El avance tecnológico no se detiene. La electrónica permite hoy que la información acerca de cada persona pueda registrarse, modificarse, almacenarse y eliminarse desde cualquier base de datos suficientemente poderosa.
En 1948 el escritor George Orwell escribió una novela a la que tituló “1984” invirtiendo los dos últimos números de ese año. Supuso, con cierto fundamento, que la situación insólita en su época en la que “el Gran Hermano” (el gobierno) vigilaba en forma muy cercana cada ciudadano se iba para esos tiempos futuros en convertir en real.
Y estuvo bastante acertado pues al menos por ese año ya las computadoras electrónicas comenzaban su reinado.
Hoy todos o casi todo estamos dentro de la información de una o más “bases de datos” y esa “data” personal es un capital valioso para la sociedad organizada y para otros que la encuentran productiva para sus negocios e intereses.
Intentando normalizar esta situación aparece en algunos países como el nuestro una nueva ley llamada “de Hábeas Data” que se basa en un derecho, en un ejercicio de una acción constitucional o legal, que tiene cualquier persona que figura en un registro o banco de datos, de acceder a tal registro para conocer qué información existe sobre su persona, y de solicitar la corrección de esa información si le causara algún perjuicio.
Esa ley es acompañada por organismos de control que tienen por misión supervisar el tratamiento de datos personales por parte de empresas e instituciones públicas.
Con indicaciones expresas o con excusas, cada día con más frecuencia y profundidad tus datos se incorporan a las bases de datos de distintos lugares del país y del mundo para que sea posible conocerte, controlarte, ayudarte, ofrecerte o estafarte.
Hoy la información es más valiosa que el petróleo porque con buenos datos pueden obtenerse mayores beneficios que en un proceso extractivo. Por eso todo lo vinculado con la informática tiene un muy elevado valor de mercado. Pero ¿qué será de tu intimidad en el futuro? Porque con la incorporación además de las llamada “redes sociales” es imposible que no te conviertas, si a alguien le interesa, en una persona pública de la que se puede saber todo o casi todo.
Es que hoy te has convertido para muchos en el mundo un consumidor de productos, de políticas, de ideas religiosas, de todo lo que puedas consumir y para lo que a otro le interese captarte.
¿Es evitable? No lo es. Si hablas porque hablas, si callas porque callas, tu lugar en una base de datos está asegurada y crecerá lo necesario y suficiente para que pueda violarse aún con cierta facilidad esa ley de “Hábeas data” que te da el marco legal para que tu información sea solamente tuya. Porque comparando con el viejo refrán “hecha la ley, hecha la trampa”, hoy podemos decir “hecha la ley, todavía no hecha la jurisprudencia necesaria”, y eso nos pone una vez más en situación de debilidad en muchos casos.
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