En valores de 1983, (cuando Alfonsín asumió como presidente de la República), esa deuda equivalía a 40.000 millones de dólares, una suma equivalente a la deuda externa nacional de ese momento.
Esos países (Estados Unidos e Inglaterra) se complotaron para liberarse, de manera fraudulenta, de esa deuda. Ya en 1945, los Estados Unidos habían bloqueado los créditos de los que podía disponer la Argentina por la deuda de dicho país, negándose no sólo a pagar, sino a reconocer interés alguno.
Inglaterra, por su parte, había bloqueado las libras que correspondían al pago del abastecimiento argentino durante esa guerra.
Para resolver este problema, Perón llevó a cabo arduas negociaciones con Londres que culminaron con la firma de los convenios que, aparentemente, ponían punto final al conflicto. Se firmó, así, un acuerdo triangular por el cual la Argentina podía hacer uso de las libras inglesas comprando en el mercado de Estados Unidos.
Eso permitió a los importadores argentinos usar ese crédito para hacer compras en el mercado de los Estados Unidos. Estas adquisiciones, en una época de gran reactivación económica, excedieron el monto de los créditos existentes. Correspondía entonces, aplicar lo convenido en ese acuerdo y hacer uso de las libras inglesas para pagar las compras hechas en los Estados Unidos.
Pero aquí se produjo la gran estafa de Gran Bretaña en acuerdo con Washington. Por una decisión unilateral, el gobierno inglés, declaró la“inconvertibilidad de la libra”, lo que implicaba la imposibilidad para Argentina, de pagar con libras inglesas lo que había adquirido en Estados Unidos.
Fue así que Argentina se encontró frente a una deuda a causa de la imposibilidad de pagar a los exportadores de Estados Unidos con libras esterlinas, por no contar con su libre disponibilidad por el bloqueo unilateral, decidido por Gran Bretaña a pesar de los tratados que firmó y en los cuales creyó nuestro gobierno.
Simultáneamente con esta situación se puso en marcha el “Plan Marshal” que habría de servir a la rehabilitación de Europa. Mr. Bruce, embajador de los Estados Unidos, se comprometió ante nuestro gobierno a colocar en la Argentina importantes órdenes de compra con destino al abastecimiento del Plan Marshall, solicitando al mismo tiempo, la reserva de toda nuestra producción para atender tal demanda.
Posteriormente, arribó a Buenos Aires Mr. Hensel, representante del gobierno norteamericano en la ejecución de ese plan. Ante la sorpresa del gobierno argentino y del propio embajador de los Estados Unidos, el emisario expresó que tal plan era solamente financiero y que en la Argentina no se compraría nada.
Había quedado consumado un nuevo fraude contra el país a pesar de los tratados y de los compromisos de los gobiernos inglés y norteamericano. El objetivo era claro: generar una imagen de desprestigio del gobierno argentino, presentándolo como moroso en sus compromisos internacionales y bloquear todo programa de desarrollo en el país, no obstante las libras depositadas que cubrían la totalidad de las compras.
Perón puso, entonces, el 30% de sus reservas en divisas a disposición de los bancos y las firmas privadas del país para que se hicieran cargo del pago de la deuda en los Estados Unidos.
Los intereses privados buscaron la solución; se constituyó un consorcio bancario argentino, se acordaron todos los arreglos y se cancelaron todas las cuentas
La Argentina pagó, incluso, intereses por una “deuda fabricada” por los yanquis y británicos, mientras los Estados Unidos negaban a la Argentina el pago de los intereses por su deuda real.
La inconvertibilidad de la libra violaba los términos de los acuerdos, y de hecho, constituía una negativa ilegal, por parte del Reino Unido, a pagar su deuda externa, a no ser que esta deuda se pagara con los productos que ese país quisiera venderle.
Esta violación se llevó a cabo, con el visto bueno del más poderoso de los países: Estados Unidos.
Fuente:
Posteriormente, arribó a Buenos Aires Mr. Hensel, representante del gobierno norteamericano en la ejecución de ese plan. Ante la sorpresa del gobierno argentino y del propio embajador de los Estados Unidos, el emisario expresó que tal plan era solamente financiero y que en la Argentina no se compraría nada.
Había quedado consumado un nuevo fraude contra el país a pesar de los tratados y de los compromisos de los gobiernos inglés y norteamericano. El objetivo era claro: generar una imagen de desprestigio del gobierno argentino, presentándolo como moroso en sus compromisos internacionales y bloquear todo programa de desarrollo en el país, no obstante las libras depositadas que cubrían la totalidad de las compras.
Perón puso, entonces, el 30% de sus reservas en divisas a disposición de los bancos y las firmas privadas del país para que se hicieran cargo del pago de la deuda en los Estados Unidos.
Los intereses privados buscaron la solución; se constituyó un consorcio bancario argentino, se acordaron todos los arreglos y se cancelaron todas las cuentas
La Argentina pagó, incluso, intereses por una “deuda fabricada” por los yanquis y británicos, mientras los Estados Unidos negaban a la Argentina el pago de los intereses por su deuda real.
La inconvertibilidad de la libra violaba los términos de los acuerdos, y de hecho, constituía una negativa ilegal, por parte del Reino Unido, a pagar su deuda externa, a no ser que esta deuda se pagara con los productos que ese país quisiera venderle.
Esta violación se llevó a cabo, con el visto bueno del más poderoso de los países: Estados Unidos.
Fuente:
ALEJANDRO OLMOS
"Todo lo que quiso saber sobre la deuda externa y siempre le ocultaron"
En 1955, cuando Perón fue derrocado por un golpe militar, la Argentina no debía un sólo peso. Su deuda externa había sido totalmente cancelada. En 1956 nuestro país se asoció al F.M.I. contrariando lo que siempre había predicado este presidente.
Allí comenzó la historia que nos llevó a la situación actual.
“Antes de pedir un préstamo a un ente de financiación internacional me corto las manos”.
Juan Domingo Perón.
“Antes de pedir un préstamo a un ente de financiación internacional me corto las manos”.
Juan Domingo Perón.
Enviado por La Corriente Avanza
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