EL NUEVO MODELO: la dictadura - por Eduardo J Salleras

Se acerca el final.
EL NUEVO MODELO: la dictadura
Por Eduardo Juan Salleras, 15 de Mayo de 2013.-

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Debería estar escribiendo sobre el otoño en el campo. Cuando mi padre diseñó el parque, se ocupó especialmente de esta estación donde los árboles cambian el color de sus hojas en una gama que va de amarillo a naranja, y de éste al marrón, dejándolas caer al suelo de a poco, cubriendo el césped con una alfombra espesa pero liviana, que uno a veces pretende barrer, aunque será el próximo humus que fertilizará su suelo, cuando se descompongan con la humedad y el tiempo, porque el árbol le devuelve a la tierra lo que tomó prestado de ella.

Es una estación muy especial y me gusta, particularmente romántica, comienzan los fuegos, más para secar los ambientes que para dar calor y nos manda a guardar más temprano porque los días comienzan a acortarse.

Sin embargo no puedo dejar de escribir sobre política, porque nuestro país no descansa en este rubro. No porque ocurran cosas importantes sino aberrantes. Trascendentes desde el horror institucional, pretendiendo el gobierno dar por finalizada la República, reformando su Constitución Nacional con una ley, empujando hacia el fondo lo que no es oficialista y ellos, como han dicho repetidas veces sin sonrojarse, yendo por todo.

Y ya vimos por ejemplo lo que es ir por todo con la corrupción, robándole a la pobreza la dignidad y el futuro, a los jubilados sus ahorros y el bienestar inmediato, a las provincias su coparticipación y sus derechos federales… En definitiva, a todos algo nos robó. O cuando el patotero impune, o cuando los legisladores votan cualquier cosa que les indica el ejecutivo sin hacer el más mínimo esfuerzo intelectual… hasta mi perro “Cacho” sabe levantar la mano cuando se lo piden.

De esto se trata.

En octubre la ciudadanía deberá elegir sus representantes. Mudar en la cámara el 50% de los legisladores y este gobierno ha hecho de tan honorable cargo Constitucional, el más despreciable modelo de obsecuencia y obediencia, que no pretende otra cosa que desprestigiar al Sistema Republicano. Y como no puede hacer lo mismo con el tercer poder: La Justicia - utilizando a diputados y senadores (sumisos y comprados) - transformarla en una herramienta más del nuevo modelo: EL TOTALITARISMO.

Porque la meta es la DICTADURA y el premio: LA CORRUPCIÓN.

Vamos, indefectiblemente hacia un barranco, sin saber cómo frenar la marcha. Sí somos conscientes del final, pero estamos como poseídos, y más allá del resultado no logramos corregir la condena.

¿Qué diferencia hay entre un gobierno de FACTO con uniforme militar y otro con disfraz de republicano?

Uno al menos es auténtico y el otro en cambio, es un engaño, un impostor.

¿Cuál es la urgencia de todas las medidas que está IMPONIENDO el gobierno a los castañazos? Sabe que las próximas elecciones no puede ganar, por ende, se acabaría el gobierno de su majestad, sin verse, hasta el momento, ninguna figura que la reemplace en sus huestes. Solamente la trampa electoral podría darles el beneficio del triunfo porque la gente está harta, pero lo que más los empuja a la desgracia, es la economía, la que está siendo manejada hace varios años por inexpertos furiosos y antojadizos, dejando hilachas de las riquezas del país, al menos, las que se salvaron de ser robadas.

¿Cuánto más va a durar esto? No es ese el problema, sino que va a quedar, cómo se arregla y qué costo social y político tendrá.

No es justo no poder tener un siglo de tranquilidad. Tenemos un país rico que ha sido saqueado por todos lados desde hace años, siendo tal vez el último tiempo, el más grave.

Estamos preocupados últimamente en no perder el empleo, en tener o no trabajo; impacientes por la empresa; alertas a que no nos mate la inseguridad; a que no nos afecte la inflación; angustiados en no perder la salud para no caer en un lastimoso hospital o que el invierno no sea tan frio; en que los maestros no hagan mucho paro; que no llueva tanto como para morir ahogados; atentos a que el tiempo pase con el menor daño.

Los que ocupan el poder van derrocando a cada una de las instituciones de la nación, de acuerdo a su ambición.

Está fugitiva la República y sus ciudadanos exiliados en su propio país.

La justicia se esconde temerosa, al tiempo que los representantes del pueblo, los legisladores, negocian con la avaricias su tarifa, sin importarles valor moral alguno, solamente la moneda.

Y no menos corruptos son aquellos que comen de la mano del deshonesto, como también los que miran hacia otro lado refunfuñando al alarmista… y también aquel perezoso incapaz de construir su vida.

Los partidos políticos han hecho de la democracia una pocilga, ignorando u olvidando que hubo tiempos en que estuvieron prohibidos. Y se necesitaron 30 años de experiencia republicana para devolverle el poder al tirano, de la mano del voto, mostrando la peor versión del lobo, debajo de un cuero de oveja.

Es la misma sociedad que miró para otro lado cuando el facto ocupó el gobierno la que hoy se desentiende cuando el déspota popular en el mismo sitio y con el mismo argumento: la patria, va por todo, cuando a cara descubierta asalta a la comunidad e impone sus condiciones.

Y la miseria está contenta, la de arriba y la de abajo. Tanto, ricos miserables como pobres desdichados, unos convencidos por su propia ambición y los otros, por el relato, compraron la hipótesis que no puede haber otra cosa que lo malo, a cambio de subyugarse al dictador.

En la vida institucional del país todo huele mal y no es abono. Es caca que ni siquiera sirve para fertilizar. Porque estos políticos no son como aquellas hojas que cumpliendo su ciclo caen al suelo generosas para enriquecer la tierra de la patria, sino son como esas plantas parásitas que se sirven de todos hasta la muerte.

Estamos en la antesala del final… de la República Argentina o de… el nuevo modelo.

EJS
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