2 de septiembre de 2011
en Frente Transversal
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Entre el crimen y el show mediático
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Entre el crimen y el show mediático
Por Mariana Carbajal
La exposición mediática desmedida puede perjudicar y entorpecer la investigación, advierten especialistas. Y critican que se tome el hecho como un caso de inseguridad.
El análisis de Eva Giberti, Nora Schulman y el fiscal Andrés Devoto.
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¿Cuál fue el papel de los medios en el caso Candela? ¿La alta exposición mediática favoreció la búsqueda de la niña o pudo haber entorpecido la investigación judicial? ¿Por qué concitó la atención de las cámaras y de un amplio sector de la población más que otros casos en los que familiares buscan chicas, chicos o adolescentes que han desaparecido de su hogar? La horrible muerte de Candela abrió una serie de interrogantes más allá de las dudas en torno de la autoría del crimen.
En consulta a distintos especialistas, entre ellas a Eva Giberti, Nora Schulman y dos investigadores judiciales, que sumaron sus miradas al debate.
En principio, Giberti y Schulman coincidieron en reclamar que no se confunda este dramático caso con un hecho de inseguridad y condenaron un aprovechamiento de sectores políticos de la tragedia. “No cualquier chica o chico puede ser Candela”, observó Giberti, al aludir a las particularidades de las circunstancias en las que habría sido secuestrada y que al parecer estarían relacionadas con un pase de factura a su familia. “Es un caso policial y nada más. No es un tema de seguridad”, enfatizó Schulman. Tanto Giberti como Schulman condenaron “el show mediático” montado en torno del caso.
Para Giberti, coordinadora del programa Las Víctimas contra las Violencias, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, se conjugaron dos situaciones que contribuyeron a que el caso tuviera tanta repercusión: “Es un momento político y social en el que todas las sensibilidades están muy expuestas y la figura de una niña, de 11 años, es la de la víctima propiciatoria, y que inmediatamente convoca la imagen de la trata, que es un tema que está en la superficie. Afortunadamente ya se instaló en el imaginario social la existencia de la trata de mujeres, pero en este caso la imaginación derrapó porque no se trataba de un secuestro de redes que explotan mujeres. Hay una sensibilización reactiva de la comunidad ante estímulos espantosos como éste. Como si Candela hubiera sintetizado las cosas horribles que pensamos que nos pasan, que en realidad no le pasan a todos”, observó Giberti.
“Hubo un circo mediático. Los chicos que se pierden o extravían no se encuentran por la fotito en diarios y la exposición en la televisión. La información en estos casos debe tomarse con prudencia”, opinó Nora Schulman, coordinadora del Comité de Seguimiento de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. En un sentido similar se pronunció la coordinadora del Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas, Cristina Fernández: “Hubo un papel vergonzoso de los medios. No se puede difundir una foto de los chicos porque hay derechos que deben ser cuidados”, explicó la titular del organismo que depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.
¿Sirve difundir la foto de la niña, niño o adolescente que de- saparece de su hogar? Consultado por Página/12, el fiscal general adjunto de Avellaneda, Andrés Devoto, consideró que en un primer momento puede ayudar a encontrarla. Pero si a las 48 horas no apareció, la presión mediática puede entorpecer la investigación. Desde que se denunció la desaparición de Candela, las cámaras de televisión registraron casi cada paso que se daba en la búsqueda policial, al punto que un día la gente del barrio de Hurlin-gham sabía que iba a haber un rastrillaje en la zona y ponía a su disposición las casas para que los efectivos policiales ingresaran y la busquen allí. Las cámaras estuvieron presentes incluso en el momento en que la mamá de Candela, Carola Labrador, hizo el miércoles el reconocimiento del cuerpo de su hija, dentro de una bolsa de plástico negra. “No es bueno que quien secuestra sepa la actividad investigativa de la Justicia y la policía. Que la gente supiera cada movimiento fue un sinsentido. Si la idea era comunicar todo para darle transparencia a la investigación es un error.
En ese momento lo primero, segundo y tercero es salvar la vida, no mostrar supuesta eficiencia y sobreactividad”, opinó otro investigador judicial con experiencia en casos de secuestro y trata. “En algunos casos de secuestros extorsivos largos y que el secuestrador dejó de comunicarse por una semana o más tiempo, algunos fiscales federales usaron los medios de comunicación para difundir alguna noticia falsa acerca de un pago de rescate, para motivar a los captores a que restablezcan el diálogo. Pero nunca las pistas del caso y la investigación se develan hacia afuera hasta que el caso se concluye”, resumió.
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¿Cuál fue el papel de los medios en el caso Candela? ¿La alta exposición mediática favoreció la búsqueda de la niña o pudo haber entorpecido la investigación judicial? ¿Por qué concitó la atención de las cámaras y de un amplio sector de la población más que otros casos en los que familiares buscan chicas, chicos o adolescentes que han desaparecido de su hogar? La horrible muerte de Candela abrió una serie de interrogantes más allá de las dudas en torno de la autoría del crimen.
En consulta a distintos especialistas, entre ellas a Eva Giberti, Nora Schulman y dos investigadores judiciales, que sumaron sus miradas al debate.
En principio, Giberti y Schulman coincidieron en reclamar que no se confunda este dramático caso con un hecho de inseguridad y condenaron un aprovechamiento de sectores políticos de la tragedia. “No cualquier chica o chico puede ser Candela”, observó Giberti, al aludir a las particularidades de las circunstancias en las que habría sido secuestrada y que al parecer estarían relacionadas con un pase de factura a su familia. “Es un caso policial y nada más. No es un tema de seguridad”, enfatizó Schulman. Tanto Giberti como Schulman condenaron “el show mediático” montado en torno del caso.
Para Giberti, coordinadora del programa Las Víctimas contra las Violencias, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, se conjugaron dos situaciones que contribuyeron a que el caso tuviera tanta repercusión: “Es un momento político y social en el que todas las sensibilidades están muy expuestas y la figura de una niña, de 11 años, es la de la víctima propiciatoria, y que inmediatamente convoca la imagen de la trata, que es un tema que está en la superficie. Afortunadamente ya se instaló en el imaginario social la existencia de la trata de mujeres, pero en este caso la imaginación derrapó porque no se trataba de un secuestro de redes que explotan mujeres. Hay una sensibilización reactiva de la comunidad ante estímulos espantosos como éste. Como si Candela hubiera sintetizado las cosas horribles que pensamos que nos pasan, que en realidad no le pasan a todos”, observó Giberti.
“Hubo un circo mediático. Los chicos que se pierden o extravían no se encuentran por la fotito en diarios y la exposición en la televisión. La información en estos casos debe tomarse con prudencia”, opinó Nora Schulman, coordinadora del Comité de Seguimiento de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. En un sentido similar se pronunció la coordinadora del Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas, Cristina Fernández: “Hubo un papel vergonzoso de los medios. No se puede difundir una foto de los chicos porque hay derechos que deben ser cuidados”, explicó la titular del organismo que depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.
¿Sirve difundir la foto de la niña, niño o adolescente que de- saparece de su hogar? Consultado por Página/12, el fiscal general adjunto de Avellaneda, Andrés Devoto, consideró que en un primer momento puede ayudar a encontrarla. Pero si a las 48 horas no apareció, la presión mediática puede entorpecer la investigación. Desde que se denunció la desaparición de Candela, las cámaras de televisión registraron casi cada paso que se daba en la búsqueda policial, al punto que un día la gente del barrio de Hurlin-gham sabía que iba a haber un rastrillaje en la zona y ponía a su disposición las casas para que los efectivos policiales ingresaran y la busquen allí. Las cámaras estuvieron presentes incluso en el momento en que la mamá de Candela, Carola Labrador, hizo el miércoles el reconocimiento del cuerpo de su hija, dentro de una bolsa de plástico negra. “No es bueno que quien secuestra sepa la actividad investigativa de la Justicia y la policía. Que la gente supiera cada movimiento fue un sinsentido. Si la idea era comunicar todo para darle transparencia a la investigación es un error.
En ese momento lo primero, segundo y tercero es salvar la vida, no mostrar supuesta eficiencia y sobreactividad”, opinó otro investigador judicial con experiencia en casos de secuestro y trata. “En algunos casos de secuestros extorsivos largos y que el secuestrador dejó de comunicarse por una semana o más tiempo, algunos fiscales federales usaron los medios de comunicación para difundir alguna noticia falsa acerca de un pago de rescate, para motivar a los captores a que restablezcan el diálogo. Pero nunca las pistas del caso y la investigación se develan hacia afuera hasta que el caso se concluye”, resumió.
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