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CHULEEIS (BRACEROS CHINOS) - Juan Ramón Jiménez de León



Las elites del imperio chino, a principios del siglo XIX no pudieron ni quisieron admitir las presiones para abrirse al comercio y la diplomacia con que los apremiaban las potencias occidentales y Japón. Las Guerras del Opio (1840-42 y 1856-60) abrieron por la fuerza a ese país. La ineptitud corrupta de los burócratas, la sobrepoblación, la violencia de las endémicas rebeliones campesinas y su represión (entre ellas la gran rebelión igualitaria Tai Ping ­"Paz Universal"­, de 1850 a 1864, que casi da al traste con la última dinastía china), y los estragos de las guerras civiles y la parcial ocupación extranjera, llevaron a cientos de miles de campesinos del sur de China, sobre todo cantoneses, a emigrar, muchos de ellos a América como EU, México, Centroamérica, Cuba y Perú, a Indochina, la península malaya, Australia. A tantos males se sumaron las deficientes y escasas cosechas. Las hambrunas se sucedían de una región a otra cada año. Por miles se contaban también las víctimas. Tiene pocos paralelos en la historia la cifra de la emigración china. Los braceros chinos ­ los culíes o chuleeis, que en la lengua tamil de India es "trabajador a destajo"­ eran casi siempre varones solitarios, de una frugalidad y austeridad apenas superiores a la miseria, disciplinados casi como autómatas, del todo refractarios al naciente movimiento obrero de los lugares adonde llegaban. En Estados Unidos se los recibió mal ­ por la previa fama condenatoria que les hicieron los misioneros protestantes­, y se los trató cada vez peor hasta que se prohibió la inmigración china a principios del siglo pasado. Fue cuando empezaron a llegar a México. El odio racial no requiere de razones, en los tiempos actuales, los mexicanos se quejan de discriminación en los Estados Unidos, pero vean como tratamos a los chinos, aunque siempre el racismo encuentra demasiadas salidas para excusarse. En el México de finales del siglo XIX y principios del XX los jornaleros que cosechaban algodón en Río Colorado odiaban a los trabajadores chinos porque les quitaban la fuente de empleo.

En el gran Valle de Mexicali, se quedaron asentados grandes grupos de orientales y a esas colonias se les llamaba “el chinerío”. Las autoridades sanitarias decían que los chinos eran “intrínsecamente insalubres” y que propagaban epidemias. Los jefes policiales afirmaban que eran viciosos (algunos fumaban opio) y violentos. El manifiesto de 1906 del Partido Liberal Mexicano, floresmagonista, el de más avanzada concepción ideológica, exigía prohibir la inmigración china. Los círculos maderistas sostenían que varios de sus cuadros habían sido envenenados por chinos. El gobierno de Sonora promulgó un decreto que prohibía a los ciudadanos mexicanos las uniones matrimoniales con súbditos chinos. Villa odiaba a los chinos. Obregón impulsó el surgimiento de círculos antichinos. Hacia los años 30, el hijo de mexicana con chino era calificado de “escupitajo viviente” por el racista José Ángel Espinoza. La fobia, dicen algunos autores, obedecía a un proceso de construcción de identidad nacional. Hasta 1911, los inmigrantes chinos eran dueños de prósperos negocios que ellos establecían en las ciudades mexicanas. El 15 de mayo de 1911, Benjamín Argumedo, entró en Torreón e hizo prisioneros a cuatrocientos chinos, de los cuales, trescientos tres fueron asesinados a plena luz del día por las fuerzas maderistas y sus comercios, saqueados. En 1911, la colonia china más considerable de México era la de Torreón, Coahuila. La joven ciudad de casi 20 años ­ tercer puerto ferroviario de la República Mexicana, pues allí se cruzaban las líneas del Ferrocarril Central Mexicano y el Internacional­ albergaba a 600 o 700 colonos chinos ­ en una localidad entonces de sólo 14 mil habitantes, hoy cercana al millón de habitantes sólo en Torreón, pero la amplia región conocida como La Laguna, es decir el área metro de Torreón llega al doble. En aquel entonces la gran mayoría eran trabajadores chinos eran pobres: horticultores, pequeños comerciantes, lavanderos, cocineros. Pero había también unos cuantos empresarios capitalistas: del Banco Wah Yick, de los tranvías del mismo nombre, del hotel del Ferrocarril, del Casino y Asociación Imperial China. Salvo estos últimos, que gastaban las modas de la gente acomodada de Torreón, los demás chinos se presentaban según su tradición, con la "excéntrica" camisola parda de mangas muy anchas y largas, los pantalones también anchos casi como faldas, los zapatones de lona y la centenaria coleta. Muy pocos sabían decir alguna cosa en un español en extremo deficiente. Procuraban estar juntos y de hecho no convivían con los mexicanos eran un ghetto.
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/117618.recordaran-la-matanza-de-los-chinos-de-1911.html

Esta es la secuencia de los hechos, de acuerdo con Marco Antonio Pérez Jiménez: el 9 de mayo Torreón amaneció rodeado por tropas maderistas: Benjamín Argumedo, Orestes Pereyra, Sixto Ugalde, Epitacio Rea, Gregorio García, todos bajo el mando militar de José Agustín Castro y la responsabilidad política de Emilio Madero; una fuerza atacante de entre 5 mil y 10 mil hombres, frente a los 700 soldados de la guarnición porfirista, comandada por Emilio Lojero. El asalto comenzó el 13 por la mañana y por la tarde los rebeldes ya controlaban las huertas de la periferia. Otros se apostaron en edificios céntricos, como el Casino, desde donde procuraron atrapar entre dos fuegos a las fuerzas federales. Por la noche, los maderistas, ya en poder de algunas plantaciones, comenzaron a asesinar a los trabajadores chinos que se encontraban en ellas. La madrugada del 15, Lojero y lo que quedaba de sus hombres abandonaron la ciudad en completo sigilo por el cañón del Huarache. Antes de meterle fuego al palacio municipal, algunos rebeldes hallaron unas botellas de coñac adulterado, confiscado meses antes por las autoridades, las bebieron, murieron envenenados y corrió el rumor de que se trataba de una trampa de los chinos. La masacre empezó en el restaurante de Park Jan Jong, donde fueron asesinados todos los presentes. De allí, las turbas revolucionarias van a la tienda de comestibles de Hoo Nam, en donde matan a los empleados. Luego pasan al negocio de pieles de Mar Young; el propietario, un sobrino suyo y sus trabajadores, son sacados a la calle y asesinados. Luego destruyen las tiendas de King Chow, quien logra escapar con sus dependientes. De allí, los atacantes se dirigen al negocio de Yee Hop, donde descuartizan con hachas y cuchillos a 13 personas. Al llegar al centro, asaltan el edificio donde operaban la Compañía Shangai y el Banco Chino, saquean ambos locales y destazan a los más de 20 empleados de esas empresas. En el Club Reformista Chino dan muerte a unos 16 individuos. Hacia las dos de la tarde, en las huertas de las afueras, los jornaleros asiáticos sobrevivientes son quemados vivos, y las calles del centro están espolvoreadas de cadáveres. Desde el tercer piso del Banco Chino cabezas y cuerpos completos son lanzados hacia la calle. Hasta la noche, la soldadesca victoriosa se solaza acuchillando, desnudando y destazando a los muertos y juega con brazos y piernas atados a las cabalgaduras. Emilio Madero llegó a la ciudad esa noche y ordenó detener la carnicería y capturar a los responsables. La primera directiva se cumplió a regañadientes y la segunda fue ignorada. En cambio, en los días posteriores los sobrevivientes fueron encarcelados, golpeados y despojados de sus pertenencias por los vencedores. La investigación del gobierno chino estableció en 303 el número de asesinados: 62 comerciantes, 110 jornaleros, 65 empleados, 56 viajeros y 10 desconocidos. Hay que recordar tres nombres: el de José Cadena, quien protegió a varios trabajadores de la Lavandería Oriental, el del revolucionario Leónides González, quien trató de salvar, sin éxito, la vida de cuatro chinos, y el de Cristino Hernández, quien llevó agua, pan y cigarros a los sobrevivientes de la masacre hasta la maderería en la que fueron recluidos. En las investigaciones ulteriores se estableció que “con anterioridad a la matanza, la colonia china en Torreón había sido una comunidad pacífica y aprovechada, que se atenía a la ley y que había contribuido al desarrollo material de la ciudad”. Pese a que los cabecillas revolucionarios se dijeron atacados por los asiáticos, según los testimonios recogidos por la Cruz Roja no se supo “de ningún caso en el que un soldado o civil local haya sido herido por algún chino”.

El 26 de mayo de 1911, el gobierno de Pekín envió un telegrama al gobierno mexicano pidiendo protección para sus súbditos y castigo a los culpables de la matanza. El 31 de mayo del mismo año, emitió la reclamación formal que consta de cuatro artículos los cuales demandaban, de acuerdo a una investigación realizada por los señores Owyang King y Arthur Basset representantes del Ministro Chang Yin Tang de una investigación practicada en compañía de Antonio Ramos Pedrueza”Exp. 13-2-34, Leg, I.A.E. se le pidió al Gobierno de México:
1. Solicitar la cortesía del gobierno mexicano porque los revolucionarios tiraron la bandera China en Torreón.
2. Auxiliar a las víctimas
3. Indemnizar a los chinos que perdieron sus propiedades así como castigar a los culpables
4. Otorgar garantías institucionales

Para presionar a que el gobierno mexicano iniciara las investigaciones, el gobierno de Pekín amenazó con enviar dos barcos de guerra. Esto levantó protestas de varios sectores incluyendo al gobierno norteamericano. Finalmente ningún barco chino toco suelo mexicano. El presidente Francisco León de la Barra, ofreció una indemnización de tres millones de pesos. Ya en el poder, Madero aumentó la suma en cien mil pesos. Aunque la elite mexicana (porfiristas de la vieja guardia, antireeleccionistas, futuros priistas y ahora panistas) reaccionara indiferentemente al problema, dentro de este marco de acusaciones, México firma el 16 de diciembre de 1911, un Protocolo Formal con el Imperio Chino por una indemnización por daños y pérdidas humanas por la cantidad de $3, 100,000 pesos oro con plazo de pago al 01 de julio de 1912 y con un interés anual del 6% después de esta fecha. Es importante mencionar que el documento original se encuentra en la Bóveda de Seguridad en China. El 11 de diciembre de 1911, 5 días antes de que se firmara el protocolo, el Secretario Calero establece la siguiente postura: “El señor Presidente Madero no llegó al poder supremo por medio de actos revolucionarios sino de elección efectuada de acuerdo con las leyes establecidas desde antes de la Revolución….La fuerza se empleó para eliminar la dominación del jefe del Poder Ejecutivo estimada por los revolucionarios como excedente… por lo tanto… el pago que va a hacer el gobierno mexicano, no tiene ni puede tener carácter de obligación legal sino del de un acto ex gratifica, fundado en consideraciones humanitarias” . Dos meses antes de la fecha de vencimiento, mayo de 1912, la Secretaria de Relaciones Exteriores (SRE) no ratificó el acuerdo del 16 de diciembre lo que provocó que el pago mencionado no se realizara. El gobierno Chino protesto ante el presiente Madero y al Senado. La cámara alta aprobó el nuevo protocolo el 13 de diciembre de 1912 para que se pagara el 15 de febrero de 1913. El gobierno Chino lo ratificó el 6 de enero. Sin embargo, el pago no se realizó porque Huerta inició una revuelta del Colegio Militar el 9 de febrero. Posteriormente, el 17 de febrero, el presidente Madero y su vicepresidente Pino Suárez fueron encarcelados y asesinados días después el 22 de febrero en lo que se llamo “La Decena Trágica”. Victoriano Huerta toma el poder y ratifica el protocolo de indemnización a favor del Imperio Chino sin embargo permitió que el Ejército Mexicano cometiera brutales agresiones contra la población china, el 24 de octubre de 1913, seiscientos chinos fueron acribillados en las afueras de Monterrey. Se inició el despojo de las tierras a los agricultores chinos de Durango, Chihuahua y Coahuila. En 1915, en Sonora se inició la construcción de "barrios orientales" a la manera de los ghettos judíos de Europa del Este. Cuatro mil chinos y japoneses fueron confinados en los barrios orientales. En 1916, aumentó la cifra de los internados y el gobernador de Sonora, Adolfo de la Huerta clausuró los comercios chinos y aseguraba a la gente que el beriberi, la tracoma, la sífilis, la tuberculosis y la sarna eran enfermedades propias de los chinos. El diario El Siglo de Torreón, hizo constar, en 1926, la inauguración de un club antichino: ... Los ferrocarrileros y los comerciantes en pequeño de Gómez Palacio, van a celebrar una junta para ponerse de acuerdo. La inauguración será el sábado. El comité de Torreón trabaja activamente para crear otros en diversas partes de la Comarca... En 1918, seis mil chinos fueron deportados al presidio especial de la isla María Magdalena, en el archipiélago de las Islas Marías. A pesar de la discriminación a la que eran sometidos los orientales, la inmigración aumentó en los años 20 y 30. Como la inmigración japonesa se hizo mas numerosa, se dispuso crear un presidio japonés en Baja California Norte, en tanto que dos mil chinos morían de hambre y desesperación en la isla María Magdalena. En 1923, el gobierno de Álvaro Obregón elaboró una lista de restricciones para la población china y japonesa:
1°- Los chinos no podían vender comestibles.
2°- Se prohibía la entrada de chinos a restaurantes y museos.
3°- Se prohibían los matrimonios entre mexicanos y chinos
4°- Los chinos no podían salir de los barrios después de las 12:00 horas.
5°- Se prohibía a los chinos, acceder a los puestos públicos.

No fue sino hasta 1934, cuando Lázaro Cárdenas del Río liberó a la población china. Oficialmente la campaña había terminado en 1934. Aún así, el gobierno no pudo contrarrestar la actividad clandestina de las ligas pro-raza en los estados del norte, alentadas por los gobiernos de esas entidades (Sonora, Baja California, Chihuahua y Sinaloa). En 1935, el gobernador sinaloense, Manuel Páez, arrestó a treinta jóvenes chinos, a los cuáles, después de semidesnudarlos y azotarlos, los mandó a China en barcos militares. Actualmente, la venganza china está en los poderosos supermercados Ley, que alimentan tanto a Sinaloa como a Sonora. La Campaña Antichina terminó en Sonora y Baja California en 1944, cuando los nazis fueron derrotados en Europa.

Cálculo a valor presente de la indemnización
Si tomamos en consideración la fecha en que firmó el primer protocolo con el Imperio Chino tenemos:
Monto de indemnización: $3, 100,000 pesos oro
Fecha inicial: 01 de julio de 1912
Intereses: 6% de interés anual
En aquella época 1 peso oro equivalía a 0.75 gramos y el valor internacional del oro era de US$ 49.85. Por lo que: $3, 100,000 pesos oro equivalían a $1,545,350 dólares. Solo actualizando el valor del oro que hoy (sep 2011) vale 1800 dólares la onza troy, podemos inferir que la deuda no pagada, su principal es de $55’800,000 y a una tasa del 6% anual del 1 de julio de 1912 al 1 de julio del 2012 (un siglo y un día antes de las elecciones presidenciales, si es que los narcos no las detienen antes), estaríamos hablando de una indemnización de aproximadamente 500 millones de dólares. En 1970 el Presidente Luis Echeverría decide terminar el diferendo con China. En 1971, en su intervención en la 26 Asamblea General de la ONU subrayó: “La soberanía y la integridad territorial de China es inseparable”. México votó a favor del proyecto de resolución sobre la restitución del puesto legítimo de China en la ONU y la expulsión del representante de Taiwán de la ONU. El 25 de octubre de 1971 China fue restituida en su puesto legítimo en la ONU. La Secretaría de las Relaciones Exteriores de México emitió una declaración reconociendo a la República Popular China como el único representante legítimo de China. El 16 de noviembre, el gobierno mexicano tomó la iniciativa de romper sus relaciones con las autoridades de Taiwán. Poco después del establecimiento de las relaciones diplomáticas bilaterales, en abril de 1973, el presidente Echeverría realizó una visita oficial a China con una comitiva muy numerosa. Durante su visita, fue objeto de una grandiosa recepción y una calurosa bienvenida por parte del gobierno y del pueblo de China. El presidente Mao Zedong se entrevistó con él y el primer ministro Shou en lai sostuvo 5 conversaciones con él y lo acompañó personalmente en su visita al interior del país. Los dos países firmaron sendos acuerdos comerciales. Nixon y Kissinger (y sus asesores presidenciales, George Bush, Dick Cheney, George Schultz y Ann Armstrong) odiaban a LEA por el desplante del recién encontrado petróleo en Tabasco-que no quiso compartir con USA- la prescripción legal de los Acuerdos de Bucareli de 1923, firmados por Álvaro Obregón, y porque los obligó mediante una activa política exterior tercermundista que hoy encabezan los BRICS, a negociar una salida pacifica a la Guerra de Vietnam. En el 2000 Vicente Fox los insultó al lastimar uno o varios de los milenarios guerreros de Terracota, el entonces canciller Jorge Castañeda Gutman se puso a jugar a las escondidas con el sequito foxista, luego en el Bicentenario, Felipe Calderón (mostrando las raíces nazis de su padre) los volvió a insultar con el muñeco gigante que era nada menos Benjamín Argumedo, y de nuevo, en el 2011, los vuelve a insultar recibiendo como estadista al Dalai Lama del Tibet. El Dragón Chino pronto puede reaccionar violentamente contra estos mexicanos fascistas y gobiernicolas.

Economista, Académico y Periodista
www.yumka.com
en RazonEs de Ser

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