¿Y la sabiduría?
ESTOY EN MI MEJOR AÑO DE ADOLESCENCIA
Por Eduardo Juan Salleras, 18 de mayo de 2014.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente
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Iba a decir un cielo empedrado y la verdad que no es tan así. Lo más exacto sería una tarde de grises marmolados, variando en sus tonos perlas, desde el oscuro al más liviano.
Eso sí nada de sol en una tardecita, que no sería justo describir como triste pero sí melancólica.
Estoy mirando por la ventana al campo y se ve, al menos a lo lejos, todo tranquilo, yo también, a pesar de todo.
Daría por finalizado el día, aunque siempre queda alguna cuestión por hacer.
Mejor me preparo unos mates amargos con yerba uruguaya, la que me trajo un amigo, sin palo y de gusto fuerte y sostenido. Sería como tomarse un añejo whisky escocés, de sabor largo y profundo.
Pero, estamos ahora para los mates.
Mientras mi mirada sigue escapando lejos al vidrio, fija en ningún lugar, no obstante quieta como si mis ojos se clavaran en algo que en definitiva no veo.
Resulta que mis meditaciones están obsesionadas…
Yo pensé siempre, que llegando a esta edad, iba a tener resuelto un buen porcentaje de las cosas de la vida, sin embargo, el 31 de mayo voy a cumplir 58 años, y debo decir que estoy viviendo un momento notoriamente adolescente, no por la lozanía de mi piel, ni la tensión de mis músculos o la elasticidad de mis articulaciones, sino porque tengo más desconciertos que certezas.
Se supone que a los 60 años es edad suficiente para alcanzar la plenitud, y no me falta mucho en tiempo, no obstante veo la cumbre un tanto borrosa, entre nubes, como las de esta tarde melancólica y pensativa de otoño.
Un tiempo en que mi mente asume estar confundida, o no, porque tal vez sea mejor decir que tengo muy claro que todo lo que me rodea es parte de una gran confusión. Situación que la sabiduría de mis años debería estar en condiciones de resolver, y no. Aunque intento, a cada movimiento de piezas, me comen una… miro alrededor aturdido por lo que me pasa… ¿habrán cambiado las reglas? Me cuestiono.
Hay momentos que quiero huir… ¿un valiente como yo? Sí. Bueno, no digamos necesariamente escaparme pero, porque no irme de donde ya no tengo lugar ni físico ni cultural.
Por formación, por educación o por religión siempre creí que el mundo debía marchar hacia un cierto lado y resulta que va al revés, y para peor, parece estar bien así.
Quizás la gran transformación sea la modernidad. ¿O será la facilidad?
Debo decir que he sido alguien que frecuentó siempre las medianías, los errores, las debilidades, la falta de preparación para muchas cosas, sin embargo fui cruzando la vida, llegando a cada lugar que el tiempo me puso por delante, con un sacrificio enorme, producto casualmente de aquellas taras asumidas desde la juventud, y me da bronca que la dedicación y el esfuerzo que le puse para transitar mi existencia hoy no tenga sentido.
Es algo así como aquellos que pagaron todos sus impuestos, a tiempo o tarde con intereses, y viene aquel crack y nos dice que él entró en una moratoria, con rebaja y a infinitas cuotas.
Sigo mirando por la ventana y pensando igual que al principio, porque hay veces que hacemos catarsis en el análisis crudo, y con tal de no amargarnos el día, transamos… bueno, la cosa cambió.
¡Claro que cambió! ¿Para peor o para mejor, para lo justo o para lo cómodo, para lo correcto o para lo conveniente?
Cuando el corrupto me discursea con la ley en la mano y me propone sus reformas, me habla de justicia y equidad social mientras se roba lo mío y lo del necesitado; desesperado por el poder negocia por izquierda su impunidad… pienso ¿A mí solo me horrorizan estas cosas?
Ese es el fiel reflejo de la sociedad.
Un pueblo que vive hablando de potestades y reclamando por derechos, eso sí, ni hablar de obligaciones, deberes, exigencias ni de cumplimientos.
¿Dónde quedó el compromiso: ciudadano, social o personal?
¿Y la palabra empeñada?
La ley debe ser dura, para el otro.
Los favores valen plata o en su defecto: olvido.
Miente, miente que algo quedará o una forma de zafar el momento.
Lo que no tiene signo pesos, no es trascendente.
Todas estas frases son parte de los nuevos mandamientos… el que no llora no mama…
Me costó mucho enderezar mi vida, y tal vez aún no lo he logrado del todo aunque no pienso cambiar a esta altura los métodos para corregirla ni los parámetros de su medida.
Sigo considerando que han sido buenas las enseñanzas de mis padres y mis maestros, seguiré predicándolas como valiosas y adecuadas, aunque hoy parezcan de cumplimiento imposible.
¿Por qué bajar la vara y desistir al sueño de ser el mejor?
¿Por qué renunciar a lo que ni siquiera intenté? ´
La verdad es que yo pensé que a esta edad tendría resuelto ya un motón de cosas, un buen porcentaje al menos.
En cambio debo reconocer que tengo más dudas que certezas.
Sí tengo muy claro que Dios está allí, detrás de ese cuadro maravilloso que pintó para mí, de un cielo gris marmolado, de la silueta de un árbol solo, guacho, entre los alambres del cerco y el que no me animo a cortar, en definitiva es sombra. Con el correr de las horas, la noche y una enorme luna que hace fuerza entre las nubes para lograr mostrarse con toda su belleza… y mi mujer como siempre: ¿La viste?
A pesar de uno, está todo tranquilo, aunque lleno de preguntas.
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