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Llora por mí, Argentina - Por Roger Cohen en NYT
New York Times: “Argentina está en proceso de convertirse en Venezuela”
Atacando con duras palabras al peronismo, al que considera "un quijotesco brebaje político", Roger Cohen, uno de los periodistas más veteranos del Times, escribió una columna titulada "Llora por mí, Argentina".
Durante las últimas semanas, distintos periódicos extranjeros de renombre cuestionaron desde sus páginas la actual situación económica de Argentina.
Esta vez, el prestigioso diario norteamericano The New York Times, considerado el medio más influyente del mundo, publicó en sus páginas editoriales una durísima columna sobre la Argentina, advirtiendo que “está en proceso de convertirse en Venezuela” y responsabilizando de su supuesto declive a los gobiernos peronistas.
Atacando con duras palabras al peronismo, al que considera “un quijotesco brebaje político”, Roger Cohen, uno de los periodistas más veteranos del Times y especialista en política internacional, escribió una columna titulada “Llora por mí, Argentina”.
Allí, describe a Argentina como “un caso perverso” que “todavía está narcotizado por ese quijotesco brebaje político llamado peronismo”.
Roger Cohen asegura que la Argentina es “demasiado rica para su propio bien” y hace “todo lo posible” para desterrar la esperanza de sus habitantes.
A continuación, el texto completo:
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Una ocurrencia que recorre los pasillos de la Sudámerica post-boom de los commodities dice que Brasil está en proceso de convertirse en Argentina, Argentina está en proceso de convertirse en Venezuela, y Venezuela está en proceso de convertirse en Zimbabwe. Eso es un poco duro para Brasil y Venezuela.
Argentina, sin embargo, es un caso perverso en sí mismo. Se trata de una nación todavía narcotizada por ese quijotesco brebaje político llamado peronismo; involucrada en una guerra total contra los datos económicos fiables; jugueteando con su tipo de cambio multinivel; excluida de los mercados de capitales globales; pisoteando los derechos de propiedad cuando lo desea; obsesionada con una perdida pequeña guerra en las Malvinas hace más de tres décadas, y convencida de que la causa de todo este fracaso recae en los poderes especulativos que buscan forzar a una nación orgullosa -en palabras de su líder- “para volver a comer sopa de nuevo, pero esta vez con un tenedor ” .
Hace un siglo, Argentina era más rica que Suecia, Francia, Austria e Italia. Era mucho más rica que Japón. Despreciaba al pobre Brasil como inferior. Vasta y vacía, con el suelo más rico del mundo en la Pampa, le pareció a los inmigrantes europeos que la inundaron que contaba con todo el potencial de los Estados Unidos (el ingreso per cápita es ahora un tercio o menos del norteamericano). Ellos no sabían que un coronel llamado Juan Domingo Perón y su esposa Eva ( “Evita” ) daría forma al “ethos” de un poder delirante.
“Argentina es un caso único de un país que ha completado la transición hacia el subdesarrollo”, dijo Javier Corrales, politólogo de la Universidad de Amherst .
En términos psicológicos -y Buenos Aires está lleno de gente en sillones derramando su angustia a los psicoterapeutas- Argentina es, entre las naciones, el niño que nunca creció. La responsabilidad no era lo suyo. ¿Por qué debería serlo? Había tanto para ser saqueado, tantas riquezas en grano y ganado, que las instituciones sólidas y el imperio de la ley -por no hablar de un sistema de impuestos que funcionara – parecía una pérdida de tiempo.
Los inmigrantes llegaron a la Argentina con pasaportes extranjeros en lugar de ser absorbidos por el país como sucede en Brasil o Estados Unidos. Argentina estaba muy lejos en la parte inferior del mundo, una masa de tierra fértil lo suficientemente distante de los centros de poder para vivir sus propias fantasías periféricas o ahogar su pena en la que es probablemente la danza más triste (e hipnótica) del mundo. Luego, para dar expresión a su singularidad , Argentina inventó su propia filosofía política: una extraña mezcolanza de nacionalismo, romanticismo, fascismo, socialismo, conservadurismo, progresismo, militarismo , erotismo, fantasía, musical, desconsuelo, irresponsabilidad y represión. El nombre que se lo dio a todo esto fue peronismo . Ha resultado imposible de hacerlo cambiar.
Perón, el militar que descubrió el beneficio político que podría derivar de la creación de vínculos con los desposeídos de América Latina y la distribución de dinero en efectivo (una lección absorbida por Hugo Chávez), fue depuesto en el primero de los cuatro golpes de la posguerra. La Argentina que cubrí en la década de 1980 estaba emergiendo del trauma del régimen militar. Si tengo una sola imagen emblemática del continente, es de los sollozos incontrolables de las mujeres argentinas aferradas a las fotografías de los niños que habían sido arrebatados por los militates para un ” breve interrogatorio “, sólo para desaparecer . Las Juntas militares de la región convirtieron “desaparecer ” en un verbo transitivo. Es lo que hicieron con los que consideraban enemigos – 30.000 de ellos en Argentina .
Desde 1983, Argentina ha cesado su latigazo cívico-militar, juzgó a algunos de los autores de crímenes contra los derechos humanos y ha gobernado democráticamente. Pero la mayor parte de ese tiempo ha sido dirigido por los peronistas, más recientemente por Néstor Kirchner y su viuda, Cristina Fernández de Kirchner (reminiscente de la viuda de Perón, Isabel) , que han vuelto a descubrir la redistribución después de un aluvión peronista neoliberal en la década de 1990. El latigazo económico está vivo y en buena forma, al igual que el gasto imprudente en los buenos tiempos y las medidas fuera de la ley en los malos. También en saludable forma las evocaciones cursis de Perón y Evita e Isabel: En la tierra como en los cielos .
LLora por mí, mi nombre es Argentina y soy demasiado rica para mi propio bien.
Hace veinticinco años, me fui de un país de hiperinflación ( 5.000 por ciento en 1989 ), fuga de capitales, inestabilidad monetaria, intervencionismo estatal de mano dura, disminución de las reservas, la industria no competitiva, fuerte dependencia de las exportaciones de materias primas, algo que reaviva fantasías peronistas y un complejo de sentirse en el fondo del mundo. Hoy la inflación es alta y no híper. Fuera de eso, no mucho ha cambiado.
Cuando arribé a Ushuaia,en el extremo sur de Argentina, lo primero que vi fue un cartel diciendo que las islas ” Malvinas” estaban bajo la ocupación ilegal por parte del Reino Unido desde 1833. Lo segundo fue un cartel diciendo que Irlanda se encontraba a 13.199 kilometros de distancia (sin mención de Gran Bretaña ). Lo tercero fue un paquete de galletas “hecho en Ushuaia, el fin del mundo”. La cuarta era una calculadora de bolsillo utilizado por un comerciante para averiguar las tasas dolar-peso.
La esperanza es difícil de desterrar del corazón del hombre, pero tiene que ser dicho que Argentina hace todo lo posible para hacerlo.
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**Visita: http://salasdevideoconferenciasolgaydaniel.blogspot.com.ar/ http://bohemiaylibre.blogspot.com
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