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En nuestro país, como la política no es una cuestión de ideas sino más bien una forma de encaramarse al poder y enriquecerse, resolver los problemas que enfrenta nuestra sociedad (asimetría de crecimiento - lease desigualdad social -, inflación, inseguridad jurídica y social, escasa inversión, deficiente educación, administración pública supernumeraria e ineficiente, etc., etc.) significa para nuestros gobernantes apelar a toda clase de estratagemas y/o políticas dilatorias, para evitar enfrentar las responsabilidades subsecuentes...
El primer recurso al que inevitablemente echan mano los políticos argentinos, es negar la realidad.
Cuando no tienen más remedio que reconocer el problema, sacan de la manga otro excelente recurso bastante utilizado también: el echar la culpa a otros. Generalmente los predecesores son siempre inmejorables candidatos, aunque nada supera a los culpables innominados (el neoliberalismo, la sinarquía internacional, los complotados, los desestabilizadores, la prensa, Lanata, etc.).
Si el problema subsiste, y no hay más posibilidad de ignorarlo, todavía en la galera del kirchnerismo hay numerosos recursos para zafar del compromiso: uno muy común, es distraer la atención pública. En este caso, todo vale para evitar hacerse cargo del problema.
Si el tema no se puede eludir más y se hace inevitable proponer soluciones específicas, aquí el espectro de alternativas se expande. Un mecanismo de mucha “creatividad” es copiar una solución aplicada para un problema absolutamente diferente y, aunque sepan de antemano que nada se solucionará, declamarán con un dejo de hipocresía que el tema esta abordado, y que la solución es inminente. Otra solución para que nada se solucione, es la de atiborrar con legislación contradictoria a la ciudadanía, y si algo se resuelve, por casualidad, seguramente la solución es invariablemente ficticia.
Y así siguen echando mano a cuanta expresión se les ocurra, según el tinte ideológico de quién las pronuncie, para fabricar la verdad y justificar la realidad, diciendo lo que no es, para esconder lo que realmente es: ...que los diagnosticadores, que el neoliberalismo; que las políticas populistas posmodernas aventureras e irresponsables; que el enemigo externo; que el cinismo liberal; que la máquina mediática; que la globalización, que los supermercadistas, etc., ¿y ellos?, los políticos, ¿cuándo aceptarán su cuota parte de responsabilidad?.
Para abandonar esta Argentina que avanza a los tumbos, la de las grandes asimetrías, la de los grandes logros y los rotundos fracasos, ¿no sería mejor diagnosticar las causas de nuestra miseria y elaborar un proyecto consensuado a través de la generación e intercambio de conocimiento y bienes intangibles que tiene nuestra sociedad, para que la ética, el bien común, la justicia, la igualdad de oportunidades y la solidaridad, sean valores fundamentales para terminar con tanta desigualdad social, antes que seguir descalificando y agraviando a cuantos se nos pongan por delante, para seguir mintiendo y fabricando verdades que no son?.
En azul y blanco, Hugo Cesar Renes
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