LA REACCION DE LAS FUERZAS DE SEGURIDAD Y DE DEFENSA

INSTITUTO DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS DE BUENOS AIRES
LA REACCION DE LAS FUERZAS DE SEGURIDAD Y DE DEFENSA ES INSTITUCIONAL

En imagen: Dr. Mario Cadenas Madariaga
autor de la nota.
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03 de Octubre de 2012

Las fuerzas armadas y de seguridad forman parte de la sociedad y tienen sus ideas y sentimientos.
En la Argentina existen aproximadamente 300.000 miembros activos de las fuerzas armadas y de seguridad. Sus integrantes forman parte de las familias argentinas, como esposos, padres, hermanos o hijos y su sensibilidad no puede ser diferente y en sus temas debe ser mucho mayor lógicamente.
Sus objetivos son poder cumplir con sus funciones, dotados de los recursos necesarios.
Cuál es la correcta doctrina de la función pública esencial.
En los estados bien organizados no se puede admitir que se plantee una contradicción entre el interés del Estado y la de sus funcionarios. Hay un presupuesto de responsabilidad general que no admite que esa contradicción se origine. Y si contra toda lógica sucede, es un síntoma de que algo grave afecta la conducción del Estado.
Las fallas de las políticas de seguridad y de defensa nacional los tienen a sus miembros como principales testigos y víctimas.
Sus miembros diariamente deben cumplir con sus obligaciones específicas, que en un caso los enfrentan con la inseguridad, creada por la droga y la delincuencia, en franca expansión desde hace varios años o tienen a su cargo la defensa de la Nación, con la conciencia clara y directa de que cada día cuentan con menos recursos, frente al armamento creciente de las otras naciones.
Es decir, por una parte se tiene conocimiento de la importancia de su responsabilidad, que han elegido para dedicarse al servicio de la Nación y simultáneamente sufren las inculpaciones de las víctimas por lo que sucede, sin contar con los recursos para corregirla o perciben el riesgo de la indefensión general, en un mundo progresivamente mejor armado.
Pero además se agrega la experiencia cotidiana de una conducción política que está más atenta a los reclamos contra sus funciones que al desarrollo de una acción eficaz para combatir el delito o la indefensión de la Nación.
En esta política se llega a extremos increíbles. Por ejemplo no se publican las últimas estadísticas, o se las altera, escondiéndolas o desfigurándolas. Se desarrollan doctrinas que tienden a justificar la conducta o atenuar las penas de los delincuentes, que en iguales circunstancias que otros ciudadanos han optado por la violencia y el delito contra el hábito del trabajo y el respeto de sus semejantes, de los demás. O se hace militancia para reclutar adhesiones en las cárceles, concediéndoles beneficios que no estaban previstos en las sentencias.
Por otra parte el espectáculo de los equipamientos bélicos que se herrumbran y que por su antigüedad son más bien piezas de museo, son muestras inequívocas de un desprecio profundo hacia la defensa, como si esta fuera una entelequia ficticia, a pesar de que el mundo parece al borde del incendio.
En consecuencia, el meridiano de la preocupación de las actuales fuerzas de seguridad y de defensa deriva de circunstancias que les sucede a ellas como la primera línea de responsabilidad, no en el campo teórico de las falsas doctrinas, sino de la acción mortal de las armas de alto calibre manejadas por la delincuencia, o frente a la impotencia de no poder defender a la Nación.
No se trata solo de sentirse custodios de la vigencia de la Constitución Nacional, sino de cumplir con su obligación específica que tienen asignada y por la cual están exigidos por toda la ciudadanía. A esto se agrega el agravio de que se les desconoce el derecho a la retribución que perciben.
Estos servidores públicos que viven la realidad de la calle y del entorno internacional, saben como ninguno que las retribuciones que perciben son muy inferiores que las que les corresponden, atento la importancia de las funciones que cumplen.
Pero el desmerecimiento ha ido mucho más allá. Se les ha disminuido sensiblemente las retribuciones, contra un principio básico del derecho, que a ningún empleador se le ocurriría violar. Pero además, se ha atropellado a la ley y a los fallos de la SCJ, a través de decretos. ¿Se trata es de un grosero error o es una acción deliberada?. He allí las dudas, en medio de las mentiras.
Estamos frente a una administración que en sus niveles directivos tiene casi 10 años en la función pública. Esta experiencia conspira contra la tesis del error involuntario. Por otra parte ¿este hecho contraría reiteradas muestras de reconociendo y valoración de las funciones que cumplen dichas fuerzas?; ¿o coincide con reiteradas expresiones de desmerecimiento?
La sociedad observa absorta y sin comprender al Gobierno.

Enviado por Hugo César Renés
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