La Argentina de luto
LA MUERTE DE NISMAN
Por Eduardo Juan Salleras, 20 de enero de 2015.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente
Escribí un artículo liviano para iniciar el año y cuando estaba a punto de enviarlo, casualmente anoche u hoy por la mañana, ocurrió la muerte del fiscal en el caso AMIA, el Dr. Alberto Nisman. Desenlace fatal: ¿crimen o suicidio?
No lo conocía, hasta que lo vi en el programa de TN: A dos voces, y si bien lo que dijo allí no me llamó la atención en términos generales porque, en el momento del acuerdo con Irán, ya se hablaba de un encubrimiento dentro de la causa judicial más pesada de las últimas décadas. Pero claro, las acusaciones terminantes que hizo ante las cámaras de televisión hacía presuponer de un peligro, el que ocurrió: no llegó a destino él con sus pruebas.
Lo digo así porque, si bien otro pueda conducirlas a buen puerto, va a ser ya mucho más difícil.
Realmente me convulsionó la noticia, sintiendo mucha tristeza por él, por su familia, y una gran preocupación por todos nosotros.
La Argentina es un país sin certezas, desde hace mucho tiempo, lo que lo lleva a ser gobernado por continuos mentirosos, y parece ser que son sólo ellos los capaces de hacerlo en este reino del revés.
Si la película tiene el final esperado por Nisman, superando desde luego infinidad de escollos y atrocidades institucionales, estaremos ante un caso claro, indisimulable, de traición a la patria y otro proceso más de crimen de lesa humanidad. Se verán envueltos entonces, los mismos que crearon esta figura jurídica.
Más allá de las socarronerías, de los enmascaramientos y de los esfuerzos de la tropa para no desalinearse, ¿qué otro sentido podía tener el acuerdo con Irán? ¿Qué necesidad había de encolumnar a la Argentina detrás del país más acusado de terrorismo internacional en el mundo, principal sospechoso incluso por el atentado en nuestro país a la Asociación Mutual Israelita Argentina en el que murieron 85 argentinos?
O la estupidez es de tipo terminal o lo que dijo Nisman es cierto en un altísimo porcentaje.
Claro, ahora nos quedamos con el asesinato o inmolación inducida del fiscal y la causa política más grave de la historia Argentina entró en un nuevo camino de incertidumbres.
Es gravísimo lo ocurrido, también la reacción del oficialismo, antes y después de su muerte.
No hay manera de disfrazar el hecho como suicidio, imposible, pero, ocurriendo aquí sin certidumbres de ningún tipo y en ningún tema, implantando esa teoría, la semana que viene ordenan a los medios amigos a hablar de las tantas y tan aburridas rupturas y enlaces, amoríos y odios, socios y enemigos, en los que frecuenta el ambiente artístico, y probablemente los ciudadanos seguiremos cayendo entonces cada vez más profundo en el agujero negro de nuestro destino.
Vaya uno a saber en qué terminará esto, particularmente en un año electoral, que se parece más a una guerra civil que a una contienda democrática.
Vaya uno a saber, si ésta muerte es la resucitación o el golpe de gracia a la República.
Me da mucha pena el final de este hombre valiente, mucha tristeza su familia y en especial esa hija que vio interrumpido uno de los festejos más emblemáticos de la vida de una joven, por la muerte dudosa de su padre, el que se despidió de ella en el aeropuerto de Barajas, para cumplir su deber con la justicia y con la Nación… me da angustia y desazón, ver como ocurren las cosas importantes de la Argentina entre tinieblas.
¿Acaso le tememos a la verdad?
¿Acaso tenemos miedo de vernos al espejo?
¿Somos tan cobardes que preferimos vivir en las alucinaciones que nos ofrecen los demagogos de turno que afrontar el compromiso y las obligaciones con la Nación?
¿Vamos a ser tan egoístas, como otras veces, de pensar solamente en que nos toca esto a nosotros y si conviene mirar para otro lado o no?
¿Vamos a repetir la misma hipocresía de otros tiempos?
No dejemos que ésta muerte sea en vano.
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