Nací en Asturias, por la gracia de Dios. Mi lengua materna es el asturiano (o, como lo denominan los listos y los finos, el “bable”). En mi aldea, los únicos que hablaban español cuando yo era pequeño, allá por los años 70 del siglo pasado, eran el cura y el maestro. Los del pueblo “hablábamos mal” o “no sabíamos hablar” o, simplemente, éramos aldeanos y hablábamos como tales. Los asturianos nos avergonzábamos de nuestra propia lengua y algunos todavía se avergonzarán hoy. Allá ellos. Yo me siento tremendamente orgulloso de ser asturiano y de hablar asturiano siempre que tengo ocasión; o sea, cuando estoy con asturianos y sé que me van a entender. No se me ocurre hablar asturiano con murcianos o con castellanos, porque sería una ridícula falta de educación y de sentido común.
Eso es lo que falta en esto de las lenguas: sentido común. Porque el sentido común se pierde cuando las ideologías se entrometen y empiezan a utilizar las cuestiones lingüísticas como arma política para dividir a las personas y establecer “hechos diferenciales” que consisten, básicamente, en exaltar las bondades de tu historia, tu cultura y tu lengua para despreciar al vecino y ahondar en lo que nos separa. “Nosotros bebemos sidra y jugamos a los bolos. En cambio, a los vecinos (esos bárbaros) les gusta el vino y juegan a la petanca…¡Qué distintos somos! ¡Dios nos libre de Castilla!”. Así razonan los fanáticos nacionalistas, sean asturianos, vascos, catalanes o uzbecos. Separar, dividir, insultar, manipular la historia… Como si amar tu tierra y tu lengua fuera incompatible con el amor al resto de las lenguas y culturas de las tierras de España. Yo amo a Asturias y al asturiano, porque esa es mi tierra y esa es la lengua que aprendí a hablar en mi casa. Pero amo con la misma pasión a España y al español. Amo la Hispanidad, amo las Españas y amo la lengua de Cervantes. Mi forma de ser español es siendo asturiano.
Porque ser español es mucho más que tener un pasaporte. España es mucho más que sus territorios peninsulares, insulares y norteafricanos; mucho más que sus cuarenta y siete millones de habitantes.
España es el Cantar de Mio Cid. Ser español es recordar a doña Jimena en el Monasterio de San Pedro de Cardeña, defender el honor de doña Elvira y doña Sol contra los traidores y cobardes Infantes de Carrión y combatir junto a Minaya Alvar Fáñez y Martín Antolínez, el burgalés de pro.
España es Gonzalo de Berceo y sus Milagros de Nuestra Señora y el monasterio de San Millán de la Cogolla y el de Santo Domingo de Silos; ser español es cortejar con el Marqués de Santillana a aquella “moza tan fermosa” que era “la vaquera de la Finojosa”. O ir en busca de amores con el Arcipreste de Hita y la vieja Trotaconventos.
Ser español es mirarle a la cara sin miedo a la Muerte, como Jorge Manrique, con el aplomo y la resignación cristiana del Maestre don Rodrigo, “porque querer hombre vivir, cuando Dios quiere que muera, es locura”. Pero ser español también es compartir y disfrutar de un vaso de buen vino con la vieja Celestina y sus pupilas en una tasca de mala reputación.
España son las Églogas de Garcilaso de la Vega y su Soneto XXIII, el Cántico Espiritual de Juan de la Cruz y las andanzas y miserias de Lázaro de Tormes. España es la Oda a la vida retirada de fray Luís de León, los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola y la vida del Buscón de Quevedo. España son las soledades de Góngora y es cabalgar con don Quijote y Sancho Panza para desfacer entuertos y combatir malandrines y encantadores. Español es Peribañez y Fuenteovejuna y Olmedo (“que de noche lo mataron al caballero, la gala de Medina, la flor de Olmedo”). España es Segismundo (“¡Ay mísero de mí, ay infelice!”) y el burlador de Sevilla y el Estudiante de Salamanca y el don Juan de Zorrilla.
España es Cadalso, Feijoo y Jovellanos. España son las rimas de Bécquer y las orillas del Sar de Rosalía y el don Juan Tenorio de Zorrilla. España es un canto a la libertad como la canción del pirata de Espronceda y es el dolor de Larra. España es la Benina de Galdós y la Ana Ozores de Clarín y la Pepita Jiménez de Valera.
España es la agonía de Unamuno, la elegancia refinada de la princesa triste de la Sonatina de Rubén Darío y el sufrimiento y el espanto de Lo Fatal. España es el esperpento de Max Estrella y Valle-Inclán y son los Campos de Castilla de Antonio Machado. España es Andrés Hurtado y Zalacaín el Aventurero. España es la San Sebastián de Edad Prohibida de Torcuato Luca de Tena y la Asturias de Armando Palacio Valdés y su Aldea Perdida. España es el Macondo de los Cien años de soledad de Márquez y es La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa. España es también el México de Carlos Fuertes y la Cuba de José Martí y es el Chile de Pablo Neruda y la Nicaragua de Rubén Darío. España es la Pampa del gaucho Martín Fierro y es el Inca Garcilaso de la Vega y es un poema de amor de sor Juan Inés de la Cruz y es el Facundo de Domingo Sarmiento. España es la Comala de Pedro Páramo y es el nuevo mundo de Bernal Díaz del Castillo. España es un cuento de Borges o un relato de Cortázar.
España es un retrato de Velázquez, una pesadilla de Goya en su Quinta del Sordo y un arlequín de Picasso; España es una mujer asomada a una ventana contemplada por Dalí y un mural colorista de Miró. España es Gaudí y Tapies y Antonio López; es churrigueresco y herreriano, románico y gótico. España es el Museo del Prado y la Catedral de Burgos y la de Zamora y la de León y la de Oviedo y la de Palma de Mallorca y la de Palencia y la de Córdoba y la de Murcia y la Alhambra de Granada…
España tiene ritmo de pasodoble y de ranchera, de merengue y salsa, de muñeira, jota y sevillana. España es una sardana y una danza vasca. España suena a gaita y a guitarra flamenca y a mariachi mexicano y a música andina. España es Albéniz y Falla.
España es La Colmena de Cela y Cinco noches con Mario de Miguel Delibes; es Lauro Olmo y la historia de una escalera de Buero Vallejo. España es la poesía de Miguel Hernández y Celaya. España es Lorca, Aleixandre y Dámaso Alonso. España es la Razón de amor de Salina y el Ciprés de Silos de Gerardo Diego y la Meseta de Guillén.
España es la Plaza Mayor y la Universidad de Salamanca y la Plaza del Obradoiro y el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela y la Sagrada Familia de Barcelona. España es Segovia y su Acueducto Romano y Ávila y sus murallas. España es el Monasterio del Escorial y la imaginería de Salzillo y de Gregorio Fernández y de Alonso Cano. España es Chillida y Gargallo, la luz de Sorolla y un paisaje de Zuloaga.
Español de España, español de América, español universal. España es su historia, su lengua, su literatura, su arte, sus acentos variados, su mestizaje y su fe. Ser español es un modo de crecer, una manera de entender el mundo, una forma de rezar, de disfrutar, de sufrir y hasta de morir. Por eso los que odian a España lo primero que hacen es prohibir el español en las escuelas.
Ángel Ayuda Giménez.
Enviado por Paco (asturiano) desde Madrid (España).
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