La partidocracia argentina esta actuando frente a las elecciones y a la presunta hegemonía del Frente para la Victoria con el sosegado stacatto que exhibía la multipartidaria política ante el gobierno militar en su ciclo descendente, fracasado y transicional.
Si en lugar de Cristina colocásemos enfrente a los generales Viola o Bignone, al almirante Massera o al brigadier Lami Dozo uno tendría la misma sensación de que los políticos son una fuerza minoritaria pese a su caudal electoral.También en la situación del Proceso el caudal de votos, la resistencia y la liquidación de las formaciones especiales descontaba cualquier autonomización de la política sino era como un simple referente de un contrapoder viable que pudiera legitimarse frente al poder militar que ya levantaba sus acantonamientos y volvía mansamente a los cuarteles.
Esta situación bastante paradójica es lo que produce el corrimiento de todas las multipartidarias, frentes y Ongs transitorias hacia el progresismo, desecha las alternativas que estén salpicadas de derecha y hasta del mas simple y pedestre liberalismo y pugnan por una sobreoferta que constituya una versión del Frente de Reorganización Nacional corrido ligeramente hacia la izquierda.
Por eso tenemos un radicalismo que ya no lucha contra el gobierno sino contra De Narváez, un Macri que debe acudir al rabino Bergman y al menos cinco formaciones de izquierda que luchan abnegadamente en la Capital Federal por estar a la izquierda de Tomada, Boudo o Filmus pero a la vez ancladas al rígido espíritu de las leyes que perseguiría un republicanismo que es en esencia casi una quimera griega.
Un animal estrictamente mitológico pero de escasa capacidad para actuar en la dura competencia darwiniana de los animales de verdad.
Los reyes magos de la política argentina, Alfonsin, Binner, hasta ayer Cobos miran desesperanzadamente las noches de epifanía mientras esperan que los asesores del proceso de reorganización –la Campora, Zanini, Abal o Nilda terminen por auscultar cual es exactamente la realidad de las encuestas y la intención de voto que resignadamente nuestro cautivo ciudadano espera firmar como un inevitable rehén del voto cuota Fravega que hace diez años atribuía socarronamente a Carlos Menem.
Buscar rabinos, curas y alguna figura del espectáculo demuestra la inanidad de nuestros tiernos infantes en los que solo las estructuras de izquierda – instalándolo a Pino Solanas en esa variable peronista socialdemócrata y López Murphy parecen tener cierta necesidad de entender que el electorado puede hasta necesitar algunas líneas programáticas aunque a la hora de gobernar no sean estrictamente ni reales ni confiables y solo líneas de fuerza dialéctica escasamente dinámicas en las que no se dibuja ningún majestuoso padre de la Patria.
Un relato. Si, un relato del otro lado.
Estos pormenores casi volubles del tiempo revisitado demuestran la inanidad de las elecciones argentinas mientras cosas realmente serias se juegan con el Brasil, con la interesante posibilidad de fogonear aunque pierda a un presidente latinoamericano para el FMI,el problema de virtual guerra económica que nos enfrenta con nuestro partner comercial –los políticos no opinan sobre estas miserabilidades - y hasta ese club de espejos que devuelven su propia imagen envejecida antes de nacer que es la Unasur militar con su crucial reunión del 26 de mayo en esta ciudad que tampoco interesa ni a los políticos ni a la ciudadanía.
En aquellos tiempos duros procesistas gente como Chevalier o Arosa o Gerardo Schamis sostenían en un susurro…transmitiré a los mandos… las inevitables propuestas de una clase política que quería volver a los asuntos de gobierno de cualquier manera.
Y gatillando lo menos posible.
Ahora la actitud es tan apática en su pasividad colaboracionista que solo falta que alguien susurre-¿Kunkel tal vez?- ese Trocoli con pasado montonero-“transmitiré a la señora, a Zanini, Horacio y naturalmente a ese compendio de sabiduría hipervanguardista que son los chicos de la Campora.
El poder político opositor esta tan subordinado al gobierno y a su relato que casi hacen extrañar aquella época anárquica en que escuadrillas, bases y regimientos estaban claramente insubordinadas a los dictados de la presidencia militar.
¿O es que este proyecto de desarrollar liberalismo controlado después del fracaso martinehozista recuperando cuadros montoneros para la militancia cívico –militar no era acaso exactamente la clave de bóveda de todos los proyectos militares en pugna que apuntaban a una salida electoral?
Hoy no hay un sello de goma.Con un carácter oblicuo y multiplicador todos, radicales, solanistas, liberales y varias fetas del peronismo disidente se han apresurado a registrar sus vacíos sellos de goma.
Sabedores de que la gente por algo tendrá que votar.
Como la Navidad, que aun en tiempos de guerra llega con sus trineos inmóviles que no conducen a ninguna parte.
(Enviado por Hugo César Renés)
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