Por el momento el conflicto armado entre el grupo terrorista Hamás y el estado de Israel, quedó detenido sin que Israel haya cumplido con todos sus propósitos. Los siniestros túneles que Hamás cavó fueron destruidos, pero el desarme de Hamás, la destrucción completa de sus arsenales que constituyen ahora la principal amenaza a la tranquilidad de Israel, no se concluyó, aunque lo ideal hubiese sido derrocar a Hamás para que gobierne en su lugar otra gente de paz, que reconozca el derecho que tiene el Estado de Israel de existir en el Medio Oriente.
El cese de fuego por 72 horas que las partes acordaron por intermedio de terceros, no garantiza que las acciones bélicas no se reanudarán. Es muy probable que Hamás no pueda contener durante 72 horas, su placer de bombardear a Israel, como sucedió en todas las treguas anteriores. Y si esta vez cumple con lo pactado, es casi seguro que después de este cese de fuego, Hamás vuelva a tratar de asesinar con sus mortíferos misiles a la población civil de Israel. Es de esperar que no lo haga, que los países que no les agrada el sufrir de la gente, logren que la tensa paz que obtuvieron se prolongue durante años. Con ello Israel se conformaría. Pero lo que con toda certidumbre no lograrán, es hacer que Hamás deje a un lado su sueño de borrar del mapa a Israel. Hamás seguirá alguna vez bombardeando para matar inocentes israelíes, tratará de llevar a cabo secuestros, y se rearmará para alcanzar su irrenunciable meta final de echar al mar a todos los judíos sionistas, aunque ahora le será más difícil, pues la reposición de su armamento ya no tiene la importante vía que Egipto le brindaba.
Y si Hamás decide seguir la guerra, será en su propio perjuicio. Además de darle a Israel otra oportunidad de alcanzar mejores resultados, incrementará sus tremendas pérdidas, muy por encima de las que pierde Israel. Será merecedor del repudio de los gobiernos que aman la paz, mientras su decepción por el extraño silencio de muchos países árabes, le seguirá corroyendo el subconsciente.
Pero hay algo que los criminales que integran el grupo terrorista Hamás nunca perderán. Es el apoyo de periodistas y gobiernos antisemitas, cuyas hostiles manifestaciones inspirados en su odio a los judíos, ya no molestan a Israel. A lo largo de los siglos, el pueblo de Israel supo como sobrevivir a martirios muy superiores. Periodistas y gobiernos antisemitas continuarán culpando al país de los judíos de ser el causante del desastre en el que vive el pueblo de Gaza. Continuarán culpando al país de los judíos de matar a niños, mujeres y ancianos, inocentes civiles palestinos, ignorando que fueron condenados a muerte por su propio gobierno. La mano dura y cruel de Hamás, los obligó a detener con sus cuerpos las balas que las fuerzas armadas de Israel dirigieron a los dirigentes, a las milicias, a los arsenales y a las fábricas de explosivos, con el único fin de defender a su pueblo.
Samuel Auerbach.
Natanya, Israel.
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