KHADAFI SE ESCRIBE CON “K”
Por Eduardo Juan Salleras, 23 de septiembre de 2011.-
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En el mundo árabe, de a una, se desmoronan las tiranías. Aún se resiste alguna con violencia, como Khadafi, lo que seguro lo llevará a un final violento en su propia persona.
Pues así terminó Hussein.Los árabes no saben de medias tintas.
En cambio, en la otra punta del planeta, específicamente en Latinoamérica se afianzan las democracias, o mejor dicho, los gobiernos elegidos por el pueblo, que no es lo mismo.
Pues apenas acceden a la honra, procuran en vez de gobernar, hacer poder, porque es esto lo que les permite repetirse, una y otra vez, en el mando. Ya sea con reelección indefinida o disfrazada por el parentesco.
Hace décadas atrás, la América Hispana, se caracterizaba por tener gobiernos de facto, que accedía al poder por la fuerza, pero algunos, una vez instalados, soñaron con ser grandes demócratas… a diferencia de hoy, aquellos que acceden al poder por voluntad popular, una vez instalados, anhelan con transformarse en autócratas, generalmente y al igual que sus primos, los dictadores de facto, de la mano de la demagogia, ya sea incitando al “pópulos” hacia un conflicto social o en su defecto, alentándolo hacia el patriotismo. Y el pueblo compra… ante la falta de oferta de otra cosa más interesante.
Es por ello que ambos necesitan para llamar la atención situaciones de conflicto permanente, buscando brujas por todos lados. Es el varieté con el que entretienen a la gente, distrayéndola de las cuestiones de fondo, entre ellas, la implementación del autoritarismo…
… Es por ello que ambas necesitan de mitos o de figuras que exigen y precisan veneración, imponiendo solemnidad…
En la Argentina, el poder, que no gobierna sino que reparte ese poder - a unos mucho, a otros poco, y a la mayoría, nada - ha pretendido en estos años, focalizar la atención popular en quijotadas, creando molinos de viento por doquier, y entre todos ellos: el monstruo de los medios de comunicación, y su supuesto monopolio u oligopolio.
Sin embargo, actualmente, el oficialismo maneja más de cien medios de formación de opinión por todo el país, directa o indirectamente, incluso para lograr entrar en los hogares de manera intempestiva e impetuosa, atropellando el deseo y la libertad en los televidentes futboleros de abstenerse un rato del sainete de la realidad, hoy desde la rosada se maneja el fútbol de una forma repudiable, amasando cerebros, no sólo con propagando única y oficial, sino en el mismo relato, locutores y comentaristas obsecuentes, adornan espantosas transmisiones con comentarios melosos de adhesión política.
Me recuerda, salvando distancias pero que aún se pueden recorrer sin inconvenientes, aquellos discursos masivos, cuando la gente, arriada, debía escuchar al tirano de turno, llámese como quiera: desde Castro a Khadafi, desde Hitler a Mussolini, y otros tantos, antes, después y en el medio.
Es una cuestión de poder no de gobernar, y cuantas más abejas se arrimen a la colmena… hay que fabricar más miel, hay que ir por más: “vamos a profundizar el modelo”.
¿De qué modelo están hablando?... De poder.
Cuando gobierna la fuerza se va, indefectiblemente, hacia el despotismo.
Si se elige ese modelo quiere decir que ya se está en él, falta profundizarlo. Es por ello que vemos antes de las elecciones, impresentables dirigentes que se tiran al agua desde el barco de la oposición, pretendiendo subirse al muelle del oficialismo. Aunque también, ciudadanos rasos, sintetizan su postura conservadora hacia el sistema, mirándose solamente el ombligo y argumentando que les va bien, sin importarles otra cosa. Es que en el fondo no creen en algo diferente porque, consciente o inconscientemente, no le ven salida al país.
Algo similar ocurre con el tema de la corrupción. Dicen los periodistas que a los ciudadanos no los aflige este asunto. No es así, es mucho más triste que eso, el problema es porque no creen en la justicia; consideran que nunca va a pasar nada, ya que son todos cómplices de la inmoralidad, y entre esa peste debe vivir la sociedad, la que intenta abstenerse, aislándose, dejando entonces que esta baratería de individuos relacionados con el poder se autodestruyan… que la misma bacteria los termine descomponiendo. Pero mientras tanto, el país, se sumerge en una decadencia institucional de difícil retorno porque nos arrastran con todos sus vicios a la degradación republicana.
Tampoco parece que a nadie le importa la inseguridad, porque saben que aquí, en este modelo, no tiene solución. La única alternativa es diseñar un mapa del delito organizado y tratar de circular la vida, eludiendo los puntos conflictivos.
Las tiranías populistas confunden a la gente, les hablan de libertad y les entrega libertinaje; les hablan de derechos y no de obligaciones, entregándole anarquía; en ese terreno de infección se mueve la sociedad confundida.
Hacia allá vamos y debería preocuparnos porque Khadafi se escribe con “K”, pero también puede decirse con “C”… suena exactamente igual.
EJS
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