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VERIFICACIÓN TÉCNICA VEHICULAR - Por Eduardo Juan Salleras



Una ciudadanía hostigada por los burócratas
VERIFICACIÓN TÉCNICA VEHICULAR
Por Eduardo Juan Salleras, 7 de octubre de 2014.-

Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente
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Hace tiempo que quería escribir este artículo.

Hay cosas en la vida Argentina que son impuestas por el Estado o por los gobiernos, que la sociedad, sin mayor análisis, las acepta, como aquellos impuestos que se cobraban por única vez y luego se siguieron pagando por los siglos de los siglos, amén.

Cuando se inventó la Verificación Técnica Vehicular (VTV), creyeron haber descubierto la pólvora, parecía una forma de controlar que los vehículos circulan en perfectas condiciones y así evitar accidentes en las rutas.

Habría que investigar qué hay detrás de estos centros de control mecánico, porque en realidad no sirven para nada.

Si a un auto le funcionan las luces hoy, pueden dejarles de funcionar mañana.

Al momento de realizar la prueba, el auto o camión tal vez frene bien y a los pocos días no, sin embargo, ambos podrán circular durante varios meses sin que nadie los moleste.

Además, uno arregla el auto para llegar convenientemente a la verificación y la aprueba. De ahí el vehículo quedará condenado a circular por rutas destrozadas, particularmente las provinciales, en las que en uno de esos pozos pueden romper un extremo de dirección… lo envolvemos con una goma y seguimos… tal vez circule más tiempo de lo prudencial, sin embargo, la oblea seguirá adherida al parabrisas indicando que todo está bien porque ya pasó por caja y abonó este nuevo impuesto anual que crearon las provincias. La nueva patente.

La ruta nacional 7, por momentos es de ripio, sí, cuando raspan el asfalto para pegar la nueva capa de brea, queda casi de ripio, entonces vuelan las piedritas que no lograron barrer, transformándose en verdaderos balines que impactan contra las carrocerías de los autos y también contra los parabrisas.

Una vez, decidí hacer uso del cambio anual que me permite el seguro porque, no sólo tenía ya dos marcas en el vidrio, sino que una de ellas, de a poco se fue rajando. Así no se aprueba la VTV. Sin embargo, en el viaje de regreso al campo, por la misma ruta 7, en los 400 km del trayecto histórico: pin, pin… bautismo, dos nueva marcas de piedras en el estreno.

Entonces, ¿para qué sirve la VTV?

Para recaudar, habría que investigar qué hay detrás de este ridículo invento de hacerle gastar más plata a los argentinos, ya esquilmados por un Estado lleno de boquetes y algunos remiendos producidos por gobiernos espantosos, verdaderos agujeros negros a dónde van a para los dineros de los contribuyentes, que ni siquiera ven el fruto de las prestaciones básicas, como ser: educación, seguridad, salud y justicia.

Cuando los distintos gobiernos: municipales y provinciales andan mal de caja, resultado no únicamente de la corrupción propia sino de la nacional, que les niega lo que por ley tienen derecho a recibir, se ven instantáneamente los recaudadores en las rutas y en las calles, solicitándole a los automovilistas de todo, hasta la estampita de la difunta Correa.

Yo tuve un episodio bastante violento cuando me exigieron, en la ruta 7, la policía de la provincia de BS As. la Verificación Técnica Vehicular del auto de mi hija que está asentado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la cual no hay VTV, ni siquiera existen las plantas habilitadas para ello, sin embargo debe tener la oblea en el vidrio que certifique haber hecho la verificación ¿dónde?. Este asunto terminó con el secuestro de mi registro y un viaje extra a Chivilcoy a retirarlo a los 10 días, abonando una multa.

Lo que me temo, una vez que todos hayan pagado este impuesto anual para circular, más allá que al mes el vehículo ya no esté en condiciones de tránsito, como aún no han resuelto las provincias sus problemas de caja, cada una comience a exigir a los automovilista la VTV que corresponda a su provincia, entonces los parabrisas de los autos quedarán totalmente tapados por los calcomanías que lo certifiquen.

Pero como si esto fuera poco. Días pasados en el centro de Rufino, muy amablemente me pararon inspectoras de tránsito para solicitarme lo que debo llevar en el vehículo: Registro, tarjeta verde y seguro. Todo bien, entonces me pidieron la patente. Un inspector de tránsito de la provincia de Santa Fe me pide que le muestre cómo cumple mi auto con los impuestos de la Capital Federal, donde está radicado.

En poco tiempo seguro, tendremos que llevar todos los biblioratos en el baúl, para mostrarle a un agente de tránsito, del distrito que sea, que hemos cumplido con todos nuestros requerimientos impositivos, además de vacunas y aseos personales reglamentarios.

El problema de fondo está en lo siguiente: el Estado, nacional, provincial o municipal, en la última década no ha hecho otra cosa que hostigar al ciudadano, que dejó de serlo para transformarse en un súbdito. Que a pesar de cumplir con las imposiciones de los gobiernos es tratado como un sinvergüenza, cuando los delincuentes están del otro lado, casualmente ocupando puestos de gobierno – siempre hay excepciones – sin importarles un pito hoy que los vean como corruptos, ya no hacen ningún esfuerzo por disimular, como si fuera un traje a medida la corrupción para el Estado y sus funcionarios.

Los ciudadanos, súbditos de la corona o del feudo, son muchas veces maltratados por los agentes burocráticos, los que con ceño fruncido interpelan autoritariamente, sin corregir, solamente recaudando.

Existe un gran cortocircuito entre la sociedad y los funcionarios públicos, entre los ciudadanos y el Estado, porque éste hace caso omiso de los problemas que acechan a la gente como la inflación y la inseguridad. La policía que debería estar alerta en defensa de la comunidad asediada por la violencia, el narcotráfico y demás, está en la vía pública buscándole la quinta pata al gato para recaudar por derecha o por izquierda.

De eso se trata, de recaudar… ¿Hasta cuándo?

La presión sobre el habitante común hoy es tremenda.

Los accidentes en las rutas son producto más de la imprudencia y del mal estado de las mismas que de los defectos mecánicos.

¿A quién le sirve la VTV?

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