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Ideas fuerza de León XIII a Juan Pablo II - Hugo Cesar Renes


Saque usted sus propias conclusiones...

Pensamiento católico contemporáneo.
De León XIII a Juan Pablo II.

Revolución = transformaciones profundas y rápidas.
Revolución Industrial = cambios tecnológicos aplicados principalmente a la elaboración de materias primas.
Produjo explotación de los trabajadores asalariados.
Los trabajadores reaccionaron y así se entabló la “lucha de clases” exacerbada por el marxismo desde mediados del siglo XIX.

Entre los católicos, estos problemas formaron tres corrientes: la de los conservadores o tradicionalistas (pretendían mantener lo más posible la situación previa a la “revolución industrial y al auge del liberalismo); los liberales (aceptaban los cambios tecnológicos y mucha de la ideología concomitante, aunque tratando de corregir los abusos); y los reformistas (propiciaban la introducción de modificaciones más o menos grandes en la situación existente).

León XIII (1878-1903) elabora una serie de magistrales encíclicas: ARCANUM (1880), sobre matrimonio y la familia; DIUTURNUM (1881), sobre el origen de la autoridad política; INMORTALE DEI (1885), sobre la constitución del Estado; LIBERTAS (1888), sobre la libertad humana; SAPIENTIAE CHRISTIANAE (1890), sobre los cristianos y la Iglesia en la sociedad; pero la que debe interesarnos en manera especial es la RERUM NOVARUM (15 de mayo de 1891), referida a la situación de los trabajadores asalariados, o “cuestión social”, que significó una verdadera confirmación a la posición reformista entre los católicos.

Un nuevo impulso toma la doctrina de la Iglesia con Pío XI (1929-39). Además de las enseñanzas socio-políticas contenidas en sus encíclicas condenatorias del fascismo (NON ABBIAMO BISOGNO, de 1931), del nacional socialismo (MIT BRENNENDER SORGE, 1937) y del comunismo (DIVINI REDEMPTORIS, 1937), hay una, la más célebre, sin duda, sobre temas económicos denominada QUADRAGESIMO ANNO (15 de mayo de 1931).

El desarrollo doctrinario sigue con Pío XII (1939-58) .Posiblemente ningún Papa se haya ocupado tanto como él de cuestiones sociales y económicas.

Juan XXIII (1958-63), en su corto pontificado, enriqueció la doctrina social de la Iglesia con dos aportes de singular valor: las encíclicas MATER ET MAGISTRA (15 de mayo de 1961) trata temas económico- sociales y PACEM IN TERRIS (11 de abril de 1963) que aborda temas socio-políticos.

Pablo VI (1963-78) enriqueció las enseñanzas de sus predecesores en lo que a lo económico-social respecta, con la encíclica POPULORUM PROGRESSIO (26 de marzo de 1967) referida al desarrollo integral de los pueblos, y la carta apostólica OCTOGESIMA ADVENIENS (14 de mayo de 1971) que trata “las necesidades nuevas de un mundo en cambio”.

Juan Pablo II , que sucedió a Juan Pablo I después de su cortísimo pontificado, mostró una gran preocupación por los temas sociales, reflejados en sus encíclicas REDEMPTOR HOMINIS (4 de marzo de 1979) y LABOREM EXERCENS (14 de septiembre de 1981).

“El hombre es, y debe serlo siempre, el sujeto, el fundamento y el fin de la vida social”. (Pío XII)

“Acumulando odio y ruinas no solo no se ha logrado reconciliar a los contendientes, sino que a los hombres y partidos los ha llevado a la dura necesidad de reconstruir lentamente, con imponderable trabajo, sobre los escombros amontonados por la discordia”. (Juan XXIII 13 de junio de 1943)

“La violencia es un mal, la violencia es inaceptable como solución de problemas, la violencia es mentira, porque va contra la verdad de nuestra fe, la verdad de nuestra humanidad. La violencia destruye lo que pretende defender: la dignidad, la vida, la libertad del ser humano”. (Juan Pablo II, 29 de septiembre)

“La persona humana es el fundamento, el sujeto y el fin de la economía”. (Juan XXIII)

“En un momento en que el desarrollo de la vida económica, orientada y ordenada de manera racional y humana, podría permitir una atenuación de las desigualdades sociales, con demasiada frecuencia trae consigo un retroceso en las condiciones de vida de los más débiles y un desprecio de los más pobres”. (Gaudium et spes N°63)

JUSTICIA

“Es menester que a la ley de la justicia se una la ley de la caridad, que es vínculo de perfección (Colosenses 3,14)

“La justicia sola, observada puntualmente, puede, es verdad, hacer desaparecer la causa de las luchas sociales, pero nunca unir los corazones y enlazar los ánimos. Suponiendo que cada uno de los hombres obtenga todo aquello a que tiene derecho, siempre quedará para la caridad un campo dilatadísimo”.

“La civilización del amor repudia la violencia, el egoísmo, el derroche, la explotación y los desatinos morales”.

“La mente que se deja seducir por la concepción de la vida forjada en el “espíritu técnico” permanece insensible y despreocupada, y por consiguiente ciega; al hombre animado por dicho espíritu le faltan la calma, la serenidad y la interioridad que se requieren para conocer y apreciar dichos misterios. La consecuencia es transformar al hombre en un gigante del mundo físico, con detrimento de su espíritu, reducido a pigmeo del mundo sobrenatural”. (Pío XII)

“La familia ya no es la obra del amor y el refugio de las almas, sino un depósito desolado, o de mano de obra para la producción, o de consumidores de los bienes producidos, según las circunstancias” (Pío XII)

“El orden y la seguridad no pueden depender de un “método puramente cuantitativo” basado no en las normas de la naturaleza (principalmente la humana), sino en una organización artificial, a menudo despersonalizante”.

“Existe un peligro real y perceptible de que, mientras avanza enormemente el dominio por parte del hombre sobre el mundo de las cosas, pierda los hilos esenciales de ese dominio, y llegue a ser objeto de múltiples manipulaciones, a veces no directamente perceptibles, a través de toda la organización de la vida comunitaria, a través del sistema de producción, o a través de la presión de los medios de comunicación social” ( Juan Pablo II, Redemptor hominis, N°16)

La política:

“El demonio de la organización” es el origen y el punto de partida de la corriente que arrastra al hombre moderno a estados de angustia: su despersonalización. Se le ha quitado en gran parte el rostro y el nombre; en muchas de las más importantes actividades de la vida ha quedado reducido a mero objeto de la sociedad, porque ésta, a su vez, se ha transformado en un sistema impersonal, en una fría organización (¿acumulación?) de fuerzas”. (Pío XII)

John Maynard Keynes (Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, 1936) expone su propia explicación de los ciclos económicos o la alternancia de los períodos de prosperidad y depresión.
Las prácticas keynesianas se traducen, generalmente, en un intervencionismo estatal más o menos sistemático en el campo económico que puede llegar a traducirse en un “Estado providencia”, que se ocupa de todo y reglamenta todo.

“En el proteger los derechos particulares, débese tener en cuenta principalmente los de la clase pobre. Porque la clase de los ricos se defiende con sus propios medios y necesita menos de la tutela pública; mas el pueblo pobre, falto de riquezas que lo aseguren, está peculiarmente confiado a la defensa del Estado. Por tanto, el Estado debe abrazar con cuidado y providencia peculiares a los asalariados, que forman parte de la clase pobre en general”. (León XIII, Encíclica Rerum novarum N°28)

“Toda acción de la sociedad debe, por su naturaleza, prestar auxilio a los miembros del cuerpo social (individuos y sociedades menores), nunca absorberlos y destruirlos”. (Pío XI)

TRABAJO

“Salta a la vista que en nuestros tiempos no solamente se acumulan riquezas, sino que se crean enormes poderes y una prepotencia despótica en manos de muy pocos. Muchas veces no son éstos ni dueños siquiera, sino depositarios y administradores, que rigen el capital a su voluntad y arbitrio” (Quadragesimo anno, N° 39)

“No se podría permitir que ciudadanos provistos de rentas abundantes, provenientes de los recursos y de la actividad nacional, las transfiriesen en parte considerable al extranjero, por puro provecho personal, sin preocuparse del daño evidente que con ello infligirían a la propia patria” (Populorum progressio, N° 24).

“Es gravísimo abuso, y con todo empeño ha de ser extirpado, que la madre, a causa de la escasez del salario del padre, se vea obligada a ejercitar una actividad lucrativa, dejando abandonados en casa sus peculiares cuidados y quehaceres, y, sobre todo, la educación de los hijos pequeños. Ha de ponerse, pues, todo esfuerzo en que los padres de familia reciban una remuneración suficientemente amplia para que puedan atender convenientemente a las necesidades domésticas ordinarias” (Pío XI)

“A las trabajadoras se les debe, por la misma prestación de trabajo, en igualdad de rendimiento, el mismo salario que al trabajador” (Pío XII 15 de agosto de 1945)

“El trabajo es prerrogativa de los seres humanos, su remuneración debe ponerles en condiciones de vivir como corresponde, haciendo frente a todas sus obligaciones, a todas las necesidades de la existencia” (Juan Pablo II, 26 de abril de 1979)

Sindicatos

“Cuidad de que el sindicato no se desvíe de su propio campo (tutelar los intereses del trabajador asalariado representando y defendiéndolo en los contratos de trabajo para obtener mejoras tanto en los bienes del alma como en los del cuerpo, para conseguir un honesto bienestar de vida) transformándose en un instrumento de lucha de clases o de intereses de partido” (Pío XII, 15 de agosto de 1945)

“Es tiempo de abandonar las frases vacías y de pensar en un nuevo ordenamiento de las fuerzas productivas de la nación. En efecto, por encima de la distinción entre dadores y prestadores de trabajo, sepan los hombres ver y reconocer aquella unidad más alta que liga entre sí a todos los que colaboran en la producción, vale decir, la unión y la solidaridad en el deber que tienen de proveer juntos establemente al bien común y a las necesidades de la comunidad. Que esta solidaridad se extienda a cada rama de la producción, que llegue a ser el fundamento de un mejor orden económico, de una sana y justa autonomía, y abra a las clases trabajadoras el camino para adquirir honestamente su parte de responsabilidad en la dirección de la economía nacional” (Pío XII)

“Es preciso ahora que empleéis los medios para asegurar la participación orgánica de todos los trabajadores, no sólo en las utilidades de su trabajo, sino también en las responsabilidades económicas y sociales de las que depende su porvenir y el de sus hijos” (Pablo VI, 10 de junio de 1969)

“Tanto más debe propugnarse y realizarse la difusión de la propiedad en un tiempo como el nuestro, en el cual los sistemas económicos de un número creciente de comunidades políticas están en camino de rápido desarrollo; por lo cual, si se utilizan recursos técnicos de comprobada eficiencia, no resulta difícil promover iniciativas y llevar adelante una política económico-social que aliente y facilite una más amplia difusión de la propiedad privada de bienes de consumo durables, de la habitación, de la tierra, de los enseres propios de la empresa artesana y agrícola-familiar, de acciones de las empresas grandes o medianas, como ya se está practicando en algunas comunidades políticas económicamente desarrolladas y socialmente avanzadas” Juan XXIII.

“Se requiere que a los hombres investidos de autoridad pública, presida y gobierne una sana concepción del bien común; concepción que se concreta en el conjunto de las condiciones sociales que permiten y favorecen en los seres humanos el desarrollo integral de su persona (Juan XXIII)

“No cabe duda alguna acerca del deber de cada ciudadano de cargar con una parte de los gastos públicos; más el Estado, por su parte, como encargado de proteger y promover el bien común de los ciudadanos, tiene la obligación de repartir entre éstos únicamente las cargas necesarias y proporcionadas a sus recursos” (Pío XII en un discurso que dirigió a los congresistas de la Asociación de Derecho Financiero y Fiscal el 3 de octubre de 1956)

“Verdad es que a nadie se manda socorrer a otros con lo que para sí o para los suyos necesita, ni siquiera dar a otros lo que para el debido decoro de su propia persona ha menester; pues nadie está obligado a vivir de un modo que a su estado no convenga. Pero satisfecha la necesidad y el decoro, deber nuestro es con lo que sobra socorrer a los indigentes” (León XIII, encíclica Rerum novarum N° 19)


“La muchedumbre inmensa de proletarios, por una parte, y los enormes recursos de unos pocos ricos, por la otra, son argumentos perentorios de que las riquezas, multiplicadas tan abundantemente en nuestra época, llamada del industrialismo, están mal repartidas e injustamente aplicadas a las distintas clases” (Pío XI, encíclica Quadragesimo anno N° 26)

En azul y blanco, Hugo Cesar Renes, políticamente candidato a nada.
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