Al fin coincido con Cristina
HAY UN SOLO CAMINO AL CAMBIO
Por Eduardo Juan Salleras, 8 de noviembre de 2015.-
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Al final de su mandato, luego de haber tenido yo tantas diferencias con ella, debo aceptar que coincido plenamente con lo de un modelo u otro, según la presidente.
Lo del modelo creo que es una sobreactuación, digamos más bien una manera, aunque los hay buenos, malos y espantosos.
Ella hace una diferenciación con los años 90, es raro que se posicione allí, porque en esa década estaban gobernado ellos, Macri era tan sólo un dirigente de fútbol. Muchos de sus funcionarios y adeptos fueron parte del gobierno de la Alianza. Como si la palabra “Alianza” tuviera la culpa.
Además, no veo mucha diferencia entre la década ganada y la pizza con champaña de los tiempos de Menem. Desde ya que fueron realidades distintas, en los noventa se hizo caja privatizando todas las empresas públicas posibles, con el aplauso incluso de los Kirchner, y en los 2000, estatizaron todas las mismas firmas, como otra forma de llenar las arcas, mucho más atractiva que la del riojano porque permitía un fondo interminable, especialmente en obras públicas, las que se hicieron y las que no, verdaderos agujeros negros en los que se fueron zambullendo uno tras otro los adictos al modelo en busca de su parte.
Ambos gobiernos peronistas coincidieron en la corrupción, desde ya que Menem, al lado de los Kirchner, parece hoy una carmelita descalza, siendo además mucho más respetuoso del sistema democrático y republicano como de la Constitución Nacional.
En aquella última década del siglo XX, no existía la intolerancia y la brecha violenta que se vive hoy entre propios y ajenos, casi una secesión irremediable que llevará seguramente mucho tiempo para sanar.
También discutiría sobre si el trabajador estaba mejor allá que acá, tomando como principal problema para los de menores recursos a la inflación. En los noventa, hubo un tiempo incluso que fue negativa, o sea, bajaban los precios por orden del maléfico mercado.
Y ya iniciando el siglo XXI, fue el peronismo el responsable del 2002, de la devaluación de 4 a 1, de la desocupación y del crecimiento de la pobreza. En el 2001 había otros problemas, otra realidad y otras soluciones.
Como siempre, esas devaluaciones sin asco, las pagan los sectores de menos recursos y se favorecen algunos, especialmente los endeudados en dólares en el país. Pero además, creó un colchón de emisión para el nuevo gobierno, dándole el respiro suficiente para gobernar tranquilo al sucesor.
Sin embargo no. Les duró a los Kirchner tan sólo 4 años, o sea, una inflación encubierta desorbitante, y ya en la administración de Cristina Fernández, se habían gastado todo el trabajo sucio que había hecho por ellos Duhalde. Por eso la necesidad de tapiar el INDEC, de crear el cepo y de emitir a pasos agigantados para mostrarse ricos, comprar voluntades por doquier, haciendo así cola los desvergonzados aspirantes a recibir.
Tampoco en los 90 había la inseguridad y el narcotráfico que hay hoy, y si debemos medirlo, podríamos decir el 10% de la actual.
No olvidemos también que por entonces los precios internacionales de los granos eran muy bajos, con una soja que no superaba los 120 dólares por tonelada, contra una de éste tiempo que llegó a los 600.
Eso no hace que aquella década haya sido buena pero sí que ésta última tuvo más propaganda que resultados positivos, que superó en vicios a la anterior, sin haber resuelto problemas estructurales irrenunciables como la pobreza, habiendo incluso fomentado, por acción u omisión, ataques a las instituciones de la república, el crecimiento de la inseguridad y la proliferación del narcotráfico y el consumo de drogas. Ignorando además la desaparición de personas y la trata de blancas.
En éste último tiempo hubo personajes que se creyeron jerarcas intocables, y en cierta forma lo fueron, llevándose puesto al antojo lo que les vino en ganas.
Se irán como llegaron, con las arcas vacías del banco central, ¿dónde quedó entonces la riqueza generada en más de 10 años de condiciones favorables para el país? Con más deuda de la recibida y con un nivel de pobreza semejante al 2001, tal vez no, al 2002.
Ni Menem, ni De la Rúa, dejaron minada la función pública. El gobierno que asuma tendrá que desactivar cada una de esas bombas que harán intransitable la vida de los argentinos los próximos años. Espero que el peronismo ayude a tal acción, tanto el que quede activo como aquel residual, porque en cierta forma son responsables de lo que dejen estos.
El próximo gobierno tendrá que actuar de movida y con urgencia investigando el enriquecimiento ilícito de los últimos 12 años, empezando por la justicia.
Deberá poner el ojo en aquellas provincias gobernadas por feudos e instarlas a normalizar sus instituciones, debiendo poner un límite corto a las reelecciones indefinidas, tanto provinciales como en municipales.
Solamente liberando al Estado de parásitos y corrupción, estarán los fondos necesarios para terminar con la pobreza. Es necesario incorporar al CONIN como política nacional y acabar con la desnutrición infantil desde el vamos.
Al nuevo gobierno se le va a hacer muy difícil quitarse el lastre del kirchnerismo, y si éste viene del mismo oficialismo, será imposible. Por ende, hay una sola alternativa de cambio para el 22 de noviembre. Espero que el peronismo sea consciente de lo que la sociedad reclama, siendo responsable del terreno ganado políticamente desde hace 70 años, garantizando con patriotismo la gobernabilidad y el éxito de la Argentina en los años por venir.
No vengan con el cuento del modelo, es necesario cambiar urgente las formas.
Ya florecieron en mi campo los ligustros y el jazmín paraguayo. Todo el perfume de la primavera en su esplendor.
Esperemos para el país una nueva floración de la República, marchita en toda la década ganada.
EJS
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