QUE MANERA DE ARRUINARNOS LA VIDA - Por Eduardo Juan Salleras

El tiempo pasa
QUÉ MANERA DE ARRUINARNOS LA VIDA
Por Eduardo Juan Salleras, 27 de enero de 2015.-

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Se hace muy difícil ser argentino, es como sufrir en el paraíso.

Había iniciado un muy buen período de vacaciones. Un descanso absoluto en Solís, Uruguay.

Pocas veces logré relajarme tanto, tal vez nunca estuve más necesitado que ahora o quizás las cosas de mi vida hayan quedado en mejores manos.

Pero fue ese miércoles que conocí a Nisman viendo el programa “A dos voces” en TN, escuchando su denuncia y luego, al lunes siguiente, enterarme de su muerte. A partir de ese momento cambió mi veraneo.

Si bien, siendo argentino, debería estar acostumbrado a que en enero ocurren todas aquellas cosas indeseadas para el país, aprovechando la distracción de la gente, a espaldas del pueblo cuya atención está en otra cosa. Pero, lo del fiscal de la causa AMIA, su denuncia y su muerte, es lo más fuerte que viví en política desde el renacimiento de la democracia.

Casualmente, fue un enero de 2013, dos años atrás, valiéndose del momento de distención de una sociedad cada vez más contracturada, que se aprueba a las apuradas en el Congreso, sin apoyo de la oposición, el memorándum con Irán.

Tuvieron que esperar la muerte de Néstor Kirchner para llevarlo adelante, porque él no estaba de acuerdo.

Ahora estamos muy mal, y si bien creo que el oficialismo no aprueba una contienda electoral más, dudo seriamente que dejen el poder.

Los que alguna vez tuvimos un deseo de grandeza republicana y sentimientos patrióticos, hoy se hacen polvo contra la realidad, las esperanzas se transforman en ilusiones y éstas en quimeras.

Vine a Solís, un lugar soñado, de suma tranquilidad, a descansar… hace varias noches que interrumpo su ejercicio, transformando el sueño en pensamientos.

Me levanto silenciosamente para no molestar a nadie y busco un lugar en la casa donde no me escuchen. Luego pretendo recuperar el tiempo con una corta siesta, logrando apenas cerrar los ojos y pensar, seguir pensando.

No sé si siento asco, desilusión o impotencia.

Y no me sorprende lo que ocurre, es como si estuviera esperando el momento que pase una y otra barbaridad.

Sí me alarma el comportamiento de la sociedad a la que pertenezco.

Mi proyecto literario para estas vacaciones era otro.

Vine con la idea de escribir cosas distintas, incluso tengo terminado un artículo sobre éste maravilloso lugar y los horribles acontecimientos me obligaron a guardarlo.

Debía trabajar sobre textos de un posible libro, al diablo el proyecto, si no es una cosa es otra, y para distraerme, mientras miraba el mar por horas, pescando o sin hacer nada, jugaba para distraerme con el esquema literario de una probable novela.

Pretendí así escapar con la imaginación al momento, pero volvía… y vuelvo.

Me encantaría vivir en un país normal, ¿es mucho pedir?

Nos va pasando la vida, para nosotros y para el país. Quedaron atrás los vientos de cola, el precio de la soja… pasaron 30 años de la vuelta a la democracia para llegar a esto, un insufrible gobierno despótico.

Este será un año trascendental para la Argentina, más allá del proceso electoral.

El país necesita que su ciudadanía despierte del letargo, abandone su autismo, su egoísmo, para pensar en el todo, en la Nación. ¡Ojo! Están pasando cosas muy feas.

La Argentina tiene solamente dos recursos escasos, de lo demás le sobra todo: dirigentes y tiempo.

Lo primero es reflejo de la sociedad – cambiemos - y perder el tiempo es una costumbre para nosotros.

Recuerdo hace unos años, un lector me criticó porque veía sólo las cosas malas y que no le daba un plazo prudente a este gobierno, me escribió a su vez que no leería más mis artículos… “prefiero perder un lector y no todas mis convicciones”, le respondí.

Los hechos son gravísimos y son pura responsabilidad de quien tiene que gobernar, y si pretende eludirla, es un gobierno irresponsable.

El tiempo dirá quién es culpable.

Mientras tanto: Argentinos a las cosas.

Se termina mi temporada de descanso, me da “fiaca” volver. Me agobia pensar en los mismos problemas de siempre, en vivir en la intemperancia. El uruguayo es una persona serena y amable, nosotros también fuimos así… ojalá volvamos a serlo.