Recuperemos lo recuperable
ABRIENDO EL LIBRO DE QUEJAS
Por Eduardo Juan Salleras, 16 de marzo de 2014.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente
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Hoy desperté a las 4 de la mañana con un fuerte dolor de cabeza.
Me había acostado molesto, tarde para mí, y luego de haber sufrido como un condenado el empate contra Banfield del equipo de fútbol de mis amores: Independiente de Avellaneda.
Fumo muy poco, 3 cigarrillos en todo el día, de los cuales 2 van después de cenar con el chocolate y el esparcimiento televisivo que nos toque en suerte, porque la verdad hay que tenerla para embocar un programa bueno.
Los nervios del encuentro me llevaron a fumar solamente 5 en el partido, generalmente, cuando salgo de la media, es como si hubiera puesto en mi boca la chimenea de una fábrica, me mata.
Me di cuenta de ello, así que tome un paracetamol antes de dormir. Igualmente, a la madrugada no sabía cómo apoyar la cabeza en la almohada, se me partía.
Después de muchas idas y venidas, a eso de las 10 de la mañana, hice lo que temía, tomarme la presión… y sí: 17 – 10.
Estoy medicado, pero poquito; me cuido pero no tanto últimamente; caminaba 50 minutos todos los días, hace un tiempo que no… más algunos eventos del fin de semana pasado en los que comí cosas muy ricas pero tremendamente saladas: ¡Qué necesidad la mía comer y la de del bufet salar tanto! ¿Acaso lo usan de antiséptico? Y si bien mi guerra contra la sal siempre fue fundamentalista, hace un tiempo que no le agrego a la comida pero sí como cosas que ya tienen sal y eso no va.
Siendo domingo, casi las 20 horas en este momento, aunque tengo ya la presión normal: 13 – 8, todavía me duele un poco la cabeza, el cuello y los hombros, tal vez sean secuelas de las casi 100 bolsas de grano que levanté el viernes ordenando el galpón y no tanto por mis arterias, pero la cuestión es que no estoy para escribir el artículo que tenía en mente, necesito estar más liviano.
Busqué en mis anotaciones algunas de mis quejas habituales a la vida cotidiana, de las que siempre pretendo escribir aunque postergadas por otros temas de mayor consideración para el momento.
Hay veces que no puedo mandar mis artículos en tiempo y forma. Hace unos años contraté a la empresa CTI - hoy Claró – el servicio de 3G para internet. Hace mucho que anda decididamente mal, transformándose en un verdadero flagelo, corriendo incluso peligro mi notebook de ser arrojada, sin culpa alguna, al medio del parque. Lo que me enoja y me produce indignación es que en un principio funcionaba correctamente, lejos siempre de una banda ancha, pero algo se podía hacer, para luego ir empeorando año a año, mes a mes, llegando a hoy que es un desastre y puede ser que esta limitación paga, porque vengo pagando hace meses y prácticamente sin servicio, sea uno de los factores que me levanten la presión. Solamente en la Argentina las cosas con el tiempo funcionan peor.
Debo resolver eso con la empresa Claró.
Días pasados, en una caminera, la policía me pidió la famosa VTV (Verificación Técnica Vehicular). Luego de mostrarle el comprobante de haber hecho el trámite burocrático - digo así porque no es otra cosa - le cuestiono al agente: - ¿Cómo pueden pedir esto en una ruta como la nacional Nº7 que es un desastre? ¿Qué garantía hay que luego de cumplimentar los requisitos salga al asfalto y rompa algo, como me ha pasado, una piedra en el parabrisas? Las famosas raspadas a la carpeta llenan de residuos que cuando los pisa una rueda de camión o auto de refilón, salen despedidos como balas.
Convengamos que la famosa VTV es un “curro” notable del que nadie habla, ya que, a renglón seguido de haber pagado y aprobado el examen, se puede romper un extremo de dirección, sin embargo, lo puedo atar con un pedazo de goma y circular un año entero hasta el próximo bolazo: el control de la VTV.
Y ya que estamos hablando de rutas, se puede saber ¿por qué pagamos peaje? ¿Es acaso un nuevo impuesto? El estado general de las mismas son deplorables y ni hablar de las provinciales: intransitables.
Pero, también nombré roturas mecánicas… sobre este tema puedo escribir un libro.
¿Cuántas veces les han cobrado en el taller sin haber resuelto el problema? Una vez le dije a un mecánico, - yo no traje el auto para que UD haga prácticas operarias, lo traje para que me arregle el problema y sigue ahí, sin resolverse.
Hace tres meses llevo mi camioneta a Venado Tuerto, a arreglar un problema que ameritaba bajar la caja de cambios y la de transferencia (4X4), aunque, según el experto en el que había confiado mi amado vehículo, consideraba que ambas estaban bien, igualmente se le hicieron algunas correcciones. El problema era otro. Cuando le pago $5.900.- desde luego sin factura (después me di cuenta por qué, sin reclamo) me dijo: - eso sí, no la use… - ¡¿cómo?! (Le contesté yo) ¿Me cobra esta torta de plata y me dice que no la use? - Bueno… úsela pero cuando pueda sáquesela de encima, está muy manoseada (respondió pateando la pelota afuera). Apenas llegué a mi casa, me tiré abajo a mirar el trabajo… y claro, colocando el “entredos” (es lo que une ambas cajas y el único problema que tiene) fue rajando a cada tornillo que apretaba esta carcasa de aluminio. Hace más de tres meses que estoy sin camioneta, anda bien pero no me animo a usar la en la ruta, habiendo pagado casi $6.000.-
Tengo muy buenos amigos mecánicos aunque la realidad me demuestra que debería acceder, sí o sí, lo más pronto, a un cero kilómetro y cambiarlo cada dos años como máximo. No únicamente por mi bienestar, sino también el de mis mecánicos de preferencia.
Si bien el libro de quejas queda abierto, considero suficiente terapia haberles contado estas experiencias negativas en el andar de la vida diaria, si a ello le sumamos el pésimo humor al que estamos condenados hace más de una década, el más pequeño problema puede desencadenar un hecho violento o en su defecto, que se dispare la presión arterial.
Gracias a Dios, mi entorno me contiene, enseguida corre a buscar el chaleco de fuerza, y para que no escape con la mordaza puesta, me ata a un palo… cuando no, una cinta adhesiva ancha en la boca para no escuchar mis insultos en prosa, lanzados al viento, como un canto al bienestar.
Hay muchos problemas que son evitables, en los que deberíamos trabajar como sociedad.
Proponernos ciertas reglas básicas de honorable convivencia social…
… NUNCA LE HAGAS A OTRO LO QUE NO TE GUSTA QUE TE HAGAN A VOS.
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