A poco más de quince días de realizarse las elecciones nacionales la señora Apatía es dueña y señora de todas las encuestas. La situación tiene su explicación. El kirchnerismo reinante, una suerte de depredador serial de los fondos públicos infinitamente superior al menemismo del cual es hijo pródigo por capacidad y por ser veinte años más joven, se siente respaldado por el 50% de los electores que lo votó en ese gran timo inmoral y anticonstitucional denominado "internas abiertas, simultáneas y obligatorias". Por su parte, los restos del naufragio llamado "oposición", un rejunte de voluntades que en la mayoría de los casos se asemejan a noveles PyMEs atendidas en exclusividad por sus propios dueños, como antes lo hicieran Solanas y Macri, se ha bajado de la carrera presidencial para calzarse las llantas y caminar unas treinta cuadras por día con una botella de agua mineral en la mano, máximo esfuerzo que le permite su organismo. Aunque mirando bien la foto de la publicidad que muestra a Hermes Binner y su coequiper vicepresidencial, no parece que se encuentren en condiciones de realizar esfuerzo alguno.
Pero el aburrimiento no es de destacar en la tierra del nuevo proyecto nacional, proyecto que, es bueno recordar, falla en su primera necesidad: la del abastecimiento energético, provisión que debería ser de origen nacional, se entiende. Hay faena para todos los gustos. Significativas, como la de criticar a Messi porque no canta el himno, la compra de zapatos de la Presidente en su visita a los Estados Unidos vía asistencia a la ONU, criticar el empleo de la pena de muerte en muchos distritos de ese país, la revuelta estudiantil en Chile, la crisis en Grecia o la inacabable ocupación de los empleados televisivos y radiales del gobierno acerca de la supuesta relación de la Alfano con Emilio Massera. Han quedado por el momento fuera de la programación orquestada por el ministerio de la Distracción Pública y Afines, la campaña contra el Grupo Clarín. Pero volverá. Aquí todo vuelve tal como era en su versión primogénita, sin Photoshop ni reciclaje. A lo criollo, nomás.
Los jueces están marchando a la cabeza en la lista de popularidad ciudadana. Los Kirchner los han obligado a salir de sus despachos para apoyar el "modelo". Ahora hablan hasta por los codos con el periodismo porque no se estila más que lo hagan a través de sus sentencias. Puede ser en los tribunales, en las entradas de sus viviendas o en estudios radiales y televisivos. También cantan y bailan en fiestas populares con artistas populares y buscan el aplauso de la tribuna. Se han vuelto, en síntesis, populares. Pero expuestos, también, como cualquier jugador de fútbol, vedete o político, al escarnio público. No compartimos esta actitud pero tampoco nos da asco como diría el "progre" Páez.
Atrás han quedado dos siglos de silencio y recogimiento. Los tiempos cambian y quien no lo entiende así, está out, fuera del circuito de la comprensión de lo novedoso. Así como los terroristas de ayer fueron convertidos en jóvenes idealistas, hoy se puede fumar marihuana libremente en las calles y mañana será en los bares; hoy, un grupito de culos sucios puede usurpar un colegio, mañana nombrará al personal directivo; hoy, son secuestradas mujeres a granel por la trata, mañana las madres deberán entregar a sus hijas obligatoriamente a las redes a los doce años; hoy, la homosexualidad es promocionada, mañana será obligatoria. Sobre este último punto es poco edificante el jocoso comentario que se tiene de la justicia local en los países limítrofes. Conocedores y fieles seguidores de todo lo que acontece en Argentina, en esos lugares se afirma que la justicia argentina no es ni garantista ni de mano dura: es. gay. Todo cambia. Y hay que ponerse a punto.
Sin embargo, somos de creer que cuando los máximos responsables del gobierno deben exponerse una y otra vez ante la opinión pública, algo anda mal tirando a peor. Máxime cuando se es el número uno de cualquier área del gobierno. Recuérdese sino al Canciller abriendo en personas valijas diplomáticas de los Estados Unidos. Hace poco, Ricardo Lorenzetti, presidente de la Corte Suprema, ante denuncias de la oposición política de fraude en las internas abiertas, salió a la palestra como si fuese el jefe de Gabinete y defendió la forma en que se había desarrollado el escrutinio al decir que "si hay errores se deben corregir", pero que "los resultados no están en cuestión".
La parcialidad manifiesta del titular de la Corte no se condice con lo que le sucedió recientemente a otro juez, José María Pérez Villalobo, que fue separado en Tucumán por los otros dos jueces del Tribunal cuando debía integrar la terna de otro juicio por delitos de lesa humanidad. Sus colegas lo consideraron imparcial debido a que los abogados de la defensa lo tildaron de falta de objetividad por haber jurado por las víctimas de Trelew y haber marchado por el Día de la Memoria en 2009.
¿Actuaron bien o mal esos jueces? ¿Debería prohibírsele a un marxista ocultar su ideología? ¿Acaso no son los liberales de derecha quienes se cansan de proclamar que darían la vida por permitir que otros (en este caso el juez) expresen sus ideas. Eso sí, los de izquierda no opinan lo mism ¿será porque no lo permitirían (ni dar sus vidas ni que otros formulen sus pensamientos)? Y hace horas, Mario Jaime Kestelboim, defensor general de esta Ciudad más o menos autónoma del poder central, acaba de nombrar al juez Roberto Gallardo como su defensor adjunto quien publicita en su despacho una imagen del Che Guevara, ícono mundial de la democracia, el sistema republicano y la no injerencia de los estados en asuntos de otros.
Kestelboim no es un desconocido. Es uno de los tantos personajes de los tullidos 70. Durante el terrorismo de Estado del gobierno de Héctor Cámpora, la universidad sirvió como refugio y reclutamiento de guerrilleros y militantes de base. Rodolfo Puiggrós, uno de los tantos comunistas infiltrados en el peronismo a través de lo que se llamó mundialmente entrismo, a la sazón nombrado rector de la Universidad de Buenos Aires, designó a Kestelboim, por entonces un importante jefe de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), decano de la Facultad de Derecho, casa de estudios que terminó de convertirse en un verdadero santuario terrorista.
Kestelboim no es un desconocido. Es uno de los tantos personajes de los tullidos 70. Durante el terrorismo de Estado del gobierno de Héctor Cámpora, la universidad sirvió como refugio y reclutamiento de guerrilleros y militantes de base. Rodolfo Puiggrós, uno de los tantos comunistas infiltrados en el peronismo a través de lo que se llamó mundialmente entrismo, a la sazón nombrado rector de la Universidad de Buenos Aires, designó a Kestelboim, por entonces un importante jefe de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), decano de la Facultad de Derecho, casa de estudios que terminó de convertirse en un verdadero santuario terrorista.
Es necesario aclarar que el "peronismo" de Kestelboim se cristalizó en 1985 cuando se afilió al Partido Justicialista de Capital Federal y que la aceptación del acuerdo como Defensor General de la Ciudad de Buenos Aires tuvo en febrero de 2007 el apoyo de los diputados pertenecientes al partido que lidera el jefe de Gobierno Mauricio Macri y de Ricardo López Murphy que, como se sabe, son hombres de "derechas", todo lo contrario a CORREO DE BUENOS AIRES, fiel seguidor de las enseñanzas de Pol Pot.
De manera que parece que los jueces están en todo su derecho de expresar sus ideas y defenderla con la militancia activa, tanto como propuso hace poco el presidente de la Agencia Nacional de Noticias (Télam) a los periodistas adictos al gobierno que ya son incontables. Así lo hicieron en su momento otros dos jueces de la Corte. Carmen Argibay, a quien se le reconoce su posición abortista, manifestó que era "atea militante", mientras que Eugenio Zaffaroni, de mucha más exposición pública, garantista a ultranza, fue convencional constituyente nacional y de la Ciudad de Buenos Aires, ideólogo de la constitución local que incluye el principio de "no discriminación" por ningún motivo y avanza, recogiendo los aportes del "constitucionalismo social" y del "internacionalismo humanitario", en la formulación de la igualdad real de oportunidades y de trato, reconociendo el derecho a ser "diferentes" de todas las personas. También actuó en política siendo electo diputado local desde 1997 al 2001 y como presidente del numeroso bloque del Frente País Solidario (FREPASO), confederación de izquierda integrada por la flor y nata de la gauche argentina compuesta por socialistas, demócratas cristianos , comunistas y ex terroristas del tipo de la ex ministra de Indefensión y actual ministra de la Inseguridad, Nilda Garré. Por lo que, hace tiempo que los jueces participan directamente en la arena política sin pedirle permiso a nadie y como hemos expresado en más de una oportunidad, tienen ideología, la del gobierno al que acompañan con sus fallos.
Al participar de la vida política los jueces se arriesgan a recibir toda clase de chubascos y no solamente aplausos como quisieran y acostumbran de los organismos subvencionados de Derechos Humanos o de la prensa ídem. Véase el caso del presidente de la Corte que siendo un civilista escribió en colaboración un libro sobre el tema y en su presentación en la Facultad de Derecho de la Ciudad de Buenos Aires, estando presente la misma claque izquierdista que aplaudió hace poco en el mismo lugar en un acto de desagravio otro ministro, Eugenio Zafaroni, por el que se lo indemnizaba en público de una supuesta campaña de escarnio por ser propietario de una media docena de departamentos en donde se ejercía la prostitución sin su conocimiento, recibió fuertes abucheos por jóvenes familiares de integrantes de las Fuerzas Armadas y agentes de organismos de seguridad queen la actualidad son juzgados y están encarcelados por delitos de lesa humanidad
El juez bien pudo obviar su trámite contestario debido a que cuenta con suficientes guardaespaldas como para sentirse intimidado en un accionar que hace años hemos considerado como lamentable: el escrache. Pero redobló la apuesta y si antes, en el caso de las internas abiertas, les dio una orden a los inferiores como para que se abstuvieran de dar vía libre a cualquier escrito que hablara de fraude eleccionario, se ejecutivizó y respondió que "no se va a retroceder en los juicios de lesa humanidad, porque son parte del contrato social de los argentinos". Hemos advertido hasta el cansancio la inexistencia de la "independencia" judicial. Los jueces, humanos al fin, piensan y sienten siempre muy cerca del Ejecutivo cuando no son abiertamente parte de él. Como el caso que nos ocupa.
Pero que el Judicial sea abiertamente parcial es otra cosa. Que no considere delitos de lesa humanidad los asesinatos y acciones cometidos por los guerrilleros en nuestro país somete a escarnio a una parte importante de la población que desconocemos en su exacto número pero que estamos en condiciones de asegurar que es bastante amplia. Cuando se cometieron esos lamentables hechos se vivía bajo gobiernos constitucionales, cinco gobernadores pertenecían a organizaciones terroristas y ministerios y universidades tenían la misma suerte mientras que los jóvenes que "pensaban distinto" iban y venían a países considerados amigos a llevar millonarias cargas producto de sus secuestros y a recibir instrucción y equipamiento militar. Si eso no fue participación de los estados en delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra "cometidos por un Estado o por grupos que operen con anuencia y complicidad del mismo contra una población civil, de conformidad con una política de Estado o de una organización", es lo más parecido a una mirada unilateral de los hechos o simplemente negación de justicia.
Por lo demás, no debería preocupar que el presidente de la Corte Suprema visite lugares detención clandestinos de los años de sangre y plomo de Argentina. Puede manifestar su tendencia con total libertad. Algún día, es posible que otro presidente, de ideología distinta, visite el Regimiento 29 de Formosa del que este cinco de octubre se cumplieron 36 años del intento de copamiento por Montoneros en el que murieron el subteniente Ricardo Massaferro, el sargento Víctor Sanabria y los conscriptos de 18 años Antonio Arrieta, Heriberto Ávalos, José Coronel, Dante Salvatierra, Ismael Sánchez, Tomás Sánchez, Edmundo Sosa, Marcelino Torantes, Alberto Villalba y Hermindo Luna mientras se bañaban o dormían; el edificio en donde funcionaba la antigua Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía Federal donde el estallido de una bomba produjo el fallecimiento de 23 personas y 60 resultaron heridas; al hijo del coronel Larrabure, secuestrado durante 372 días y asesinado posteriormente o a la viuda del capitán Viola y madre de su hijita de cinco años también asesinada.
Hay que esperar.
Esperar.
(Enviado por Hugo César Renés)
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