“NO HE DE CALLAR, POR MÁS QUE CON EL DEDO,
YA TOCANDO LA BOCA O YA LA FRENTE ,
SILENCIO AVISES O AMENACES MIEDO.
¿NO HA DE HABER UN ESPÍRITU VALIENTE?
¿SIEMPRE SE HA DE SENTIR LO QUE SE DICE?
¿NUNCA SE HA DE DECIR LO QUE SE SIENTE?”
(Quevedo)
LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL NO DAN NI RECIBEN INFORMACIÓN HONESTA Y VERAZ PORQUE ESTAN DESBORDADOS POR QUIENES HACEN DE ELLOS, UN INSTRUMENTO DE LUCRO Y CORRUPCIÓN.
Así, cuando las mejores plumas, los más antiguos columnistas, aquellos que formaron verdaderas tribunas de las verdades mueren a manos del dinero que administra el Estado, el pueblo vive ignorando las verdaderas causas de los hechos, confundiéndolos a todos e ignorando de qué modo se producirán los efectos; solamente los imaginan y por lo mismo, creen encontrar orden en las cosas, siendo ignorantes de ellas y de su naturaleza.
En una sociedad libre y prudente, difundir lo honesto y lo verdadero es un derecho; pero cuando se distorsiona la información y/o se difunden opiniones falsas, que corrompen el alma, las costumbres y el pensamiento, justo es que la autoridad pública tome medidas para evitar que el daño penetre en la mismísima sociedad.
Pero..., ¿y si es esa misma autoridad pública, campeona del error y la mentira, la que con malicia e ingenio la está generando e “influyendo” con los inmensos recursos económicos de que disponen a la prensa escrita, radial y televisiva de difusión o circulación nacional, provincial y regional, a distintas agencias de noticias y a grandes productoras cinematográficas o teatrales con la finalidad expuesta?. ¿No hubieron y hay películas, novelas y hasta periódicos de no más de dos páginas que circula por los pueblos, que fueron y son auspiciados por el Estado para captar a la masa social indiferente y al torpe pecho frío?.
¿Conocemos a fondo nuestra realidad tan consagrada por nuestros funcionarios al facilismo, al subsidio, y a la corrupción, en la que las culturas del trabajo, del esfuerzo y la decencia, fueron dejadas de lado por quienes debieran hacer de ellas un culto?.
A veces me pregunto si los propietarios de los distintos medios de comunicación social tienen conocimiento del inmenso poder de que disponen, que tanto pueden afectar la vida social y política de un país, como a sus familias.
La radio, la televisión, y hasta la mismísima Internet, se han transformado en el periódico del aire (medios de penetración que perturban nuestros hogares), pero con una amplitud mayor que el mayor diario argentino; con una eficacia mayor que la de la letra muerta del mejor diario, y con una influencia más universal. Anuncian, predican el odio, movilizan, conmueven, nos hostigan en las diversiones, y la sociedad vive cubierta de datos que anuncian éxitos y/o fracasos, crisis, zozobras y euforias. Vivimos el y al instante.
Desgraciadamente la inmensa mayoría de los medios masivos de comunicación social (o de penetración social), por no decir todos, han caído en los mismos defectos del periodismo: se han vendido al mejor postor (y el mejor postor es siempre el Estado en sus distintos niveles de conducción nacional, provincial y municipal); en sus programas o notas, no siempre se reconoce la delicadeza llegando a extremos de la grosería y el mal gusto; mienten, engañan, y con ello, crean un ambiente de ficción que perjudica a todos. Pero ellos, aparte de desinformar y corromper, lucran. ¿Cómo recrear la confianza?.
Convertidos por sus indiscutibles condiciones para la propaganda, piensan, escriben, y difunden imágenes según el pensamiento y la voluntad de quienes les pagan. Son esclavos de quienes les dan un pedazo de pan para comer cada día; no tienen opinión propia, y si la tienen, cuidan muy bien de no expresarla por temor a la censura, al levantamiento del programa o a la “modificación de la Ley de Radiodifusión” que podría cambiar las reglas de juego... , así, entregan sus conocimientos guisados al gusto de los que le ofrecen un poco más de dinero y, como Judas, por cualquier cosa venden sus conocimientos para diseminar calumnias, engañar a la gente común y escasamente informada, para hacerlas pensar como sus patrones quieren, sin que ella lo perciba. ¿Quién puede hoy ponerle límites al Estado?.
Los mecanismos de percepción dependen de sutiles motivaciones, y tanto los “K” como los de la Cámpora lo saben. Nuestros medios de comunicación masivos, ¿qué es lo que hoy le están mostrando, escribiendo, o diciendo a la sociedad para que penetre en lo más oculto de su inteligencia, allí donde crece el caudal de los conocimientos determinando y motivando su conducta que luego modelará y forjará sus caracteres?. ¿Es algo que sirve para engendrar mejores ciudadanos, o los estupidiza y debilita su intelecto para someterlos?
Nuestro pueblo ve, lee y escucha lo que está sucediendo en cada rincón de la Argentina y del mundo. ¿Es eso absolutamente cierto, tan cierto como para poder formar juicios firmes y seguros sobre la base de las informaciones dadas?, ¿o son verdades a medias seleccionadas para dar prominencia desproporcionada e irrazonable de algún hecho histórico o actual, con el fin de crear falsas impresiones y propagar el espíritu de la desconfianza, la enemistad y el odio, que inexorablemente nos lleva a conclusiones injustas y tal vez desastrosas para la concordia que debería reinar entre todos los argentinos?. ¿No están viendo estos fanáticos del dinero las caóticas consecuencias que la anomia y el desorden de las pasiones mal gobernadas, y aún constantemente provocadas, desatan en todos los órdenes de la vida humana?.
Tal vez sea un buen camino para enriquecerse, pero seguramente también ellos padecerán la violencia de la paz social a la que diariamente socavan sus cimientos, porque los que así actuaron y/o actúan, jamás podrán tener las manos limpias en el crimen que contra la paz social se viene dando, porque son cómplices por aprobación o por consentimiento de los fatales resultados.
Los entes reguladores tales como el Comfer, un organismo lleno de empleados, por ejemplo, ¿que ha hecho en cuanto a la protección del lenguaje, imágenes obscenas, etc.?. ¡NADA!!!., y si algo ha hecho, fue incumplir con sus obligaciones, porque en estos últimos años, no ha informado de sus actos, como debiera haberlo hecho, y si no lo hizo, es obviamente porque no hizo nada y nada podrá hacer a quienes son pagos por el mismo que paga los salarios de sus empleados...
Para terminar me permito preguntarle: ¿Sabe usted por qué nos dividimos en vez de juntarnos?. ¿Por qué no acercarnos, comunicarnos y consensuar esfuerzos que permitan satisfacer de esa manera la gran aspiración insatisfecha de que la verdad se imponga sobre la mentira?.
Tengamos presente que:
1. En las costumbres y en la suerte de las naciones pueden influir los medios de comunicación masiva (mcs) de manera más decisiva que los mismos legisladores (que los nuestros, seguro), dado el gran poder que ejercen estos mcs sobre el pensamiento y la conducta de los hombres.
2. La influencia de los distintos mcs sobre la gente (excitación o revulsivo), es de todas las épocas; y ha impulsado a la multitud a ejecutar buenas o malas obras; porque también debo hacer notar que, con frecuencia, el pueblo se ha dejado conducir por distintos mcs puestos al servicio de una causa injusta.
3. Una sociedad, sin principios claros y masificada por los medios de comunicación social, como la nuestra, se convierte en esclava del que grita más, o del que impresiona más y/o promete mejor, por ello necesitamos con urgencia (y no a través de un decreto presidencial de necesidad y urgencia) que los distintos medios de comunicación social nos informen la verdad, para que podamos encontrar la VERDAD , no aquella que es sacada de contexto para justificar un pretexto, porque una verdad a medias, es una mentira.
Si llegaste hasta aquí, es señal de que he tenido el honor de haber reflexionado juntos. ¿Coincidimos en este honor, más allá de las posibles diferencias?
En azul y blanco, Hugo César Renés
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