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"EVA", el musical


Argentina Turismo "EVA", el musical
Latitud 2000 - Capital Federal, Buenos Aires, Argentina

Un espectáculo que cuenta la verdadera historia de EVA PERÓN desde su llegada a Buenos Aires en enero de 1934 hasta su arrollador ascenso al poder.



Mensaje de Evita a las mujeres españolas


Evita en España

MENSAJE DE EVA PERON A LA MUJER ESPAÑOLA
MADRID, SÁBADO 15 DE JUNIO DE 1947




[Radio Nacional de España, en su emisión del sábado, a las 21,45 retransmitía por todas las emisoras españolas y retransmitidas así mismo por la emisoras argentinas, radió el siguiente mensaje de la excelentísima señora doña María Eva Duarte de Perón a las mujeres españolas]
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¡Mujeres de España!
Nuestro siglo no pasará a la Historia con el nombre de "Siglo de las Guerras Mundiales" ni acaso con el nombre de "Siglo de la desintegración atómica", sino con este otro mucho más significativo de "Siglo del feminismo victorioso".
La revolución social a que asistimos en esta hora de veloz transición, alcanza no solo al obrero, quien reclama justamente se le considere dentro de la sociedad como persona humana informada por un alma trascendente y eterna, sino también a la mujer, la cual exige todos los derechos imprescindibles para el desarrollo de sus poderosas virtualidades.
Por eso, representante como soy de un país que es la esperanza, no solo por su riqueza nativa sino por haber inaugurado como ningún otro un nuevo orden de equidad social, de armonía cristiana y de libertad, no puedo guardarme en silencio el mensaje que, por mi intermedio, envía la mujer argentina a la mujer española sobre todo a la mujer que lucha como héroe, inadvertida del mundo, en la brega cotidiana de la vida.
La mujer argentina se afana en primer lugar, por la estructuración del hogar cristiano como vínculo indisoluble. Porque si a la mujer no se le ha dado el señorío de la fuerza física, se le ha dado el imperio del amor. Y sabemos las mujeres sin necesidad de sutiles raciocinios, que solo en el hogar y en el matrimonio indisoluble, puede el amor alcanzar toda su expansión. Sabemos las mujeres que la decadencia del amor, sin duda alguna, es una de las decadencias más grandes que ahora padece el mundo; es resultado inmediato de la paganización de la familia y de la desarticulación del hogar.
La mayoría de los pensadores opuestos al cristianismo no trepidan en reconocer que el matrimonio y la familia, tales como los reclama la adusta moral cristiana, constituyen el único ideal sociológico que puede colmar las aspiraciones más profundas del amor y que todas las civilizaciones marcadas por una franca decadencia se caracterizaron por una honda crisis de vida familiar.
Cuando la corrupción de costumbres ha minado la vida de la familia, entonces junto con el amor, pierde la mujer la libertad. Porque ella sólo es libre en la esclavitud del amor y solo es esclava en la libertad del amor en el que desemboca el matrimonio no bien pierde sus dotes y prerrogativas de eternidad.
Porque la mujer argentina se ha empeñado en mantener a toda costa el hogar estructurado y porque se ha empeñado además, en conseguir que en él se respire un perfume de santuario de suerte que el esposo y el hijo sientan a Dios como en un templo pequeño, por eso sabe que no le arrebata ni un adarme de feminidad el participar en los movimientos de recuperación nacional, colaborando con todos sus recursos a la implantación de un mundo más justo, más humano y más pacífico.
Menos tememos las argentinas a la mujer que pilota automóviles , yates y aviones, que a la emancipada de la familia o a la que toma el amor y el matrimonio como un "egoísmo de dos" sin entender que de la solidez y de la fecundidad del matrimonio depende el engrandecimiento de la patria.
La Iglesia, como nos lo ha enseñado siempre, ni ha prohibido ni ha disuadido a la mujer de que ejerza de médico, o de diputado o de embajadora con tal de que no abandone sus deberes esenciales de madre, de hija y de esposa. Y si la evolución de los tiempos la lleva a participar en la vida cívica y a intervenir en las contiendas electorales, es ella quien está encargada de conspirar al triunfo de un orden social y familiar, en el que pueda compartir, el lado del hombre, los frutos de la paz y de la justicia.
Por eso, ¡mujeres españolas! , os digo a todas, a través del éter, lo que quisiera decir a cada una de corazón a corazón, con esa efusión y medias palabras con que nos entendemos las mujeres; Si no han faltado agitadoras que soliviantaran las clases sociales unas contra otras, con flamas incendiarias, ¿porqué han de faltar otras mujeres que, de alma a alma, se digan un mensaje de amor y de paz?
Faltaría a mi deber, el deber que me impone la Gran Cruz de Isabel, si no secundara la misión de la gran reina, quien como ninguna mujer de España se afanó por dar unidad y libertad a esta tierra, batallando no solo contra los invasores de su suelo, sino también contra los invasores de su fe. Por eso, mujeres de España, a cuyo lado he vivido los días más emocionantes de mi vida, quiero hacer extensivo a vosotras cuanto dije no ha mucho a las mujeres de América:
Trabajemos por la paz que libra a los pueblos de las amenazas y de las agresiones y nos permite cerrar las heridas abiertas por contiendas fraticidas. Trabajemos para afianzar la paz y por impedir que una nueva guerra vuelva a asolar la Humanidad con nuevos estragos y nuevos odios. Trabajemos por implantar en el mundo los derechos fundamentales debidos a los seres humanos y por desarmar los espíritus de los odios y prevenciones originados por la diversidad de las razas, de los idiomas y de las formas sociales de la vida. Se ha dicho que hemos venido a formar un eje Buenos Aires-Madrid. Mujeres españolas, no hemos venido a formar ejes, sino a tender arco iris de paz con todos los pueblos, como corresponde al espíritu de la mujer.
Trabajemos por la conquista de un mundo mejor, fundamentado en el amor y no en el odio, mundo en el que anhelamos todos construir y no destruir, y en el que florezca como una bandera fulgurante de luz la libertad y la soberanía de los pueblos. Trabajemos por la implantación de un orden de justicia social cual lo requieren los principios proclamados por el general Perón, en el que todas puedan gozar de una retribución justa, en el que el obrero viva en condiciones dignas de trabajo y pueda preservar su salud, elevar su "standard" económico y desarrollar libremente las actividades lícitas en bien de los intereses profesionales.
Unamos nuestros esfuerzos para que nadie padezca, para que nadie se vea envuelto por miserias enervantes. Unamos nuestros corazones para que los humanos, cualesquiera que sea su nacionalidad , su fortuna, su ideario, puedan vivir, réprobos y elegidos, satisfechos y desheredados, de suerte que el mundo se trueque en una gran familia bendecida por Dios en la que no resuene otro canto que el canto del trabajo y de la paz.
Somos nosotras parte de una nueva fuerza que entra en las corrientes humanas empeñada en sostener la civilización y la cultura a que pertenecemos. En la lucha gigantesca en que nos hallamos envueltas, las grandes y las pequeñas, las afortunadas y las humildes, todas las mujeres debemos estar dispuestas a cumplir nuestro deber, a fin de que el mundo se vuelva lo que debe ser: Una gran confraternidad de todos los pueblos, con trabajo y con paz.
Y antes de terminar, permitidme que os diga la impresión que he recogido en vuestras ciudades y vuestros campos. He venido por primera vez a España y, sin embargo, me ha parecido retornar a ella después de una ausencia de mucho tiempo. Como si mi alma, por misteriosas reminiscencias, se despertara de un sueño de inconsciencia a las visiones de mis antepasados, los cuales nacieron y gastaron sus ojos en la contemplación de esas mismas ciudades y de estos campos de ensueño.
Me siento más argentina que nunca, precisamente porque me encuentro en la madre patria. La suprema efusión y amor sólo lo experimenta la mujer cuando une las trepidaciones de su corazón efímero al ritmo eterno de las armonías divinas. Por eso me siento ahora embriagada de amor y de felicidad, porque mi sencillo corazón de mujer argentina se ha puesto a vibrar en consonancia con los acordes eternos de la España inmortal.



(Del diario LA VANGUARDIA, Madrid, del 17 de junio de 1947).


Revolución de 1955: el relato de Juan Perón



"La fuerza es el derecho de las bestias"
Escribe: Juan Domingo Perón

El día 16 de septiembre de 1955, a 1ª hora, se tuvo conocimiento de que en el interior se habían producido algunos levantamientos.
En Córdoba, habían secuestrado al Director de la Esc de Infantería durante la noche. La Esc de Artillería sublevada había emplazado los cañones en la tarde anterior con el pretexto de un ejercicio del día siguiente y, con las primeras luces, había abierto el fuego contra el Casino de Oficiales donde dormían los Jefes y oficiales de la Esc de Infantería. Esto había producido una gran confusión, repuestos de la cual, se combatía en los alrededores del cuartel de esta última unidad contra efectivos rebeldes de la Esc Militar de Aviación.-
En Río Santiago, unidades de la Escuela Naval sublevada habían pretendido salir de la base y atacar la Ciudad de Eva Perón siendo detenidos por la Policía de Bs As, pero permaneciendo en posición en el linde de la base.
En Curuzú Cuatiá (Corrientes), habíase producido un conato de sublevación en la Esc de Blindados siendo sofocada y dominada inmediatamente.
En Puerto Belgrano, Base Naval de Bahía Blanca, no había novedad, aunque se supo que la Aviación Naval estaba en movimiento.
La Escuadra efectuaba ejercicios en la zona sud de la República (Golfo Nuevo, Chubut) y no se tenía noticias sobre su actitud. En la Capital Federal como en las demás Guarniciones Militares la situación era tranquila.
Desde las primeras horas del día 16 permanecimos en el Comando en Jefe de las Fuerzas de represión en el edificio del Min de Ejército, con el Min Lucero, el Comandante en Jefe del Ejército, General José Domingo Molina y el Jefe de Operaciones General Ymaz (este nombre lo hallaremos más adelante).
Tanto el Min de Ejército como el Comandante en Jefe eran de opinión que se trataba de una acción descabellada que sería conjurada en pocas horas, pues fracaso el intento de Curuzú Cuatiá, se luchaba en Río Santiago y en Córdoba en buenas condiciones, la concurrencia de otras tropas hacia esos focos, aseguraba el éxito para los días siguientes.
El día 17 de septiembre, la situación general era absolutamente favorable, si bien continuaba la lucha en Córdoba, en Río Santiago se había detenido. Durante ese día se tuvo noticia que la Escuadra se había puesto en marcha saliendo de Puerto Madryn hacia el norte. La observación aérea era imposible debido a las condiciones climáticas.
Ya ese día se conoció también que en Puerto Belgrano (Bahía Blanca) se habían producido disturbios entre fuerzas de marinería y la población civil. En la base de submarinos de Mar del Plata se mantenía el orden y era leal al Gobierno.
El día 18 a la noche la situación era clara para el comando de represión y lanzadas las unidades concéntricamente hacia los focos de la rebelión, no quedaba más que esperar su llegada para someter a los rebeldes. La enorme superioridad de fuerzas no deja dudas sobre el resultado. Este mismo día se tuvo conocimiento de la defección de los Destacamentos de Montaña de Mendoza y San Juan, pero ello se reduce a que sus jefes se han negado a marchar sobre Córdoba.
En Río Santiago la intervención de la Aviación de Bombardeo ha despejado la situación. La Esc Naval derrotada por la Policía de Bs As y el Regimiento 7 de Infantería, se ha embarcado en un aviso y unos lanchones y ha huido. Allí no hay enemigo.
En Bahía Blanca, las Fuerzas de Infantería de Marina han ocupado la Ciudad, pero avanzan hacia allí las fuerzas de la represión, muy obstaculizadas por las fuertes lluvias y hostigadas por la aviación rebelde. Sin embargo, todo es cuestión de tiempo.
La Escuadra, según las noticias que se tienen, ha bombardeado la Ciudad de Bahía Blanca, destruido las plantas compresoras de gas, las usinas y parte de la población. La ciudad está sin agua, sin gas y sin luz.
La Ciudad de Mar del Plata también ha sufrido los efectos del bombardeo intenso de la Escuadra y de la Aviación rebelde.
El día 18 de septiembre a la noche la Escuadra sublevada amenaza con el bombardeo a la Ciudad de Bs As y la Destilería Eva Perón. Lo 1º de una monstruosidad sin precedentes, y lo 2º, la destrucción de 10 años de trabajo y la pérdida de u$a 400 millones.
La situación Militar era ampliamente favorable, pues desplegadas las fuerzas solo era cuestión de tiempo y de lucha para someter a los focos rebeldes de Córdoba y Bahía Blanca. En la Capital Federal quedaban aún sin emplear la 1ª División de Ejército Motorizada, las Fuerzas Blindadas de Campo de Mayo, el Batallón Bs As y, muchas otras fuerzas absolutamente leales.
Sin embargo me preocupaba la amenaza de bombardeo a la población civil en la que seguramente perderían la vida miles de inocentes que nada tenían que ver con la contienda. Ya había Bs As presenciado la masacre del 16 de junio de 1955, cuando la Aviación Naval bombardeó la Plaza de Mayo y ametralló las calles atestadas de gente, matando o hiriendo a mansalva al Pueblo indefenso. Era de pensar lo que ocurriría en un bombardeo indiscriminado, sobre una Ciudad Abierta, sometida a la acción combinada de los cañones navales y las bombas aéreas. Las condiciones climáticas eran desfavorables para toda acción defensiva, pues la intensa lluvia hacía imposible toda exploración y acción sobre los barcos.
Me preocupaba también la destrucción de la Destilería de Petróleo de Eva Perón, una obra de extraordinario valor para la Economía Nacional y que yo la consideraba como un hijo mío. Yo había puesto el primer ladrillo hacía casi 9 años y yo la había puesto en funcionamiento. Es indudable que, para los demás, no podía tener el mismo valor que para mí.
Influenciaba también mi espíritu la idea de una posible Guerra Civil de amplia destrucción y recordaba el panorama de una pobre España devastada que presencié en 1939. Muchos me aconsejaron abrir los arsenales y entregar armas y municiones a los Obreros que estaban ansiosos de empuñarlas, pero eso hubiera representado una masacre y, probablemente, la destrucción de medio Bs As. Esas cosas uno sabe cómo comienzan pero no en que terminan.
Siempre he pensado que la misión de un Gobernante es la custodia de la Nación misma. Su objetivo deberá ser siempre el bien de la Patria. Todos los demás objetivos son secundarios frente a éste. Se trataba entonces de elegir la resolución que mejor conformara a ese principio.
En nuestra Doctrina habíamos establecido claramente que la escala de valores justicialista era: 1º la Patria; luego, el Movimiento y después los hombres. Se trataba simplemente de cumplirlo.
Algunos Generales y Jefes amigos y leales, se empeñaron en convencerme para que continuara la lucha que, desde el punto de vista Militar, era ampliamente favorable. Recuerdo que uno me dijo: "Si yo fuera el Presidente, continuaba". "Yo también si fuera el General continuaría", le contesté.
Otros ensayaron persuadirme con el argumento de salvar la Constitución y la Ley afirmando el principio de su acatamiento. Argumento justo pero sofistico. La ley, la Constitución son para la República y no éstas para aquellas. Nada hay superior a la Nación misma. Lo que hay que salvar siempre es el país. Lo demás es secundario frente a él.
Después de una madura reflexión llamé al Min de Ejército, Gral Franklin Lucero, Jefe de las Fuerzas de represión, y le dije: "Estos bárbaros ya sabemos que no tendrán escrúpulos para hacerlo. Es menester evitar la masacre y la destrucción. Yo no deseo ser factor para que un salvajismo semejante se desate s0obre la ciudad inocente, y sobre las obras que tanto nos han costado levantar. Para sentir esto es necesario saber construir. Los parásitos difícilmente aman la obra de los demás".
Es indudable que para resolver este difícil momento de la situación debí recurrir a mis últimas energías, pues era más fácil para mí dejar hacer a mis Comandos, que oponerme a sus inclinaciones de lucha y a las mías propias. Ya una vez me había encontrado en situación similar, siendo Min de Guerra en 1945. En esa ocasión resolví lo mismo: Renunciar. Los hechos posteriores me dieron la razón y los mismos camaradas que entonces me instaban a pelear debieron reconocer mi acierto. Espero que en esta ocasión suceda lo mismo. En ese concepto procedí a hacer efectiva mi resolución con la siguiente comunicación:
Nota pasada al Sr Min de Ejército, Gral de División Don Franklin Lucero, en su carácter de Jefe de las Fuerzas de represiónBuenos Aires, 18 de septiembre de 1955.-
Hemos llegado a los actuales acontecimientos guiados sólo por el cumplimiento del deber. Hemos tratado por todos los medios de respetar y hacer respetar la Constitución y la Ley. Hemos servido y obedecido sólo los intereses del Pueblo y su voluntad.
Sin embargo, ni la Constitución ni la Ley, pueden ser superiores a la Nación misma y sus sagrados intereses. Si hemos enfrentado la lucha ha sido en contra de nuestra voluntad y obligados 'por la reacción que la preparó y la desencadenó. La responsabilidad cae exclusivamente sobre ellos deque que nosotros hemos cumplido el mandato de nuestro irrenunciable deber.
Hace pocos días intenté alejarme del Gobierno si ello era una solución para los actuales problemas políticos. Las circunstancias públicamente conocidas me lo impidieron, aunque sigo pensando e insisto en mi actitud de ofrecer esta solución. La Decisión del Vice-Presidente y Legisladores de seguir mi decisión con las suyas impide en cierta manera la solución onstitucional directa. Por otra parte, pienso que es menester una intervención un tanto desapasionada y ecuánime para encarar el problema y resolverlo.
No existe un hombre en el país con suficiente predicamento para lograrlo, lo que me impulsa a pensar en que lo realice una Institución que ha sido, es y será una garantía de honradez y patriotismo: el ejército. El Ejército puede hacerse cargo de la situación, el orden y el Gobierno, para construir una pacificación entre los Argentinos, empleando para ello la forma más adecuada y más ecuánime.
Creo que ello se impone para defender los intereses superiores de la Nación. Estoy persuadido que el Pueblo y el Ejército aplastarán el levantamiento pero el precio será demasiado cruento y perjudicial para sus intereses permanentes.Yo, que amo profundamente al Pueblo, sufro un tremendo desgarramiento en mi alma presenciando su lucha y su martirio. No quisiera morir sin hacer el último intento por su tranquilidad y felicidad.
Si mi espíritu de luchador me impulsa a la pelea, mi patriotismo y mi honradez ciudadana me inclinan a todo renunciamiento personal en holocausto a la Patria y al Pueblo. Ante la amenaza de bombardeos a los bienes inestimables de la Nación y sus poblaciones inocentes, creo que nadie puede dejar de deponer otros intereses y pasiones.
Creo firmemente que esta debe ser mi conducta y no trepido en seguir ese camino. La historia dirá si había razón para hacerlo.



José Ignacio Rucci - A 35 años de su asesinato

Atentado.




El 25 de septiembre de 1973, el jefe de la CGT fue asesinado por un grupo armado.

"¡Rucci, traidor! ¡A vos te va a pasar lo que le pasó a Vandor!". A José Ignacio Rucci le retumbaron los oídos. Fue hace exactamente 35 años, en la puerta de la Confederación General del Trabajo (CGT), mientras Juan Domingo Perón realizaba su último acto de campaña electoral, antes de ser elegido presidente por tercera vez. Casi un mes después, el 23 de septiembre de 1973, Perón ganó las elecciones. Dos días después Rucci fue asesinado. De acuerdo con la última investigación relatada en Operación Traviata, ¿quién mató a Rucci?, del periodista Ceferino Reato, el ataque fue realizado por un pelotón de Montoneros encabezado por Julio Iván Roqué, un pedagogo cordobés conocido como "Lino". Para el sindicalismo peronista, la muerte de Rucci es una herida abierta. Algunos jefes sindicales incluso se animan a reclamar que se lo considere "delito de lesa humanidad", con el fin de que no prescriba. "El ámbito adecuado para hacer ese planteo es en el Partido Justicialista", admitió a PERFIL el dirigente Omar Viviani (taxistas), quien integra el reestructurado pejota, presidido por Néstor Kirchner. Algunos ex líderes de la agrupación Montoneros admiten que desde la reapertura de las causas contra la Triple A, "temen" que casos como el de la muerte del militar Argentino del Valle Larrabure en manos del ERP –catalogado la semana pasada como de "lesa humanidad" por la Justicia de Rosario– comiencen a circular por Tribunales. Otros ex montoneros saben que la Corte Suprema de la Nación se expedirá a favor del criterio internacional, como en el caso del etarra Lariz Iriondo. Es que el Estatuto de Roma, aprobado en 1998 en las Naciones Unidas, establece que sólo los crímenes cometidos por o desde una estructura estatal deben encuadrarse como "delitos de lesa humanidad" –y ese es el criterio adoptado por la Corte–. Sin embargo, el asesinato de Rucci dispara el debate dentro del movimiento obrero. Viviani, aliado de Hugo Moyano, cree que "la foto histórica de Rucci con el paraguas negro cubriendo al General, tiene una lectura más profunda: Perón estaba resguardado por el movimiento obrero", dijo a PERFIL. "Así como se investigan otros tipos de crímenes de lesa humanidad, el asesinato de Rucci fue de lesa humanidad, y siempre reclamamos que se investigue. Pero lamentablemente, hay muchos que no se quieren hacer cargo", agrega el secretario gremial de la CGT, quien afirma que en la Central la postura sobre el asesinato del líder "es totalmente homogénea". "Cuando mataron a José no sólo quisieron hacerle un gran daño a Perón, también quisieron borrar la estructura sindical peronista y vertical. Es más profundo que una venganza", asegura Viviani. En la CGT paralela, el gastronómico Luis Barrionuevo, dispara: "Los montoneros, a quienes repudiamos toda la vida, lo hicieron en contra de Perón. Fue una venganza, por la Masacre de Ezeiza. No tenga duda de que encuadra en el delito de lesa humanidad. Si hay Justicia, que haya para todos. Las muertes son muertes, hablamos de abuso o mayor grado de responsabilidad para aquellos que ostentan uniforme, pero no se puede asesinar por asesinar. No hay voluntad de investigarlo. El Gobierno debería incentivar a que se investigue a todos por igual". Juan Belén, secretario adjunto de la CGT, y líder de la Unión Obrera Metalúrgica de Avellaneda, tomó distancia del pronunciamiento de sus colegas y puso paños fríos al debate. "Cuando Perón lo vio muerto, dijo: 'Me cortaron las patas'. A nosotros también nos cortaron las patas. Fue un golpe a todo el pueblo y en particular a la clase trabajadora. Fue un asesinato a mansalva. Ya está, no nos olvidamos pero no revolvemos tierra. La Justicia no tuvo o no quiso tener la capacidad de resolverlo, y se cerró el expediente", aseguró a PERFIL. Roberto Digón, entonces dirigente de los trabajadores del tabaco, condena el hecho pero estima: "No soy quien para determinar si es o no de lesa humanidad. Todo lo que se aclare por intermedio de la Justicia sería justo. Yo no tengo dudas del objetivo de ese crimen. Yo integro la izquierda peronista y estoy convencido de que los descerebrados de ( líder montonero Mario) Firmenich y compañía mataron a Rucci con el fin de deteriorar la salud del General".
La pieza clave de Perón Según el libro de Ceferino Reato, Operación Traviata, ¿quién mató a Rucci?, que saldrá el lunes a la calle, el motivo del ataque al líder metalúrgico habría sido "apretar" a Perón. El General había decidido desalojar a su ex "juventud maravillosa" de los resortes de poder conseguidos tanto en el movimiento como en el gobierno, y Montoneros habría decido "tirarle un cadáver, el de Rucci, a la mesa de negociaciones". "¿Por qué, General?", le preguntó Coca, la esposa del sindicalista, desconsolada. "Por leal", contestó Isabel, esposa de Perón y vicepresidenta electa. El asesinato coincidió con un voluminoso documento titulado "La Biblia" por la cúpula encabezada por Mario Firmenich, en el que ese grupo guerrillero explicaba su salto al marxismo leninismo. Rucci era el hombre de Perón en la CGT y en el sindicalismo, que tenía mucho más poder que ahora. Por ejemplo, había firmado el Pacto Social con los empresarios, que era la piedra angular del proyecto de gobierno de Perón, y todos los nombramientos en el extendido aparato estatal debían pasar por él y por el poderoso ministro de Economía, José Ber Gelbard, el representante de la "burguesía nacional". Rucci se había convertido en una pieza muy importante del diseño político de Perón, al punto que había sido uno de los arietes de la caída de Héctor Cámpora, consumada el 13 de julio de 1973.


http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0290/articulo.php?art=9416&ed=0290

Enviado por Arturo Larrabure

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