Por Eduardo Juan Salleras, 15/06/2011
(Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente).
El domingo pasado fue la colecta de Cáritas, como todos los años. Tenía como lema: Pobreza cero.
Con toda la buena voluntad del mundo, Cáritas, anualmente recauda el dinero que la gente aporta para paliar efectos de la pobreza, pero jamás resolverá la causa que la genera.
O sea, debería llamarse, Hambre cero, Desnudez cero, Frio cero.
Mientras existan estos donativos nunca habrá pobreza cero.
Aquel que no puede caminar, con una silla de ruedas resuelve el andar, pero no su invalidez. Solamente dándole fuerza y movimiento a sus piernas, podemos decir haber resuelto su inconveniente.
Parece que necesitáramos de la existencia de algunas miserias para esconder quién sabe qué.
Por recomendación, estoy leyendo a José Ingenieros: El hombre mediocre. Un libro que todos deberíamos hojear sin complejos. No tiene un párrafo de desperdicio.
Hablando de la pobreza dice: “El pobre no puede vivir su vida, tantos son los compromisos de la indigencia; redimirse de ella es comenzar a vivir. Todos los hombres altivos viven soñando una modesta independencia material;… La pobreza impone el enrolamiento social;… contrayendo deberes y sufriendo presiones denigrantes que lo empujan a domesticarse…. Un hombre libre no espera de otros, no necesita pedir. La felicidad que da el dinero está en no tener que preocuparse de él; por ignorar ese precepto no es libre el avaro, ni es feliz. Los bienes que tenemos son la base de nuestra independencia; los que deseamos son la cadena remachada sobre nuestra esclavitud…Suprema es la indignidad de los que adulan teniendo fortuna…son esclavos de su vanidad.”
“Los únicos bienes intangibles son los que acumulamos en el cerebro y en el corazón; cuando ellos faltan, ningún tesoro los sustituye.”
Más claro… La primer carencia que provoca la pobreza, es la de la dignidad, después la del alimento, la de la vivienda, etc. Por más comida, vestimenta y techo que regalemos, sino le devolvemos la dignidad, seguirán siendo pobres. Si no le damos la independencia, la libertad,… si no le damos fuerza y movimiento a sus piernas… no habremos resuelto el problema de la pobreza, de la humillación.
Pero ¿queremos resolver verdaderamente ésta dificultad?
¿Sabemos de qué se trata la dignidad? “Ser digno significa no pedir lo que se merece, ni aceptar lo inmerecido. Mientras los serviles trepan entre las malezas del favoritismo, los austeros ascienden por la escalinata de sus virtudes, o no ascienden por ninguna” (J. Ingenieros: El hombre mediocre). ¿Está claro? ¿Conoce de esta situación hoy?
No está en el bolsillo del creyente sino en su conducta; no está en la caja del funcionario sino en su cualidad; no está en el poder del Estado sino en su política; no está en la conducción sino en el sistema;… No está en el pobre sino en su dignidad, no está en el rico sino en su generosidad… ¿quién es más pobre, quién más rastrero?
“El que se resigna a arrastrarse como un gusano renuncia al derecho de protestar si lo aplastan”… “Sin coraje no hay honor. Todas sus formas implican dignidad y virtud” (J. Ingenieros: El hombre mediocre).
Diría que es imposible resolver la pobreza habiendo corrupción, porque es la indignidad generalizada avalada por la impunidad que garantiza el Estado en su conjunto: ejecutivo, legislativo y justicia.
Aquellos que le roban el pan al hambriento, el vestido al desnudo y el techo al desguarnecido, están cometiendo un delito intolerable para una sociedad, la que debería obrar sin atenuantes contra el poder que lo sustenta.
Aquel que recibe un techo, una canasta de comida y ropa, todo de regalo, ha cubierto sus necesidades de vivienda, de hambre y de desnudez pero no su situación de pobreza y de indignidad.
Como ese, que se presenta a modo de capaz empresario, pero que sin las prebendas del favoritismo de un Estado corrupto por el que se arrastra mendigando su riqueza, no es competente para nada, confundiendo así, el éxito con la gloria.
Pobres son ambos, dependientes de la misma corrupción.
Por todo esto, no hablemos de pobreza, basta, los pobres están hastiados que hablen de ellos. Están hartos de ver sonrisas y regalos solamente para las elecciones.
Resolvamos su condición, primero, asqueándonos de la corrupción, pidiendo justicia para el deshonesto; segundo, expulsando del Estado a los ventajeros que pretenden recibir sin merecer y muchas veces estafando a la sociedad; Tercero, ya hemos recaudado con los anteriores, el suficiente dinero para distribuir riqueza, pero no son esos los fondos de la abundancia en sí, sino el capital material necesario para pagar la virtud y la dignidad, de producirla.
“Amando los propios méritos más que la prosperidad indecorosa, crecería el amor a la virtud, el deseo de la gloria, el culto por ideales de perfección incesante: en la admiración por los genios, los santos y los héroes. Esta dignificación moral de los hombres señalarían en la historia el ocaso de las sombras”. (J. Ingenieros: El hombre mediocre).
Aquí les devuelvo sus dos piernas fuertes y ágiles, corran hacia el progreso y el porvenir.
EJS
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