Satisfecho y preocupado
ESTOY CONTENTO PERO NO EUFÓRICO
Por Eduardo Juan Salleras, 24 de noviembre de 2015.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente
¿Estoy contento? Sí lo estoy, pero no eufórico.
Hay algo que evita una alegría total.
Creo que al final a la mochila la dejaré a un lado y con ella el lastre de 12 años pesadísimos, porque desde el primer momento me di cuenta del grave error que se cometía en nuestra vida cívica. Estoy hablando incluso del derrocamiento de De la Rúa. No es bueno hacernos los distraídos con semejante desastre posterior.
Evidentemente la sociedad argentina es fácil de hipnotizar, es por ello que sufre de encantamientos permanentes, rindiéndose mansamente – o por dinero – a cualquier barrabasada.
Así acontecieron los hechos durante más de una década, tristes para las instituciones de la República. Al relato se entregaron por convicción o por interés, desde aquellos que hoy de la nada son millonarios, hasta algunos que se contentaron con solo comisiones o cargos rentados a cambio de no tanto, sin la más mínima exigencia de intelectualidad o de mérito.
Lo curioso, dentro de todos éstos alucinados, que algunos frecuentan la vida de la inteligencia, de la letras o la filosofía, a quienes considero cómplices directos de éste enorme fraude que se llevó a cabo desde 2002 hasta la fecha, en contra de la sociedad argentina.
¡Cuánto daño puede hacer la mentira! Con el sólo hecho de miente, miente que algo quedará. Y es casualmente la farsa de un relato: continuo, jugado, desfachatado, incorrecto, subversivo… hipócrita, que encerró a un montón de esbirros de mucha y de poca monta, dentro de la parodia de un modelo que lo único notorio que se pudo apreciar de él fue la corrupción en su máxima expresión y las puertas abiertas al narcotráfico con su consecuencia tanto de inseguridad como de consumo de drogas.
Para que sobreviva tanta miseria humana entre las leyes de la república, había que narcotizar también a las instituciones. Así fueron cayendo rendidos o interesados, legisladores, jueces, fiscales, hasta la propia Corte Suprema de la Nación, la que hoy, en un acto que lo demuestra íntegramente, incluso el haberse hecho la dormida en todo este tiempo, ordena a la Nación a cumplir con las deudas que tiene con las provincias… ¿Ahora? ¿Para que cumpla con el incumplimiento de años el próximo presidente? No tienen vergüenza. ¿Y con esta Corte se puede reconstruir el país? Deshonroso y obsceno, desde ya que el reclamo de San Luis, Santa Fe y Córdoba es justo, siempre lo fue, en todo el tiempo que duró este infame gobierno de los últimos 12 años, que desoyó cuánta ley y obligación debió cumplir, otorgando derechos innecesarios e injustos, parcializando a la ciudadanía, entre protegidos y enemigos.
Nadie se atrevió a tanto en la historia de los que llegaron al poder por el voto popular, el que no siempre fue transparente, incluso en las últimas elecciones se sospecha que metieron la mano en el correo y transformaron una derrota catastrófica en una decorosa, por el sólo hecho de ni siquiera tener habilidades en matemáticas. Según cuentan, el presidente electo está al tanto de ello pero, prefiere dejar el tema en el olvido, sin tener en cuenta que, para la mayoría que lo voto, en los que me incluyo, era más importante liberarnos de éste gobierno espantoso que el triunfo de cualquiera que sea. Es así que considero muy saludable que se investigue del posible fraude parcial de la elección del pasado 22 de noviembre.
¿Por qué? Porque no es fácil desarticular una caterva que echó raíces durante tanto tiempo; curar una enfermedad crónica que tomó todos los órganos de la República; qué hipotecó su futuro captando el cerebro y el sentimiento de una generación joven a la que se le enseñó el camino equivocado, pero el más cómodo, y a los que no daban la talla, se los envició… ¿por qué?
Señor presidente electo, ésta gente no se fue y no se va a ir, al menos que las instituciones, la verdad y la razón los eche o los castigue por el incumplimiento de la ley.
El problema pasa porque los argentinos nos hemos olvidado de qué es la ley. Los que las promulgan y los que las deben hacer cumplir, han hecho en todo éste inefable tiempo perdido de la Argentina, caso omiso de su existencia, como un estorbo para el modelo, el que cuya principal hipótesis según el ideólogo: “… todos tienen el culo sucio y si no, tienen precio”. No le fue mal así, demasiado tiempo duraron mostrando las bajezas de muchos ciudadanos, su mugre y su cotización.
Todos sentimos un cierto alivio, excepto aquellos que cobraron de nuestro esfuerzo, porque los dineros que recibieron durante 12 años fueron producidos por los ciudadanos normales, los que se levantan cada mañana a trabajar – en serio – y a ilusionarse con un país que los merezca.
Es tan ridícula la diferencia final de la elección, que los condena; las dudas son tan obvias que ofenden a la inteligencia y buena voluntad de las personas.
Y para el presidente electo: no creo que Ghandi hubiera tenido éxito en la Argentina.
EJS
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