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NO HEMOS RESUELTO NADA - Por Eduardo Juan Salleras


¿J.B. Alberdi vive?

NO HEMOS RESUELTO NADA
Por Eduardo Juan Salleras, 22 de abril de 2014.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente

“La primera dificultad de Sudamérica, para escapar de la pobreza, es que ignora su condición económica. Con la persuasión de que es rica y por causa de esa persuasión, vive pobre, porque toma por riqueza lo que no es sino el instrumento para producirla.

Los pueblos de Sudamérica, en efecto, nos creemos ricos y gastamos como ricos lo ajeno y lo nuestro, sólo porque tenemos vastos territorios, dotados de clima y aptitudes capaces de servir al trabajo del hombre para producir riqueza.

Esta simple cosa es todo lo que se oculta a nuestra vista: que la riqueza capaz de producirse no está producida, y que el suelo y el clima, que tomamos por riqueza, no son sino instrumentos para producir la riqueza en las manos del hombre, que es su productor inmediato, por la acción de estos dos procederes humanos: el trabajo y el ahorro ó conservación y guarda de lo que el trabajo ha producido.

… el trabajo y el ahorro… son dos hechos morales como lo es la riqueza misma que es su resultado: son dos virtudes, dos cualidades morales del hombre civilizado, no del suelo.

… Los hechos en qué consisten las dos causas naturales de la pobreza, son: la ausencia del trabajo por la ociosidad u otra razón accidental, y el dispendio o la disipación de los productos del trabajo, por vicio o por error.

… El trabajo y el ahorro son las causas naturales de la riqueza, como la ociosidad y el dispendio son las causas de la pobreza…

… La riqueza y la pobreza, según esto, reside en el modo de ser moral de una sociedad, en sus costumbres de labor y ahorro, y en sus hábitos viciosos de ociosidad y dispendio…

… Un pueblo empobrecido por una calamidad cualquiera, no tiene más que un camino para escapar de la crisis de su empobrecimiento: es el de pedir reivindicación de su riqueza esperada o perdida, no a su clima ni al suelo, ni a sus dones increados, sino al trabajo y sobre todo al ahorro, pues de ambas fuentes la más fecunda es el ahorro, que por sí solo es una renta, y la más segura de las rentas, pues está ya guardada en caja”.

Estos párrafos los escribió Juan Bautista Alberdi en 1872 hace más de 100 años, sin embargo parecen escritos ayer para los problemas de hoy, porque la Argentina aún no ha sabido resolver sus problemas de índole colonial forjado por las distintas ideas políticas posteriores, y tal vez, agravados en el último tiempo.

Podríamos decir ahora que no son los recursos naturales el factor de riqueza de una nación, pues estos son solamente herramientas para producirla.

La prueba clara la tenemos en nuestro vecino Chile, el país con más movimiento sísmicos del mundo, que a su vez es muy pequeño, una delgada y larga extensión de sur a norte, en la que sus habitantes debe vivir apoyando sus espaldas contra la cordillera de Los Andes, haciendo equilibrio para no caerse al mar, y sin embargo es el país más desarrollado de Hispanoamérica.

Otro ejemplo notable es Japón, la segunda economía del mundo, también acosado por terremotos y maremotos, y de reducido territorio.

Ambos tampoco son países petroleros, pero, conocen claramente su condición y a partir de ella, imaginaron su progreso de tal manera de alcanzarlo, y lo hicieron.

El desarrollo de un país está en la condición moral de su gente, su civilización, y su apego al trabajo y al esfuerzo en pos del desarrollo general, no individual o sectorial.

La sociedad que repudia a la vagancia y el despilfarro, está en camino de resolver sus problemas de insuficiencias, porque a la pobreza no se la atiende sino que se la resuelve.

Los últimos índices no oficiales hablan de una indigencia del 5% y una pobreza del 30%. El gobierno prefiere abandonar este tipo de mediciones, especialmente luego de los últimos cambios económicos, que no hicieron otra cosa que sincerar tantas mentiras pasadas, pegando un drástico golpe de timón hacia medidas ortodoxas, de ajustes e inflación. El gobierno siempre consideró la asistencia social como suficiente para esconder el grave problema de la pobreza, ayuda o subsidio que apenas alcanza para comer, pero, pobre el pobre cuya única aspiración es comer, sin siquiera poder elegir con que alimentarse.

Convengamos que toda aquella política de subsidios a la pobreza, y a cualquier otra insuficiencia emparentada, no hace otra cosa que reconocerla y aceptarla como tal sin emprender ninguna solución.

Cuando la limosna dura más de 10 años, pasa a ser un hábito estructural, que no obedece a otra cosa que al fracaso de las políticas aplicadas o a la conveniencia de tener de rehenes y apiñados al sector más desprotegido, económica y socialmente, de la población.

En nuestro país es más fácil resolver los problemas de miseria y desnutrición en las provincias – Chaco, Formosa, Tucumán… - que en los centros urbanos donde se forman mini estados en las villas de emergencia, que actúan muchas veces como sociedades independientes.

Desde aquella desafortunada frase: Estamos condenados al éxito, en tiempo caóticos, en los que nadie le quiso decir al pueblo la verdad, sin esfuerzo: sin trabajo, sin ahorro, era imposible cambiar de condición, y en reemplazo de ello, al Plan Trabajar (en el que se debía trabajar y cumplir objetivos) se lo transformó en Plan de Jefes y Jefas de familia, por el que recibían mucho menos pero no debía respetar ningún requisito; quedaban en sus casas sin hacer nada. Y después la Asignación Universal por Hijo, y todo el revuelo de miserables dádivas.

Nos hemos transformado en un país de fantasías, de profetas de la política que no tienen otro mérito que el de mentir atractivamente, el que sigue manteniendo sus recursos productivos, los que no son usados correctamente para el desarrollo de la Nación.

Elegimos siempre el camino más fácil, como el de renunciar a competir con el exterior y crear a cambio el cuento del crecimiento con el consumo interno, sin incentivar al ahorro, palabra increíble para nuestra sociedad: ¿cuántas veces nos robaron nuestras alcancías?

Está claro que todas las políticas impuestas del último siglo han sido un fracaso estrepitoso. Hace 100 años estábamos entre los primeros 10 países del mundo.

Hoy seguimos hablando de pobreza, de indigencia, aunque también, de corrupción ¿Tendrá algo que ver?

Seguimos sin resolver nada.
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