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LA BATALLA CULTURAL DEL KIRCHNERISMO





LA BATALLA CULTURAL DEL KIRCHNERISMO LLEGA A LAS UNIVERSIDADES
Jorge R. Enríquez
en RazonEs de Ser

Hace casi dos años la conocida escritora Beatriz Sarlo nos alertaba de los peligros que se avecinaban a partir de la “batalla cultural” que el kirchnerismo se disponía a librar con mecanismos muy aceitados a través de un dispositivo cultural, comprensivo de acciones descentralizadas pero convergentes en un objetivo común: la imposición del pensamiento único.

Con astucia ese propósito no se llevaría a cabo desde una Oficina de contenidos ideológicos del gobierno, característica de los regímenes autoritarios, sino a partir del despliegue sutil de una serie de participaciones y discursos llevadas a cabo a través de un fino entramado que abarcaba desde diversos sectores sociales hasta instituciones estatales.

La piedra fundacional de esta cruzada fue puesta por un grupo de intelectuales, a sueldo del gobierno, nucleados en la denominada “Carta Abierta”, cuando en marzo de 2008, con motivo del conflicto rural, acuñaron la expresión “destituyente”, eufemismo de golpismo, que fue abrazada, rápida y fervorosamente, por la liturgia kirchnerista para denostar a todo aquel que exhiba diferencias ideológicas con la rígida doctrina impuesta por el oficialismo.

A partir de entonces y so pretexto de neutralizar la existencia de “perversos” multimedios que buscarían desestabilizar las instituciones, el gobierno fue construyendo su propio monopolio mediático, el cual hoy abarca todo el dial de la radiofonía y la grilla televisiva, con contadas excepciones.

Surgió entonces un ícono de la cultura hegemónica del kirchnerismo, que constituye un verdadero escándalo moral e institucional. Me refiero a “6,7, 8”, programa mediante el cual el canal estatal - impúdicamente autocalificado de "público" - se dedica a exaltar hasta extremos grotescos al fallecido Néstor Kirchner y a su cónyuge supérstite, y a ultrajar de la manera más burda a los adversarios políticos o a simples personas independientes que aún no han visto la luz irradiada desde Río Gallegos.

Las mofas y las burlas son el pan de cada emisión, y los panelistas se solazan entre ellos con sus ocurrencias. Un coro de adulones los aplaude y viven felices.

Es claro que otro camino no les queda. Recordemos que el día que quisieron salir de su formato y disfrazarse de pluralistas, no les fue nada bien.

Ello sucedió cuando se les ocurrió invitar, para despedazarla, a una intelectual no kirchnerista, Beatriz Sarlo. Como la jugada era riesgosa, reforzaron el panel habitual con dos de los sumos sacerdotes del hermético "Modelo", el filósofo oficial Ricardo Forster, y el Zar de los Medios kirchneristas, Gabriel Mariotto.

El resultado fue aplastante. Sarlo, ella sola, les ganó por knock out. Quedaron tan aturdidos que nunca más volvieron a su cerrazón ideológica.

Ni la jerga pseudofilosófica de Ricardo Forster ni la vulgar obsecuencia de Gabriel Mariotto ni las bobadas de Orlando Barone pudieron oponer alguna resistencia a la serena y profunda crítica de Sarlo. Desmontó de un solo golpe verbal toda la puesta en escena trucha de ese ariete del autoritarismo oficial. A Barone, que la acusaba, como si se tratara de un delito, escribir en La Nación o Clarín, le dijo: "Conmigo no, Barone"; y le recordó su voluble pasado. Barone enmudeció. La frase de Sarlo se convirtió así en un "hit" en las redes sociales.

Es que el edificio argumental kirchnerista está sostenido en la falacia y, en cuanto se la comprueba, se cae como un castillo de naipes.

Por eso, advirtieron inmediatamente que era mejor no innovar y no convocar a voces extrañas al credo oficialista, ese que cada vez se vuelve más oscurantista e ininteligible, como lo demostró luego de las elecciones porteñas y santafesinas, Horacio González.

El pintoresco director de la Biblioteca Nacional, el mismo que el mismo que quiso prohibir que se prohibiera la participación del último Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, en la Feria del Libro, primero nos retó a los porteños, por no votarlo a Filmus y luego arremetió contra el candidato a gobernador de Santa Fe por el PRO, Miguel del Sel.

Según este moderno gurú, que no enaltece el alto cargo que en su hora ocuparon Paul Groussac y Jorge Luis Borges, la presencia electoral del actor del significaba el total vaciamiento de la palabra política.

Decía González, con esa prosa que difícilmente pueda seducir a algún votante común, que a la primera frase ya cambió de canal: "Aparece una transparencia supuesta con la cual un supuesto candidato proveniente de las filas del humorismo y de ciertos programas de TV puede decir que barre con todas las mediciones políticas y formas de expresión, y, entonces, se declara una relación directa entre el votante y el político que le toca el timbre. Esa transparencia oculta oscuras operaciones encuestológicas trianguladas con otros países con las cuales se lo hace aparecer a Filmus conectado con episodios oscuros".

Hay una recurrencia a la palabra "oscuro", tal vez como reflejo involuntario del hermetismo de la parrafada de González.

Es que ese es el estilo de Carta Abierta, extraño en la forma y en el fondo.

Otro ejemplo desopilante lo tenemos en este pasaje de un documento emitido días antes de las elecciones porteñas, referido a Buenos Aires:

"Porque en ella vive el país, es territorio que habitamos los que venimos de todas las provincias y en el que constituimos un trazo nuevo de lo común. Porque en esta ciudad está, aún soterrado o ghetificado, lo indígena, y su murmullo no cesa."

Acaso el murmullo indígena, incesante, no les permitió oír a estos intelectuales la palabra lisa y llana de los reales habitantes de la ciudad.

Pero este avance avasallador del pensamiento único no se detiene: el kirchnerismo es hoy objeto de adoctrinamiento en nuestras universidades.

He aquí uno de los puntos del programa de una materia introductoria de la recientemente creada Universidad Nacional de José C. Paz:

"El triunfo de Cristina. La aparición de la soja, instrumento de la reacción política de la Sociedad Rural. Dos modelos políticos, como puja de dos intereses de clase. La desaparición física de Néstor Kirchner y el resurgimiento de la conciencia política de la juventud. El kirchnerismo como etapa superior del peronismo."

Además de nefasto, el texto es patéticamente jocoso.

Así, la soja es, ya desde el título, "un instrumento de la reacción política de la Sociedad Rural".

¿La Rural inventó la soja? Y, en todo caso, ese feroz instrumento, ¿fue rechazado por el kirchnerismo? Más bien, el programa podría decir: "La aparición de la soja, milagrosa fuente de Maná para la supervivencia del populismo K".

Asombra la puerilidad del "relato", cuyo final es a toda orquesta: "El kirchnerismo como etapa superadora del peronismo", parafraseando a Lenin y sus referencias al imperialismo.

Estos contenidos todos masticaditos ya desde su enunciación serían absurdos hasta en un curso en una unidad básica. Pero que sean parte del programa curricular de una universidad nacional es algo infame.

La Universidad es, por esencia, un lugar de búsqueda de la verdad, no un centro de adoctrinamiento.

Este es el clima cultural que se nos está imponiendo. Mientras tanto, algunos "opositores" siguen haciéndose los distraídos.

Abogado y periodista
jrenriquez2000@gmail.com
Twitter: @enriquezjorge

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