Un marroquí , enarbolando la bandera de Andalucía, “toma” en Ratisbona la estatua de Juan de Austria y pide que sea derribada
Por- DAZIBAO-Ñ
PUBLICADO 13 febrero, 2013
Un mahometano de nacionalidad marroquí, portando una bandera turca y otra de Andalucía, exige en la ciudad alemana de Ratisbona la eliminación de la estatua erigida en honor a Juan de Austria.
El pasado viernes, un marroquí con residencia habitual en Ratisnona (Regensburg) subió al pedestal donde se encuentra la estatua de Juan de Austria, el vencedor de Lepanto, y , flanqueado por las banderas de Turquía y Andalucía, vociferó: “¡los musulmanes son pacíficos!”, “¡el islam es paz!” y ¡”la estatua no es halal, por lo que debe ser destruida!”. Durante 3 horas, el adefesio magrebí tuvo en jaque a policías y bomberos, ya que exhibió un cuchillo, que resultó ser falso, con el que, según cacareó, se cortaría el pescuezo en caso de ser detenido. Finalmente, el súbdito del Sultán se entregó a los agentes de la autoridad sin oponer resistencia y con su gaznate en perfecto estado, hecho que generó cierto desencanto entre el público congregado.
Pero la fascinación de los muslimes marroquíes por batirse con las imágenes de célebres infieles muertos no es nueva. El 13 de noviembre de 2012, un atrabiliario senador magrebí, condenado por posar los pies y los puños en la persona de su señora, y su risible cómplice, conocido por el alias policial de “El Buey”, se aproximaron durante la noche a la estatua de Pedro de Estopiñán, que se encuentra en el casco antiguo de Melilla, y tras entablar contra la efigie del conquistador de la ciudad singular combate, le seccionaron el brazo derecho que más tarde exhibieron en Rabat.
La morisma, en los últimos tiempos, está arremetiendo contra España con la furia del estreñido: en Ratisbona, un marroquí con pelambres lanza sus esputos a Juan de Austria, el español que detuvo el agresivo imperialismo turco en 1571; en Melilla, dos zascandiles hieren en “combate” a Pedro de Estopiñán, 500 años después de pasar a mejor vida; en El Cairo, fantasmagóricos manifestantes claman contra el día de la Toma de Granada, y en Facebook y Twtter los agarenos palestinos, egipcios y marroquíes, con gran algarabía, exigen una investigación que esclarezca el “genocidio morisco”.
Como el Buda afgano de Bamiyan, destruido a manos de los talibanes, peligran las estatuas de nuestros más afamados próceres, como el heroico manco de Lepanto, aunque, al contrario de lo que desea Alá, mejor es el acuchillamiento de estatuas que de humanos. Y esto bien lo saben los deudos del cineasta Theo van Gogh, apuñalado hasta la muerte por un marroquí insatisfecho con la filmografía blasfema de víctima.
P.I.S.
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**Visita: http://bohemiaylibre.blogspot.com
Un mahometano de nacionalidad marroquí, portando una bandera turca y otra de Andalucía, exige en la ciudad alemana de Ratisbona la eliminación de la estatua erigida en honor a Juan de Austria.
El pasado viernes, un marroquí con residencia habitual en Ratisnona (Regensburg) subió al pedestal donde se encuentra la estatua de Juan de Austria, el vencedor de Lepanto, y , flanqueado por las banderas de Turquía y Andalucía, vociferó: “¡los musulmanes son pacíficos!”, “¡el islam es paz!” y ¡”la estatua no es halal, por lo que debe ser destruida!”. Durante 3 horas, el adefesio magrebí tuvo en jaque a policías y bomberos, ya que exhibió un cuchillo, que resultó ser falso, con el que, según cacareó, se cortaría el pescuezo en caso de ser detenido. Finalmente, el súbdito del Sultán se entregó a los agentes de la autoridad sin oponer resistencia y con su gaznate en perfecto estado, hecho que generó cierto desencanto entre el público congregado.
Pero la fascinación de los muslimes marroquíes por batirse con las imágenes de célebres infieles muertos no es nueva. El 13 de noviembre de 2012, un atrabiliario senador magrebí, condenado por posar los pies y los puños en la persona de su señora, y su risible cómplice, conocido por el alias policial de “El Buey”, se aproximaron durante la noche a la estatua de Pedro de Estopiñán, que se encuentra en el casco antiguo de Melilla, y tras entablar contra la efigie del conquistador de la ciudad singular combate, le seccionaron el brazo derecho que más tarde exhibieron en Rabat.
La morisma, en los últimos tiempos, está arremetiendo contra España con la furia del estreñido: en Ratisbona, un marroquí con pelambres lanza sus esputos a Juan de Austria, el español que detuvo el agresivo imperialismo turco en 1571; en Melilla, dos zascandiles hieren en “combate” a Pedro de Estopiñán, 500 años después de pasar a mejor vida; en El Cairo, fantasmagóricos manifestantes claman contra el día de la Toma de Granada, y en Facebook y Twtter los agarenos palestinos, egipcios y marroquíes, con gran algarabía, exigen una investigación que esclarezca el “genocidio morisco”.
Como el Buda afgano de Bamiyan, destruido a manos de los talibanes, peligran las estatuas de nuestros más afamados próceres, como el heroico manco de Lepanto, aunque, al contrario de lo que desea Alá, mejor es el acuchillamiento de estatuas que de humanos. Y esto bien lo saben los deudos del cineasta Theo van Gogh, apuñalado hasta la muerte por un marroquí insatisfecho con la filmografía blasfema de víctima.
P.I.S.
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