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Khadafi se escribe con “K” (2ª parte) - por Eduardo Juan Salleras

SOMOS LO QUE QUIEREN QUE SEAMOS
Por Eduardo Juan Salleras
25/09/2011

Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente

Con mi mujer hacemos semanalmente muchos kilómetros juntos en el auto. Si no estudiamos inglés, si en la radio no hay nada interesante (hay muy poco), entonces es el momento de leer un libro: ella lo lee y yo la escucho.

Terminamos uno muy interesante en el que narra la vida de una sociedad moderna con una actualidad increíble, fue escrito en la década del 40 del siglo XX.

Comentamos durante su lectura, si no había demasiada similitud con lo que pasa hoy, desde luego que todavía falta para llegar a ese nivel de esclavitud política, bueno, solamente hay que profundizar el modelo.

… “El Partido enseñaba que los proles eran inferiores por naturaleza y debían ser mantenidos bien sujetos, mediante la aplicación de una cuantas reglas muy sencillas. En realidad se sabía muy poco de los proles. Y no era necesario saber mucho de ellos… Dejándoles en libertad como ganado suelto en la pampa Argentina, tenía un estilo que parecía serles natural… Las mezquinas peleas entre vecinos, el cine, el futbol, la cerveza y sobre todo, el juego, llenaban su horizonte mental. No era difícil mantenerlos en raya. Unos cuantos Policías del Pensamiento circulaban entre ellos, esparciendo rumores falsos y eliminando a los pocos capaces de convertirse en peligrosos; pero no se intentaba adoctrinarlos con la ideología del Partido. No era deseable que los proles tuvieran sentimientos políticos intensos. Todo lo que se les pedía era un patriotismo primitivo al que se recurría en caso de necesidad… E incluso cuando cundía entre ellos el descontento, como ocurría a veces, era un descontento que no servía para nada porque, por carecer de ideas generales, concentraban su instinto de rebeldía en quejas sobre minucias de la vida corriente. Los grandes males ni los olían. La mayoría de los proles ni siquiera era vigilada por tele pantallas. La policía los molestaba muy poco… había mucha criminalidad, un mundo revuelto de ladrones, bandidos, prostitutas, traficantes de drogas y maleantes de toda clase; pero como sus actividades tenían lugar ente los mismos proles, daba igual que existieran o no. En todas las cuestiones de moral se les permitía a los proles que siguieran su código ancestral… Como decía el partido “los proles y los animales son libres”.

En este curioso libro de George Orwel (de origen Hindú) titulado: 1984, escrito en 1947, del que surgió la idea del famoso programa televisivo: El Gran Hermano, nos describe un sociedad gobernada por un poder hegemónico que controla todo, fuertemente demagógico y populista, nos narra cosas muy curiosas sobre el manejo de las masas, que si nos tomamos el trabajo de adaptarlo a ciertas conductas actuales, de algunos países latinoamericanos, encontramos, sorprendentemente: el modelo.

Dice, no textualmente, que a los proles se les hablaba del pasado, donde pasaban cosas malas, entre ellas, la opresión. Los proles eran explotados por el sistema, y debían vivir en condiciones miserables… pero seguían viviendo así… lo único que ahora eran libres, se les permitían todos los vicios anteriormente descriptos en la narración original, ahora, su condición de proles seguía igual.

O sea, el Partido les garantizaba su forma de vida primitiva, solamente les deban para contenerlos: pan y circo. Y los que no pertenecían a los prole, y que tenían aspiraciones más relevantes, a esos sí se los controlaba con la pantalla, monitoreando todos sus actos y si alguno pretendía algo más, era duramente castigado.

También tenían sus beneficios “para todos”, pero los que el Partido estaba dispuesto a darles.

La similitud con los procesos populistas actuales es tan real como alarmante, y si bien hoy tenemos algunas cosas que en otros momentos no tuvimos por razones “X”, debemos admitir – basta con preguntar a un contemporáneo – que el beneficio de nuestro esfuerzo y aciertos, es porque el Partido lo permite, nos va bien por mérito de él, no nuestro. Él es el hacedor de todas las cosas y nos lo recuerda a diario, para ello hay pantallas para todos y programas gratuitos que el mismo Partido maneja, ya que controla a uno por uno y si algo se le escapa, lo reprime. Es así que a diario y varias veces en la jornada aparece en el monitor, su figura.

Las persecuciones políticas que miramos y aceptamos con gracia, claro, porque no nos toca a nosotros; una justicia y un congreso manejado por el partido; el uso libre de los fondos públicos por parte del poder para adquirir y doblegar cualquier consciencia; las dádivas miserables para los prole y jugosas para los empresarios amigos del modelo; el abuso del poder por manos burocráticas en procura de amedrentar a los libre pensadores, a los que se atreven a discutir índices, porcentajes y cifras arrojadas sin ton ni son; el manejo del partido por una sola persona con sus secuaces; un dogmatismo tan absurdo como carente de intelectualidad que intenta alimentar un raro fanatismo; ¿no son los límites de un camino que nos conduce al autoritarismo y a la dominación?

Si se tomó el sendero, es que se está. Podremos ir más rápido o más lento, pero ahí vamos porque es a dónde conduce el camino… sólo es cuestión de profundizar el modelo.

EJS

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