La paz, una utopía en el actual Medio Oriente.

Suponiendo que el suave y amistoso discurso pronunciado por Beniamin Netanyahu recientemente en la Nacines Unidas, logre ablandar el corazón de Mahmud Abas, y consiga que retire el pedido que presentó a esa entidad tendiente a reconocer y admitir en su seno al Estado Palestino. Suponiendo que al día siguiente acepte la mano amistosa que Israel le tendió y se disponga a reanudar las conversaciones de paz en el Medio Oriente, ¿es posible asegurar que ambos podrán llegar a un arreglo?

Yo no creo que en las condiciones actuales eso sea posible. Con sólo tomar en cuenta el delicado punto que se refiere a la delimitación de fronteras, a la determinación de los terrenos de la Cisjordania en los que se habrá de instalar ese nuevo país, ya se puede predecir el fracaso de las deliberaciones. Buena parte de Judea y Shombrón, nombres bíblicos de esa región, está ocupada por colonos israelíes. Esto requerirá poner inevitablemente en práctica las "dolorosas concesiones" que Netanyahu y otros primeros ministros que le precedieron prometieron. Los colonos israelíes, auspiciados por el partido Shas que apuntala en gran parte a la actual coalición gubernamental israelí, se resistirán naturalmente a abandonar sus colonias que consideran parte del estado de Israel. Si se los desaloja por la fuerza repitiendo las desagradables escenas de las inútiles entregas anteriores, Netanyahu corre el riesgo de arruinar su coalición. ¿Estará Netanyahu dispuesto a disolver su gobierno en aras a una acuerdo de paz con los palestinos?.

Por otra parte, Mahmud Abas no está solo. Fuertes presiones de sus propios correligionarios que amenazan con borrar del mapa a Israel, cercenan el interés palestino a firmar la paz. Esto llevaría a Abas a pronunciar el conocido "no" al final de las conversaciones por más convincentes que le sean, y frenan la predisposición israelí a la entrega de territorios indispensables para la defensa contra esa amenaza.

Es por esos motivos que considero que la paz en el Medio Oriente sólo es posible si, en primer lugar, se elimina la amenaza islamita encabezada por Iran, lo que otorgaría a Israel mayor seguridad, mayor predisposición a entregar territorios y, a la vez, más libertad de acción a los palestinos portadores de sinceros deseos de paz . En segundo lugar, las conversaciones de paz estarán destinadas al fracaso si antes no se separa del gobierno israelí a los sectores que sueñan con la patria grande de sus antepasados bíblicos.

A nada positivo arribará Biniamin Netanyahu con su insistencia en convencer a Mahmud Abas a reanudar hoy mismo la conversaciones de paz, si previamente no se arrancan de raíz las serias presiones que obran sobre ambos protagonistas.

Israel tiene en sus propias manos la solución de los problemas domésticos que frenan la paz. Pero solamente con la intervención internacional se podrá erradicar la amenaza que la expansión islamita, tomada de la mano con Iran y sus satélites terroristas Hamas y Hisballah, ejerce sobre los palestinos moderados, sobre la existencia misma del pueblo de Israel y sobre la libertad de las democracias del mundo entero.

Samuel Auerbach.
Natanya, Israel