Jorge R. Enríquez En la realidad virtual de Artemiópolis -como agudamente llamó Jorge Asís al mundo de fantasía K creado por las encuestas de Artemio López-, el conflicto del gobierno con el campo había sido superado. No, por cierto, por concesiones del gobierno nacional (eso jamás), sino porque los productores rurales, a los que los medios "monopólicos" les habían lavado la cabeza en 2008, finalmente, bien educados por los comunicadores del pueblo, y con grandes ganancias por buenos precios de los cereales y por la intervención activa del "Modelo", que derrama riqueza en cada rincón del país, habían finalmente comprendido aquel error y hoy estaban otra vez enrolados en el Proyecto Nacional y Popular. De hecho, el objetivo del Ministro de Agricultura, Julián Domínguez, había sido dar la sensación de ese nuevo clima y, de paso, destruir la unidad de la Comisión de Enlace. La realidad, otra vez, le dio un cachetazo al kirchnerismo. Primero, el sábado, un duro discurso del presidente de la Sociedad Rural Hugo Biolcatti, acompañado por sus pares de esa Comisión, indicó que no había tal "pax". Después, el domingo, los chacareros de Santa Fe se pronunciaron en las urnas de un modo categórico. Biolcatti dio un discurso que no fue meramente sectorial. Hasta podría ser calificado de "político", pero no en un sentido partidario. Habló del país en su conjunto, de la falta de institucionalidad, de la falta de horizontes claros, y se ocupó de recordar a Sarmiento en el bicentenario de su nacimiento, para salvar el olvido oficial. Al hablar de Sarmiento, Biolcatti no trajo el pasado: trajo el futuro. Pocos como el sanjuanino tuvieron una visión tan clara de un país de progreso, moderno, libre e igualitario. Y digámoslo también: Sarmiento fue un hombre honesto, que no se enriqueció por su paso por la función pública. Vivió modestamente. Su riqueza fueron los sueños de un país mejor, no los terrenos comprados a valor vil en El Calafate. Despertó a la Argentina de su siesta colonial y le mostró un futuro próspero. Hizo bien Biolcatti en recordarlo. Pensemos también en él cuando votemos el 14 de agosto. SIGUE EL INVIERNO K. AHORA, SANTA FE Hace algunos meses, cuando cundía el derrotismo entre los dirigentes de la oposición, muchos de los cuales, en términos futbolísticos se comían todos los amagues del gobierno y de sus encuestas truchas, dijimos desde esta columna que la idea de que Cristina Kirchner ya había ganado y que se impondría ampliamente sin necesidad de segunda vuelta, no tenía sustento. Señalamos, también, que luego del turno de varias provincias de menor caudal electoral, donde el oficialismo nacional por prepotencia de la caja central tenía claras ventajas, vendría la hora de la verdad con las elecciones en tres distritos grandes: Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Pronosticamos que el kirchnerismo perdería cómodamente en todos ellos y que esa situación modificaría el clima triunfalista generado por la Casa Rosada y le abriría los ojos a la sociedad en cuanto a que existen claras posibilidades de derrotar a este modelo autoritario, corporativista y decadente. Primero en Buenos Aires y el domingo pasado en Santa Fe, nuestras expectativas se vieron superadas por la realidad. Ya nos hemos referido a las elecciones porteñas. Las de Santa Fe tal vez hayan constituido una paliza mayor para el kirchnerismo, dado que se trata de un distrito en el que el peronismo siempre ha tenido una base sólida. Los números maltrataron a la Casa Rosada. Mientras el socialista Antonio Bonfatti obtenía el 38,7 % de los votos, y el candidato de PRO, el sorprendente Miguel del Sel capturaba un 35,2%, el kirchnerismo, con Agustín Rossi alcanzaba un escuálido 22 %. De inmediato desde las usinas oficiales se intentó -con inusitada mezquindad- poner toda la responsabilidad sobre los hombros de Agustín Rossi, pero no engañan a nadie: la gran derrotada es la señora de Kirchner. Rossi representaba el más puro kirchnerismo. Más aún, a diferencia de lo sucedido en la Capital Federal, la presidente se metió en la campaña en los últimos días: viajó a Santa Fe, dio un discurso proselitista y, de hecho, nacionalizó esa elección. El sorprendente caudal de Miguel Del Sel puede tener muchas explicaciones, pero sería necio negar el mérito de este comediante devenido en poco tiempo en candidato a gobernador. Cuánto voto positivo cosechó y cuánto fue el que se canalizó mediante su candidatura como expresión antikirchnerista es difícil de mensurarlo. Lo cierto es que ese voto anti K existe, y está más vivo de lo que muchos creían. Basta ver cómo votaron las poblaciones rurales. La zona sojera y la cuenca lechera del oeste y sur santafesino, que se alzaron en 2008 con toda energía contra la resolución 125, exhiben contundentes guarismos a favor de Miguel Torres del Sel, que supo capitalizar el profundo descontento chacarero hacia el kirchnerismo. Por caso, en uno de lo puntos en los que las concentraciones agrarias alcanzaron mayor dureza, la localidad de Santa Teresa, el candidato macrista obtuvo el 55 % de los votos frente al magro 12 % de Rossi. Resultados análogos se dieron en otras comarcas de la geografía santafesina que supieron ser baluartes de la epopeya del campo frente a las agresiones constantes del kirchnerismo como es el caso de Alcorta, Caseros, San Martín, San Jerónimo, San Lorenzo y Constitución. En resumen, del Sel se impuso en 10 de los 19 departamentos que conforman la estructura política de la provincia. El socialismo tuvo sensaciones agridulces. Ganó apretadamente, cuando parecía que lo haría con holgura. Y dentro del Frente Progresista Cívico y Social, la alianza que conformó con el radicalismo, como socio principal, perdió posiciones frente a esta fuerza. Un lucido análisis del destacado periodista Pepe Eliaschev, a horas de la elección, publicado por el matutino “La Nación” repara en el hecho de que los candidatos provenientes de la UCR acapararon mayores espacios en la nueva configuración política de la provincia. Tanto el vicegobernador, como el jefe comunal de la Capital, el 90 % de los intendentes y la mayoría de los legisladores del Frente Progresista llevan los colores del partido de Alem. El actual gobernador, Hermes Binner, sin dudas, ha quedado algo herido en sus aspiraciones nacionales. Tal vez sea el precio pagado por una excesiva tibieza en su oposición a las políticas del oficialismo, de lo que deberían tomar nota los demás opositores, sobre todo aquellos con chances serias de disputar la segunda vuelta. Abogado y periodista jrenriquez2000@gmail.com Fuente: RazonEs de Ser |
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