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EL QUE PRETENDE SER TEMIDO ES PORQUE TEME


En un país muy lejano III
EL QUE PRETENDE SER TEMIDO ES PORQUE TEME
Por Eduardo Juan Salleras 23 de septiembre de 2012.-

Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente

Estoy escribiendo bajo la luz de una vela.
Cuando le pedí al director de mi diario quedarme unos días más para completar la nota sobre lo que está pasando aquí, nunca pensé en estar como estoy, en vivir lo que viví en tan solo tres días.
Es que dieron cuenta de mi presencia y de allí fueron 72 horas de calvario, las que fueron creciendo en intensidad hasta llegar a ahora, casi escondido, sin poder acceder a ningún hotel.
No se siquiera si podré salir del país.
Cuando dejé el aeropuerto renunciando a volver en ese momento, mi tema sería la inseguridad.
Entrevisté a mucha gente, la que cada una me contó su historia y su versión, sin que diste demasiado una de las otras, en su esencia claro. Pero, me quedé con una, que sin ser víctima me aclaró el panorama:
- Esto no es solamente una simple cuestión de inseguridad – me dijo y continuó – si lo ve así no entenderá lo que está pasando.(hizo un paréntesis como para ordenar las cosas en su cabeza y en su lengua, sabiendo que yo soy extranjero y para facilitarme la comprensión me tiraba frases). La calle es del hampa, y libertad, únicamente a la delincuencia… UD habrá visto hasta 3 agentes de seguridad en las esquinas y a media cuadra asaltan y matan a cualquiera… y no una casa, sino tres, cuatro…
Yo solamente asentía como con mi cabeza y mis gestos. El hombre pausado siguió:
- ¿Quiénes son las víctimas? La clase media: alta, mediana o baja, pero somos nosotros sus enemigos, su escollo. ¿Qué le dice a UD eso? –me encogí de hombros dando una imagen de no saber nada de lo que hablaba – Es a quién deben doblegar, destruir, para seguir adelante con su estrategia de poder… dictatorial, oligárquica, populista…
- Me parece una locura lo que me cuenta (comenté).
- Así es pero, es así. Mañana habrá una marcha convocada por nadie, de oído en oído. Probablemente se haga en distintos puntos del país. El fuerte desde ya que será acá. Vaya y en ella encontrará el secreto de lo que nos está pasando.
- ¿Cómo?
- Mire quienes marchan, qué es lo que piden y eso no es todo, al día siguiente fíjese quienes cubrieron la misma directamente y cuáles son los medios periodísticos que no, incluso las interpretaciones oficiales y ellos, elegirán mostrar algún desplante para descalificarla. Volviendo a la inseguridad, los casos ya son muy parecidos a golpes de grupos comandos y esto no es una anécdota, ¿será un entrenamiento? ¿recaudación?... hay mafias en todos lados, las que se mueven cada vez más como pez en el agua. Pretenden que vivamos con temor a todo, encerrados, cohibidos, mañeados por el espanto. Porque el gran enemigo de estos gobiernos despóticos, son aquellos que tienen lo justo por ser justo, o un poco más, o un poco menos, para ser feliz pero, es de ellos, de su esfuerzo, de su independencia, de su libertad ¡Ah! ¡Qué palabra! No les gusta nada a su majestad, por eso los abusos de poder, las conductas opresivas, las persecuciones… la violación de la ley y de los derechos…
El hombre siguió un buen rato. Yo ya tenía la mente puesta en esa marcha y cubrirla periodísticamente.
Fue esa misma noche de la convocatoria que, cuando llegué a mi hotel, me dijeron: - “sus cosas están debidamente guardadas en la valija, a disposición y por favor debe retirarse del lugar”. No me quisieron dar ninguna explicación. Sí entendí lo que pasaba cuando fui a presentarme a otro buscando alojamiento. Cuando ya estaba por recibir la llave, viene un alguien y al oído algo le dice al conserje y éste, cambiando de parecer, se disculpa invitándome a retirarme. Y así en varios más hasta que me di por vencido. ¿Qué iba a hacer en la calle con mi equipaje, la inseguridad, el hampa, las mafias…? Recordé entonces que aquel muchacho, que había conocido en el aeropuerto, el que había venido a enterrar a su padre y a llevarse a su madre a vivir consigo a otro país, me había dado su teléfono. Lo llamé y gracias a Dios me recibió en su casa, la de su madre, a quién conocí. Una señora mayor de libro de cuentos, maravillosa. ¡Cómo no llevársela a vivir con él a su lugar de adopción y regalarles a sus hijos el disfrute!
La señora ya se había acostado cuando de pronto, siendo casi la una de la mañana, suena el timbre, anunciándose la policía. Nos miramos ambos y yo le dije: - Es por mí.
Respondió el dueño de casa: - ya voy, y urgente me llevó a la cocina. Corrió un aparador grande apareciendo una pesada tapa en el suelo, la que costó levantar y entre negruras una escalera que descendía. Tomó mi valija y me invitó a descender sin decirme demasiado. ¡Bum! Se cerró detrás de mí una vez logrado bajar despacio cada difícil escalón. Ahí quedé a oscuras y en silencio.
Permanecí quieto un tiempo, luego tomé mi encendedor, lo prendí y comencé a reconocer el lugar.
Trastos viejas por doquier y entre ellos descubrí - ¡gracias a Dios! - un candelabro con una vela. Con ella iluminé el lugar, húmedo y algo frío, pero me hizo sentir más acompañado.
Aproveché y empecé a escribir en mi larga espera sobre lo que me estaba pasando y algunas líneas sobre la marcha popular en contra del gobierno de su majestad, por lo menos títulos que me orienten luego a ordenar mi mente:
Basta de corrupción, basta de inseguridad, no a la reforma constitucional, no a la monarquía, libertad… también carteles y cantos en contra de la justicia o mejor dicho de ciertos jueces obedientes del poder oficial… etc.
Hubo muchísima gente pero, sin un líder; tenía la autenticidad de lo espontáneo, de la auto-convocatoria, el peso de lo verdaderamente popular… le faltó algo, aunque había de todo, eso sí: la gran mayoría era de clase media. Incluso pude ver en el lobbies del hotel, en un noticiero, mientras esperaba que me echen, que el mismo acto de protesta se había realizado en numerosos lugares del país.
De pronto, se me apagó la vela por una corriente de aire… miré hacia la tapa de la cocina y todo estaba en su lugar… - ¡shhh! ¡Ey!...escuché bajito… - Soy yo.
Entre el obscurecido ambiente, la voz del dueño de casa, me llamaba.
- ¿Dónde está? Le pregunté.
- Shhh, siga mi voz – dijo bajito - sin encender la luz. Aquí hay una ventana que da al jardín. Yo saque al perro a orinar. Hay un hombre dentro de mi casa y piensa que UD está aquí… al fondo del terreno hay un tapial y en una esquina una puertita de madera vieja. Ábrala con cuidado que no se rompa y vuélvala a cerrar para que no se note que alguien pasó por allí. Da a un terreno y a la otra calle… y bueno, que Dios lo ayude.
Me acompañó unos pasos, cuando de pronto se escuchó:
- ¿Qué pasa allí? Preguntó el intruso.
- Nada, ya voy, estoy esperando que el perro haga sus cosas.
Corrí entonces hacia la puerta y escapé pero, y ahora qué. Estoy siendo perseguido en un país extranjero, incluso siendo periodista. Bueno, aquí si el medio no es obsecuente con su majestad, también la pasa mal. Se habla además, de cerrar varios diarios y canales de radio y televisión para fin de año.
Caminé un buen rato sin rumbo, arrastrando mi valijita con ruedas, cuando encuentro un móvil de un noticiero que me sonaba a oposición.
Me presenté dudando y les pedí que me ayudaran…

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**Visita: http://bohemiaylibre.blogspot.com

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