Por Carlos Tórtora para el Informador Público
La elección de ayer en Córdoba hirió a varios presidenciables pero no benefició claramente a ninguno. Hermes Binner salió debilitado con la derrota de Luis Juez, luego de que la otra plaza fuerte del Frente Amplio Progresista, la Capital Federal, se derrumbara con los malos resultados cosechados por Pino Solanas en la elección del pasado 10 de julio. Por su parte, Ricardo Alfonsín necesitaba una gran elección de Oscar Aguad para reforzar su caudal para las primarias y perdió la oportunidad. Con respecto a los beneficiarios, la ambigüedad de De La Sota con respecto a la Casa Rosada, impide que CFK se adjudique su triunfo, así como tampoco Eduardo Duhalde puede acreditar su paternidad sobre los resultados de ayer.
Los que esperaban ayer una señal que alumbrara las tendencias para las primarias, se encontraron con lo contrario. La incertidumbre va en aumento porque, en realidad, nadie puede precisar si las victorias de los oficialismos en Capital, Santa Fe y Córdoba implican o no un alto nivel de conformidad con la gestión de CFK.
La recomposición del poder peronista
Sí serían, en cambio, significativas las consecuencias de la elección cordobesa en el esquema de poder peronista. Hasta ayer, Daniel Scioli era la figura excluyente del peronismo no kirchnerista con proyección para el 2015. Ahora se vería obligado a compartir el escenario con De La Sota que, debido al peso específico de Córdoba, resurgiría tal vez como el vocero del peronismo del interior.
Es temprano para especular acerca de si De La Sota y Scioli competirán por la candidatura presidencial del peronismo en el 2015. Pero esta posibilidad se instaló automáticamente ayer, lo que ya implica una señal de advertencia para el ex motonauta.
Con respecto a CFK, de ganar su reelección, se encontrará con que los cuatro grandes distritos del país seguirán en manos de gobernadores totalmente ajenos al kirchnerismo y, en los casos de Córdoba, Buenos Aires y Capital, con claras ambiciones presidenciales. Esto, a su vez, recortaría bastante los márgenes políticos de una presidente que ya no tendrá posibilidades de reelección. Sin duda alguna que, desde el punto de vista de la composición interna del poder peronista, a Cristina le hubiera convenido más que ayer hubiera ganado Luis Juez. A ocho años de haber tomado el poder, el kirchnerismo no pudo -y lo más probable es que ya no pueda- controlar los grandes distritos, quedando limitado a su club de gobernaciones menores.
En otro orden de cosas, Mauricio Macri puede anotarse entre los perdedores de ayer. No por nada el PRO había apostado a Oscar Aguad. Una derrota del PJ hubiera facilitado el camino para que el macrismo se convirtiera en el eje de un armado futuro con el peronismo no kirchnerista como socio menor. El “cordobesismo” que planteó ayer De La Sota es una barrera que restringe el crecimiento del PRO, que avanzó en Santa Fe con Miguel del Sel.
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