LA MALA ONDA OFICIAL
Por Eduardo Juan Salleras, 1º de enero de 2014.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente.
Han pasado las fiestas y algunas fantasías propias de ellas, como la añoranza por cambios importantes, los deseos de paz y prosperidad para el año que comienza…
Como si todo tuviera que ver con la suerte o la magia. Tal vez sí.
Quizás a lo que nosotros llamamos milagros no sean tal, puede ser que ocurran cosas que no sabemos porque pasan y eso no quiere decir que por ello sean sobrenaturales sino únicamente parte de lo desconocido.
Tuve la suerte de tener como amigo a un cura sanador.
Pasó muchas navidades y años nuevos en mi casa. Un franciscano de ley que llevaba su voto de pobreza y de humildad a todas partes, y lo vi hacer maravillas con sus curaciones.
Francisco Ventrice era su nombre, o es, porque más allá de haber muerto hace unos años nadie le quito su identidad.
Un día charlando mano a mano le pregunté en qué se basaba su don, y la explicación no tuvo mucho que ver con la magia sino en cómo somos y lo que nos perdemos al renunciar a ser como debemos.
Es toda una cuestión de energía, el tenía más de lo común, se notaba en sus manos calientes al momento de curar. – si yo encuentro en el enfermo energía positiva, la sumo a la mía y puedo curarlo, si no, no. (Me dijo cuando le pregunté) Y la oración es una buena manera de tener o recuperar la energía positiva (agregó).
Hubo un tiempo, parecido a éste, cuando se produjo el famoso paro agropecuario (2008). No sé si por ello o porque yo andaba interiormente mal, vivía con un humor espantoso. Mi familia me soportaba patrióticamente.
Un amigo, un día me comentó que se había hecho energizar.
Lo miré con un gesto quieto, sin decir una palabra porque en el fondo pensé que me estaba cargando y lo dejé seguir. No sólo acusó sentirse mucho mejor sino que dijo haber logrado bajar la presión arterial, y eso ya tiene un número, no es una sensación.
Yo soy hipertenso, agudizado por mi carácter. Cuando le comenté a mi mujer, inmediatamente se contactó y sacó turno para ambos.
A ella la bocharon en la primera sesión, le sobraba energía positiva, pero a mí me citaron para otra vez, y otra, y otra… Reconozco que ya en la primera me sentí mucho mejor.
El problema se dio en la 5ta visita. Como siempre había sacado el primer turno, a las 9 AM, y allí estuve un cuarto de hora antes parado en la puerta del lugar. Incluso vi abrir la casa. Al entrar me anoté primero, pagué $ 50.- y a esperar que me atiendan enseguida. Así estuve hasta las 11.30 viendo pasar gente, la cual toda había llegado después que yo.
Entonces me acerqué a la recepcionista, la que no reunía condiciones para ese cargo, y le reclamé por la tardanza. En un mal tono me respondió diciéndome que: - bueno…, debe esperar un poco más, que ya lo van a atender (me dijo con un tinte despectivo).
Así fue, volviendo a predominar en mí la energía negativa, con fuerte vozarrón le exigí que me devolviera inmediatamente el dinero porque me iba y no volvería nunca más. Como conclusión y moraleja: el cargo de recepcionista es trascendental para cualquier empresa, eviten contratar negados.
Este cuento viene en alusión a la energía: positiva y negativa. No conozco del tema, pero considero que es real e influye notablemente en las personas.
Eso en lo individual, en lo colectivo tenemos muestras contundentes sobre el peligroso impacto social que produce las conductas hostiles del gobierno nacional con sus aliados provinciales sobre toda la ciudadanía. Hasta llegar al punto de los saqueos vividos, que no mostraron una situación necesariamente de hambre y necesidad, sino de violencia entre vecinos, entre ciudadanos argentinos.
Es notable la energía negativa que reparte el oficialismo hacia la comunidad, basada en la intimidación verbal, ideológica, psicológica y física.
El malhumor que impera en nuestro país ha hecho de nosotros personas insoportables. La intemperancia con la que nos movemos comunitariamente, sin ser necesario agredir a otro, con el solo hecho de ignorar los derechos y las necesidades ajenas, nos llevaron a conformar una sociedad fragmentada entre los pro y los contra, situación totalmente inconveniente para lograr alcanzar la condición de Nación.
En el entrevero dialéctico al que somos sometidos los argentinos por los charlatanes del sistema político, nos obligan a huir de todo aquello que esté relacionado con la cosa pública. Sólo quedan algunos soñadores honorables y honestos que ven en el Estado el punto común donde llevar a cabo los sueños y necesidades del pueblo, pero lo demás - la inmensa mayoría - es puro oportunismo de poder y dinero.
A la gente parece interesarle sólo que le alcance la plata para llegar a fin de mes, que no la asalten y la maten, que no le corten la luz…. A esto se han simplificado las ambiciones y los anhelos de un país al que le sobra todo y de lo único que carece es de excusas, al tiempo que las malas energías se apoderan del pasado, del presente y del futuro.
La cuestión es cómo cambiar los ánimos.
Las marchas realizadas repetidas veces en contra de esta maldición, tuvieron la particularidad de mostrar en el tumulto de la convocatoria energía positiva, nacida del reclamo pacífico. Habiendo concurrido a muchas de ellas fue eso lo que más me llamó la atención.
O sea, consciente o inconscientemente, los manifestantes, no solamente lograron preocupar a los dueños del poder, sino que pudieron revertir de forma notable y en paz, la corriente negativa que el gobierno pretende - a modo de subyugación - implantar en los ciudadanos, como si estuviéramos condenados a ello.
Un consejo para el año que comienza: busquen para transitar la vida, únicamente gente con energía positiva, sin olvidarse que el pesimista puede ser un optimista bien informado y no necesariamente un negativo.
A cambiar de ánimo que comienza un nuevo año.
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