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La muerte de los paradigmas - Hugo Calzada


La muerte de los paradigmas...
Fallecieron masacrados...

Por Hugo Calzada

Es triste, si, pero han muerto.

En el enorme salón vacío de gente y de sonidos, yacen los féretros. Alineados prolijamente en una larga hilera, a solo metro y medio de la pared, blanca y espectral, solo iluminada por la fría luz de algunas lámparas miserables.
Y no hemos ido a velarlos.
Los ataúdes, lejos de ser lujosos y de valiosas maderas adornadas con espectaculares filigranas, realizadas por impecables artistas de la ebanistería, son burdas cajas de maderas, cual ordinarios cajones de frutas, clavadas torpemente con baratos clavos de hierro, que no resistirán más de uno o dos meses las humedades de la tierra y así, cómplices de la sabia putrefacción, facilitarán con su herrumbre irremediable, el desmembramiento de los cajones y la invasión del tiempo, en el que "el polvo volverá al polvo", reafirmando el reinado milenario de la muerte.
El primero de la lista, alberga en su interior el frío cuerpo del que en vida reconociéramos por sus iniciales HM. Yace allí con su cabeza destrozada y casi irreconocible.
El segundo, aquel que identificáramos como VDS, igual de frío y de muerto que el anterior, permanece desnudo y en contacto directo con las rústicas maderas de su ataúd.
El que sigue, también frío y tieso, es aquel que nombráramos como SYA.
El cuarto, solo conocido en su corta vida como R, es el que murió primero, arrastrando en su agonía a sus ya poco populares y ancianos compañeros.
Siguen varios más. Nombrarlos uno por uno sería tedioso e interminable.
Solo baste decir que allí, en la gran sala mortuoria, vacía de gente y sonidos, se encuentran también otra H, una S, una D y unos cuantos y cuantas más. Otros y otras que por menos conocidos no hace falta nombrar, pero que han muerto igual, de manera violenta e irremediable.
Todos y todas han sucumbido ante nuestro estupor primero, nuestra indiferencia luego y nuestra abulia después.
Todos ellos han sido masacrados en el altar de los nuevos paradigmas que, de manera insistente e imparable han invadido más que nunca nuestras vidas en los últimos doce años y, cual hordas destructoras al mando de la diosa Corrupción, no solo han conquistado nuestras vidas, sino además, amenazan con proseguir la invasión destructora y doblegarnos definitivamente, bajo el yugo autoritario que mejor les faculta para conseguir sus fines.
Si señores y señoras. Se los comunico: han muerto la Honestidad Moral, han masacrado la Vocación De Servicios, han dejado sin vida la Sencillez y la Aptitud, falleció de muerte violenta la Honradez, se pudre ya en su cajón la Humildad y su olor a podredumbre se mezcla con el que despide el cuerpo descompuesto de la Determinación........!
Ni que hablar del último de los féretros, en el que ya se encuentra invadido por millones de gusanos, el cuerpo inerme, despreciable y devaluado de La Política.
Los nuevos, los advenedizos, aquellos que mataron de mil formas a los viejos paradigmas, han contado con la complicidad imprescindible de la prostitución de la Justicia, la defección de La Verdad, el sentido acomodaticio de La Moral y la mirada estúpida de La Indiferencia.
¿La jefa de todos?. Ya se lo dije y lo repito: La Corrupción.
Claro que también actuaron como integrantes de la atroz Asociación Ilícita, El Olvido, La Parcialidad, La Ignorancia, El Prejuicio y La Cobardía.
En aras de esta invasión y aquellas muertes, lejos, muy lejos quedarán nombres de mortales como Hipólito Irigoyen, Lisandro De La Torre, Arturo Illia, Arturo Frondizi, Alfredo Palacios, Raúl Alfonsín y muy pocos más.
Lejos, muy lejos quedaron aquellos tiempos en el que los hombres y mujeres abrazaban la Política con el ansia de mejorar la vida de la gente.
Hoy, el nuevo paradigma es abrazar la política para mejorar la vida del abrazador y sus parientes y amigos, sus compañeros y compañeras de ruta de la inmoral multiplicación de los peces, los panes, las prebendas y las riquezas de quienes medran con la estupidez de quienes los votan, para engañarlos, hipotecarles los oídos con sus estudiados discursos y negarles el futuro con sus sucios contubernios, sus robos a cara descubierta y su desprejuiciado y descarado ejercicio de la impunidad.
Así es. los políticos han masacrado a los viejos paradigmas.
Y tal parece que esta vez es muy difícil que resuciten y que volvamos a tenerlos entre nosotros, simples testigos inermes y silenciosos de este criollo "Game Of Thrones", desatado para ver quién es el que continúa machacando hasta convertir en pulpa sangrienta, las cabezas de los viejos paradigmas.
Si algún atisbo de esperanza pudiera ser rescatado de toda esta angustiosa situación en la que aun velamos a los viejos paradigmas, cae fulminado cada vez que a alguien se le ocurre preguntarle a algunos de los nuevos candidatos que será elegido para que nos siga engañando, como arreglaría tal o cual cuestión.
Todos, casi sin excepción, se embarcan en vacías explicaciones verborrágicas, dando repetidas vueltas sobre si mismos, como perro que no se decide sobre cual baldosa de la vereda va a depositar su excremento.
Da vueltas y vueltas, abusando de sus muletillas expendedoras de tiempo, mientras piensa alguna frase agradable y compradora y de qué manera nos va a enroscar la ponzoñosa víbora de su mentira.
Nunca una respuesta sencilla. Nunca una explicación clara sobre algo.
¿Cómo haría usted, si fuera elegido Presidente, para evitar que vuelva a morir otro niño de desnutrición en la Argentina?
¿No es fácil la respuesta?
En lugar de zapatear durante veinte minutos sobre la dichosa "inclusión social" o la tan mentada "igualdad de oportunidades" y otras mentiras por el estilo, ¿porqué no ejecutar un plan nacional al que volcar todo el dinero que se malgasta en taradeces y negociados como "fulbito para todos y todas", programas y películas que nadie mira, miles de millones de pesos en propagandas inmorales, desplegadas en rutas nacionales, canales de TV, radios y diarios?
Un programa que sea manejado en forma colectiva por una Comisión integrada por la totalidad de los referentes políticos de la oposición y del oficialismo, a partes iguales y con el control y auditoría de varias y probadas ONG especializadas. Con un axioma rígido e inamovible: cortarle las manos (es un decir que reemplazaría a un mínimo de cinco años de cárcel efectiva) a aquellos que metan o pretendan meter las manos en la lata....!
Construir, con el diez por ciento de la tracalada de guita que imprimen y se afanan, sendos hospitales en aquellos lugares de mayor crisis nutricional, pero dotarlos de buenos médicos, que firmen contratos de prestación de servicios por un período de por lo menos cinco años, con muy buenos sueldos y premios en efectivo al finalizar los períodos de prestación.
Educar a los indígenas, con buenos maestros y buenas escuelas. Emplear a sus padres asegurándoles sueldos dignos en lugar de contratar ñoquis al por mayor. Construirles viviendas dignas en las que no los acechen las vinchucas; proveerles de agua potable y alimentos en condiciones, hasta que incorporen la cultura del trabajo y el progreso.
¿Qué me va a preguntar, de dónde se puede sacar la guita?
Es fácil, !Que Vaca Muerta ni en terapia intensiva....!
Vendan todos los Audi y coches de alta gama que integran las flotas de tantos miles de funcionarios y dirigentes, bájeles los sueldos, de 80 lucas a lo que gana un maestro, claro que después que les suba el sueldo a los maestros y se asegure su capacidad e idoneidad para desarrollar tan digna tarea. 

Termine con los famosos tickets aéreos, termine con la tracalada de asesores, amanuenses, abridores de puertas y valets de ocasión. Termine con los puestos públicos otorgados a "queridas", "queridos", "amantes", "parientes", "ex amantes con propensión al parloteo" y otras yerbas.
Acabe de una buena vez con flotas aéreas caras, de costosos e innecesarios vuelos para llevar el chal olvidado o la última revista Caras y el suplemento dominical del diario. Termine con subsidios inventados para alimentar vivos y que van a parar al bolsillo de los empresarios ídem, a medias con los numerosos funcionarios que se los otorgan y supuestamente quienes deberían controlar sus usos. Termine con líneas aéreas que pierden en un día el equivalente a cien médicos desplegados en la zona del Chaco profundo o cien casas dignas para los sin techo de cualquier lugar.
Termine con sus negocios y con hacer la vista gorda ante el negocio de los que usted acomoda. Acabe de una buena vez con los compromisos sucios y espurios, a cambio de apoyos o caudales de votos. Deje de aliarse con impresentables que exhiben un largo y tortuoso trajinar por la política, cambiando de cama como de calzones....!
! Sería tan sencillo.....por lo pronto deje de querer convencernos de que nadie sufre hambre en la Argentina....todos sabemos que eso es una mentira.
Claro que para eso habría que ser verdaderamente revolucionario......no de "parole" claro, un revolucionario en serio. Casi un fuera de serie diría yo.....!
Y habría que mirarse en espejos reales y auténticos....no mirar para el lado de los espejos de parque de diversiones de Venezuela o de Cuba.... mirar mejor para el lado de Noruega, Finlandia, Dinamarca, Holanda, Suecia, etc..
Mande gente de su partido y facilítele el acceso a la oposición para que vayan a esos países para averiguar cual es el secreto; cual es el método y como llegaron allí.
Quizás no sea tan misterioso como creemos.
Averigüe por qué por esas latitudes los funcionarios viajan en tranvía o en bicicleta y si a alguno se le ocurriera utilizar el avión sanitario de la localidad para irse de vacaciones, lo haría una sola vez y luego tendría unos, digamos diez años, para arrepentirse en una celda, de una cárcel típica de aquellos países, con todo limpio e impecable, ¿vio?. Cama, lavabo, retrete, mesa y silla de acero inoxidable del mejor, pero lejos y detrás de una reja por una larga temporada, saludablemente apartado de la sociedad a la que pretendió engañar.
Preséntese como intachable e incorruptible. Pero séalo realmente.
No la filme de honesto. Sea honesto.
Deje de dar vueltas sobre la baldosa, hablando mucho sin hacer nada.
Elija su lugar. Explique que hará y que no hará. Con quien se juntaría y con quién no. Que investigaría y hasta donde llegaría o hasta donde dejaría que llegue la justicia libremente, sea quien sea el objeto de investigación.
Cuéntenos todo. Sin tapujos ni adornos. Sin disfrazar nada. Convénzanos de que su único compromiso es con la sociedad que puede llegar a votarlo.
Si usted verdaderamente se siente motivado por los viejos paradigmas y valen algo la honestidad, la moral, el ejemplo, la entrega, el coraje, la determinación para cumplir con lo que promete, no tenga miedo.
Esta sociedad, harta de ser engañada y jugar el papel de convidado de piedra en esta fiesta en la que jugamos contra la perinola cargada, en esta ordalía corrupta de desprotección y engaño y esta exacerbación de la incultura, seguramente lo o la apoyará.
No le tema a la amenaza de oscuras corporaciones, viejas o nuevas.
Lárguese.
Diga lo que tenga que decir.
Denuncie, prometa investigar, sea todo lo duro o dura que será necesario ser, para desbrozar esta maraña de podredumbre fermentada.
No se ande con vueltas. No busque a cada rato la frase hecha o el discurso vano y vacío. Al pan, pan y al vino, vino.
Si tiene los dientes torcidos, déjelos así. No se arregle ni el trasero ni se coloque prótesis mamarias. Prohíba que le arreglen sus fotos con Photoshop. Salga como es. Porque el software puede arreglar todo, menos el alma.
Deje de lado las fotografías estilo Carlitos Gardel en Cuesta Abajo, con la cabecita algo torcida y una sonrisa de oreja a oreja. Sea natural, no necesitamos ni un artista de cine ni un santo. Queremos alguien que no solo no nos joda, sino que arregle este quilombo que lleva bastante más de una década.
Queremos que en el puerto vuelvan los barcos argentinos, que nuestros granos alimenten al mundo, que nuestras carnes vuelvan a ser las mejores, que nuestros vinos conquisten las mesas del planeta, que nuestro rompehielos vuelva a ser quien abastece a nuestras bases antárticas, que nuestros trenes funcionen, aunque no sean balas, que nuestros chicos vuelvan a ganar las Olimpíadas de Matemáticas y que volvamos a ser ejemplos en educación. Que volvamos a tener una de las mejores policías del planeta,.........en fin, ¿le parece mucho lo que queremos?

Para hacerla corta, queremos un señor o una señora, que se acerque despacito a cada cajón en los que yacen nuestros viejos pero buenos paradigmas y que, mezclando algo de magia con alguna fecunda maniobra de resucitación, vuelva a la vida los viejos valores, que se sintetizan en aquellos poquísimos políticos que se fueron dejando un país mejor que el que encontraron. Y ellos, con igual o menos guita que la que tenían cuando llegaron.

Hugo César Renés

Un obstáculo para el progreso - Artículo de opinión de Alberto Medina Méndez


Un obstáculo para el progreso.

Existen muchos temas políticamente incorrectos que jamás se abordan. Indudablemente, uno de los más postergados por los dirigentes y la sociedad es el de la imprescindible reforma a la legislación laboral vigente.

Los políticos recitan grandilocuentes discursos hablando de la importancia de generar empleo genuino, incrementos reales en los niveles de ingreso actuales de los trabajadores y mejores oportunidades para todos. La sociedad en su conjunto lo reclama esperando que los gobiernos y las empresas implementen decisiones inteligentes para lograr esos objetivos.

La comunidad siempre busca culpables pero inexorablemente selecciona solo argumentos tan simples como incompletos, tan lineales como falaces. Algunos creen que el problema de fondo pasa por la incapacidad de los dirigentes políticos y su inoperancia serial, mientras otros prefieren apuntarle a la avaricia, insensibilidad e inmoralidad del empresariado.

Esa demanda social es una realidad pero los resultados hasta la fecha son paupérrimos. Tal vez sea este el momento de repensar la cuestión y hurgar en nuevas visiones más comprometidas que expliquen este fenómeno, para dedicar luego todos los esfuerzos a la búsqueda de las verdades soluciones.

Si en estas latitudes no se genera más empleo, ni se dispone de una mejor retribución al trabajo es justamente por como razona la sociedad toda y, por ende, por como responde la política a esos planteos.

La legislación laboral reinante explica buena parte de la problemática. Las regulaciones en el ámbito del trabajo han construido un absoluto engendro casi indestructible. Su fortaleza reside en las creencias de la gente que prefiere desvincular lo que ocurre a diario con su visión del tema, solo porque se ha convencido de que ciertas premisas son indiscutibles.

Los empresarios que emprenden la audaz aventura de crear empleo registrado saben de las elevadas erogaciones de esa determinación. El costo laboral no es solo el dinero que el trabajador se lleva al bolsillo, sino la sumatoria de cargas y contribuciones laterales que casi duplican esa cifra original haciendo inviable el sistema y desestimulando estas decisiones.

Esa presunción de que los salarios mínimos aumentan la calidad de vida ha hecho mucho daño. Si la sociedad quiere mejorar su estándar de vida, precisa ser más eficiente, más productiva y acumular suficiente capital como para que empiece a operar un círculo virtuoso hasta hoy inexistente.

Suponer que se puede aumentar el salario con una normativa estatal denota una gran ignorancia. Si eso fuera cierto el gobierno podría fijar el salario en cualquier nivel y todos serían millonarios. No lo puede hacer porque sabe de las consecuencias nefastas de promover esas medidas que solo desestimulan la inversión y por lo tanto las posibilidades de empleo.

La legislación laboral se ha convertido en una trampa letal que dio paso a una creciente "industria del juicio". En ese juego solo se benefician los intermediarios que parasitan en el sistema. Esta intrincada maraña normativa solo logró mayor conflictividad reduciendo la creación de empleo.

Demasiada gente adhiere a esa mirada centrada en las épicas conquistas de los trabajadores. Esas supuestas ventajas las disfrutan solo unos pocos, dando nacimiento a una indeseada diferenciación entre asalariados de primera y de segunda, violando el esencial principio de igualdad ante la ley.

La historia se repite hasta el cansancio. Los beneficios reales no se consiguen por decreto, sino por un sistema articulado que permita tener sustentabilidad en el tiempo, sin forzar nada, que derive naturalmente hacia un sistema de estímulos correctamente alineado que invite a crear trabajo.

El rol de los sindicatos en este desmadre ha sido despiadado. Han construido y fortalecido sus propios negocios, saqueando a los trabajadores, al quedarse compulsivamente con una parte de su remuneración. Sus aportes positivos han sido exiguos y su credibilidad sigue cuestionada.

Si se quiere más y mejores empleos, si se pretende tener salarios más elevados, primero se debe comprender el funcionamiento de la economía para entender luego que a mayor regulación peores resultados.

El mundo no funciona imponiendo conductas por ley. Si la felicidad se pudiera lograr por decreto ya existiría una norma así y el planeta gozaría de ese gran logro. No hay magia en esto. Cualquier objetivo en la vida se consigue solo con esfuerzo, perseverancia y convicción. Esta idea que sostiene que solo hay que hacer buenas leyes ya ha fracasado en todas partes y abundan evidencias empíricas de ese grosero error conceptual.

Si el país no revisa su sistema laboral integralmente flexibilizando al máximo sus reglas, jamás existirá empleo genuino abundante. En un ámbito de desocupación crónica los salarios reales de la gente nunca mejorarán sustancialmente y nada bueno sucederá entonces.

La política tiene el enorme desafío de instalar este debate sin temores. No hacerlo es una actitud cruel y cobarde. Sin estas reformas profundas nadie invertirá sus dineros en proyectos productivos. Si el capital no tiene incentivos específicos para apostar, nunca se dispondrá de empleo suficiente, su calidad decaerá y los mejores buscarán nuevos horizontes.

Es tiempo de dejar de lado la ingenua visión de que todo se logra con leyes que obliguen a los demás a hacer lo que no quieren. Cuando los emprendedores se sientan seguros, en un ambiente amigable con los negocios, este país tendrá una chance concreta de mirar al futuro con optimismo. Si la sociedad sigue razonando como hasta ahora, el régimen laboral no se modificará y seguirá siendo un obstáculo para el progreso.

Alberto Medina Méndez
albertomedinamendez@gmail.com

La intransigencia de la Ortodoxia - Nota de opinión de Samuel Auerbach



La intransigencia de la Ortodoxia.
Samuel Auerbach, Natanya.

La religión resulta ser un peligro para la civilización, cuando le llega a molestar ciertas ideas o hechos que no concuerdan con los pilares que la sustentan. Eso da pie a que sus jefes ideológicos influyan sobre sus fieles, en especial sobre sus jóvenes discípulos, inculcándoles animosidad sobre los otros sectores. Una animadversión cuyos alcances no son previsibles.

Son numerosas las pruebas que demuestran lo peligroso que son las religiones intransigentes. Las aportaron con holgura en el pasado, la guerras entre católicos y protestantes que tuvieron lugar en los países europeos en el siglo XVI, como fue la “Guerra de los Treinta Años”.

Casi todas las guerras que la historia recuerda tuvieron lugar por diferencias ideológicas entre las distintas religiones. No pocas manchas que enlodaron el pasado, las produjo la intolerancia de la religión católica. Basta con recordar la inquisición española y las distintas cruzadas que diezmaron a gran parte de la población medieval.

En la actualidad, una prueba del peligro que reportan las religiones intransigentes la aporta el islamismo, cuyos clérigos desde su púlpito, predisponen a sus fieles a asesinar a todos los herejes si excepción en nombre de su Dios.

Algo parecido está haciendo el judaísmo ortodoxo al insultar públicamente a los homosexuales, porque “La Torá”, su texto bíblico, considera abominable a la homosexualidad. Ese criterio condujo el año pasado a uno de sus miembros a apuñalara seis manifestantes y matar a la joven Shira Bank en Jerusalén, mientras participaban en la Marcha del Orgullo Gay.

Desgraciadamente, el gobierno de Israel nada podrá hacer para frenar la intolerancia religiosa de los árabes, pero sí en Israel. Así como la Kneset (Parlamento Israelí) acaba de aprobar en primera lectura, una ley para sancionar con multas a las redes sociales si no retiran publicaciones que estimulan al terrorismo, debería poner a consideración otra ley que castigue de alguna forma a todo aquel que, con sus alocuciones o por escrito, promueva la discriminación y la violencia entre la población. La ley incluiría a los rabinos, quienes con sus prédicas transmiten a la juventud ortodoxa su intransigencia bañada en odio.


Señales demasiado confusas - Por Alberto Medina Méndez


Señales demasiado confusas.

El tan aplaudido vaciamiento ideológico de la política empieza a mostrar síntomas concretos que impactan directamente en la sociedad. Durante décadas, un grupo de apologistas del pragmatismo sostuvo que los sistemas de ideas quitaban esa flexibilidad infinita que fascina a tantos.

Está claro que a muchos dirigentes políticos les resulta formidablemente cómodo no alinearse con una escala de valores a defender. Eso les posibilita apropiarse de una mayor cantidad de votos potenciales como producto de su declarada neutralidad pudiendo seducir, entonces, a casi todo el electorado sin distinción alguna.

Esa dinámica aparentemente razonable que prioriza lo práctico por sobre lo teórico, les permite aplicar recetas de todos los colores sin pudor alguno. El problema es que los rompecabezas se pueden armar cuando sus piezas encajan y son compatibles. Encastrar mezclando todo es una labor imposible y su corolario es un engendro de insondables consecuencias.

Hasta ahora el gobierno ha preferido darle jerarquía a ciertas decisiones que ha tomado con gran ampulosidad y que parecen ir en la dirección correcta. Si bien muchas de ellas contienen imperfecciones evidentes, y se quedan a mitad de camino, el recorrido elegido tiene visos de racionalidad y sensatez.

Sin embargo, al mismo tiempo, otras determinaciones relevantes siguen aún pendientes. En algunos casos se recita, la mayoría de las veces en privado y preferentemente por lo bajo, que existen intenciones reales de hacerlo, pero no ahora, sino más adelante, aduciendo siempre razones vinculadas a la viabilidad política de avanzar en esos asuntos tan sensibles.

Pero también es inocultable que existen tópicos que no figuran siquiera en la agenda. Cuando se plantean esas problemáticas, los argumentos que se esgrimen tienen que ver con la gobernabilidad y la tolerancia de otros sectores a ese tipo de medidas, aparentemente antipáticas.

Si un Gobierno ejecuta lo que dice que puede, se detiene preventivamente ante lo que considera políticamente incorrecto y borra de la agenda aquellos aspectos que considera imposibles, pues el resultado que finalmente se obtendrá no solo no será el deseado, sino que tampoco será el necesario.

Se puede entender que en algunos asuntos se precisan de mayorías parlamentarias que impulsen esas reformas, pero el oficialismo puede elegir si la supuesta imposibilidad implica archivar asuntos en forma definitiva o en todo caso amerita intentar inteligentes estrategias para avanzar en firme en la dirección adecuada, aunque fuera de un modo más lento.

No es lo mismo dejar de lado para siempre ciertos asuntos que mantenerlos vigentes en el tapete, buscar mecanismos alternativos para abordarlos y hasta negociar eventualmente sus plazos de implementación.

A estas alturas el gobierno ya desnudó su propia impronta. Improvisa en demasiados asuntos, avanza razonablemente en otros y zigzaguea en unos cuantos más. Su indefinición ideológica empieza a mostrar sus primeras secuelas significativas. Esa estrategia es muy confortable para los funcionarios oficialistas porque les permite una enorme versatilidad, pero obviamente no sirve como matriz para resolver los problemas de fondo.

La grilla de dilemas que enfrenta el país es gigantesca y requiere de soluciones complejas y en muchos casos de batallas muy prolongadas en el tiempo. Aun si se iniciara hoy mismo, esa tarea demandaría varias décadas.

Lo que es indudable es que si esos aspectos no se encaran jamás, existen certezas de que nunca encontrarán su cauce de un modo espontaneo. No abordarlos no solo es una acabada muestra de cobardía política sino también de una despreciable actitud incompatible con en el espíritu de cambio que muchos esperan.

La ciudadanía no ha optado por el actual sector político para que asuma el gobierno y termine haciendo más de lo mismo, pero ahora con un estilo más civilizado y menos autoritario, sino para que produzca verdaderos cambios sustanciales en una enorme nómina de asuntos vitales.

Las transformaciones cosméticas son solo eso. Un poco de maquillaje que intenta camuflar los problemas, los oculta temporalmente, pero de ningún modo los soluciona, y hasta es probable que si se insiste con esta tendencia el cuadro original termine empeorando progresivamente.

Se podrá discutir luego sobre la trascendencia que tiene imprimirle velocidad a cada uno de los acontecimientos, pero lo absolutamente impostergable es definir con total claridad y sin hipocresías el rumbo que se ha escogido y que se va a recorrer.

Más allá de las indisimulables impericias y la falta de experiencia política, es mucho más importante tener calibrada la brújula y utilizarla para que indique el norte en todo momento, sin desvíos no calculados.

El país precisa ocuparse en serio de sus problemas y no solo fingir ciertas acciones. Como en la vida misma, hay que establecer prioridades y atacar los inconvenientes uno por uno. Pero esconder muchos de ellos inmensamente importantes no parece ser un camino posible ni, mucho menos, una resolución brillante.

Hasta aquí se han tomado algunas decisiones muy atinadas, pese a sus innegables defectos de comunicación e instrumentación. Pero también se han omitido muchas determinaciones, ya no sin querer, sino premeditadamente. Algunas de esas solo han sido aparentemente postergadas, pero otras han pasado deliberadamente a ser parte de un inventario que jamás tomará protagonismo. En fin. Por ahora solo se asiste a un indigno espectáculo repleto de señales demasiado confusas.

Alberto Medina Méndez
albertomedinamendez@gmail.com

H.C.F Mansilla: La Bolivia que no cambia - un envío de Santos Diamantino



H.C.F Mansilla: La Bolivia que no cambia
Entrevista de Claudia Gonzales Yaksic

“Yo creo que los indianistas, bajo esa apariencia radical de modificar todo, en el fondo lo que quieren es preservar valores muy antiguos y muy convencionales, jerárquicos, verticales, autoritarios, machistas, que vienen de muy atrás, pero ahora con un aspecto revolucionario del cambio total.”

En mi caso, para conseguir una entrevista exclusiva con H.C.F. Mansilla, el pensador contemporáneo más brillante que tiene Bolivia, necesité tragarme el orgullo de por lo menos tres rechazos sin derecho a réplica, vencer una prueba de escritura y, obviamente, tener el respaldo de una marca como es el periódico Los Tiempos.

Una vez roto el hielo y en un encuentro en vivo y directo (Mansilla estuvo en Cochabamba días atrás para participar de un seminario sobre René Zavaleta), este prominente intelectual se muestra tan fascinante como lo es su pensamiento.

Empiezo la entrevista preguntándole qué opina de los cambios drásticos que ha sufrido Bolivia en la última década y responde sin dudar: “Yo supongo, al contrario de lo que usted dice, que el país ha cambiado muy poco en las últimas décadas y que arrastra tradiciones, puntos de vista, normas de comportamiento, pautas de orientación que son más o menos las mismas desde hace muchísimo tiempo. Lo que cambian son pequeños aspectos exteriores, por ejemplo, un Gobierno puede ser más afecto en la teoría a cuestiones indianistas, a resaltar valores de las culturas aborígenes, puntos de vista ancestrales, pero eso creo yo que es lo superficial”.

Mansilla hace una pausa breve e inmediatamente ejemplifica su posición: “Quiero mostrarle, por ejemplo, algunos aspectos de lo que no cambia a través de siglos. En la época de la colonia, por ejemplo, lo más usual era la instrumentalización del Poder Judicial por el Poder Ejecutivo. La inmensa mayoría de toda la documentación existente en el Archivo de Indias, son quejas, agravios de la población contra el mal funcionamiento de juzgados y fiscalías y, al mismo tiempo, son quejas sobre cómo el Estado, las autoridades del momento, oidores, la administración virreinal, hacían que la justicia realmente siempre falle a favor de los que tenían buenos contactos con el Poder Ejecutivo y creo yo que esta instrumentalización del Judicial por el Ejecutivo se ha mantenido vigorosamente hasta hoy, y más bien en los últimos diez años ha tenido un renacimiento notable”.

Para el enemigo la ley

Según H.C.F Mansilla, doctor en Filosofía por la Universidad Libre de Berlín, otro aspecto ligado al anterior es la continua vigencia del principio virreinal de “al amigo todo, para el enemigo la ley”. Es decir, “la idea de la discrecionalidad, al amigo, al aliado, al allegado, se le permite prácticamente todo. En cambio, al enemigo basta con aplicarle los instrumentos de la ley, con lo cual la ley viene a quedar como algo negativo, como algo horrible que se aplica sólo en casos extremos”.

“Otra cosa que no ha cambiado gran cosa —abunda Mansilla—, es la cantidad de trámites a los que está sujeto el ciudadano común. También en la colonia había una enorme cantidad de protestas que se debía al carácter muy enrevesado y complicado de la burocracia colonial, y aquí hay ciertas instituciones que no han variado gran cosa. Me refiero, por ejemplo, a Derechos Reales, que es una institución extremadamente complicada y, obviamente, los más interesados en que no cambie nada, es esa hermosa fauna de gestores, abogados; es decir, de los que viven aprovechándose de que los normales litigantes no tienen ni tanto tiempo ni tanto dinero para perder haciendo los trámites correctamente; entonces, ellos, igual que en la colonia, se aprovechan de esa situación”.

La mala educación

Otra cosa que en Bolivia no ha cambiado nada, según este pensador, es la mala conformación de la educación en general y de la universidad en particular. “Ambas instituciones siguen siendo memorísticas, siguen teniendo una tendencia muy fuerte a no tratar temas que tiene que ver con otras culturas, o sea muy cerradas por las montañas que al mismo tiempo protegen, pero también aíslan del mundo exterior. Entonces, en los campos de la educación, del funcionamiento normal, de las funciones estatales, en el caso concreto del Poder Judicial, se arrastran, creo yo, tradiciones que vienen de muy atrás y que no han cambiado nada”.

Con dos libros publicados este 2016 en Rincón Ediciones: “Filosofía Occidental y Filosofía Andina” y “Las raíces conservadoras bajo las apariencias radicales en América Latina”, Hugo Celso Felipe Mansilla Ferret, asegura que otro aspecto que en Bolivia no ha cambiado nada en las últimas décadas, es “la arrogancia de los que detentan ocasionalmente el poder y empiezan siempre como amigos del pueblo, como fue el caso del 52 con el MNR y del 82 con la UDP, y terminan conformando élites extraordinariamente privilegiadas y alejadas de los intereses del pueblo llano”.

Educación y cambio

El pueblo, la gente que camina en las calles, siempre espera que las cosas que están mal cambien. ¿Qué se necesita para que una sociedad se transforme? “Estimada señora Gonzales —comienza respondiendo Mansilla—, no existe ninguna receta. Si hubiese una receta, ya se la habría aplicado en algún país del mundo. Una cosa fácil y simple, de efectos contundentes y rápidos, eso no hay. Lo que se puede pensar, siguiendo el modelo de cambio más exitoso, que es el de los países escandinavos en el siglo XIX o de Corea del Sur, Singapur en el siglo XX; es apostar por la educación, por un cambio real motivado por la modificación de pautas educacionales”.

Pero para eso —dice el pensador— hace falta una verdadera reforma, seria, sostenida en el tiempo “y no estas simples declaraciones líricas que han sido la reforma educacional de 1952 en adelante, bajo el MNR o las otras que ha habido en los últimos años, que en realidad no modifican gran cosa las pautas profundas de comportamiento de la población, que más bien tienden a consolidar lo de antes”.

Indianistas conservadores

“Por ejemplo, yo supongo, pudiendo equivocarme fácilmente —sentencia H.C.F. Mansilla—, que todas estas tendencias indianistas radicales de izquierda, en el fondo son muy conservadoras, en el sentido de que preservan, mantienen valores de orientación muy antiguos, con una pintada exterior, con un aspecto exterior radical, pero que en el fondo son muy conservadores. Esto me ha preocupado sobre todo en el caso del indianismo, he publicado un pequeño libro en la editorial Rincón Ediciones sobre este caso. Yo creo que los indianistas, bajo esa apariencia radical de modificar todo, en el fondo, lo que quieren es preservar valores muy antiguos y muy convencionales, jerárquicos, verticales, autoritarios, machistas, que vienen de muy atrás, pero ahora con un aspecto revolucionario del cambio total. Yo creo que en eso Bolivia es uno de los países relativamente más conservadores del mundo, junto con el ámbito islámico”.

http://www.lostiempos.com/actualidad/cultura/20160711/hcf-mansilla-bolivia-que-no-cambia

(*) La autora es periodista.

Claudia Gonzales Yaksic
Publicado el 11/07/2016

Atte. Santos Diamantino
Lic. en Filosofia (UMSA)

La complicidad de los encubridores - Por Alberto Medina Méndez


La complicidad de los encubridores.


Mucho se ha dicho sobre la corrupción. A estas alturas no quedan demasiadas dudas acerca de la enorme responsabilidad que le cabe a los que cometen esos delitos cuando se apropian indebidamente del dinero que la gente aporta permanentemente al Estado vía impuestos.

Esa vil canallada, que se replica a diario en casi todo el mundo, tiene culpables directos que deben asumir las consecuencias de sus decisiones, pero también existen alrededor de ellos, otros ruines personajes cuya participación resulta imprescindible para que aquellas andanzas sean tan cotidianas.

El bandido siempre está rodeado de personas que juegan un rol preponderante y que normalmente se prefiere pasar por alto, a veces por excesiva ingenuidad, otras tantas por subestimar la relevancia de esas actitudes adicionales y en otras ocasiones simplemente por compasión, evitando involucrar demasiado a quienes se considera sujetos secundarios de estas trasgresiones tan patéticamente habituales.

En primer lugar habría que observar detenidamente el accionar de los colaboradores directos, esos que conocen con precisión los movimientos de ese funcionario que transita el camino indebido. Ellos saben perfectamente que hace, con quienes habla y cuáles son sus rutinas específicas. No son necesariamente personas de gran jerarquía. A veces un ayudante de escalafón inferior se convierte en conocedor pleno de la realidad, cuando no en coparticipe, de cada una de las correrías de ese crápula.

Es trascendente también no desligar a los propios superiores de los corruptos que también tienen contundentes incumbencias respecto de lo sucedido. Es que se puede delegar tareas en subalternos, pero jamás se transfiere la responsabilidad final. Quienes deben supervisar no pueden jamás aducir desconocimiento absoluto. Por acción u omisión, ese error tiene un costo, y desentenderse como sin más, no parece ser aceptable. No existe excusa que justifique dejar pasar semejantes despropósitos.

Pero tampoco es saludable hacerse los despistados frente a tanto descaro y habrá que decir entonces que la sociedad en su conjunto también debe asumir con hidalguía su significativa cuota de responsabilidad frente a lo sucedido en cada circunstancia sombría que se termina descubriendo.

La ciudadanía en general, con su indisimulable apatía, su indiferencia evidente, su inocultable desinterés, construye paso a paso los pilares vitales que se terminan convirtiendo en los aliados estratégicos centrales de los que cometen fechorías adueñándose de las arcas del Estado. Nada de eso podría ocurrir, de ese modo tan burdo, si la sociedad tuviera menos tolerancia frente a estos inaceptables delitos.

El funcionario corrupto no toma la decisión explícita de delinquir graciosamente para enriquecerse, sino que lo hace porque tiene un contexto enormemente favorable y tiene entonces en cuenta que contará con la valiosa colaboración de algunos que expresamente contribuyen con la consumación del ilícito, con otros que se harán sistemáticamente los distraídos y obviamente también supone que la abúlica comunidad en la que reside hará su parte renovando su eterno silencio.

Se sabe que la corrupción no es un fenómeno coyuntural, sino que obedece a causas mucho más profundas que explican su complejo entramado estructural. Es por eso que su ocurrencia no depende solo de la voluntad del delincuente, sino de otras circunstancias que lo posibilitan y facilitan.

La red de corrupción que gira en torno al Estado y los gobiernos no será desmantelada gracias a la optimización en la selección de funcionarios más honestos e íntegros. Pretender que así sea no solo demuestra un infantil voluntarismo sino que se constituye en una demostración de ingenuidad intelectual e incomprensión de la evidencia empírica que se verifica a diario.

Si realmente se quiere destruir la matriz de la corrupción se debe ir a fondo y hacer reformas con mayúsculas, para que robar no sea posible, para asegurarse que todo no dependa de la moral media del funcionario de turno, sino de la efectiva inviabilidad para concretar delitos contra los contribuyentes.

Hasta tanto se comprenda acabadamente la dinámica de la corrupción y se encare con inteligencia la batalla final que logre destruir su núcleo duro, se debe empezar a trabajar concomitantemente en otros aspectos, que no resolverán el problema pero ayudarán a mitigar su gravedad durante algún tiempo.

Nadie puede esperar que seres esencialmente corruptos cambien su concepción moral de la noche a la mañana. Evidentemente estos cínicos criminales creen que saquear al resto de los ciudadanos es algo correcto, por eso lo hacen, apelando al recurso de "salvarse para siempre" con esos dineros que intentarán acumular durante sus acotados mandatos.

Pero si se puede apelar a una severa y genuina autocrítica de los ciudadanos que periféricamente colaboran, tácita o explícitamente, con ese temible delincuente de "guantes blancos" que parapetado en un escritorio, vistiendo ropa elegante, se atribuye la potestad de quedarse con lo ajeno.

Ellos pueden revertir parcialmente la historia. Lo pueden hacer mañana mismo, denunciando a esos corruptos sin pudor, exponiéndolos descaradamente, quitándoles la protección que a diario le suministran, a veces sin querer y otras veces por temores infundados.

Combatir la corrupción requiere de coraje, de valor y de determinación. Los refinados forajidos que pululan en la administración estatal cuentan con que nadie tiene la valentía suficiente para confrontarlos. Tal vez sea este el momento de elegir entre seguir dándoles la razón y esconderse nuevamente, como tantas otras veces, o definitivamente dar vuelta la página abandonando para siempre la complicidad de los encubridores.

Alberto Medina Méndez
albertomedinamendez@gmail.com

El reino de la improvisación - Por Alberto Medina Méndez


El reino de la improvisación.

En los últimos tiempos, la política se ha dedicado a concentrar la totalidad de sus esfuerzos, de un modo obsceno, en la eterna construcción de poder. Todos recitan aquello de que la política debe ser la gran herramienta de transformación de las sociedades para progresar, pero no es lo que sucede.

Esa descripción de la política se ajusta mucho más a lo que debería ser que a lo que realmente es. Quienes intentan rescatarla, mejorarla y utilizarla positivamente sostienen que no hay que denostarla y que resulta imperioso apuntalarla para que sus loables objetivos no sean tergiversados.

La tendencia que muestra el presente es que en esa actividad la inmensa mayoría de sus protagonistas trabajan exclusivamente en la tarea de conquistar el poder y acceder a los anhelados puestos de decisión.

Aún los que no disponen de ningún espacio relevante pretenden alcanzarlo y se esmeran en hacer hasta lo imposible para, algún día, finalmente arribar a esa meta. En cambio los que están ahí, los que ya llegaron a esa cima, luchan denodadamente para no desmoronarse, para afianzarse y no ser desplazados jamás por sus adversarios de turno.

La experiencia empírica muestra que la política solo se dedica constantemente a edificar poder y cuando finalmente lo consigue, persiste para sostenerse indemne. La política así no se convierte en una herramienta de cambio, sino solo en un mero instrumento de poder. Es probable que por eso haya caído en desgracia y su descrédito global sea tan significativo.

La otra faceta relevante de la política pasa por darle contenido de fondo, algún sentido a ese gran propósito. Queda claro que si no se obtienen lugares para desde allí tomar decisiones parece improbable influir en la realidad, pero también es cierto que si se llega sin saber qué hacer, el presente tampoco se verá modificado y entonces todo seguirá igual.

Son dos instancias vitales pero también inseparables si se pretende tener éxito. La política debe construir poder, pero también prepararse para gobernar. Sin lo primero resulta imposible impactar sobre el presente, pero sin lo segundo lo previo no tiene mucho sentido. Deben ir de la mano ambas tareas, y por mucho que cueste comprenderlo, el arte de hacerlo bien es poner similares energías en sendas funciones esenciales.

Lamentablemente, por estas latitudes la política solo se ha convertido en una especie de infinita maquinaria electoral, que solo aspira a lograr adhesiones y seducir voluntades que luego acompañen en las urnas. El resto no parece demasiado relevante para la clase política contemporánea.

Abundan historias que demuestran que muchos talentosos que tuvieron la astucia suficiente para ganar elecciones luego ocupan sus puestos, pero no tienen programas para desarrollar y entonces todo finalmente fracasa.

Los bien intencionados aprenden en el camino, y en algún momento de su mandato deciden poner primera con esos proyectos, muchos de ellos endebles, que arrancan como pueden y que rara vez consiguen culminar.

Todo resulta muy mediocre. Existe demasiada gente poco preparada en los gobiernos, abundante cantidad de planes que se implementan a medias y una escasa capacidad para darle consistencia en el tiempo a lo iniciado.

Esta dinámica se repite con matices y variada suerte en diferentes asuntos fundamentales. Nobleza obliga, vale la pena reconocer que en algunos temas específicos se han llevado adelante planes realmente interesantes y de la mano de destacados especialistas, pero no es esa la matriz general.

Si la política quiere recuperar respeto progresivamente precisa salir de su habitual amateurismo e iniciar un camino de mayor formación de sus cuadros y de imprescindible profesionalización.

El problema no solo tiene que ver con los circunstanciales personajes y su ambición mal entendida, que es una característica indisimulable. También es parte de esa tragedia, la ausencia de ideas, la escasa capacidad para diseñar proyectos y la ineptitud para conformar equipos técnicos competentes que permitan viabilizar la concreción de esos sueños.

La política de este tiempo está en deuda con la sociedad. Probablemente porque la misma ciudadanía no lo demanda con la potencia que el tema amerita. Pero tampoco es saludable justificar esa indecente mediocridad endilgándole responsabilidad a quienes no lo solicitan vehementemente.

Es difícil encontrar excepciones a la regla. Con variantes, unos y otros se parecen demasiado y se obsesionan hasta el extremo por alcanzar el poder, pero mientras tanto hacen poco y nada por prepararse para ese momento sublime en el que inexorablemente deberán gobernar.

Los proyectos se esbozan solo para convertirse en eventuales promesas de campaña, en meras consignas proselitistas. Se explicitan siempre de un modo ambiguo, sin precisiones, ocultando sus inconsistencias sin pudor.

Los que dicen amar la política, los que creen en serio que se trata de una noble actividad que puede ayudar a la sociedad a mejorar sus vidas, deberían esmerarse mucho mas y hacer las correcciones del caso.

No se trata de que abandonen sus cuestionables prácticas de rutina de la noche a la mañana, esas que insisten de cualquier modo en alcanzar el poder. En todo caso podrían revisar sus controversiales métodos y optimizar los valores que defienden para conseguir un poco de respetabilidad.

El punto pasa por poner idéntico esfuerzo en construir planes de gobierno, en convocar a los mejores, en abrir la cabeza para diseñar proyectos consistentes que en el futuro, apoyo popular mediante, sean elementos vitales para implementarse en el corto plazo y abandonar esta vieja dinámica que ha convertido a la política en el reino de la improvisación.

Alberto Medina Méndez
albertomedinamendez@gmail.com

El antisemitismo de Abu Mazen - Nota de opinión de Samuel Auerbach


El antisemitismo de Abu Mazen.
por Samuel Auerbach, Natanya.

"Las conversaciones directas es la única forma posible de construir confianza y es una precondición para la paz”, fueron las palabras que Reuven Rivlin, Presidente del Estado de Israel, pronunció después que se enteró que Abu Mazen, el Presidente de la Autoridad Palestina, se negó a entrevistarse con él para ver la manera de reiniciar las conversaciones de paz con Israel, interrumpidas desde el año 2014.

Son plausibles los esfuerzos que Reuven Rivlin está realizando a favor de la paz entre palestinos e israelíes. Pero para reanudar esas conversaciones y crear un ambiente amistoso y de plena confianza, es necesario hacer caso omiso a ciertos elementos negativos que ambas partes presentan.

El Primer Ministro de Israel, Biniamin Netanyahu, en varias ocasiones le sugirió a Abu Mazen que continúe esas conversaciones sin condiciones previas, a pesar de su reconocido trasfondo antisemita, bien puesto de manifiesto en la actualidad, cuando acusó a los rabinos de envenenar las aguas de los palestinos. El haberse arrepentido de haber pronunciado esas palabras, solo enmascara el sentimiento antisemita que reveló al vertirlas. Muchas veces se le pidió a Abu Mazen que vuelva a sentarse en la mesa de deliberaciones pesar de su insistencia en restablecer plenas relaciones con Hamás, grupo terrorista que sueña con limpiar de judíos el Medio Oriente. Con tal que Abu Mazen vuelva a hablar con los israelíes para dar una solución al conflicto con los palestinos, a Israel no le impide que su interlocutor no condene los asesinatos a mansalva que su gente efectúa en Israel, y que reciba a los asesinos como héroes festejando su regreso.

Pero los palestinos siguen negándose a reanudar las conversaciones de paz. No están dispuestos a pasar por alto las pocas probabilidades de éxito que le brinda un parlamento con poderosos bandos que abogan por la anexión de los territorios. Los planes de construcción y las inversiones en la colonias aprobadas por Netanyahu, y el haber premiado con el título de embajador a dos reconocidos opositores a la creación de un estado palestino vecino a Israel, uno en las Naciones Unidas y otro en Brasil (que fue muy mal visto por el gobierno brasileño), no muestran precisamente un franco deseo israelí de negociar los territorios en conflicto y hacer la paz con los palestinos.

Por lo visto, el empecinamiento de Abu Mazen en no ignorar estos escollos, es más fuerte que su deseo de consolidar la paz con Israel y crear un estado para su pueblo con fronteras comunes. No queda otra opción que suponer que Abu Mazen y las autoridades de Hamás opinan lo mismo respecto al país de los judíos: todo el Medio Oriente pertenece al Islam. En nada ha cambiado el pensamiento de los árabes palestinos desde el año 1947, cuando las Naciones Unidas decretaron la partición de Palestina.

(Publicado en el semanario Aurora)


Meras enmiendas electorales - Por Alberto Medina Méndez


Meras enmiendas electorales.

Pese a los recientes anuncios, la ansiada reforma política se ha convertido en una eterna asignatura pendiente. Se escucharon durante meses grandilocuentes discursos y una larga nómina de potenciales modificaciones que luego quedaron atascadas, como tantas otras, a mitad de camino.

Las mejoras siempre son bienvenidas, aunque ellas sean parciales. Pero se comete un grosero error cuando se desaprovechan tan alevosamente las actuales circunstancias que resultan más que favorables y se elude la posibilidad de ir a fondo con lo realmente imprescindible. Quedarse en lo superficial sin ir por lo profundo constituye una equivocación gigante.

Ya se sabe que el patético esquema de boletas de papel es arcaico y vetusto además de un mecanismo inmoral muy conveniente para los estafadores crónicos que siempre pululan en la política doméstica. Por eso era imperioso buscar variantes y adentrarse en el estudio de otras posibilidades que previeran la incorporación de tecnología para darle mayor celeridad.

Nadie duda que las "colectoras" o cualquier otro ardid similar, son funcionales a las perversas trampas de la política tradicional. Son demasiados los vicios que conviven dentro del actual régimen. Las normas deben encargarse de poner freno a estos dislates y contribuir de un modo efectivo a otorgarles mayor legitimidad de origen a los candidatos elegidos.

Los organismos que fiscalizan lo electoral deben ser independientes, pero no solo desde lo retórico, sino desde lo fáctico. Para ello es preciso precisar los mecanismos que tiendan a evitar que los intereses del gobernante de turno interfieran, de algún modo, en la genuina voluntad ciudadana.

Los dirigentes de hoy se han llenado la boca hablando de agilidad, transparencia y equidad, pero han omitido cuestiones demasiado relevantes para que esos términos se conviertan en verdaderos objetivos a cumplir suficientemente creíbles. Lo hecho hasta acá solo muestra tímidamente algo de esto, pero no exhibe una convicción profunda para lograr ese cometido.

Hablar de reforma política sin abordar cómo se financian los partidos, las campañas y las elecciones es una falta de respeto a la sociedad toda, una absoluta defraudación a la confianza de la gente. Si estos aspectos "sucios" pero esenciales de la política de este tiempo no se encaran con valentía y determinación solo se seguirá girando en círculos.

El Estado de la mano de la corrupción estructural y el silencio cómplice de las corporaciones siguen siendo la principal fuente de recursos para la actividad política. Lo hacen sin explicitarlo abiertamente, en forma disimulada, a escondidas, con todo lo que eso implica.

Quienes esperan que las cosas cambien en serio, no pretenden solo un poco de insustancial maquillaje o la implementación de algunos parches, sino que aspiran a transformaciones más trascendentes. Cuando los que asumieron la tarea de hacer los deberes como corresponde, finalmente no lo hacen, terminan pareciéndose demasiado a sus antecesores y eso no es bueno.

Todas las propuestas de modificaciones son interesantes pero queda la sensación de que son incompletas e insuficientes. Se precisa mucha más claridad conceptual, un dialogo responsable y un conjunto de propuestas desafiantes que conduzcan los esfuerzos hacia un nuevo sistema superador. No se alcanzará jamás algo definitivo, pero se debe aspirar a un nivel cercano al óptimo para no conformarse con casi cualquier cosa.

Se avanza solo en pequeños retoques que además no son consensuados. No sirve de nada hacer modificaciones con mayorías circunstanciales. Los cambios consistentes y que pueden permanecer en el tiempo, son aquellos que gozan de enormes apoyos concretos. No se debe buscar homogeneidad total en la visión, pero si es preciso que lo acordado goce de un colosal beneplácito que asegure cierta continuidad de estas reglas en el futuro.

Esto de proponer ideas aisladas, que no han sido debidamente debatidas por la sociedad y que solo fueron escasamente acordadas con una parte del arco político opositor culminan, inexorablemente, en simples apuestas por el corto plazo. Aun si se lograran los acompañamientos parlamentarios necesarios, estas cuestiones no se han madurado del todo aun y por lo tanto son solo un engranaje de una estrategia absolutamente coyuntural.

Las reformas serias no se trabajan ni se instrumentan, con esta premura, sino con paciencia e inteligencia. También se diseñan con una dosis mayor de grandeza, mirando fundamentalmente a las próximas generaciones y no a la inmediatez que siempre propone la mediocre política contemporánea.

Todo hace pensar que se está desperdiciando otra brillante ocasión para hacerlo todo mucho mejor. Esta es solo otra muestra más de que sigue reinando la improvisación, la infaltable especulación sectorial y por ello los progresos son casi siempre marginales y totalmente inestables.

Este camino que recién se empieza a transitar debería hacer una pausa para reconsiderar el esquema central que se ha seleccionado. Es preciso no solo cambiar el sistema electoral vigente sino fundamentalmente el enfoque elegido para que el resultado de este proceso no sea tan insignificante.

Existe un importante riesgo de que las desilusiones del pasado, que todas las quejas que la gente tiene en el presente se pasen por alto otra vez y sean nuevamente postergadas para una ocasión mejor que nunca llega.

Lamentablemente, todo lo que se ha sabido hasta ahora, muestra que la tan mentada reforma política en las que tantas esperanzas se habían depositado desde la ciudadanía será, al menos por ahora, solamente una interminable lista de meras enmiendas electorales.

Alberto Medina Méndez
albertomedinamendez@gmail.com

La política y sus circunstancias - Por Alberto Medina Méndez


La humanidad se ha acostumbrado a simplificar razonamientos y obtener conclusiones sin evaluar demasiado el contexto. Intentar abreviar pasos y omitir procesos intermedios siempre ayuda a comprender ciertos complejos hechos y de ese modo explicarlos, sin rodeos, de un modo sencillo.

No es una metodología necesariamente errónea, salvo cuando esa modalidad se exacerba al extremo y se pretende, desde allí, establecer conclusiones definitivas, totalmente absolutas e irrefutables.

El comportamiento humano no es una ciencia exacta. La actitud de la sociedad frente a cada hecho es habitualmente difusa, diversa y puede identificarse, en ocasiones, alguna tendencia general cuando se analiza la sumatoria de decisiones individuales. Es justamente eso, una matriz global, un resumen imperfecto de las determinaciones de muchos que coinciden mayoritariamente en alguna dirección.

Si bien la generalización es una práctica muy difundida que ayuda a explicitar en pocas palabras conductas sociales, cuando se trata de la política, el riesgo de que la misma caiga en la inexactitud es permanente.

Por eso cuando se dice que una sociedad ha elegido tal o cual sistema político, ha apoyado a un sector partidario o a otro, hay que tener siempre en claro que dicho acompañamiento es, en el mejor de los casos, es relativo y solo una foto del momento en el que se produjo esa votación ciudadana.

Los electores se inclinarán en un sentido definido pero esa decisión la toman evaluando una larga lista de incidentes aislados que fueron sopesados por los votantes y que influyeron, cada uno de ellos marginalmente en esa determinación que solo expresa su apreciación en ese instante específico.

Si esa compulsa se hiciera nuevamente unos pocos meses después, el resultado podría ser bien diferente. Inclusive pudo ser diametralmente opuesto si los candidatos ofrecidos a la ciudadanía hubieran sido otros, o si el régimen eleccionario utilizado no fuera el oportunamente vigente.

Una característica invariablemente ignorada es la eterna dinámica de las sociedades. Las percepciones se modifican, a veces lentamente y otras a un ritmo más vertiginoso. Nada es definitivo, todo está en movimiento, sujeto a observación constante y cualquier creencia asumida puede modificarse muy pronto. Si no se comprende esta descripción, se pueden sacar conclusiones equivocadas que empujan a tomar decisiones también fallidas.

Los que ganaron lo han logrado en esa ocasión. Eso no implica que repetirán sus éxitos electorales en el futuro. La gente los apoyó en esa coyuntura y no tienen asegurado respaldo infinito. Ni siquiera saben si en este mismo momento cuentan con idéntico sustento electoral.

Ni las encuestas de opinión más afinadas pueden dar fe de ello. En todo caso sirven como un parámetro, incompleto, imperfecto, pero siempre mucho mejor que la instintiva intuición utilizada como única referencia.

Los que comprenden profundamente esta realidad saben que en política siempre se transita por terreno fangoso, que nada es seguro, que hay que hacer las cosas bien, explicarlas con dedicación y cometer el mínimo número de errores posibles.

Nadie puede dar por sentado que ese respaldo obtenido gracias a un clima favorable se sostendrá en el tiempo por arte de magia. Muy por el contrario, las condiciones se modifican, las realidades percibidas subjetivamente por la gente van mutando y lo que antes era bueno, ahora puede dejar de serlo.

En este juego no hay lugar para la soberbia. Quienes caen en las mieles del poder, suelen tener la sensación de que los triunfos son eternos y que nadie podrá sacarlos de su pedestal porque ellos ya han conseguido esa victoria anhelada por tantos, sin advertir que todo está en constante desequilibrio.

Suele pasar que quienes aterrizan allí prefieren ignorar cualquier síntoma de que algo está mal. Filtran intencionalmente todo lo que no encaja en sus paradigmas para sostener la ilusión de que los que lo apoyaron siguen allí, siendo los mismos y que los críticos son solo sus acérrimos adversarios.

La inmensa mayoría de las veces se gana por muy poco y también se pierde por escaso margen. Los fanáticos de un lado y del otro pueden mantenerse inmóviles por un largo tiempo, pero son muchos más los que se replantean a diario su adhesión a un sector concreto o al exactamente opuesto.

Cada vez más gente se declara independiente. Ni siquiera el clientelismo ha logrado retener voluntades a cualquier precio. Todos en algún momento se cansan, se saturan, se agotan y esto sucede ya no por coincidencias o discrepancias ideológicas, sino por posturas personales, actitudes inadecuadas, por las formas, por esa arrogancia que molesta a cualquiera.

No se trata de ser humilde por conveniencia. Eso también se percibe fácilmente, más tarde o más temprano. En todo caso tiene que ver con conservar la claridad suficiente para no perder el norte en ningún momento.

En la historia abundan ejemplos en el que pequeños hechos, meras casualidades y errores aparentemente insignificantes cambiaron el curso de los acontecimientos, inclusive en algunos casos para siempre.

Por eso importa entender como se construye esa secuencia de sucesos y trabajar fuertemente en tener los pies sobre la tierra asimilando que todo es coyuntural, que los apoyos o rechazos en política se corresponden con un instante puntual y que cualquier hecho aislado puede romper el aparente equilibrio y llevar desde la situación actual a una nueva totalmente diferente. En definitiva solo se trata de la política y sus circunstancias.

Alberto Medina Méndez
albertomedinamendez@gmail.com

¿Es la “ocupación” la causa de los atentados? - Por Samuel Auerbach


¿Es la “ocupación” la causa de los atentados?
Por Samuel Auerbach, Natanya.

Importantes fuentes en varias partes del mundo incluso en Israel, aseguran que los ataques terroristas perpetrados por los palestinos contra civiles israelíes, son provocados por la “ocupación”. Los que así opinan se refieren a los territorios de la Cisjordania que el ejército israelí limpió de enemigos durante la guerra de los seis días en el año 1967, y que Israel retiene para ser negociados durante conversaciones directas que no impliquen un riesgo para su seguridad. Así lo afirmó y lo sigue afirmando su Primer Ministro Beniamin Netaniahu, cuando expresa estar de acuerdo con el establecimiento de dos estados para dos pueblos en el Medio Oriente.

Completamente inexacto lo que se asegura, porque son innumerables los atentados terroristas que los palestinos perpetraron en el suelo que hoy es Israel, mucho antes del año 1967, cuando nadie se quejaba de la “ocupación”. El pleno apoyo que El Mutfi de Jerusalén le demostró a Adolfo Hitler durante la reunión que ambos mantuvieron en el año 1941, las matanzas de judíos durante el Mandato Británico, los ataques a las comunidades israelíes después que rechazaron la partición de Palestina resuelta por las Naciones Unidas en el año 1947, son pruebas convincentes de que el motivo de los atentados no es la “ocupación”.

El motivo es otro: el odio a los “judíos descendientes de repugnantes animales” y el deseo palestino de no compartir con ellos las tierras del Medio Oriente. Así lo demostró Yasser Arafat en el año 2000 cuando rechazó el plan de paz presentado en Camp David por el Presidente Bill Clinton y el Primer Ministro Ehud Barak. Así lo demostró Abu Mazen en el año 2008 cuando rechazó la oferta de Ehud Olmert consistente en devolver el 93% de los territorios, y dejar solo el 7% para intercambiar por tierras en el desierto del Neguev adyacentes a la franja de Gaza. La cuestión de Jerusalén quedaba pospuesta para un pacto posterior. No valieron para nada losventajosos ofrecimientos que les permitían levantar su estado con comodidad, ni las dolorosas retiradas territoriales que Israel efectuó.

Queda claro entonces que el motivo real de los atentados terroristas, es ese sentimiento antiisraelí inspirado en un innato antisemitismo, muy arraigado entre la mayoría de los palestinos y entre las dictaduras árabes que rodean al Estado de Israel. Cabe tener en cuenta que la actual generación de palestinos, desde su primera infancia fueron fanatizados contra los judíos y contra los israelíes en especial.

Se podrá crear un estado palestino vecino si los interlocutores árabes demuestren que quieren paz con Israel, y ambas partes se presten a aceptar valientes renunciamientos. Pero no cesarán los atentados terroristas en Israel ni las provocaciones desde sus fronteras, mientras sigan existiendo en el Medio Oriente países, grupos y organizaciones que luchan por echar a los israelíes al mar.


La conducción de las FF.AA. en democracia - Por Hugo César Renés


Conceptúo para que usted conceptúe.
Después de leer esta nota, lea el artículo publicado el 2 de junio en página 12 y saque conclusiones...
No deje que nadie piense por usted. La Argentina agradecida.
En azul y blanco, Hugo Cesar Renés

La responsabilidad política en la conducción de las FF.AA. en democracia

(Breve descripción desde mi experiencia como ex Delegado del Ejército ante el Ministerio de Defensa-1990- y ex Representante del Jefe del Estado Mayor General del Ejercito ante el Honorable Congreso de la Nación 1992/1995).

A modo de introducción resulta legítimo afirmar que son innumerables los problemas de orden político, estratégico-militar y de adiestramiento que la conducción de las F.F.A.A. deben enfrentar en tiempo de paz. Esa es la paradoja del soldado moderno.

Por ello resulta importante analizar con qué espíritu el Poder Ejecutivo Nacional ha fijado desde la historia a la fecha (si las fijó) las bases y los alcances de la organización del brazo armado nacional como así también si las mismas fueron hechas pensando firmemente en el mediano y largo plazo, para que puedan mantener su validez por encima de las necesarias innovaciones que deban introducirse en su orgánica (para evitar disoluciones y/o traslados de unidades de una provincia a otra para volverlas, después de un tiempo, a la primera, actividad esta que genera y generará, tanto un gasto innecesario al erario público, como inestabilidad en la familia militar y civil).

Las re-estructuraciones y “reducciones” sistemáticas que tuvieron lugar en las FFAA tras el advenimiento de la democracia en 1983 hasta la fecha, estuvieron signadas por un trasfondo innegable de tensiones y de desconfianza mutua que subsiguieron a las grandes convulsiones históricas -que aún hoy subsisten- entre las organizaciones militares y los representantes del orden político, originadas estas, entre otras razones, en el desconocimiento de las diferencias más que evidentes que existen entre las bases en que se asienta un poder armado, de uno político, a saber:

1. La democracia se construye de abajo hacia arriba; él poder militar se erige exactamente al revés, de arriba hacia abajo, apoyándose en el mando y la obediencia.

2. La democracia es esencialmente autodeterminación y responsabilidad propia; la ley militar es obediencia dentro de una unidad que se rige por ordenes.

3. La conducción política es división del poder y equilibrio a través del control mutuo; la conducción militar es concentración del poder y subordinación.

Con el advenimiento de la democracia, las FFAA fueron configuradas e introducidas dentro de ese orden democrático preexistente, garantizando la primacía de la política sobre el sector militar, situación esta que conlleva –se ejerza o no- la dirección política y el control parlamentario. En ese marco se debió adaptar el alto mando militar para testimoniar su lealtad al gobierno legitimado por el voto popular.

El ministro de Defensa o ministro de guerra o como quiera que se lo llame, desde siempre, ha tenido la responsabilidad primaria ante el Presidente de la Nación (Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas) de coordinar las políticas de defensa del Gobierno Nacional; representó y representa, tanto en el marco nacional como en el internacional, las exigencias de seguridad y de estrategia militar siendo, obviamente, el responsable de las cuestiones de intervención, organización y formación para el reclutamiento y el mantenimiento del personal y material, como también del orden interno de las FFAA. Dicho de otra forma, el mando militar no puede desempeñar su poder a través de sus propios comandantes, sino por una orden del Ministro de Defensa o como resultado de los derechos que fueron delegados por él (la responsabilidad jamás se delega). De allí el gran peso político que debe poseer –desde mi interpretación- el Ministro de Defensa.

Aquí considero necesario hacer una acotación: resulta más que evidente que el Ministro de Defensa para poder satisfacer las exigencias de su cargo debe poseer una amplia experiencia política y al mismo tiempo gozar de la confianza “incondicional” del Presidente de la Nación (Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas). Precisa poseer capacidad para convencer e imponer criterios en los enfrentamientos políticos inevitables para obtener los recursos financieros necesarios, como así también la personalidad y autoridad para imponer su peso y pericia frente al alto mando militar. Debe estar identificado totalmente con las exigencias de la defensa para comprender las peculiaridades del terreno militar y la mentalidad que esa actividad específica les confiere a los militares, porque el soldado es por su status, por sus deberes y derechos, algo completamente distinto a un funcionario. Su deber de obediencia va mucho más allá que la de un funcionario. La desobediencia en el caso militar, puede significar una falta gravísima. También la jurisdicción del mando va más allá de las atribuciones de poder de los funcionarios. Una orden militar, siempre que sirva a fines del servicio, no atente contra la dignidad de las personas y/o no conduzca en su ejecución a cometer delitos o faltas, constituye una prescripción de comportamiento vinculante que exige obediencia como para que, llegado el caso, se deba arriesgar hasta la vida para su cumplimiento.

Por lo expuesto, debe inferirse que las críticas sobre los acontecimientos que hayan tenido lugar dentro de las Fuerzas Armadas, debieran dirigirse, desde siempre, contra el propio Ministerio de Defensa y/o los distintos integrantes de las Comisiones de Defensa de las respectivas cámaras legislativas del Congreso de la Nación y nunca, en forma directa contra los militares, porque lo que pasó o dejó de pasar, es responsabilidad primaria de la conducción política, de la cual el militar es un mero y leal ejecutor.
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¿Algún referente de la clase política se ha hecho cargo de alguna responsabilidad en los sucesos del pasado (desde 1810 a la fecha)? ; ¿es que no han tenido y tienen todos y cada uno de ellos, junto al derecho de inspección, la obligación de debatir la política de defensa en sus respectivos niveles de conducción política?.

Mi experiencia al respecto me permite afirmar que el área de defensa fue considerada a partir del regreso a la democracia en 1983, como una cartera más que interesante para ejecutar proyectos con evidentes réditos políticos y/o económicos (abiertos o encubiertos) y en esto, a pesar de ocasionales opiniones en contrario, siempre hubo consentimiento en los legisladores integrantes de las comisiones de defensa, pese a provenir de distintos partidos políticos. Basta investigar los distintos proyectos parlamentarios presentados durante esos años (1983/1995).

En el orden interno, las Fuerzas Armadas debieron configurarse de manera que la irrenunciable estructura jerárquica y el sistema de mando y obediencia, se mantuvieran en relación equilibrada con los principios de libertad y dignidad del individuo.

Las nuevas FFAA fueron políticamente concebidas para adoptar una actitud estratégica defensiva, su ubicación política fue determinada por el orden constitucional y jurídico de la democracia, siendo ahora el servicio militar, un servicio voluntario.

La complejidad de las nuevas misiones y la necesidad de poder llevar a cabo tareas más numerosas y diferentes entre si, con recursos humanos y materiales limitados, ha hecho y hace necesarios profundos cambios organizativos.

La actividad que debe desarrollarse para evitar la guerra es dura y casi siempre pasa inadvertida. Prácticamente no hay en ella éxitos visibles, mensurables y/o espectaculares como no sea el éxito de mantener la paz. Es ESE servicio el que dignifica al soldado (ciudadano con uniforme) de nuestro tiempo y, solo puede soportar la tensión que produce ese servicio, si sabe que goza del amplio apoyo de sus conciudadanos. Si no encuentra ese apoyo, cae en el aislamiento y adquiere una interpretación incontrolable de su función, llevando una vida “independiente”, aislado de la sociedad de la cual se nutre.

En la Argentina moderna, la mayoría de las unidades poseen un grado de apresto mayor a cero en la escala de valores, pero no llega a ser perfecto, desde mi punto de vista, ni mucho menos, porque carentes de medios, las unidades no pueden desarrollar programas de entrenamiento efectivos y los mandos superiores tampoco pueden asignarles fondos, personal y otros recursos como para ayudar a lograr las deseadas capacidades, que no son otra cosa que la combinación de las condiciones del personal, el equipo y el entrenamiento, para poder emplear las armas en forma disuasiva o coercitiva si fuera menester para el cumplimiento de su misión.

A nivel Nacional es el poder político quién debe coordinar las tres expresiones del poder –militar, económico y psicológico- para aplicarlos para defender los más altos intereses del Estado. Solo decisiones responsables, puntuales y valientes del Poder Político, pueden mejorar esta realidad porque el “instrumento” militar solo puede ser eficaz si está organizado, equipado y adiestrado en todo momento para poder luchar y estar dispuesto a ello cuando lo ordene el Poder Ejecutivo Nacional.

Es cierto que la comprensión mutua va en aumento y que la casi tradicional desconfianza entre soldados y políticos está en franca disminución y/o comprensión. De hecho, durante mi gestión en el Parlamento (la misión impuesta por el J.E.M.G.E fue la de prestar una amplia colaboración desde el punto de vista militar a los legisladores del Congreso de la Nación, actividad esta a la que personalmente no solo creí útil sino, por lo que más adelante expresaré, fundamentalmente necesaria), numerosos diputados y senadores, de distintas extracciones políticas sin tener relación con la comisión de defensa, visitaron distintas unidades militares obteniendo una importante experiencia que les permitió opinar, ahora con más fundamento, en los grandes debates sobre la política militar.

En lo personal, debo sincerarme y expresar la desilusión que me provocó en aquellos años, tanto el casi nulo conocimiento científico–doctrinario sobre el tema específico de Defensa Nacional existente en la casi mayoría de los legisladores, que ponían en su actividad legislativa más “olfato político” que idoneidad, como el desinterés legislativo en el tema de defensa, olvidando muchos de ellos que por la boca negra y redonda del fusil que se vuelca bajo el certero ojo del tirador, hablan a un mismo tiempo el espíritu de los hacedores de nuestra patria, la esperanza de un pueblo y la gratitud segura de la mayoría de las progenies que vendrán.

Lo expresado en el párrafo anterior, debiera ser un elemento más que suficiente para incentivar al Estado a formar nuevas elites o “clase dirigente” con una mejor comprensión de los fenómenos históricos, políticos y sociales que les permita consensuar, partiendo de la teoría de la pronosticación, un Plan Estratégico Nacional de Defensa del cual emerja la MISIÓN de las FFAA, como así también su nueva estructura (si fuese necesario), porque muchas de las que están, como he dicho, no recibieron la información y mucho menos la especialización necesaria para ello.

Cuando un país carece de una clase dirigente calificada (vacío de poder), está condenado a ser históricamente inferior (y hasta ocupado) por los que si la tienen; por desgracia, en nuestro caso, la brecha cívico - militar más conflictiva es la que separa hoy a las Fuerzas Armadas de la Universidad.

Los permanentes y traumáticos cambios practicados casi sistemáticamente en la conducción de las Fuerzas Armadas por parte del poder político, teniendo en cuenta la experiencia histórica en las que como brazo armado supimos destruir una monarquía, fuimos republicanos, ora unitarios, ora federales, dictadores, represores y chivo expiatorio de cuanto mal padeció el país y, convencido de que cuando un astro sale de su órbita lo traspasa todo, me permití sugerir al entonces Jefe del Estado Mayor General del Ejército para que mantuviera una cierta equidistancia política que garantizara la continuidad de la cúpula militar de las Fuerzas Armadas ante un supuesto cambio de gobierno, no obstante reconocer que podía resultar muy útil hacer visible al público la concordancia de opinión entre la conducción política y la militar en las cuestiones fundamentales de la defensa. La historia política institucional argentina me hacía intuir que esa exposición, podría significar una nueva sangría en la cúpula militar. ¿ ME EQUIVOQUÉ?.

HUGO CÉSAR RENÉS
Coronel ®

“La Ley del Gallinero” - Por Alberto R. Pringles



“La Ley del Gallinero”!
Alberto R. Pringles
Suboficial Retirado, Fuerza Aérea Argentina

Esta nota “La Ley del Gallinero” (ver más abajo) la publiqué hace 9 años (2007) en ocasión en que celebraba la decisión de la Suprema Corte de Justicia Argentina de declarar que “que el Código de Justicia Militar como inconstitucional en tanto restringe la libre elección del abogado defensor por parte de un acusado sometido a un proceso militar”.

Coincido plenamente con esa definición! Y aplaudía y aplaudo esa decisión de la Corte Suprema!

Y lo que aquí narraba en aquel entonces son mis propias vicisitudes que me tocó pasar en mi paso por la Fuerza Aérea y que en definitiva me decidieran a abandonar la misma en 1963 y a su vez que me radicara en California.

Pero más que todo aquí fundamento y explico lo aberrante de aquello erróneamente llamada “Justicia Militar”!

Y lo hago con mis propias experiencias que para nada fueron placenteras y en consecuencia cambiara mi vida!

Pero hay otra razón por la que vuelvo a publicar esta nota, recientemente se anunció a través de un Decreto del Presidente Macri que vuelve a la esfera de las Fuerzas Armadas la decisión sobre ascensos y destinos al personal militar. Al parecer esta noticia no ha sido del agrado de algunos, aquí un par de artículos criticando dicha medida.

Página 12 sobre ascensos militares , Ascensos-Fantasma-en las-Fuerzas-Armadas

Yo pienso lo contrario! Me parece bien que esto ocurra!

A mi juicio nadie mejor que la misma Fuerza que debiera ascender a su personal siempre que ellos sea basado en estrictos méritos a quien corresponda ascender! Es decir debe aquí también imperar “La Justicia”! Pura y simple!

A mi juicio estas Fuerzas Armadas de hoy nada tienen que ver con las Dictaduras infames del pasado!

La mayoría de ellos han pagado o están pagando sus crímenes o ya murieron en prisión.

Me niego a aceptar que estas nuevas Fuerzas Armadas no sean conscientes de que “los están mirando” para ver cómo responden! De allí mi optimismo y mis esperanzas que no han de defraudar!

Pero al margen dado que el tema es “La Justicia Militar”, no sería para nada “Justo” mirar a estas Fuerzas Armadas de hoy como si fueran las de 40 años atrás! Eso no seria “Justicia”!

Aquellos que como el subscripto viven los últimos años de su vida siendo profundamente orgulloso de mi Fuerza Aérea Argentina, legitima heredera del Ejercito de los Andes y que ha sufrido en carne propia las injusticias de sistemas aberrantes solo espera que eso no vuelva a ocurrir para bien de los miembros de nuestras fuerzas. Que así sea!

Aquí mi artículo del 2007.

Gracias.
Alberto R. Pringles
Suboficial Retirado, Fuerza Aérea Argentina

“La Ley del Gallinero”!
Alberto R. Pringles
Suboficial Retirado, Fuerza Aérea Argentina
Alberto.Pringles@Argentinisima.US

Marzo 2007

Estoy totalmente de acuerdo con esta decisión de la Corte Suprema de Justicia forzando a la Justicia Militar a otorgar similares derechos a militares a los establecidos en la Justicia Civil en cuanto que el acusado pueda acudir a un defensor capacitado. En nuestra Fuerza Aérea Argentina siempre nos referimos a la Justicia Militar como “La Ley del Gallinero”! Y por obvias y bien justificadas razones el término es muy apropiado! En EE.UU. se publicó un libro titulado: “La Justicia Militar es a la Justicia lo que las bandas militares son a la música”! Discrepo con ese título, el autor simplemente nunca escucho a nuestra brillante Banda de la Fuerza Aérea sino no hubiese tenido esa impresión tan negativa y errónea de las bandas militares! Pero diría “siempre fue así”! En nuestro país y también fuera del mismo!

Cuando el 4 de Junio de 1955 la increíble cobardía de la Aviación de la Armada y parte de la Fuerza Aérea bombardeó a millares de indefensos peronistas en Plaza de Mayo asesinando a 350 de ellos e hiriendo a más 2000 y dejando a centenares sin sus miembros, todos ellos huyeron al Uruguay y luego fueron reincorporados por la Dictadura de Lonardi, Rojas y Aramburu! Justicia Militar? Donde?


Durante la guerra de Vietnam el Teniente Kelly del Ejército de EE.UU. al frente de un pelotón tomo una aldea del Vietcong donde solo quedaban viejos, mujeres y niños, lo puso a todos a en una zanja y los hizo fusilar a más de 120 indefensos! Que paso con el Teniente Kelly? Lo “reprendieron”! Tal vez una palmadita en la muñeca y supongo le dijeron “No lo haga más”! Pasó a Retiro y desde entonces a jugar al golf! Justicia Militar? Donde?

Yo viví, sufrí y palpe esa “Ley del Gallinero” en forma directa a mi paso por la Fuerza Aérea. Allá por 1960 estuve destinado en el Taller Regional de Río IV en Córdoba. La Fuerza llamo a participar a un concurso entre los especialistas de Armamentos del cual yo era parte para ser enviados al estado de Colorado en EE.UU. para el entrenamiento y recepción de la compra de los aviones Sabre que realizaba la Fuerza Aérea en aquel entonces.

Viaje a Buenos Aires y fui parte junto a un centenar de Suboficiales compitiendo por las dos plazas existentes.

El examen era sobre mi especialidad y fundamentalmente sobre el idioma inglés. Y me pareció hice un buen examen. Al otro día me entero que yo había logrado el segundo puesto y me muestran la notificación del Comandante en Jefe ordenándome a obtener la documentación requerida: pasaporte, vacunas, etc.

Como expresar mi alegría en aquel momento no era solo el tener la oportunidad de conocer EE.UU. sino que económicamente era muy positivo dado el pago de viáticos en dólares (mucho dinero en aquel entonces) durante un año que me permitiría ahorrar, comprarme luego una casa, etc. Tenia 24 años en aquel entonces era recién casado y había ascendido normalmente en dos ocasiones y tenía el grado de Suboficial Auxiliar el equivalente a Sargento Primero en el Ejercito. Llame a Río IV y les comunique a mis superiores lo que había pasado y me apresure a gestionar los documentos requeridos. Dos días después pasé por la Jefatura de la Fuerza Aérea y un Suboficial Mayor con su rostro compungido me dice: “Suboficial, lamento tener que comunicarle pero “le movieron el piso y Usted no ira a EE.UU.”!

Muy a regañadientes el SM me dijo: “El pedido al Comandante en Jefe para que no lo enviaran vino de parte del Comodoro Guerra jefe del taller Regional Río IV”.

Nunca se me explicó claramente el porqué, no hubo notificación escrita. Nada! Ni en Bs.As. ni luego en Río IV! Simplemente me “Movieron la alfombra”, como se estilaba decir.

En mi lugar fue enviado a E.U. el Suboficial Macri de una camada posterior a la mía. Algunos me dijeron que era familiar de un Brigadier y de allí venia la cosa! No lo sé, hace casi 50 años que vivo en California y nunca más pude ver a Macri.

Dentro de las norma militares corresponde que al menos un vez al año se otorguen un puntaje calificando a cada integrante y ello sirve luego para determinar ascensos, etc.

Poco tiempo después del examen recibí el mío y allí comprendí que no solo me “habían movido la alfombra” sino que ahora me enviaban “la yapa”, y “me dieron con todo”, tal vez para justificar lo anterior y me calificaban con varias notas negativas.

Allí empecé el proceso de “Presentar un Reclamo” que consiste en responder por escrito en primera instancia al jefe directo que definiera esas calificaciones, luego a su superior y así hasta llegar a la máxima autoridad del Comandante en Jefe.

Mis argumentos eran muy firmes, muy sólidos y proveía datos irrefutables que mostraban como ridículas esas calificaciones negativas y entre ellas afirmaba y decía:

Ø Quien subscribe es el Campeón Argentino en segunda categoría en 110 Mts. con vallas, y es actualmente Campeón Internacional, del Río de la Plata todo lo cual está documentado en la Federación Atlética Argentina.

Ø En la Escuela de Suboficiales fui el Capitán de la Escuadra de Atletismo y varias veces Campeón en Córdoba y represente a dicha provincia en Campeonatos Nacionales.

Ø Por todo ello y sin duda me corresponde ser reconocido como: “El mejor atleta que hoy tiene la Fuerza Aérea Argentina”!

Ø Como puede entonces justificarse que me califiquen por debajo del normal en “Aptitudes Físicas?

Ø Quien subscribe jamás perdió un ascenso normal, acabo de ascender, nunca tuve calificaciones negativas.

Ø Quien subscribe termino el último año de la Escuela de Suboficiales con el promedio más alto en materia teóricas de mi camada.

Ø Quien subscribe acaba de salir en segundo lugar en una competencia entre 100 suboficiales de todo el país y en merito a mi excelente capacidad profesional fui por ello designado para viajar a EE.UU. por el Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea Argentina.

Ø Como entonces justificar con notas negativas mi “Aptitud Militar”?

Ø Como entonces se puede justificar con notas negativas mí: “Aptitud Técnica”?

Ø Donde están los fundamentos para justificar semejante injusticia?

Solo obtuve en aquellos entonces, más de 50 años atrás un solo tipo de respuesta: “Días de arresto”!Y más días de arresto! Muchos de ellos! Eran sistemáticos, sin explicación y vinieron de todas las instancias! Eran “Automáticos”! Incluyendo la última del Comandante en Jefe por aquel entonces el Brigadier Hibrahin quien me “saludo” con 30 días adicionales y finales de arresto!

En una oportunidad un Capitán quien era Asistente del Jefe de Base de Río IV se acercó y me dijo: “Suboficial Pringles, Yo he leído su reclamo y le voy a decir lo siguiente: “Usted tiene razón, eso está claro y no se justifica para nada lo que le están haciendo a Usted, es vergonzoso. Pero también debo decirle que jamás le darán la razón! Aquí no existe la “Justicia”, solo “La Ley del Gallinero”, por aquello que la gallina que está en el palo de arriba ca.. a la que está más abajo”! y Usted tiene que entender eso! Se lo digo por mi propia experiencia!

Me pidió que abandonara mi reclamo para no arruinar mi carrera. No le hice caso, yo no tenía ese escepticismo del Capitán obtenido según el de sus propias experiencias y yo “creía” en la honorabilidad y equidad de mis superiores y seguía pensando que tarde o temprano encontraría a algún superior con un sentido mayor del significado del término: “Justicia”.

Pero nunca la encontré! En el medio del proceso observaba una clara confabulación diría cobarde y vergonzosa, una actitud mafiosa por parte de la mayoría de los oficiales de la Base de Rio IV!. Me “buscaban” y me “perseguían” por todas partes para tratar de inventar un supuesta falta mía para penalizarme con algún pretexto con días adicionales de arresto!

Y vaya que inventaron oportunidades! Por ejemplo, es obligación de un subalterno saludar al cruzarse con a un superior, pero no cuando este mirando hacia otro lado. Por ello al cruzarme con alguno miraban hacia otro lado y luego me increpaban por no saludar. Yo no podía creer que estos eran “Oficiales de la Fuerza Aérea”! Como yo puedo respetarlos? Me decía!

Con el tiempo pensé el grueso de estos Oficiales no eran del Cuerpo Comando, no eran egresados de la Escuela de Aviación!

Predominaban los “asimilados”, ya sean Ingenieros, etc. incluyendo al mismísimo Jefe del Taller Regional Rio IV Comodoro Guerra!

Tal vez sea eso me preguntaba que no tuviesen los mismos principios de nobleza, de entereza, de equidad y de responsabilidad que estaban impregnadas y amamantadas a mi paso por la Escuela de Suboficiales donde tuve excelentes Oficiales y Suboficiales Instructores!

Cansado de esta parodia fui perdiendo el respeto hacia ellos y a veces les preguntaba con sorna si “sufrían de tortícolis”! Las reglamentaciones en vigencia de aquel entonces y al parecer también de ahora yo no tenía ningún derecho de buscar asistencia legal.

No me era permitido asistencia legal! Como lo establece la Constitución Argentina!

Yo debía personalmente escribir mi propia defensa sabiendo poco y nada sobre temas legales y así me pasaba hasta altas horas de la noche repasando el Código de Justicia Militar que no me servía de nada! Era increíble lo burdo y ridículo de esa “Justicia Militar”!

Fui notificado de esa pena máxima cuando ya estaba en un nuevo destino, el CIPRA, un Instituto Militar en Ezeiza donde fui Instructor de Alumnos. Siempre recuerdo la sorpresa del Comodoro Vega Director del mismo, que allí recibió esa notificación del Cte. en Jefe y a su vez en otra nota recibía un agradecimiento del Jefe de la Policía Federal dado que en plena calle Rivadavia en el Barrio de Flores yo había salido pistola en mano y a los tiros en defensa de un Policía que fuera atacado por una turba.

Al ver el ataque corrí en su defensa pateando y golpeando a los atacantes del joven Policía desvanecido en medio de la calle (Rivadavia y Varela) y a punto de ser asesinado por los golpes y patadas y saque de su cartuchera su pistola Ballester Molina calibre 45, la cargue y dispare 2 veces al aire y les grite a los atacantes que huían: “Al que se mueve lo bajo”, mientras procuraba alejar apuntando a los centenares de demostrantes que me rodeaban. Mi situación era allí muy riesgosa. A mis gritos y disparos al aire, tres de los atacantes quedaron petrificados y levantaron sus brazos! Los detuve y los lleve hacia una playa de estacionamiento cercana buscando protegerme mientras también apuntaba y hacía alejar a los centenares de manifestantes que me rodeaban peligrosamente. Entregue luego los atacantes y la pistola a la Policía Federal.

Con un informe en cada mano el Comodoro Vega me preguntaba: “Pero quién es Usted, cual es Usted, Suboficial Pringles?”. “Es Usted un héroe o un indisciplinado”?

A lo que respondí: “Es fácil de deducir todos esos días de arresto fueron consecuencias y derivadosde lo que escribí reclamando Justicia a la que nunca encontré porque No Existía!.

“La nota es del Jefe de la Policía Federal y fue consecuencia de lo que “hice” en defensa de la Ley”, tal cual corresponde. “Usted puede deducir cual es lo real y valedero”! De allí el reconocimiento del Jefe de Policía Federal y de otros Oficiales que yo pusiera mi vida en peligro defendiendo a uno de su fuerza!

Pocos días después el Comodoro Vega me dio su respuesta ordenando se leyera la nota del Jefe de Policía y elogiando mi accionar frente a toda la Escuela y que marchara frente a mi homenajeando mi acción”! Mis alumnos me miraban como si midiera 2 metros!

Los días de arresto no significan estar en un calabozo, solo permanecer en la base al menos durante el día para los casados. Pero si queda marcado en el legajo de cada uno.

El Comodoro Vega me dijo: “Tome la pena como cumplida”! El “sabia” lo absurdo de la misma!

Que cometí errores elevando y respondiendo a cada instancia y no usando términos “suaves” o “convenientes”? Sin duda! Lo admito! No me calle para nada y refutaba cada rechazo y les decía lo que pensaba de mis superiores y su falta total de sentido de Justicia!

No soy de callarme la boca y mi temperamento como así mis profundas convicciones sobre el significado de Justicia no me permitió evitar escribir sobre lo que yo veía claramente como una aberración y una confabulación arbitraria muy poco honorable y dirigida por la Jefatura y la Oficialidad de esa Base Aérea en Río IV contra mi persona.

Por ello y abiertamente y claramente les escribía cuestionando su integridad y sus conocimientos sobre lo que implicaba el término “Justicia”! Pero ninguno de esos superiores tuvo la gallardía, ni la integridad ni la hombría de bien de llamarme y escucharme.

Menos aun de tratar de ser “Justos” y “Equitativos”! Esos términos para ellos y a mi juicio eran “desconocidos”! Seguramente también lo era la palabra: “Honor” y “Honestidad”!

Por ello y aunque a mí en lo personal me sirva de nada me alegra profundamente que otros militares tengan a partir de ahora el derecho que tiene cada ciudadano argentino de tener una defensa adecuada como lo determina la Constitución Nacional.

En aquellos entonces y tal cual me lo anticipaba ese Capitán solo imperaba: “La Ley del Gallinero”! Y hasta ahora (Marzo 2007) al parecer también?

Por ello en 1963 al tener que firmar un nuevo contrato de Servicios que era requerido por 5 años con la Fuerza Aérea no quise hacerlo y pase a Retiro y me radique en California.

Esa es mi historia y mi experiencia sobre La Justicia Militar es decir: “La Ley del Gallinero”!

Más abajo la Declaración de la Suprema Corte.

Alberto R. Pringles
Alberto.Pringles@Argentinisima.US

Seprin - 11 Mar 2007 - 12:23

Corte Suprema declaró inconstitucional a la Justicia Penal Militar

En un caso patrocinado por la ADC, la Corte Suprema entendió que el Código de Justicia Militar es inconstitucional en tanto restringe la libre elección del abogado defensor por parte de un acusado sometido a un proceso militar. Por tal motivo declaró nulo todo el proceso al que había sido sometido un Capitán y lo absolvió. En el caso, el Capitán de Intendencia Ramón Ángel López había sido condenado por un tribunal militar a cumplir la pena de un año de prisión como autor del delito de falsedad previsto en el art. 856 del Código de Justicia Militar (Causa N° 2845 López, Ramón Ángel s/recurso del art. 445 bis del Código de Justicia Militar). La defensa del Capitán López ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, desempeñada por la Asociación por los Derechos Civiles (ADC), cuestionó la constitucionalidad de la justicia penal militar en dos puntos. Por un lado, la ADC sostuvo que las restricciones a la libre elección del abogado defensor de un acusado sometido a proceso militar, implicaban una violación al principio de defensa. Por otro lado, entendió que el juzgamiento de militares por un tribunal militar no garantizaba la independencia judicial, consagrada en la Constitución Nacional y en la Convención Americana de Derechos Humanos.

En su fallo, la mayoría de la Corte (los jueces Eugenio Zaffaroni, Ricardo Lorenzetti, Carmen Argibay y Carlos Fayt) hizo lugar al primero de los cuestionamientos planteados por la ADC, considerando que se había violado el derecho de defensa de López, por lo que declararon nulo todo el proceso al que había sido sometido y lo absolvieron. Los mencionados jueces Zaffaroni, Lorenzetti y Fayt también hicieron lugar al segundo de los cuestionamientos presentados por la ADC y entendieron que el juzgamiento de delitos penales por parte de un tribunal militar, que depende del Poder Ejecutivo, era inconstitucional porque no garantiza la imparcialidad del juzgador. Por su parte, la minoría del tribunal, integrada por los jueces Elena Highton de Nolasco, Enrique Petracchi y Juan Maqueda, votaron a favor de la revocación de la sentencia de la Cámara Nacional de Casación Penal (que había fallado en contra de López en la instancia anterior) por entender que era arbitraria, ya que no se había expedido sobre la totalidad de los planteos realizados por la defensa de López ante dicha instancia. Por tal razón, decidieron remitir el caso nuevamente a la Cámara de Casación para que esta vez examinaran adecuadamente los planteos de la ADC.-

Alberto R. Pringles
Alberto.Pringles@Argentinisima.US

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