Ya nada nos sorprende
Por Eduardo Juan Salleras, 5 de noviembre de 2013.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente.
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Debo decir que no me sorprendió el fallo de la corte.
De hecho la diputada Elisa Carrió lo anticipó hace ya un tiempo, ante una ciudadanía que prefería no creer en sus denuncias, entre ellas, la de un acuerdo del presidente del máximo tribunal de justicia y el gobierno nacional.
La duda siempre estuvo en cuándo, cómo y por qué.
Dos ministros dijeron que el fallo estaba resuelto hacía dos meses. Zaffaroni en cambio dijo: hace una semana.
Hablan de 400 páginas para justificar el pecado, para resolver si cuatro artículos son o no constitucionales.
Nuestra ley fundamental es fácil y sencilla - más allá de los agregados post pacto de Olivos - sin embargo se ensombrece, desconcertando, cuando pretenden darle marco legal a una oscura cuestión política y justificar con complejas explicaciones, que enturbian la transparencia, confundiendo lo comprensible y lo peor, dando una imagen endeble de la Constitución Nacional.
Es que en la Argentina no hay tradición ni costumbre en respetarla como los mandamientos republicanos que deben darle vida institucional a la Nación.
Es común en nuestro país intentar siempre invertir la carga de la prueba. Por tanto , cada vez que necesitan violar la Constitución, empiezan argumentando que tenía los labios pintados de un rojo fuerte y una falda muy provocativa, lo que invita a la seducción y en un exceso, profanarla. Son los argumentos de los transgresores, que siempre buscan cómplices, en este caso, en aquellos que están para defenderla, los elegidos para custodiar la ley.
Y no es la primera vez.
El gobierno acusó al poder judicial de corrupto, también al Grupo Clarín por tener supremacía en los medios de comunicación y de allí inventó la ley que pretende destronarlo, supuestamente, democratizando la información. Por de pronto suena bien y quizás sea cierto, son como manzanas podridas dentro del cajón.
Pero lo que pretende desechar el oficialismo no son éstas, sino las buenas, porque quiere la caja corrompida.
Para que esto ocurra convenientemente es necesario lograr además la misma fermentación en el tercer poder. De este modo tenemos un congreso que se asemeja a un canil habitado por perros falderos que se babean al hueso más pelado. El pueblo así pierde al día siguiente de las elecciones su representante.
No hay de tal forma sistema republicano, y la democracia es solamente la escusa a la debacle.
En nuestro país se perdieron conceptos básicos para el normal desenvolvimiento de la comunidad, como ser: honorabilidad, honestidad, solidaridad… ya no se puede ser político con esos atributos, ni siquiera presidente de un club barrial.
Incluso, el exitoso empresario argentino tiene que ser un crápula, de lo contrario no será tan célebre. Todos van detrás del pillo, pero no para apresarlo sino para que les cuente.
En consecuencia corresponde el tema de la Ley de medios, la Corte Suprema, el Grupo Clarín y el gobierno.
Si la noticia se daba antes de las elecciones, la derrota hubiera sido peor.
Calcularon para 20 días después, y no soportaron el triunfalismo de la oposición, el que, por otra parte ya estaba copando de alianzas el futuro funcionamiento del congreso, en particular, con los huidos del oficialismo.
¿Qué pasa? Nadie pone un peso en la derrota y mucho menos pone la cara, por tanto, el joven maravilla Massa, acapara todas las adulaciones.
El resultado en la Corte del tema: Ley de medios, es un mensaje del poder político, llámese ejecutivo, legislativo o judicial, al espectro de los colgados del sistema, recordándoles que la batuta todavía es de los que gobiernan, más allá del hartazgo de la sociedad, demostrado con creces en las últimas elecciones.
La oposición no tuvo siquiera tiempo de festejar tamaña victoria, es por ello, que el comportamiento de la Suprema Corte es repudiable, no desde lo legal, sino desde lo político, porque más allá de las dudas sobre el tema – el Dr. Carlos Fayt, el más probo y al que nadie le puede achacar ningún interés mezquino, votó todo en contra – se prestó a esta maniobra, sabiendo claramente, que lo que estaban haciendo era, ni más ni menos, que ponerle fin a la libertad de expresión. Y no son ningunos bobos, conocían muy bien en la parodia que actuaban, sólo Fayt, más allá del bien y del mal, se expresó según lo dice nuestra Carta Magna. Lo demás quedó en la nebulosa de las negociaciones sobre la primacía.
El sistema le dio la espalda a la sociedad: ejecutivo, legislativo y judicial.
Buscará solución a todo aquello que conlleve a un efecto político y se resolverá como tal.
Es por ello que no debe tampoco sorprendernos si en los casos que nos tocan de cerca, los terrenales, como el incendio de la Escuela Primaria de Aarón Castellanos, se busque como culpable a un inimputable. A nadie le conviene un conflicto mayor, siempre y cuando no nos toque, nos raspe o nos invada nuestro espacio de dominio (no va a ser tan fácil).
Solemos decir: la política es sucia. Pero, es solamente una forma de estandarizar la problemática, porque lo que es sucio en verdad es la conducta humana, la que se desenvuelve en este ambiente, con el agravante, que son una amplia mayoría.
La ciudadanía aún no se dio cuenta… todo el mundo habla del maleficio de los argentinos, condenados a tener gobiernos desastrosos, corruptos, violentos, etc. y creen que todo esto ocurre porque la política es así.
Y así será, mientras el cajón guarde solamente manzanas podridas.
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