1. Es imperioso repensar el concepto de “igualdad de oportunidades” que impera hoy en la justicia social argentina y fundamentalmente el tema reivindicaciones socioeconómicas.
2. En las actuales circunstancias decir que somos libres es una ficción, y la igualdad de oportunidades es otra.
3. Estamos conviviendo en una sociedad muy individualista en donde el principio de la igualdad de oportunidades se ha transformado gracias al obstáculo al mérito existente, generando una sociedad muy violenta, muy desigual y muy poco solidaria.
4. La escuela, que debiera reducir las desigualdades sociales, hoy las profundiza, prolongando las desigualdades escolares y las desigualdades sociales; piense usted que más del 50% de los adolescentes argentinos no comprende lo que lee, razón por la cual los alumnos presentan un alto riesgo de no poder afrontar exitosamente los retos formativos, laborales y ciudadanos posteriores a la educación obligatoria.
5. Nuestro país, que supo ser líder en la región, a pasado a tener peores resultados que Cuba, Chile, México, Brasil, Uruguay y Colombia (y eso que supimos tener en Filmus, según Cristina Kirchner, al mejor ministro de Educación de todos los tiempos).
6. Es llamativo que en un país como el nuestro, en donde se reclama por una infinidad de temas, no se reclame por la madre de todos nuestros inconvenientes: LA FALTA DE UNA BUENA EDUCACIÓN, razón por la cual la calidad educativa debe convertirse en un tema central de debate electoral con vistas a las elecciones de octubre; para ello, la ciudadanía (usted, el otro y yo) debemos demandar y premiar con nuestro voto a quien mejores condiciones ofrezca en el ataque frontal a este mal que nos aqueja. Pero pasada la elección debemos seguir ocupándonos y exigiendo la mejor educación y la mejor calidad docente PARA TODOS.
7. Es más que evidente la falta de consistencia en las orientaciones de los distintos dirigentes políticos. El tema, tan delicado y conflictivo, parece no formar parte de ninguna agenda política, porque nuestros políticos han perdido el coraje de promover las reformas necesarias para evitar que las condiciones sociales se sigan degradando.
Obviamente se necesita para ello INTELIGENCIA, CAPACIDAD Y UN ESTADO CAPAZ DE ALENTARLAS… EN DONDE NO IMPERE EL VENENO DEL ODIO DE UNA IDEOLOGÍA NEFASTA, NI EL RESENTIMIENTO, NI EL TEMOR.
Sintéticamente necesitamos un Estado INTEGRADOR, (no disgregador y nada confiable, que nos esta llevando a un devenir caótico) que promueva lealtad y empatía en la ciudadanía para conducirla hacia un futuro promisorio cierto.
En azul y blanco,
HUGO CESAR RENES
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