MIENTRAS TANTO, NOS QUEDAMOS SIN REPÚBLICA - Por Eduardo Juan Salleras

Tres generaciones
MIENTRAS TANTO, NOS QUEDAMOS SIN REPÚBLICA

Por Eduardo Juan Salleras, 25 de mayo de 2013.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente

Mientras la gente corre de un lado a otro en busca de un colectivo, de un tren… o está estancada en el tránsito con su utilitario… alerta en la casa, en la calle, en el transporte público, para no ser asaltados, violentamente…
… mientras un matrimonio de trabajadores, los fines de semana no descansa para poder construir en ese tiempo, una habitación más cuando la familia crece…
… mientras a una pareja de recién casados, se le desploman los sueños en un rato, en el tiempo que tarda la ocurrencia de un funcionario del gobierno, para lograr sus caprichos o intereses políticos…
… mientras los jubilados siguen envejeciendo, se les acorta el tiempo, y no les alcanza para vivir y mucho menos para los medicamentos, al tanto se utiliza su dinero, el de su bienestar, el de su salud, para hacer caja o comprar voluntades…
… mientras la AFIP (Agencia Federal de Ingresos Públicos) presiona a todos como si fuéramos delincuentes a cumplir lo incumplible… sin temblarle la mano grava la canasta básica de alimentación mínima para una familia pobre a la misma tasa que un producto suntuoso…
… mientras los supuestos representantes del pueblo, de la gente, suyo y mío, votan destruir la justicia para expoliar la república, y como si esto fuera poco, pintar de blanco, lo negro, con la ley de blanqueo de capitales truchos o corruptos…
… mientras tanto, pasan todas estas cosas y más, interminables listas de atropellos e injusticias…
… bóveda más, bóveda menos, todos se ve claramente: mansiones, hoteles lujosos, automotores de alta gama, chacras, estancias, quintas, todo imposible de esconder… viajes, aviones, cuentas en el exterior; mequetrefes e incapaces, se enriquecen con el dinero del pueblo, de la gente, aquella que está condenada a la anarquía ciudadana, viviendo malhumorada, insatisfecha… insegura…
… mientras tanto, nos roban aquellos a los que les dimos las llaves del Estado para que lo administren…
… mientras pasan todas estas cosas, se nos va la vida. Y ya nuestros abuelos dijeron: nosotros no vamos a ver el cambio en este país. Lo mismo repitieron nuestros padres. Hoy, somos su descendencia y debemos decirle lo mismo a nuestros hijos… y van tres generaciones de fracasos.
Estamos más idiotas que nunca, atrapados en una historieta que ya conocemos y que sabemos que termina mal, porque llevamos casi un siglo repitiendo los mismos errores que nos conducen indefectiblemente a la frustración social.
Acaba de morir la cara más importante del último gobierno militar. Pero no fue el último golpe de estado porque en diciembre de 2001 hubo otro. Y hoy está ocurriendo un tercero y tal vez el más grave en lo institucional, ya que no se derroca un gobierno sino un sistema porque, quien comanda actualmente el país, pretende darle un golpe fatal a la República, sin renunciar a su título, prostituir su esencia y la de la democracia, haciendo un modelo a su medida, a su gusto, engañando o comprando complicidades, enriqueciéndose unos pocos, al tiempo que va dejando estelas de pobreza, de desaliento y de violencia ciudadana.
Pero parece ser que no sabemos vivir sin que alguien nos dé de comer, en la boca.
No podemos ser empresarios, periodistas, artistas, legisladores, economistas, sin mérito propio, porque, aquellos que carecen absolutamente de él, terminan - “sobando medias” - en alguna empresa del Estado - o favorecido por éste - la que indefectiblemente terminará fundiéndose de manera estrepitosa, situación que sólo se disimula con el aporte interminable del dinero público.
En seguida, los corruptos impostores del sistema republicano, sin presentar pruebas, ni respondiendo expresamente a quien los denuncia, inventan conspiraciones o manda a esos imbéciles alcahuetes, con escapularios donde cuelga el emblema de la causa, y rasgándose las vestiduras, arman operaciones de prensa en contra del acusador o los acusadores.
Lo curioso es que esto no pertenece a la actualidad. Hace rato que se habla de ello y miramos para otro lado, como dejando que hagan no más, porque para la ciudadanía es natural que haya corrupción y para que esa gracia tenga la soltura necesaria, es fundamental poner de rodillas el Poder Judicial frente al político… y lo están haciendo sin que nosotros hagamos nada. La justicia no es de los jueces, fiscales o abogados, la justicia es nuestra, del pueblo. Es el valor más sagrado, es la que debe tener tradición y costumbre, porque le corresponde trascender al tiempo, a los gobiernos, a los presidentes, a gobernadores y legisladores. Todos a la larga pasamos, lo que empieza irrenunciablemente se termina, y si no pregúntenle a aquel que se creía todopoderoso, que acumuló riquezas llenando cofres por doquier… Y un día todo se le terminó.
Hoy, en un país carente completamente de certezas, hay dudas incluso de cómo murió ese, porque dentro de lo más dramático de nuestras vidas es que hemos perdido toda noción sobre lo preciso, sobre lo exacto; prescindimos de la claridad.
Elegimos el relato que más nos conviene, al momento y al lugar, y lo consideramos una verdad absoluta.
Así estamos, ¿pensamos seguir de la misma forma?

EJS
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