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La distorsión sistemática - Por Eduardo Juan Salleras


Por qué seguir
LA DISTORSIÓN SISTEMÁTICA
Por Eduardo Juan Salleras, 28 de marzo de 2016.-

Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente

La distorsión comercial y productiva de los últimos 12 años fue tan catastrófica que en este momento nos asusta entender la realidad y aceptar como óptimas algunas medidas que parecen apocalípticas.

Hoy vemos en el mercado internacional un valor de la carne vacuna que jamás hubiéramos soñado. Recuerdo cuando tiempos “ha” anhelábamos entre 0.80 y un 1 dólar por kilogramos de novillo. Hoy estamos un 80% arriba de ese precio. Deberíamos estar contentos.

La carne tiene en los mercados mundiales precios muy atractivos, al punto de crear aún mayores expectativas a futuro.

Claro, en la última década hemos perdido un importante porcentaje del stock ganadero, tal vez un 30%, lo que podrían ser, a la sazón, los saldos exportables.

Con el trigo pasó algo parecido, metieron mano desde el Estado los burócratas todopoderosos, desalentado la siembra de un cultivo clave para la alimentación. Bajó entonces de forma drástica la superficie del cultivo.

La Argentina fue llamada en su momento el granero del mundo, casualmente por su producción de trigo, no de soja.

Somos conocidos mundialmente por nuestra carne y no por los derivados de esa oleaginosa.

Todo llevo al monocultivo, dejando atrás al maíz, al trigo, a la ganadería para carne y a la lechería.

Además, deberíamos sumarle a los efectos de la distorsión comercial y productiva, a las economías regionales, en las que hemos visto repetidas veces en estos últimos tres períodos de gobiernos, a productores tirar frutas, o en su defecto, dejarlas en los árboles porque la cosecha era más costosa que su valor comercial.

Si debiéramos buscar una cara visible de semejante crimen de leso desarrollo, a todos se nos figuraría la de Guillermo Moreno, Secretario de Comercio Interior por aquellos tiempos. Su abuso de autoridad llegó al punto de sobrepasar sus atribuciones a otras secretarías e incluso ministerios, haciendo desastres a su paso. Todo lo que tocó, lo arruinó.

La ignorancia combinada con la soberbia, es el peor cóctel, y si a ello lo condimentamos con fanatismo y militancia, se logra el subdesarrollo, el retraso, al que nos condenaron, incomprensiblemente, los últimos tres gobiernos sufridos.

¿Cuál fue la excusa? La equidad, la igualdad… bla, bla, bla. Los pobres siguieron siendo pobres. Alguno de ellos convencidos por el relato que su condición era digna…

Fui a comprar un kilo de helado apenas llegué a Buenos Aires. Vaya sorpresa, lo que había pagado $ 130.- en tan sólo 4 días, valía $ 150.- Igualmente es muy rico y barato. De todas formas le pregunté al dueño el porqué del cambio. Y me dio razones de costos, y está bien. Entonces, le dije: - Ojalá yo hubiera podido hacer lo mismo con mi negocio productivo: la leche. Y le conté los tremendos problemas que está viviendo el sector gracias a esa política de deformación de precios durante los últimos años, al punto que no le veo salida inmediata, y de no ser así urgente, difícilmente se pueda frenar la liquidación diaria de cientos de tambos en el país.

El muchacho me dijo que nunca entendió a los productores agropecuarios porque siempre se quejan y nunca cierran, siguen trabajando. Para colmo yo le conté que para mí, y a mi edad, me convenía bajar la persiana y alquilar todo. – Entonces, ¿por qué no lo hace y deja de perder plata? Me dijo. No entendía el sentido de insistir, más cuando supo por mí que un litro de lechera entera, la pagaban $ 2.60 el litro. Se quería morir. Me dice: - Yo, en cuanto empiece a perder plata con esto, cierro y me dedico a otra cosa. No lo entiendo a Ud.

- Para que me entiendas te voy a contar algo. Hace un mes y medio, un tornado me destruyó todo y tuve que cerrar, dejar de producir a la fuerza. Era el momento y la excusa justa. No tenía nada que reprocharme. Cerrar porque la desgracia se llevó años de esfuerzo. Y reconozco que la idea era tentadora. Si bien tenía el derecho absoluto de justificar antes mi fracaso por culpa de las políticas anti productivas de Cristina, Moreno y Echegaray - hubiera sido justo y de mayor efecto que un huracán - la brutalidad climática caía en el momento indicado y sumado a lo anterior, qué más… Sin embargo, luego de secar mis vacas, de limpiarme el polvo del revolcón… pensé, nada ni nadie me va a obligar a retirarme… eso solamente va a pasar cuando yo lo decida, porque esté harto, o tan sólo pierda el interés necesario para seguir o… la muerte me diga, sin reproches, hasta acá llegaste.

El muchacho me miró fijo al momento que meneaba la cabeza, suavemente, de arriba abajo, diciéndome: - No me cuente más, no me cuente más, ahora los entiendo a los hombres de campo.

Y me fui caminando a casa, despacio, no tenía ningún apuro, llevando en una mano mi bolsita de helado. Quizás hablando solo y sonriéndome por lo que había dicho el dueño de la heladería, pensaba: pobre muchacho… él no sabe que son pocos en el campo tan locos como yo.

EJS

Terror y valor - Por Nuria Barbosa León



Terror y valor
Por Nuria Barbosa León

Fernando desea un abrazo de su madre, una canción de cumpleaños, un consejo o regaño, una foto en familia, una lectura en el regazo de la cama o un beso antes de dormir.

El anhelo fue amputado el 10 de septiembre de 1976, en su casa natal de Buenos Aires, cuando él contaba con seis años de edad.

Esa noche despertó muy asustado al escuchar fuertes golpes en la puerta, derrumbada a patadas y culatazos. Las habitaciones se llenaron de hombres armados, vestidos de civil, quienes proliferaban groserías a su madre: Alicia, y a Lucía, una amiga de la familia.

Su hermanito Abel, de dos años, también despertó asustado. Fernando, vio salir a su madre en camisón, arrastrada y depositada como un objeto en el baúl del auto. A Lucía la colocaron entre dos hombres en el asiento trasero.

A los niños, los milicos los dejaron en casa de unos vecinos, pero antes de partir vieron los escombros de la casa, el televisor desbaratado, la nevera abierta, la radio casettera destruida, los armarios en el suelo, los adornos pisoteados, los muebles cojos y con la guata fuera. La abuela fue avisada y retiró a sus nietos a la mañana siguiente. A partir de ahí, la abuela asumió el rol de madre y padre.

La amiga Lucía fue puesta en libertad a los diez días posteriores al hecho, quizás como testigo del horror silenciado por los militares del Centro Clandestino Puente 12 de la Brigada Güemes.

Fernando creció entre el terror de otra noche similar, esperando una noticia, una persona o un lugar que albergara a su madre, con la esperanza lejana de una vida en cualquier otro país.

El 1ro de julio de 1977 secuestran al papá de Fernado y Abel. Se nombraba Pedro Sandoval, quien había vuelto a formar pareja con Liliana Fontana y se encontraba embarazada en el momento del siniestro. Su bebé nació en cautiverio y fue ilegalmente apropiado.

La abuela se colocó un pañuelo blanco en la cabeza y comenzó a reunirse en la Plaza de Mayo, junto a otras madres aferradas a la identidad de sus hijos. Con esas acciones lograron recuperar en el 2006 al bebé robado nombrado Pedro Sandoval Fontana.

Hoy con más edad, Fernando y Abel continúan en la lucha por el cambio ansiado por sus padres: Una Revolución. Sus voces están presentes en el Canto de Todos que no cesan de repetir: “Vivo por ti, Argentina”.

NBL

Articulo de Fidel: El hermano Obama


Los reyes de España nos trajeron a los conquistadores y dueños, cuyas huellas quedaron en los hatos circulares de tierra asignados a los buscadores de oro en las arenas de los ríos, una forma abusiva y bochornosa de explotación cuyos vestigios se pueden divisar desde el aire en muchos lugares del país.

El turismo hoy, en gran parte, consiste en mostrar las delicias de los paisajes y saborear las exquisiteces alimentarias de nuestros mares, y siempre que se comparta con el capital privado de las grandes corporaciones extranjeras, cuyas ganancias si no alcanzan los miles de millones de dólares per cápita no son dignas de atención alguna.

Ya que me vi obligado a mencionar el tema, debo añadir, principalmente para los jóvenes, que pocas personas se percatan de la importancia de tal condición en este momento singular de la historia humana. No diré que el tiempo se ha perdido, pero no vacilo en afirmar que no estamos suficientemente informados, ni ustedes ni nosotros, de los conocimientos y las conciencias que debiéramos tener para enfrentar las realidades que nos desafían. Lo primero a tomar en cuenta es que nuestras vidas son una fracción histórica de segundo, que hay que compartir además con las necesidades vitales de todo ser humano. Una de las características de este es la tendencia a la sobrevaloración de su papel, lo cual contrasta por otro lado con el número extraordinario de personas que encarnan los sueños más elevados.

Nadie, sin embargo, es bueno o es malo por sí mismo. Ninguno de nosotros está diseñado para el papel que debe asumir en la sociedad revolucionaria. En parte, los cubanos tuvimos el privilegio de contar con el ejemplo de José Martí. Me pregunto incluso si tenía que caer o no en Dos Ríos, cuando dijo “para mí es hora”, y cargó contra las fuerzas españolas atrincheradas en una sólida línea de fuego. No quería regresar a Estados Unidos y no había quién lo hiciera regresar. Alguien arrancó algunas hojas de su diario. ¿Quién cargó con esa pérfida culpa, que fue sin duda obra de algún intrigante inescrupuloso? Se conocen diferencias entre los Jefes, pero jamás indisciplinas. “Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha”, declaró el glorioso líder negro Antonio Maceo. Se reconoce igualmente en Máximo Gómez, el jefe militar más disciplinado y discreto de nuestra historia.

Mirándolo desde otro ángulo, cómo no admirarse de la indignación de Bonifacio Byrne cuando, desde la distante embarcación que lo traía de regreso a Cuba, al divisar otra bandera junto a la de la estrella solitaria, declaró: “Mi bandera es aquella que no ha sido jamás mercenaria…”, para añadir de inmediato una de las más bellas frases que escuché nunca: “Si deshecha en menudos pedazos llega a ser mi bandera algún día… ¡nuestros muertos alzando los brazos la sabrán defender todavía!…”. Tampoco olvidaré las encendidas palabras de Camilo Cienfuegos aquella noche, cuando a varias decenas de metros bazucas y ametralladoras de origen norteamericano, en manos contrarrevolucionarias, apuntaban hacia la terraza donde estábamos parados. Obama había nacido en agosto de 1961, como él mismo explicó. Más de medio siglo transcurriría desde aquel momento.

Veamos sin embargo cómo piensa hoy nuestro ilustre visitante:

“Vine aquí para dejar atrás los últimos vestigios de la guerra fría en las Américas. Vine aquí extendiendo la mano de amistad al pueblo cubano”.

De inmediato un diluvio de conceptos, enteramente novedosos para la mayoría de nosotros:

“Ambos vivimos en un nuevo mundo colonizado por europeos”. Prosiguió el Presidente norteamericano. “Cuba, al igual que Estados Unidos, fue constituida por esclavos traídos de África; al igual que Estados Unidos, el pueblo cubano tiene herencias en esclavos y esclavistas”.

Las poblaciones nativas no existen para nada en la mente de Obama. Tampoco dice que la discriminación racial fue barrida por la Revolución; que el retiro y el salario de todos los cubanos fueron decretados por esta antes de que el señor Barack Obama cumpliera 10 años. La odiosa costumbre burguesa y racista de contratar esbirros para que los ciudadanos negros fuesen expulsados de centros de recreación fue barrida por la Revolución Cubana. Esta pasaría a la historia por la batalla que libró en Angola contra el apartheid, poniendo fin a la presencia de armas nucleares en un continente de más de mil millones de habitantes. No era ese el objetivo de nuestra solidaridad, sino ayudar a los pueblos de Angola, Mozambique, Guinea Bissau y otros del dominio colonial fascista de Portugal.

En 1961, apenas dos años y tres meses después del Triunfo de la Revolución, una fuerza mercenaria con cañones e infantería blindada, equipada con aviones, fue entrenada y acompañada por buques de guerra y portaviones de Estados Unidos, atacando por sorpresa a nuestro país. Nada podrá justificar aquel alevoso ataque que costó a nuestro país cientos de bajas entre muertos y heridos. De la brigada de asalto proyanki, en ninguna parte consta que se hubiese podido evacuar un solo mercenario. Aviones yankis de combate fueron presentados ante Naciones Unidas como equipos cubanos sublevados.

Es de sobra conocida la experiencia militar y el poderío de ese país. En África creyeron igualmente que la Cuba revolucionaria sería puesta fácilmente fuera de combate. El ataque por el Sur de Angola por parte de las brigadas motorizadas de Sudáfrica racista los lleva hasta las proximidades de Luanda, la capital de este país. Ahí se inicia una lucha que se prolongó no menos de 15 años. No hablaría siquiera de esto, a menos que tuviera el deber elemental de responder al discurso de Obama en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

No intentaré tampoco dar detalles, solo enfatizar que allí se escribió una página honrosa de la lucha por la liberación del ser humano. De cierta forma yo deseaba que la conducta de Obama fuese correcta. Su origen humilde y su inteligencia natural eran evidentes. Mandela estaba preso de por vida y se había convertido en un gigante de la lucha por la dignidad humana. Un día llegó a mis manos una copia del libro en que se narra parte de la vida de Mandela y ¡oh, sorpresa!: estaba prologado por Barack Obama. Lo ojeé rápidamente. Era increíble el tamaño de la minúscula letra de Mandela precisando datos. Vale la pena haber conocido hombres como aquel.

Sobre el episodio de Sudáfrica debo señalar otra experiencia. Yo estaba realmente interesado en conocer más detalles sobre la forma en que los sudafricanos habían adquirido las armas nucleares. Solo tenía la información muy precisa de que no pasaban de 10 o 12 bombas. Una fuente segura sería el profesor e investigador Piero Gleijeses, quien había redactado el texto de “Misiones en conflicto: La Habana, Washington y África 1959-1976”; un trabajo excelente. Yo sabía que él era la fuente más segura de lo ocurrido y así se lo comuniqué; me respondió que él no había hablado más del asunto, porque en el texto había respondido a las preguntas del compañero Jorge Risquet, quien había sido embajador o colaborador cubano en Angola, muy amigo suyo. Localicé a Risquet; ya en otras importantes ocupaciones estaba terminando un curso del que le faltaban varias semanas. Esa tarea coincidió con un viaje bastante reciente de Piero a nuestro país; le había advertido a este que Risquet tenía ya algunos años y su salud no era óptima. A los pocos días ocurrió lo que yo temía. Risquet empeoró y falleció. Cuando Piero llegó no había nada que hacer excepto promesas, pero ya yo había logrado información sobre lo que se relacionaba con esa arma y la ayuda que Sudáfrica racista había recibido de Reagan e Israel.

No sé qué tendrá que decir ahora Obama sobre esta historia. Ignoro qué sabía o no, aunque es muy dudoso que no supiera absolutamente nada. Mi modesta sugerencia es que reflexione y no trate ahora de elaborar teorías sobre la política cubana.

Hay una cuestión importante:

Obama pronunció un discurso en el que utiliza las palabras más almibaradas para expresar: “Es hora ya de olvidarnos del pasado, dejemos el pasado, miremos el futuro, mirémoslo juntos, un futuro de esperanza. Y no va a ser fácil, va a haber retos, y a esos vamos a darle tiempo; pero mi estadía aquí me da más esperanzas de lo que podemos hacer juntos como amigos, como familia, como vecinos, juntos”.

Se supone que cada uno de nosotros corría el riesgo de un infarto al escuchar estas palabras del Presidente de Estados Unidos. Tras un bloqueo despiadado que ha durado ya casi 60 años, ¿y los que han muerto en los ataques mercenarios a barcos y puertos cubanos, un avión de línea repleto de pasajeros hecho estallar en pleno vuelo, invasiones mercenarias, múltiples actos de violencia y de fuerza?

Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura.

Advierto además que somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo. No necesitamos que el imperio nos regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y la fraternidad de todos los seres humanos que vivimos en este planeta.

Fidel Castro Ruz
Marzo 27 de 2016
10 y 25 p.m.



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Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba
web: mmsc.org.mx

Todos los días tenemos que ser París o Bruselas - Por Samuel Auerbach


Los momentos que siguen a un ataque terrorista son impactantes, como son drásticos las intentos que se toman para capturar a los autores materiales del hecho, e inútiles las medidas tendientes a evitar que no vuelva a suceder. Son terribles los ataques terroristas, pero peor es el olvido de la gente. Todos los días tenemos que ser París o Bruselas. Puede ser que mañana seamos otra capital, posiblemente del continente americano.

Los líderes mundiales sólo reaccionan con sentidas frases de condolencia que no reportan solución alguna. Las acciones bélicas que se toman en el Cercano Oriente son lentas en alcanzar el objetivo y estimulan al terrorismo. Es que el mundo no quiere reconocer que la tercera guerra mundial tiene que comenzar. Mucho menor fue el detonante que hizo estallar la primera guerra mundial. La bomba de Sarajevo ha explotado ya varias veces en estos últimos años.

El terror árabe con sus destructoras inmolaciones tan repetidas, le otorga a occidente suficientes motivos para responder con una guerra con todos sus medios disponibles. Pero occidente no se atreve a iniciarla. Es que la civilización detesta la violencia. Detesta la violencia, pero la sigue sufriendo con tremendo dolor e insoportable frecuencia.

No hay otra solución. Es necesario eliminar la boca del hormiguero. Las democracias tendrán que pisotear a las temibles hormigas terroristas, tal como se pisoteó a los venenosos insectos nazis hasta eliminarlos por completo en su propio terreno. Eso es lo que sucedió cuando los aliados invadieron Europa desde las costas francesas de Normandía.

Estaba previsto que la invasión a Normandía produciría pérdidas en valiosas vidas humanas. Así fue. Las pérdidas fueron cuantiosas. Pero con ella, el 6 de junio de 1944, el famoso Día D, los aliados evitaron que el mundo entero se convierta en una inhumana y despótica dictadura.

Una valiente y masiva invasión se impone en estos momentos. Lamentablemente se volverán a perder valiosas vidas, pero de esta manera occidente truncará el sueño de los extremistas árabes, ese sueño en el que se imaginan hecho añicos a la Estatua de la Libertad y a otros valiosos símbolos internacionales; ese sueño en el que ven completamente destruidos a los patrimonios de la humanidad, y a los innumerables tesoros acumulados a través de la historia; ese sueño con poder decapitar o crucificar a todo ser humano que resista a ser sometido a las leyes del Estado Islámico.

En fin, con esa nueva invasión se podrá hacer que el fundamentalismo islámico, abandone sus obstinados intentos de convertir a la civilización en un oscuro crisol teocrático de tribus salvajes, utilizando al terror como arma predilecta.

Samuel Auerbach.
Natanya, Israel.

Declaracion a la prensa del Presidente de Cuba, Raul Castro Ruz


Declaración a la prensa del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, en el teatro del Palacio de la Revolución, el 21 de marzo de 2016, “Año 58 de la Revolución”.

(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)

Buenas tardes.

Señor presidente Barack Obama:
Nos complace recibirlo en la primera visita de un mandatario de los Estados Unidos a nuestro país después de 88 años.

Deseamos que durante su breve estancia en la isla pueda apreciar la hospitalidad del pueblo cubano, que nunca ha abrigado sentimientos de animosidad hacia el pueblo estadounidense, al que nos unen lazos históricos, culturales y afectivos.

Su visita es un paso importante en el proceso hacia la mejoría de las relaciones bilaterales, que esperamos contribuya a impulsar mayores avances en nuestros vínculos, en beneficio de ambas naciones y de la región.

Acabamos de sostener un constructivo y útil encuentro, que da continuidad a los dos anteriores que sostuvimos en Panamá y Nueva York.

Constatamos que en los 15 meses transcurridos desde que anunciamos la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas hemos obtenido resultados concretos.

Reanudamos el correo postal directo y firmamos un acuerdo para restablecer los vuelos regulares.

Hemos ampliado la cooperación en áreas de interés mutuo. Suscribimos dos memorandos de entendimiento sobre protección del medio ambiente y áreas marinas, y otro para mejorar la seguridad de la navegación marítima. Hoy se firmará uno más sobre cooperación en la agricultura.

Actualmente se está negociando otro grupo de instrumentos bilaterales para cooperar en esferas como el enfrentamiento al narcotráfico, la seguridad del comercio y de los viajeros, y la salud. Sobre esta última, hemos acordado profundizar la colaboración en la prevención y tratamiento de enfermedades transmisibles como el Zika y de enfermedades crónicas no transmisibles, incluyendo el cáncer. Esta cooperación es beneficiosa no solo para Cuba y Estados Unidos, sino también para nuestro hemisferio.

A partir de las decisiones adoptadas por el presidente Obama para modificar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo, empresas cubanas y sus contrapartes estadounidenses trabajan en la identificación de posibles operaciones comerciales que se pudieran concretar en el marco aún restrictivo de las regulaciones en vigor.

Algunas se han materializado, especialmente en el área de las telecomunicaciones, ámbito en el que nuestro país cuenta con un programa basado en sus prioridades de desarrollo y en la necesaria soberanía tecnológica, que garantice el uso apropiado de estas al servicio de los intereses nacionales.

También se avanza en negociaciones para la adquisición de medicamentos, equipos médicos y equipamiento para generación de energía y protección del medio ambiente, entre otras.

Mucho más pudiera hacerse si se levantara el bloqueo de los Estados Unidos.

Reconocemos la posición del presidente Obama y de su gobierno contra el bloqueo y los reiterados llamados que ha hecho al Congreso para que lo elimine.

Las últimas medidas adoptadas por su gobierno son positivas, pero no suficientes. Intercambié con el Presidente sobre otras medidas que pensamos pueden tomarse para eliminar restricciones aún vigentes y hacer una importante contribución al desmantelamiento del bloqueo.

Esto es esencial, porque el bloqueo continúa en vigor y tiene componentes disuasivos y efectos intimidatorios de alcance extraterritorial, sobre lo cual le expuse algunos ejemplos al Presidente para mostrarle sus consecuencias negativas para Cuba y otros Estados.

El bloqueo es el obstáculo más importante para nuestro desarrollo económico y el bienestar del pueblo cubano. Por eso, su eliminación será esencial para normalizar las relaciones bilaterales. También será beneficioso para la emigración cubana, que desea lo mejor para sus familias y su país.

Para avanzar hacia la normalización también será necesario que se devuelva el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval en Guantánamo.

Ambos temas, por ser los principales obstáculos, fueron abordados, una vez más, en el Editorial publicado el 9 de marzo pasado en el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba y, hace solo cuatro días, en la conferencia de prensa de nuestro canciller Bruno Rodríguez Parrilla, ampliamente divulgados por la prensa.

Asimismo, otras políticas debieran ser suprimidas para que pueda haber relaciones normales entre Cuba y los Estados Unidos. No debiera pretenderse para ello que el pueblo cubano renuncie al destino que libre y soberanamente ha escogido y por el que ha hecho inmensos sacrificios.

Intercambiamos además sobre temas internacionales, en particular, aquellos que pudieran afectar la paz y la estabilidad regional.

Especialmente estaba previsto y no hubo tiempo para concluirlo, el abordar nuestra preocupación por la situación de desestabilización que se intenta fomentar en Venezuela, lo cual es contraproducente para el ambiente en el continente, pero lo expreso en esta ocasión.

Igualmente, dialogamos sobre la marcha del proceso de paz en Colombia y los esfuerzos para poner fin a este conflicto.

Existen profundas diferencias entre nuestros países que no van a desaparecer, pues tenemos concepciones distintas sobre muchos temas, como los modelos políticos, la democracia, el ejercicio de los derechos humanos, la justicia social, las relaciones internacionales, la paz y la estabilidad mundial.

Defendemos los derechos humanos. Consideramos que los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales son indivisibles, interdependientes y universales. No concebimos que un gobierno no defienda y garantice el derecho a la salud, a la educación, a la seguridad social, a la alimentación y al desarrollo, al salario igual por trabajo igual y a los derechos de los niños. Nos oponemos a la manipulación política y el doble rasero sobre los derechos humanos.

Cuba tiene mucho que decir y que mostrar en esta materia y, por ello, le reiteré al Presidente nuestra disposición a mantener el diálogo que iniciamos.

El pasado 17 de diciembre de 2014, cuando anunciamos la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas expresé: “debemos aprender el arte de convivir, de forma civilizada, con nuestras diferencias”.

El 15 de julio de 2015 ante nuestro Parlamento señalé: “Cambiar todo lo que deba ser cambiado es asunto soberano y exclusivo de los cubanos. El Gobierno Revolucionario tiene la disposición de avanzar en la normalización de las relaciones, convencido de que ambos países podemos cooperar y coexistir civilizadamente, en beneficio mutuo, por encima de las diferencias que tenemos y seguramente tendremos, y contribuir con ello a la paz, la seguridad, la estabilidad, el desarrollo y la equidad en nuestro continente y el mundo”.

Hoy ratifico que debemos poner en práctica el arte de la convivencia civilizada, que implica aceptar y respetar las diferencias y no hacer de ellas el centro de nuestra relación, sino promover vínculos que privilegien el beneficio de ambos países y pueblos y concentrarnos en lo que nos acerca y no en lo que nos separa.

Coincidimos en que nos queda por delante un largo y complejo camino por recorrer. Pero lo importante es que hemos comenzado a dar pasos para construir una relación de nuevo tipo, como la que nunca ha existido entre Cuba y los Estados Unidos.

Destruir un puente es fácil y requiere poco tiempo. Reconstruirlo sólidamente es una tarea mucho más larga y difícil.

Después de cuatro intentos fallidos, en una muestra de voluntad y perseverancia, el 2 de septiembre del 2013, la nadadora estadounidense Diana Nyad, logró cruzar a nado el estrecho de la Florida, sin jaula antitiburones.

Por esa hazaña de vencer la distancia que separa geográficamente a nuestros países, el 30 de agosto del 2014, bajo los acordes de los himnos nacionales de Cuba y Estados Unidos, fue condecorada con la Orden al Mérito Deportivo, otorgada por el Consejo de Estado cubano.

Esta proeza contiene un fuerte mensaje, debería servirnos de ejemplo para las relaciones bilaterales, ya que confirma que si ella pudo, entonces nosotros también podremos.

Le reitero al presidente Obama nuestro agradecimiento por su visita y la voluntad del Gobierno de Cuba de seguir avanzando en los próximos meses por el bien de nuestros pueblos y países.

Muchas gracias.

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Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba
web: mmsc.org.mx

La verdadera discusión de fondo. - Por Alberto Medina Méndez


La verdadera discusión de fondo.

La política contemporánea invita permanentemente a encarar debates que son absolutamente periféricos e intranscendentes, que tienen la intención de ocultar contenidos de mayor magnitud. No importa cuál sea el tema que propone la coyuntura. Invariablemente todo gira alrededor de lo mismo.

Lo concreto es que el gasto estatal está totalmente desbordado. La sociedad pretende que el Estado lo haga todo, barato y bien. Eso requiere de recursos que no son inacabables. En ese contexto, la disyuntiva central pasa por definir a quienes saquear en cada ocasión.

Vale la pena recordar que los gobiernos se alimentan de tres únicas fuentes y por más creatividad que se le imprima a este dilema, serán los impuestos, el endeudamiento o la emisión de dinero, las únicas alternativas a las que pueden recurrir los que conducen los destinos políticos de la comunidad.

Se podrán buscar atajos, se utilizarán ardides, se encontrarán inclusive métodos para dilatar los impactos, pero inexorablemente la cuenta algún día se paga. Las vivencias dan testimonio de que cuanto más retorcido es el artilugio, desenredarlo resulta, a su vez, mucho más engorroso.

Esta es la radiografía de muchas sociedades que han intentado hacer del gasto estatal un mecanismo flexible, capaz de soportar cualquier dislate, sin advertir que han fabricado una verdadera "bomba de tiempo".

Esa intrincada construcción no resiste más y administrarla con sensatez parece casi imposible. La clase política ha decidido no dar la mala noticia. Es por eso que siguen hablando del Estado como un ente mágico que todo lo puede y que es capaz de brindar múltiples soluciones a los problemas.

Tal vez sea el momento de empezar a admitir que ese discurso está repleto de repetidas falacias y absurdas mentiras. El Estado no puede siquiera resolver los asuntos más elementales, esos que le dieron nacimiento en el origen de las sociedades organizadas.

La Justicia ya no goza de ninguna respetabilidad y los ciudadanos saben que su seguridad personal, depende más de las acciones preventivas que encara cada individuo que de la protección del las leyes. El Estado no aborda sus funciones esenciales con eficiencia. No puede ocuparse siquiera de lo menos, por lo tanto tampoco puede hacer bien el resto de esas misiones que la ciudadana, en un acto de candidez e ingenuidad, le encomienda.

Claro que la política miente cuando dice que puede hacerse cargo de esos nobles objetivos. El Estado moderno no puede garantizar ni seguridad ni justicia, pero tampoco es eficaz a la hora de educar o curar, mucho menos puede ser empresario o administrar algo más complejo con cierto criterio.

Es tiempo de entender que los dirigentes han ingresado al círculo vicioso del embuste eterno, solo porque no han reunido el valor suficiente para confesar que el sistema que ellos defienden ha colapsado y es ingobernable.

Es importante aceptar que la mayoría de ellos, también, siguen en esa inercia crónica porque existe una sociedad que prefiere la ceguera y la inocencia a la verdad, esa que se verifica en la propia experiencia empírica.

Es más fácil delegar responsabilidades que asumirlas como propias. Será por eso, probablemente, que los ciudadanos siguen buscando a quien endilgarle la tarea que ellos mismos no desean tomar en sus manos.

No se trata de defenestrar a la política y convertirla en la única responsable de todas las calamidades de esta era sino, en todo caso, de comprender que parte de este desatino permanente le toca a cada uno en este juego.

La política debe ser el instrumento para transformar la realidad. Pero es vital distinguir entre su potencial, lo que se puede esperar de ella y su dramático presente, diferenciando lo que debería hacer de lo que hace.

La dirigencia actual ha elegido obedecer a la sociedad, intentando ser consecuente con sus demandas, por eso solo dice lo que la gente quiere escuchar. Son los ciudadanos los que parecen estar muy confundidos al creer que lo que el Estado gasta nace del aire, al punto que muchos se han convencido de que si los políticos dejan de robar, el dinero es inagotable.

La corrupción es mala y no debería ser tolerada jamás, en ninguna de sus formas. Pero es muy ingenuo creer que si el gobierno fuera honesto le sobrarían los recursos para hacer todo lo que la gente pretende.

Como en la vida misma, se precisa comprender que las necesidades insatisfechas son ilimitadas pero también que los recursos son siempre escasos. En definitiva, solo se trata de asignar prioridades y eso implica, irremediablemente, dejar de lado ciertas cuestiones para privilegiar otras.

Mientras no se comprenda esta lógica básica, se seguirá tropezando indefinidamente. En esto, todos son responsables. Primero los líderes por no plantear con franqueza la verdad, aunque sea políticamente incorrecta, pero también la ciudadanía que, a estas alturas, ya no puede alegar ignorancia.

Se puede seguir debatiendo sobre las circunstancias emergentes del presente, sobre si es mejor crear nuevos impuestos o aumentar los existentes, emitir a mansalva o endeudarse como tantas otras veces en el pasado, pero más tarde o más temprano, habrá que enfrentar la verdadera discusión de fondo.

Alberto Medina Méndez
albertomedinamendez@gmail.com

El costo de oportunidad de la dilación - Por Alberto Medina Méndez


El costo de oportunidad de la dilación.

El interminable debate en torno al dilema sobre si la gestión de las reformas debe abordarse con políticas de shock o con una dinámica más gradual, omite el análisis de aspectos profundos, demasiado relevantes.

Los defensores de las estrategias más frontales sostienen que generar transformaciones implica encararlas con contundencia. Saben que no se lograrán triunfos de la noche a la mañana y que la implementación puede hacerse secuencialmente, pero siempre transitando un sendero definido.

En algunas ocasiones se confunden los términos y se intenta hacer creer que un esquema como el descripto es invariablemente abrupto y desordenado. La tarea consiste en gestar puntos de inflexión, modificando los sistemas de incentivos, de premios y castigos, orientándolos con mayor inteligencia y una eficiencia superior.

Los resultados jamás aparecerán mágicamente, pero una categórica mutación de las reglas de juego puede ser vital para alterar el rumbo de los acontecimientos y esperar palpables mejoras en un plazo razonable.

Del otro lado, los promotores del gradualismo afirman que las políticas de impacto son bruscas, políticamente inviables y sus consecuencias son inhumanas, nefastas y exageradamente negativas para la mayoría.

Es cierto que tomar medidas drásticas produce efectos inmediatos y trae consigo importantes secuelas. Eso es indudable y no debe ser negado. En todo caso, se deben contrastar las evidentes ventajas y los ineludibles inconvenientes que vienen de la mano de esas duras determinaciones.

Son muy pocos los que están dispuestos a desnudar con idéntica potencia, el precio de la inacción, el verdadero costo de las demoras. No hacer nada, o hacer poco, también tiene derivaciones. Es probable que no sean tan notorias en el corto plazo, pero no por ello consiguen ser menos destructivas y nocivas para demasiada gente.

La invitación a elegir opciones aparentemente más suaves, placenteras, cómodas y políticamente correctas encierra una trampa brutal impregnada de una gran deshonestidad intelectual. Lo gradual ofrece un camino escalonado, pero esa tardanza tiene gigantes costos ocultos que pretenden ser minimizados. No parece saludable esconderlos bajo la alfombra.

Cuando se sostiene eternamente un régimen de subsidios inmoral solo para evitar las consecuencias de quitarlo, se debe asumir con sinceridad que se seguirá esquilmando a muchos ciudadanos detrayendo una parte importante del fruto de sus esfuerzos personales cotidianos para sustentar a otros que no lo están haciendo, ni tienen intenciones de hacerlo.

Prolongar el saqueo institucional puede parecer más sutil, pero solo lo es para los que reciben la ayuda. Para los que siguen pagando la fiesta, eso es impiadosamente perverso. Suponer que dejar todo como está o modificarlo tenuemente no tiene costo alguno es de necios, pero también de cínicos.

Los economistas saben que las alternativas que ofrece una inversión deben ser evaluadas y consideradas a la hora de tomar la decisión. A eso llaman "costo de oportunidad". En materia de decisiones personales, familiares y también sociales, ese mismo concepto conserva su sentido equivalente.

No hacer nada, detenerse frente a lo necesario e inevitable implica también aceptar que esa decisión tiene inexorables ramificaciones para todos. Los eventuales damnificados a los que se intenta proteger deberán postergar la oportunidad de hacer lo correcto y arrancar la nueva era cuanto antes.

No se extirpa un tumor por etapas aduciendo que es menos doloroso. Se toma la decisión de enfrentar el problema con coraje y se asumen los riesgos, el circunstancial daño emergente, siempre sabiendo también que hacerlo ahora es mucho mejor que posponerlo indefinidamente.

El único caso en el que se decide no hacer nada, es cuando se considera que el paciente está en una fase terminal y no tiene chance alguna de sobrevivir. Allí se opta por garantizar calidad de vida acortando los tiempos de supervivencia. Si el diagnostico de la política es que administran un enfermo sin futuro, sería bueno que lo digan. Si por el contrario, como suelen recitar, el porvenir es sinónimo de éxito, es hora de apurar el tranco porque a este ritmo dilapidarán las oportunidades de corregir errores.

La sociedad tiene enormes responsabilidades en esta parodia. No se puede pretender a vivir en el primer mundo sin hacer significativos sacrificios, con cobardía y gradualismo. Es hipócrita creer que se pueden conseguir grandes logros sin atravesar contingencia alguna. Si se desea prosperar, hay que estar dispuestos a hacer todos los deberes.

Esta situación actual no es mérito exclusivo de la dirigencia política, sino también de esta sociedad que declama ampulosamente algo que luego no puede sostener con actitudes individuales concretas. Pareciera que quienes dicen aspirar a los cambios, no lo desean con tanto fervor.

Cierta actitud timorata, ambigua, repleta de dudas y contradicciones, invade las mentes de quienes desean progresar, mientras prefieren permanecer en la zona de confort que les ofrece la continuidad infinita.

Es posible que la victoria final esté a la vuelta de la esquina, pero no se llega hasta allí con ridículos zigzagueos, posturas temerosas y midiendo cada paso. La meta soñada requiere de valentía y claridad suficiente, ya no solo para alcanzarla, sino para intentar recorrer ese trayecto con convicción.

La discusión política prosigue casi sin sentido. Por ahora el gradualismo gana la batalla. Sería bueno que los que apoyan esa visión comprendan que los supuestos perjuicios que pretenden evitar son reales y siguen allí. Aunque no puedan visualizarlo existe el costo de oportunidad de la dilación.


Alberto Medina Méndez
albertomedinamendez@gmail.com

Europa: ¿adónde nos quieren llevar? - por Carlos Iaquinandi Castro



Europa: ¿adónde nos quieren llevar ?
por Carlos Iaquinandi Castro, redacción de SERPAL.

Los jefes de estado de los 28 países que integran la Unión Europea aceptaron el dia 7 de marzo el pacto que les proponía el primer ministro turco.

Allí se establecía la devolución “en caliente” de todos los refugiados que llegaran a las costas griegas, la entrega de tres mil millones de euros al gobierno de Erdogan y la eximición de visados para la entrada a Europa de ciudadanos turcos a partir de junio. ACNUR, expertos en derecho y otros organismos advirtieron que esa intención vulneraba normas europeas, el derecho de asilo, y la Declaración de los Derechos Humanos.

Ilegal

Ha tenido que transcurrir una semana para que el canciller español García Margallo reconociera que ese acuerdo que alcanzaron es ilegal. ¿Cuánto tardarán para reconocer que además de ilegal, ese acuerdo es impracticable, y significa aceptar un chantaje del gobierno autoritario turco, que bombardea su propio territorio para reprimir al pueblo kurdo, y hace pocos dias ocupó militarmente el diario de mayor tirada del país, encarceló a su director y reprimió a quienes defendían en la calle la libertad de prensa. ¿Ese es el país “seguro” donde los “líderes” europeos pretenden retener a los refugiados ?

Inhumano e impracticable

Otra parte del pacto del dia 7, es que Europa en reciprocidad aceptará (uno por uno y previo estudio) a los sirios que estén en Turquía y gestionen el asilo, dándoles destino en alguno de los países de la Unión. Pretenden que esa posibilidad resulte creíble cuando desde la tragedia de Lampedusa en octubre del 2013 no fueron capaces de habilitar puntos para registro y solicitud de asilo, y obligaron a cientos de miles de refugiados a jugarse la vida en el Mediterráneo y en el Mar Egeo y a una más que penosa peregrinación por territorio europeo. ¿Y en todo caso, que harían con los afganos, los iraquíes, yemeníes, sudaneses, palestinos y demás que huyen de las guerras, conflictos y hambrunas que en muchos casos fueron generadas por las grandes potencias y países europeos ? Todo parece simple maquillaje verbal y desvela que el verdadero propósito es blindar las fronteras exteriores europeas “contratando” los servicios del gobierno turco. Han demostrado sobradamente que les importa un bledo la suerte de tantos seres humanos, familias completas, con niños, mujeres y ancianos.

Además, es muy posible que los refugiados continúen llegando. Hay que recordar que la “salida” de las costas turcas es una tarea exclusiva de las mafias que operan sin interferencias y -según denuncias- con la complicidad de las autoridades de ese país.

Miedo, frio, hambre, incertidumbre.

Mientras tanto, en las fronteras de Grecia con Macedonia, miles de refugiados soportan lluvias y frío en precarias tiendas, casi sin alimentos. Las únicas ayudas en agua y alimentos provienen de la sociedad civil, de varias ONGs y algunas unidades para emergencias del ejército griego. Se denuncian enfermedades respiratorias y riesgos serios en especial para los niños y los ancianos. Médicos Sin Fronteras, cuyos equipos están sustituyendo la falta de respuesta de las autoridades europeas en diversos puntos de llegada y en campamentos improvisados ha denunciado que "los líderes comunitarios han perdido por completo el sentido de la realidad". Para la organización médica, el acuerdo con Ankara es un claro ejemplo del "cinismo" de los responsables europeos. Carlos Ugarte, responsable de Relaciones Externas de MSF expresó: "Ha llegado la hora de que los líderes europeos dejen de alimentar una crisis que han contribuido a crear con sus propias políticas y proporcionen la única respuesta realista y humana: una vía segura y legal y protección y asistencia humanitaria a quienes la necesitan".

El reverdecer del fascismo

El drama de muchos, se convierte en una oportunidad para los carroñeros. El miedo “al otro”, hábilmente azuzado por la ultraderecha racista europea, se convierte en odio y en votos. Francia, Alemania, Hungría, Chequia, Holanda, Eslovaquia o Bélgica muestran el avance de los partidos xenófobos. Sus dirigentes promueven no ya el recelo y la desconfianza, sino el odio y el abierto rechazo. Veamos algunas de sus frases: Frauke Petry, la mujer que lidera la extrema derecha alemana: “los guardias de fronteras deberían apuntar sus armas a quienes traten de entrar al país de manera ilegal". Milos Zeman, presidente de la República Checa: “Nos enfrentamos a una invasión organizada”. El diputado holandés de extrema derecha Geert Wilders: “Es una invasión que amenaza nuestra seguridad y prosperidad.” El secretario de Estado de Asilo y Migración belga, el nacionalista flamenco Theo Francken le dijo a su colega griego Ioannis Mouzalas: “ lo siento, no me importa si los ahogan, quiero hacerlos retroceder” y Viktor Urban, primer ministro húngaro: “pondremos tantas vallas y alambradas como hagan falta, no pasarán”.

El riesgo no son los refugiados.

Estas proclamas que convocan al rechazo y al odio no son casuales. Responden a los intereses de los mismos que han provocado la crisis yalentado las políticas regresivas en derechos, recortes presupuestarios en salud y sanidad y la pérdida de derechos y libertades. “El problema europeo son los capitales, no los seres humanos”, escribe el periodista y escritor Roberto Saviano. Se refiere a las directivas de los poderes financieros y económicos, que en definitiva manejan y controlan a quienes se reúnen en Bruselas en nombre de sus naciones de origen. Ellos son los que están dinamitando el espacio Schengen y la libertad de circulación. Por supuesto que garantizarán que los capitales sigan cruzando fronteras sin vallas ni barreras. Levantarán muros para los seres humanos, pero no para los capitales, ni para los paraísos fiscales. Pero el empeño tiene una debilidad. No se puede impedir que los seres humanos busquen su lugar en el mundo. Si la guerra, el hambre o la falta de libertad les impide vivir, buscarán una nueva tierra donde construir sus sueños. Los flujos migratorios, los éxodos ante las tragedias, son como el agua: incontenibles. Esquivarán vallas, barreras y controles. Decía Maquiavelo, “construír nuevos castillos solamente genera nuevos asedios”.

Quienes se reunirán esta semana en Bruselas tendrán una gran responsabilidad. Deberán elegir entre un nuevo período de oscuridad.y retroceso para Europa, o actuar con sensatez, humanismo y responsabilidad fijando un rumbo de esperanza y convivencia para el Viejo Continente.

No podemos quedarnos cruzados de brazos. Nuestro futuro y el de nuestros hijos y nietos está en juego.

Solidaridad, cooperación y fraternidad con los que sufren.

* Carlos Iaquinandi Castro
Redacción de SERPAL,
Servicio de Prensa Alternativa.

Nota de SERPAL: Los “Payasos en rebeldía” hacen su modesta pero eficaz tarea mientras los payasos que "dirigen" la Unión Europeaacuerdan normas ilegales e inmorales para echar a los refugiados que llegan a Europa huyendo de las guerras y los bombardeos. Quienes lo desean pueden acceder a estos dos breves videos que grafican esta apostilla a nuestra crónica.

https://www.youtube.com/watch?v=XoRJ6Ebt2nk&feature=youtu.be

https://www.youtube.com/watch?v=PoWfHgwhKiY

14 de Marzo de 2016
Enviado por SERPAL
Servicio de Prensa Alternativa


La inseguridad. Esa prioridad postergada. - Por Alberto Medina Méndez


La inseguridad. Esa prioridad postergada.

No existe encuesta de opinión en la que este tema no ocupe el podio. En la inmensa mayoría de ellas, la inseguridad lidera el ranking de las preocupaciones cívicas. Sin embargo su abordaje siempre queda pospuesto.

Probablemente esto tenga que ver con la percepción que tiene la política acerca de la escasa chance de lograr triunfos en el corto plazo y su natural inclinación hacia aquellos tópicos en los que puede torcer el rumbo con celeridad siempre dentro del mandato del poderoso de turno.

Temáticas como la educación, la seguridad y otras tantas similares, que ameritan enormes esfuerzos y cuyos resultados positivos no se consiguen con rapidez, por exitosas que sean las decisiones tomadas, no entusiasman a la clase dirigente. Prefieren ocuparse de aquello que genera impactos más inmediatos como la economía o el reconocimiento de nuevos derechos.

Nadie desconoce el complejo entramado del problema de la inseguridad. Tiene múltiples aristas, sus causas no son fáciles de enfrentar y las soluciones de fondo demandan de tiempo y paciencia. Pero justamente por eso hay que arrancar ahora, porque modificar esta inercia llevará décadas. El solo hecho de detener la escalada justifica invertirle ingenio y dedicación.

No es que no se haga algo al respecto. Brotan, con alguna frecuencia, propuestas interesantes, debates apasionados y hasta medidas concretas, pero siempre son aisladas, divorciadas del conjunto, por lo que se torna difícil ser optimistas con la eficacia de ese tipo de determinaciones.
Cierta tendencia a la simplificación termina enfocándose en un solo factor, por eso muchos afirman que detrás de esta calamidad está la droga, sin comprender que es uno de los tantos emergentes, pero no el único. Indudablemente es un dato de la realidad, un síntoma entre otros, pero lejos está de explicar el contexto contemporáneo de una sociedad en la que el robo, la violencia, el odio, la intolerancia, el resentimiento, el desprecio por el otro y hasta el homicidio, ya son moneda corriente.

No menos alarmante es dimensionar la dificultad para encontrar especialistas en la materia. Claro que existen profesionales que saben y mucho, pero siempre sobre un aspecto puntual de la problemática, sin esa mirada universal que se precisa para una aproximación seria y responsable.

La situación de las cárceles como institución para recuperar ciudadanos y no como herramienta para disciplinar individuos, la diversidad de leyes vigentes muchas de ellas contradictorias, la infinita variedad de estimulantes disponibles, la debilidad de la educación como instrumento para proveer conocimientos, el deterioro de la institución familiar como formadora del carácter, la siempre insuficiente capacitación y jerarquización del personal de seguridad, la imprescindible incorporación de tecnología al servicio de la comunidad, la puja entre los derechos individuales y la presunción de culpabilidad, el funcionamiento del desprestigiado sistema judicial, la pobreza enquistada que tampoco ayuda son solo una parte de una larga lista de asuntos que deben asumirse de una vez por todas.

El problema es que esa descripción no es nueva y lleva décadas exactamente en ese mismo lugar. Pese a ello, muchas de esas transformaciones ni siquiera se han planteado. En esto siempre es tarde porque en este juego de postergaciones eternas no solo se pierden bienes sino también vidas. El aplazamiento infinito, este perverso esquema en el que la inseguridad nunca se encara, es despiadadamente cruel.

Es tan grave lo que ocurre que se ha empezado a naturalizar lo inadmisible. Se vive encerrado tras las rejas del hogar, con puertas que se aseguran, no solo bajo llave, sino con nuevas técnicas que garanticen su inviolabilidad. Salir a la calle implica asumir grandes riesgos personales, prepararse para saber por dónde caminar, en que horarios y bajo qué circunstancias. Ocultar relojes, pulseras o cadenas y evitar la manipulación de dispositivos tecnológicos para no tentar a los delincuentes ya es parte de la rutina.

Definitivamente esa no es la vida a la que aspira un ciudadano medio que espera que su gobierno, al menos proteja su derecho a la vida, a su libertad y a su propiedad. Si bien esas deben ser las funciones fundamentales, la política sigue jugando a discutir si el Estado debe ser empresario, constructor, inversor o prestador de servicios no esenciales.

A no engañarse. Nada de esto sucede por casualidad. Tal vez la sociedad se ha acostumbrado a vivir atemorizada, limitando su accionar cotidiano porque le importa más resguardar su poder adquisitivo que la vida misma.

Es hora de que este asunto se ponga en el centro de la escena. No se puede delegar semejante responsabilidad en manos de un funcionario o un área que solo se dedique a los casos de mayor espectacularidad. La situación merece otra actitud. Para eso la clase política, las distintas jurisdicciones y sobre todo, la sociedad civil deben involucrarse y comprometerse.

El tema preocupa y mucho, sobre todo porque ni siquiera se dispone de un diagnóstico contundente. Los ciudadanos deben reclamar con mucha fuerza, porque la política es hipersensible a las demandas de la sociedad, siempre que esta sea capaz de sostener su intensidad y no caiga en la dinámica espasmódica tan habitual en estos tiempos. Lo hecho hasta acá es poco y a las luces de lo que acontece a diario, evidentemente insuficiente. Lamentablemente la inseguridad sigue siendo esa prioridad postergada.

Alberto Medina Méndez
albertomedinamendez@gmail.com

Dedicarse a gobernar - Por Alberto Medina Méndez


Algunos se sienten más cómodos haciendo proselitismo. Ciertos cuestionables códigos comunicacionales contemporáneos no hacen más que confirmarlo. Habrá que avisarles que desde ahora mandan los resultados y el marketing no puede ser la única herramienta disponible.

Las técnicas más habituales, utilizadas para seducir al electorado apuntan a dar siempre buenas noticias, hablar en positivo y evitar la confrontación como instrumento de rutina. Sin embargo, algunos no han registrado que una campaña, por definición, tiene principio y también final. Existe un momento para las propuestas, para las promesas, pero eso no puede ser eternizado como método, al menos no con probabilidades de éxito.

Cuando se acercan los comicios la sociedad espera saber que se hará, precisa escuchar cómo se lograrán erradicar problemas o mitigarlos y solucionar cuestiones de la vida mundana. Pero luego se tiene que pasar a la acción. Superado el recuento de votos que expresa las preferencias sociales, se acaban los alegatos y empieza la era de la gestión concreta.

Vivir en la fantasía eterna de una campaña ilimitada es desconocer lo elemental. Es que algunos gurúes creen que son "todo terreno" y que pueden prolongar sus recomendaciones hasta el infinito, sin asumir con honestidad intelectual las limitaciones que tiene cada disciplina.

A los políticos se los selecciona por determinados atributos. En ese contexto, la gente opta por unos y descarta otros. A veces, inclusive, solo intenta impedir que alguien continúe en el poder. No lo hace como en un juego de azar, en el que unos ganan y otros pierden. La meta es poner en funciones a aquellas personas que deberán luego demostrar sus talentos.

Existe una etapa para vender sueños y otra para implementar realidades. Pero esta simple percepción contrasta hoy con lo que se visualiza a diario. Algunos se conducen como si aun no se hubiera sufragado y entonces pretenden seguir sumando voluntades a mansalva.

Un estilo elegante, discursos prolijamente diseñados y pormenorizadamente estudiados, cierta moderación y buena onda son siempre bienvenidos, pero nada de eso es suficiente. Todo lo periférico es efímero. Lo que realmente importa es lo que ocurre en el núcleo, en el centro de la escena.

Los grandes estadistas no eran necesariamente buenos oradores, ni gente refinada, ni siquiera tenían sobrados conocimientos acerca de cómo conquistar mayorías de un modo eficiente. Eran muy intuitivos, pero no pasaron a la historia por esas cualidades secundarias, sino por su capacidad de generar hechos, de producir gestas extraordinarias y por dejar una huella con un legado con mayúsculas para las próximas generaciones.

No es que ambas cosas sean incompatibles. Se puede ser políticamente correcto y a la vez exitoso en el ejercicio del poder. Es posible lograr una sana combinación de esos elementos. Pero no hay que caer en la trampa de creer que lo primero es un requisito para conseguir lo más trascendente.

Todo pasa por decidir dónde depositar las energías. El tiempo es un recurso agotable, que por lo tanto no tiene reposición y es vital comprenderlo para no cometer errores groseros. Cuando se decide darle prioridad a ciertas formas y eso se convierte en el corazón de la estrategia, implícitamente se le quita fuerzas a la necesidad de enfocarse en la labor cotidiana.

Esa dinámica tan efectista, que se concentra en conseguir aprobación ciudadana para dar cada paso, es un gran condicionante e invita a cometer múltiples equivocaciones. Es saludable mantener un apoyo cívico considerable. Lograr consensos para avanzar con algunas medidas es deseable, pero en ciertas circunstancias es imperioso tomar determinaciones más osadas, que probablemente no sean muy populares, pero que sin ellas el objetivo último no se conseguirá como se espera.

Las posibilidades perdidas son ocasiones desperdiciadas. Lamentablemente no se puede volver el reloj atrás. Pero no menos cierto es que a veces, se presentan segundas oportunidades y es entonces cuando se debe reflexionar para no repetir desaciertos en forma secuencial e indefinida.

El plazo de la campaña se ha agotado. Ya fue. Es solo parte de la historia. Tuvo un inicio y una culminación. Ahora viene algo bien diferente, con características especiales. La gente espera ver mucha actividad y en el sentido apropiado. Observa en silencio, casi pasivamente, cada uno de los movimientos de quienes tienen responsabilidades en la toma de decisiones.

Los que fueron elegidos tienen ahora que responder a la confianza de los votantes. La sociedad espera efectividad. No los juzgará solo por sus modos personales, ni por sus gestos. Eso solo será parte del anecdotario que jugará a favor, si todo resulta bien, y en contra si todo termina mal.

Es primordial, que se abandone la idea de la propaganda como único recurso. Si hacen las cosas adecuadamente y consiguen lo prometido, al menos parcialmente, el acompañamiento electoral estará presente inexorablemente. Si sus planes no se cumplen, si las expectativas no se ven reflejadas, no habrá ardid táctico que les evite futuras derrotas.

Es tiempo de poner las cosas en su lugar. Hay que transmitir certezas, pasos cortos pero posibles, ser creíbles explicando las dificultades en detalle y archivar esta dinámica, absolutamente extemporánea, de seguir en la tarea de recolectar votos. Ahora se debe asumir la realidad, enfrentar los desafíos y "ponerse los pantalones largos" para dedicarse a gobernar.

Alberto Medina Méndez
albertomedinamendez@gmail.com

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