lado de una radio encendida. No tengo tiempo para redactar frases impecables. Quizás en estos momentos, desde un hotel en Berlín, escribo como la persona en la que me convertiré sin desearlo ni saberlo: en un simple corresponsal de guerra.

Fernando Mires

Que nada nace de la nada - Por Olivier Herrera Marin




Al–Qaeda, ISIS
NO HAY EFECTO SIN CAUSA
Que nada nace de la nada

En imagen:
Olivier Herrera Marín en la Sorbona en Marzo del 2006 en la sala Lavoisier
En el 50 aniversario de la concesión del premio Nobel a Juan Ramón Jiménez

Como presidente de POETAP (Poetas de la Tierra y Amigos de la Poesía) lo primero son nuestras condolencias y solidaridad con las familias de las víctimas, que todos somos París, y se me nubla la vista y me faltan palabras para condenar con la máxima energía el atentado criminal perpetrado contra el pueblo de París por los zombis descerebrados del mal llamado estado islámico. Las elites financieras y gobernantes ponen todas las trampas, las armas y las guerras, y los pueblos, ponen el trabajo y las víctimas colaterales. No hay efecto sin causa, que la materia ni se crea ni se destruye solo se transforma, nos dijo Antoine Lavoisier. Y si en los tiempos de Nerón, Caracalla y Calígula todos los caminos del terror conducían a Roma. En los tiempos de Reagan, Bush (padre e hijo) y Obama todos los hilos del terror conducen al Pentágono y al despacho oval de la Casa Blanca.

Desde el origen de los tiempos en la noche sin historia, la humanidad, ha avanzado paso a paso, cayendo, retrocediendo para reponerse y poder levantarse, y volver a avanzar en base al esfuerzo y sacrificio asumido por sus más humildes y preclaras inteligencias. Hemos recorrido un largo y duro camino, regando los campos y las ciudades, los valles y las calles con la sangre más inocente. La historia de la humanidad, desde Abel y Caín hasta nuestros días, es la historia de la codicia, del saqueo de todas las riquezas, fuentes de energía y demás recursos naturales de la Tierra, es la historia del horror de las hambrunas y de la infamia, del terror de las guerras.

No hay efectos sin causas, y en la espiral del terror, TODOS, y los de abajo, más que los de arriba, tenemos todas las de perder.

Son incontables las muertes del hambre, de las guerras justas y humanitarias, y de las guerras santas, de la vesánica locura de Al-Qaeda y de ISIS, y de sus atentados terroristas en New York y Madrid, en Bali y Beirut, en París y Moscú, en Siria e Irak… Los monstruos de la razón salidos de las madrasas de Arabia Saudita y Paquistán, de los campos de entrenamiento y los laboratorios de Frankenstein auspiciados y financiados por los petrodólares y los fondos reservados del Sheriff de la Aldea Global, han hecho realidad el adagio español, cría cuervos y te sacarán los ojos.

Es vergonzosa la hábil y espuria, útil manipulación-recuperación que hacen de todos los atentados criminales, algunos medios al servicio de Don Dinero. Nuestro estupor e indignación multiplica la rabia acumulada y contenida por todos los maniqueísmos y dogmas, los fanatismos delirantes y las provocaciones y guerras de los Dioses Cínicos y Enanos (presidentes, ministros y generales) ser-viles servidores de su Único Amo y Señor. Los humanos, hemos de mantener la lucidez y serenidad, la templanza necesaria para no dejarnos arrastrar al abismo infernal de una publicitada guerra de religiones, que no es tal, pues si así fuera, los días de EU y USA estarían contados, que no existe ni habrá fortaleza ni guarida donde se puedan esconder y protegerse los 2,1 mil millones de cristianos de los 1,3 mil millones de musulmanes.

Hoy, la población de la tierra asciende a 7.200. 000 .000 habitantes, la mitad de ellos cristianos y musulmanes. Es evidente que por encima de todas las diferencias económicas y políticas, de los credos religiosos y tribus partidistas, nos hemos de unir, SI o SI, en cuanto nos une y es esencial, el espíritu y la cultura de la tolerancia, del respeto al diferente que nos complementa, enriquece y humaniza y la defensa común de la Tierra y el agua limpia, esa y no otra, ha de ser la visión y la prioridad absoluta de los cristianos y los musulmanes, de los 1,2 mil millones de ateos, agnósticos y sin religión, de los 870 millones de hinduistas y los 379 millones de budistas sin poder ignorar (bajo ningún concepto) a los 15,1 millones de judíos, el 0,2 % de la población mundial por su desmedida relevancia científica, y poder económico, político y militar.

Por encima de los rabinos, clérigos y sumos sacerdotes, de todos los dioses y reyes, presidentes y generales, de sus armas y ejércitos, todos los humanos sujetos de derechos, nos levantamos y tomamos la palabra para avanzar unidos codo a codo, mano a mano por las sendas y las calles, los bulevares, los paseos y las amplias alamedas de París y de todos y cada uno de los pueblos y las ciudades donde eclosione El Huevo de la Serpiente, haciéndoles frente decidida y pacíficamente a todos los terrorismos del Neocon y el Yihadista al Neonazi y Neofascista, desde los crótalos del desierto de Nevada y los áspid de la península Arábiga a los eternos templarios y los nuevos cruzados. Ellos, los invictos maestros del terrorismo global, tienen los fondos de reptiles, tienen la pistola, la espada vengadora y el poder de desencadenar todas las Tormentas del Desierto, tienen el petróleo y las televisiones, los drones y los misiles inteligentes, y tienen sus monstruos y coartadas, nosotros tenemos la cultura del aceite de oliva, de las sandias y de las habas, de las palmeras y los dátiles, tenemos la dignidad de toda la gente laboriosa, noble y sencilla de la Tierra, tenemos los Jardines Colgantes y la poesía de la media luna, ellos están desnudos, pasmados y mudos de espanto, nosotros les ganaremos la Paz y la Libertad, el Amor y la Vida al tener la decencia y la palabra.

En los años 1971/2 viví en la zona de los atentados y conocí bien la composición social de sus residentes y los asiduos de Bataclan, latinos, magrebís, estudiantes y el pueblo llano de París.

Termino este breve artículo con unos versos de enero del año 1991 tan actuales como hace casi 25 años. Es nuestro sentido homenaje a la memoria de todas las víctimas del terrorismo, hoy, en París, ayer, en New York y en Madrid, en Oslo y Moscú, en Ankara y Beirut, Irak y Afganistán, Libia y Túnez, El Kurdistán y Siria… ,

Estáis asesinando los olivos y los limoneros (…)

Estoy escribiendo estos versos / Y estoy llorando de impotencia, / Y de asco, de rabia y de nausea / Por todo cuanto siento y pienso. / Vuestros padres os engendraron / Y vuestras madres os parieron / Para que floreciesen los claveles / En la boca de los cañones / Para que judíos y palestinos, / Cristianos y musulmanes / Nos diésemos las manos / Por encima de las alambradas. / Derribando los muros / Del hambre y la ignorancia. / Para que todos tuviésemos / La tierra, la sal y el agua. / El aire, el mar y el rocío / Y nuestra ración diaria / De pan y aceite de oliva / De dátiles, leche y de miel.

Y, EN PAZ, SE-ÑO-RES PRE-SI-DEN-TES

Señores Presidentes, / Señores Ministros,/ Señores Generales, / Señorías y Baronías:

Nosotros queremos respetarnos y amarnos / Por encima de todas las diferencias, / Por encima de todos los fanatismos, / Por encima de todos los dogmas y credos. / Por encima de vuestras ideologías / Y partidos-partidistas, / Por encima de vuestros parlamentos / E intereses petrolíferos.

Por encima de vuestras hipocresías / Y nauseabundas razones, / Por encima de vuestras /Bombas y misiles súper-inteligentes. / Aún florecen en la Alhambra, / Los claveles y las rosas. / Aún viven los peces / Y brota el agua de sus fuentes.

Aún sienten y se abren / Con el beso del rocío / Los corazones enamorados/ Y las flores del desierto. / Aún quedan en la tierra / Ruiseñores que les cantan con amor / A Federico García Lorca y a Miguel Hernández /A los pueblos de la leche y de la miel,

Queremos nacer, crecer y vivir, / En paz y en libertad señor Saddam / En paz y en libertad señor Bush. / En paz y en libertad señores Presidentes. / En paz y en libertad y con AMOR, / O en paz descansarán sus mercedes, / SE-ÑO-RES PRE-SI-DEN-TES.

R.I.P.

Dioses, Cínicos y Enanos (Presidentes, Ministros y Generales)
De 1991 y publicado en Junio del 1994
Olivier Herrera Marín
Presidente de POETAP

LO QUE PARECÍA, ERA - Por Eduardo Juan Salleras


Ya no pueden quedar dudas
LO QUE PARECÍA, ERA.
Por Eduardo Juan Salleras, 15 de noviembre de 2015.-

Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente

El hombre andaba por todos lados y al sitio donde llegaba, arrugaba la ñata y decía: - Aquí hay olor a bosta. Y todos asentían: - Sí, sí, es cierto, hay olor a bosta.

¿Cómo puede haber olor a bosta a cada lugar donde voy? Pensaba el señor.

Hasta que llegó a su casa y curiosamente también ahí sintió el desagradable vaho.

Entonces se sacó los zapatos y encontró en ambas suelas, pegado…

… no era solamente olor, era bosta no más.

Hace un tiempo largo que estoy hablando sobre el gobierno de despotismo, de autoritarismo, de un modelo que solamente se sostiene en el relato, que no existe en sí ninguna causa nacional y popular sino el mercado de las consciencias ciudadanas, que la democracia es la excusa y la república es la gran molestia y escollo; el hombre libre es el próximo a someter o el enemigo del sistema… tan patético es lo del oficialismo que odian, repudian, desprecian, maltratan, ridiculizan a su propio candidato, al que apoyan con la meta o la promesa de su líder, que una vez en el poder, relegarlo o echarlo para volver a ser lo que fueron y que no están dispuestos a abandonar, no hay democracia que valga ni leyes que se interpongan a lo que consideran hace ya 12 años es suyo: El Estado.

No era olor, era bosta no más.

Tanta aprensión le tienen a su candidato que se alegraron de su posible derrota, hasta que se dieron cuenta que la misma podía llevarlos definitivamente al ostracismo y por qué no a muchos de ellos ante la justicia, con un futuro incierto para la gran mayoría de los que ocuparon puestos de poder.

Es que las negociaciones en la oposición de apoyo irrestricto a un cambio, habla de un acuerdo programático en el tema de lucha contra la corrupción, el narcotráfico, la pobreza… yo agregaría la trata de blancas, los desaparecidos del modelo… y demás.

No extraña entonces que haya cargos que se nieguen a entregar; a argucias para impedir que se cumpla la voluntad popular; amenazas de gremialistas oficialistas para entorpecer el éxito de la futura gobernadora de la provincia más importante del país; campañas públicas tan sucias que huelen a bosta diciendo del oponente lo que éste nunca dijo ni hizo.

En la redes sociales las jóvenes mentes brillantes que acompañaron éste “modelo”, proponen robarles el documento a todos aquellos familiares y amigos gorilas que no lograron convencer y que van a votar al cambio.

Por lo menos en la Argentina nunca se ha visto un despotismo manifiesto tan abiertamente, como si estuviéramos hablando de una religión, el relato es la vox populi y lo demás es pecado. Se inició así, una vez apercibidos que les había llegado el momento del adiós, la guerra santa, pudiendo ver incluso a una sarta de sin vergüenzas del ambiente artístico e intelectual, apretando gente con el relato y persuadiendo que el probable próximo presidente es el mismo satán.

El vaciamiento de las reservas en el Banco Central, el nombramiento de legiones de “inocupables” que se agregarán a los ya existentes, por el sólo hecho de garantizarles un ingreso a cambio de nada y seguir teniendo intrusos dentro del Estado actuando como espías o desestabilizadores, inventando nuevas secretarías y afines, nombrando jovencitos, no sólo sin la más mínima experiencia sino, con ningún conocimiento intelectual del cargo para el que se lo nombra…

… No es solamente el olor a lo que me vengo refiriendo hace ya un tiempo…

Ahora, ¿puede haber aún alguna persona de buena voluntad política, democrática o republicana en el oficialismo que avale todavía las conductas abusivas de las instituciones, las maniobras injustas propias del autoritarismo o los avances dictatoriales en procura de entorpecer cualquier acción natural de la democracia?

Tras más de una década de ocultismo donde se persiguió a la justicia, donde se encubrieron memorándums, acuerdos petrolíferos, pesqueros, mineros… muere un fiscal de la Nación de forma más que dudosa, el que en su carpeta, la que presentaría al día siguiente probablemente acusaba con las pruebas de traición a la patria a unos cuantos… todavía se habla de la muerte de “él”, mientras en el ideario popular se siguen tejiendo muchas conjeturas… de dineros del pueblo esfumados entre la corrupción y los inocentes envíos al exterior de los fondos de Santa Cruz que nunca se repatriaron…

El 22 de noviembre hay una sola elección, cambiar o seguir, no confundan al electorado, el candidato del gobierno nacional es continuidad, difícilmente pueda producir un giro quien hasta ahora no se le conoce una idea propia, siempre estuvo subido a olas ajenas, y a último momento, al ideario del segundo opositor.

La campaña electoral es de un atraso cultural preocupante ya que el oficialismo admite la ignorancia que supo conseguir en muchos de los votantes, tomándolos por idiotas o por ciudadanos inmaduros, utilizando una violencia institucional y social inaudita, particularmente para estos tiempos del siglo XXI que estamos comenzando.

Dentro del gobierno, específicamente del Ministerio del Interior, se maneja el colegio electoral. Solamente puede haber fraude por parte del oficialismo.

Ojalá el 10 de diciembre, los usurpadores de la República nos devuelvan el Estado a los ciudadanos.

Y si huele a bosta… es bosta no más.

EJS

HAY UN SOLO CAMINO AL CAMBIO - Por Eduardo Juan Salleras


Al fin coincido con Cristina
HAY UN SOLO CAMINO AL CAMBIO
Por Eduardo Juan Salleras, 8 de noviembre de 2015.-

Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente

Al final de su mandato, luego de haber tenido yo tantas diferencias con ella, debo aceptar que coincido plenamente con lo de un modelo u otro, según la presidente.

Lo del modelo creo que es una sobreactuación, digamos más bien una manera, aunque los hay buenos, malos y espantosos.

Ella hace una diferenciación con los años 90, es raro que se posicione allí, porque en esa década estaban gobernado ellos, Macri era tan sólo un dirigente de fútbol. Muchos de sus funcionarios y adeptos fueron parte del gobierno de la Alianza. Como si la palabra “Alianza” tuviera la culpa.

Además, no veo mucha diferencia entre la década ganada y la pizza con champaña de los tiempos de Menem. Desde ya que fueron realidades distintas, en los noventa se hizo caja privatizando todas las empresas públicas posibles, con el aplauso incluso de los Kirchner, y en los 2000, estatizaron todas las mismas firmas, como otra forma de llenar las arcas, mucho más atractiva que la del riojano porque permitía un fondo interminable, especialmente en obras públicas, las que se hicieron y las que no, verdaderos agujeros negros en los que se fueron zambullendo uno tras otro los adictos al modelo en busca de su parte.

Ambos gobiernos peronistas coincidieron en la corrupción, desde ya que Menem, al lado de los Kirchner, parece hoy una carmelita descalza, siendo además mucho más respetuoso del sistema democrático y republicano como de la Constitución Nacional.

En aquella última década del siglo XX, no existía la intolerancia y la brecha violenta que se vive hoy entre propios y ajenos, casi una secesión irremediable que llevará seguramente mucho tiempo para sanar.

También discutiría sobre si el trabajador estaba mejor allá que acá, tomando como principal problema para los de menores recursos a la inflación. En los noventa, hubo un tiempo incluso que fue negativa, o sea, bajaban los precios por orden del maléfico mercado.

Y ya iniciando el siglo XXI, fue el peronismo el responsable del 2002, de la devaluación de 4 a 1, de la desocupación y del crecimiento de la pobreza. En el 2001 había otros problemas, otra realidad y otras soluciones.

Como siempre, esas devaluaciones sin asco, las pagan los sectores de menos recursos y se favorecen algunos, especialmente los endeudados en dólares en el país. Pero además, creó un colchón de emisión para el nuevo gobierno, dándole el respiro suficiente para gobernar tranquilo al sucesor.

Sin embargo no. Les duró a los Kirchner tan sólo 4 años, o sea, una inflación encubierta desorbitante, y ya en la administración de Cristina Fernández, se habían gastado todo el trabajo sucio que había hecho por ellos Duhalde. Por eso la necesidad de tapiar el INDEC, de crear el cepo y de emitir a pasos agigantados para mostrarse ricos, comprar voluntades por doquier, haciendo así cola los desvergonzados aspirantes a recibir.

Tampoco en los 90 había la inseguridad y el narcotráfico que hay hoy, y si debemos medirlo, podríamos decir el 10% de la actual.

No olvidemos también que por entonces los precios internacionales de los granos eran muy bajos, con una soja que no superaba los 120 dólares por tonelada, contra una de éste tiempo que llegó a los 600.

Eso no hace que aquella década haya sido buena pero sí que ésta última tuvo más propaganda que resultados positivos, que superó en vicios a la anterior, sin haber resuelto problemas estructurales irrenunciables como la pobreza, habiendo incluso fomentado, por acción u omisión, ataques a las instituciones de la república, el crecimiento de la inseguridad y la proliferación del narcotráfico y el consumo de drogas. Ignorando además la desaparición de personas y la trata de blancas.

En éste último tiempo hubo personajes que se creyeron jerarcas intocables, y en cierta forma lo fueron, llevándose puesto al antojo lo que les vino en ganas.

Se irán como llegaron, con las arcas vacías del banco central, ¿dónde quedó entonces la riqueza generada en más de 10 años de condiciones favorables para el país? Con más deuda de la recibida y con un nivel de pobreza semejante al 2001, tal vez no, al 2002.

Ni Menem, ni De la Rúa, dejaron minada la función pública. El gobierno que asuma tendrá que desactivar cada una de esas bombas que harán intransitable la vida de los argentinos los próximos años. Espero que el peronismo ayude a tal acción, tanto el que quede activo como aquel residual, porque en cierta forma son responsables de lo que dejen estos.

El próximo gobierno tendrá que actuar de movida y con urgencia investigando el enriquecimiento ilícito de los últimos 12 años, empezando por la justicia.

Deberá poner el ojo en aquellas provincias gobernadas por feudos e instarlas a normalizar sus instituciones, debiendo poner un límite corto a las reelecciones indefinidas, tanto provinciales como en municipales.

Solamente liberando al Estado de parásitos y corrupción, estarán los fondos necesarios para terminar con la pobreza. Es necesario incorporar al CONIN como política nacional y acabar con la desnutrición infantil desde el vamos.

Al nuevo gobierno se le va a hacer muy difícil quitarse el lastre del kirchnerismo, y si éste viene del mismo oficialismo, será imposible. Por ende, hay una sola alternativa de cambio para el 22 de noviembre. Espero que el peronismo sea consciente de lo que la sociedad reclama, siendo responsable del terreno ganado políticamente desde hace 70 años, garantizando con patriotismo la gobernabilidad y el éxito de la Argentina en los años por venir.

No vengan con el cuento del modelo, es necesario cambiar urgente las formas.

Ya florecieron en mi campo los ligustros y el jazmín paraguayo. Todo el perfume de la primavera en su esplendor.

Esperemos para el país una nueva floración de la República, marchita en toda la década ganada.

EJS

Argentina, la hora de la verdad Por Andrés Oppenheimer


La presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner todavía goza de relativamente altas tasas de popularidad gracias a una economía artificialmente inflada, pero su mandato probablemente será considerado como uno de los más desastrosos de la historia reciente de Argentina.

Fernández, que entrará en sus últimas semanas en el cargo después de las elecciones presidenciales del domingo, ha realizado un milagro económico al revés: a pesar de heredar la mayor bonanza económica en muchas décadas gracias a los altos precios internacionales de las materias primas del país, dejará a la Argentina más pobre que antes.

No hay economista en el mundo que pueda disputar lo siguiente: cuando Fernández llegó al poder en 2007, la economía de Argentina crecía a tasas anuales del 8 por ciento. Hoy día, la economía ha caído a un crecimiento casi nulo del 0.4 por ciento este año, y se contraerá un 0.7 por ciento en 2016, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Junto con Venezuela y Brasil, Argentina es uno de los países que menos crecen de América Latina.

El porcentaje de pobres ha aumentado del 27.9 por ciento de la población en 2007 al 28.7 por ciento en 2014, según el Observatorio de la Deuda Social de la Pontificia Universidad Católica Argentina.

Pero el hecho más triste es que Argentina, que fue uno de los países más avanzados y mejor educados del mundo a principios del siglo XX, está en los últimos lugares de los rankings internacionales de educación, innovación y competitividad. Ahora ocupa el puesto 59 entre los 65 países en la prueba estandarizada PISA de estudiantes de 15 años de edad. 

En ciencia y tecnología, a pesar de la riqueza de talentos individuales en el país, registró sólo 81 patentes internacionales el año pasado, en comparación con las 18,200 registradas por Corea del Sur, según la Oficina de Patentes y Marcas de EEUU.

En el ranking 2014-2015 de Competitividad del Foro Económico Mundial, de 144 países, Argentina ocupa el lugar 104 en competitividad global, 138 en la protección de los derechos de propiedad, 127 en pagos irregulares y sobornos, 142 en el despilfarro del gasto público, 143 en el favoritismo en las decisiones gubernamentales, 135 en la transparencia del gobierno, 133 en fiabilidad de los servicios de policía, y 138 en el comportamiento ético de las empresas.

Y, sin embargo, casi el 40 por ciento de los argentinos están apoyando el candidato gubernamental, Daniel Scioli, lo que le podría dar una victoria con una oposición dividida.
¿Cómo se puede explicar que más de un tercio de los argentinos todavía apoyen al gobierno?

Parte de ello se debe a que Fernández ha dado subsidios a millones de personas, y a que ha aumentado el número de empleados públicos en un 45 por ciento desde 2007. Asimismo, el gobierno controla gran parte de los medios de comunicación y está engañado a muchos, haciéndoles creer que el país anda bien.

Y otra explicación es “la persistencia en el error, que es una vocación de los argentinos”, como me dijo el ganador del premio Nobel Mario Vargas Llosa.

Mi opinión: Gane o pierda Scioli el domingo, Argentina se acerca a su hora de la verdad. Con una economía quebrada, fuga de capitales y las crisis económicas simultáneas de China y Brasil –los mayores mercados de exportación de la Argentina– quien sea que gane la elección tendrá que llevar a cabo ajustes económicos dolorosos.

Para entonces, Fernández estará fuera del poder, tratando de evitar ser llevada a la justicia por acusaciones de corrupción masiva, e intentando influir en el nuevo gobierno a través del Poder Judicial, el Congreso y otras instituciones que ahora controla. Pero cuando comience el inevitable ajuste de cinturón, muchos argentinos se darán cuenta de que Fernández ha sido la peor presidenta de la historia reciente del país.

A O

Expectativas moderadas - Por Alberto Medina Méndez


El populismo y la demagogia han dejado huellas que no se borran de la noche a la mañana. No se puede pretender que este colosal deterioro cicatrice espontáneamente. El punto de inflexión parece estar a la vuelta de la esquina y el eventual cambio va más allá de lo meramente electoral.

El hartazgo ha hecho su parte y, a estas alturas, es evidente que la mayoría espera que la dinámica actual se modifique pronto dándole lugar a un período diferente. Pero es indispensable eludir ese exitismo que antepone lo emocional por sobre lo racional, con todo lo que eso conlleva.

Ningún país salió de procesos funestos y prolongados a gran velocidad. La historia mal contada, a veces, simplifica en demasía haciendo creer a muchos que el odio, el resentimiento y el caos, pueden ser reemplazados mágicamente por el amor, la convivencia y el progreso. Nada de eso ha ocurrido en un breve lapso, en ninguna parte del planeta.

La transición, aun en la hipótesis de que se recorra el sendero correcto y con escasos tropiezos, no da sus frutos rápidamente. Es vital disponerse a superar cada etapa, sabiendo que cada una de ellas implica sobrepasar desafíos específicos, que se lograrán solo con grandes esfuerzos, pero también con importantes sacrificios en el presente.

El futuro se muestra de un modo atractivo y por eso entusiasma tanto. Pero es central no equivocarse y fantasear con la idea de que todo sucederá en un conveniente contexto de éxitos concluyentes y triunfos categóricos.

No se trata de suavizar la euforia. Todo es bastante más complejo y tiene que ver con establecer expectativas absolutamente razonables. Es saludable evitar frustraciones innecesarias y esquivar las grandes decepciones, pero también sirve esta postura para disfrutar, como corresponde, cada avance.

Es fascinante soñar con lo mejor, ser ambiciosos y aspirar al logro de extraordinarias metas. No es bueno ponerse límites y se deben intentar alcanzar elevados estándares. Pero esos enormes retos deben obtenerse, con impulsos sucesivos, con pequeñas victorias que propicien la siguiente.

La situación actual es preocupante. Muchos de los indicadores han sido deliberadamente alterados y la basura se ha escondido bajo la alfombra. Ahora vendrá la difícil tarea de transparentarlo todo. Se visualizará renovada información que algunos imaginaban pero que no estaban disponibles. Es imperioso construir ese diagnóstico para evaluar la gravedad de lo acaecido y empezar, desde allí, a diseñar ese camino que permita resolver uno a uno los desmadres de este tiempo perdido.

Suponer que ese procedimiento será simple sería de una gran ingenuidad. Que algunos ciudadanos estén exultantes porque entienden que el ciclo vigente ha llegado a su fin es esperable, pero la clase dirigente tiene la inmensa responsabilidad de advertir a todos acerca de lo que ha sucedido en el pasado y lo que ahora tienen en sus manos de cara al porvenir.

Los groseros despilfarros, los obscenos excesos, la dilapidación imprudente de los recursos de todos ha sido una de las características de esta era. No se sale de allí solo con emotivos discursos, excitantes festejos, ocultamientos piadosos y mentiras que intenten mitigar el malhumor social.

Desactivar el explosivo coctel que engendraron los gobernantes demandará no solo de varios años, sino de una singular inteligencia que permita desarticular cada torpeza cometida, dominar cada adversidad concreta, minimizando el seguro impacto negativo que recaerá sobre tantos.

Algunos asuntos llevarán mucho tiempo. Tal vez sea necesario esperar varias generaciones para olvidar estos infortunios. Un mandato de gobierno no bastará para resolverlo todo. El daño ha sido gigante y no debe ser subestimado. Aún resulta imposible dimensionar la magnitud del desorden.
La destrucción de la cultura del trabajo y una perversa mutación de los valores morales no se solucionan con cuantiosas inversiones, mayor seguridad jurídica, el sinceramiento de las variables, la apertura de los mercados y la integración con el mundo. Ni siquiera una alta dosis de sensatez y el regreso del sentido común alcanzan para restablecer parcialmente esas profundas heridas que el régimen deja como legado.

Pese a lo que muchos sostienen, lo económico no es lo más importante. Es solo una parte del problema que, claramente, debe ser abordado para evolucionar. Pero es trascendente entender que la batalla que asoma se dará en otros campos que precisarán de más esmero y dedicación.

Por astutas que sean las decisiones y empeño que se le asigne a la gestión, la recuperación será invariablemente lenta y gradual. Habrá que prepararse para esta dificultosa fase, acompañando apropiadamente su ritmo.

Después de todo, no se ha llegado hasta aquí de casualidad, sino con la imprescindible complicidad de esta sociedad que hoy parece dispuesta a darse una nueva oportunidad. La autocrítica tendrá que ser la protagonista excluyente si realmente se espera una transformación con mayúsculas.

Se necesitará entonces de mucha paciencia, de bastante prudencia y de una tenaz perseverancia, para no cometer los mismos errores del pasado. La actitud adecuada será la verdadera clave. Por eso resulta fundamental disponer de esa madurez cívica que admita expectativas moderadas.

Alberto Medina Méndez
albertomedinamendez@gmail.com

No bajar la guardia - Por Alberto Medina Méndez


La euforia irracional y el entusiasmo desmedido pueden convertirse en una verdadera trampa cuando las batallas son prolongadas. Las tensiones políticas del continente vienen de larga data y pueden perdurar en el tiempo. Este proceso no se ha iniciado ahora. Es el patético resultado de décadas de populismo creciente y un estatismo a prueba de todo.

No se debe cometer el error de creer que ciertas victorias circunstanciales son éxitos concluyentes. El cansancio, el hartazgo, los desaciertos propios de los demagogos, pueden encaminarlos hacia eventuales tropiezos.

No se trata de no festejar los logros, sino de tomar conciencia del contexto, de dimensionar apropiadamente los acontecimientos y comprender que los actores de la política contemporánea serán reemplazados por otros. Ellos se suceden entre sí, pero sus ideas centrales permanecen. Podrán mutar o adaptarse, pero solo para tomar fuerza y arremeter bajo un nuevo disfraz.

Es lo que dice la historia reciente de estos países. El populismo tiene una extensa trayectoria. Se ha transformado e innovado, buscando nuevos perfiles para volverse más eficaz, hábil y perverso. Casi sin percibirlo, quienes intentan reemplazarlo en el poder, terminan utilizando idénticas tácticas, aplicando similares recetas e imitando ese peligroso recorrido.

Es importante tener cuidado, conocer la coyuntura en profundidad y tener los pies sobre la tierra. La amenaza nunca desaparece. En todo caso, frente a cada logro concreto, a cada pequeño paso en positivo, se debe tomar posición, fortalecer ese espacio para consolidar lo obtenido y sostener el apoyo popular que, en el actual esquema, es el pilar vital del sistema.

La política es dinámica. Los escenarios se modifican rápidamente y, por imperceptible que parezca, a veces, la sumatoria de insignificantes hechos aislados son los que van construyendo un todo que en un momento determinado se manifiesta con vigor y sin contemplaciones.

Los sistemas electorales pueden ayudar a unos a triunfar y perjudicar a otros conduciéndolos al fracaso, pero el termómetro del clima de ideas que impera en una sociedad es bastante más difícil de interpretar.

Es imprescindible no confundirse. Son esas ideas que la sociedad defiende, esos valores con los que la comunidad comulga, esas premisas y creencias, esos paradigmas, los que determinan las políticas de largo plazo.

Una nación que cree que el Estado debe hacerlo todo, que su progreso depende más de las dádivas de sus gobernantes que de sus propios talentos, méritos y esfuerzos, que pretende ayudar a los más débiles saqueando a otros usando coercitivamente la ley, no tiene futuro alguno.

Esa sociedad está condenada a vivir bajo las reglas de la demagogia y el populismo, solo porque no se anima a promover con convicción un sistema que priorice la cultura del trabajo y establezca incentivos para que aquellos que lo deseen genuinamente puedan generar riqueza y prosperar.

Los equilibrios siempre son inestables. Suponer que lo logrado es absoluto implica no entender la naturaleza humana. Todo está en constante movimiento y como bien decía Heráclito "lo único inmutable es el cambio".

Si se entiende esta realidad no es posible darse el lujo de relajarse. Los que defienden el colectivismo como matriz, los que creen que los individuos deben subordinar sus libertades al bienestar general, solo tropiezan de tanto en tanto, pero suelen tomarse revancha y volver con más ímpetu.

Es posible que los personajes de turno se retiren del juego. Ya ha sucedido eso en el pasado. Pero no menos cierto es que serán otros los que heredarán su voracidad por el poder e intentarán ocupar ese lugar.

Ellos saben conquistar el poder. Es posible que se equivoquen, pero siempre retoman la lucha y dan la pelea política. Cuentan con la ventaja de no tener escrúpulo alguno y de apelar al "vale todo" para recuperar lo perdido.

Es trascendente entonces, mantenerse en vigilia, ser constantes y perseverantes, evitar la soberbia de quienes creen que sus adversarios han sido definitivamente derrotados, cuando en realidad solo han retrocedido algunos pocos metros y usarán ese desliz para tomar mayor impulso.

Lo que viene puede ser una gran oportunidad, solo en la medida que se comprenda adecuadamente lo que realmente está ocurriendo. Pero lejos se está de haber logrado un triunfo con mayúsculas.

La tenacidad no es una virtud de esta era en la que la fugacidad parece marcar el ritmo. Las actitudes espasmódicas de esta sociedad se han manifestado muchas veces, pero sin lograr afirmarse como corresponde. Es por eso que se corre permanentemente el riesgo de caer en el abismo.

El desafío consiste en estar alertas, en prestar mucha atención a lo que sucede alrededor, porque el futuro depende, en buena medida, de esa conducta constante de resguardar cada victoria, fortalecer ese escalón, para recién luego avanzar hacia el siguiente. Si se hacen los deberes, tal vez se pueda dar vuelta la página en algún momento y soñar con un porvenir mucho mejor. Para eso será indispensable no bajar la guardia.


Alberto Medina Méndez
albertomedinamendez@gmail.com

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