¿Distribuimos riqueza o descontento?
Vivimos en una democracia o en una seudodemocracia.
Díganmelo ustedes, yo le doy algunas pautas que las diferencian, solo algunas...
1. La democracia es el gobierno de todos por y para todos y para el bien de todos. Dicho de otra forma, es el progreso de todos con la ayuda de todos, bajo la dirección de los mejores y más cuerdos.
2. La creencia vulgar y peligrosa de que cualquier ciudadano es tan competente como cualquier otro para desempeñar cualquier cargo público, no es principio de la verdadera democracia, es esta una afirmación de la oclocracia o gobierno de la chusma, fundamento y apoyo este de la seudodemocracia.
3. La verdadera democracia se esmera en proporcionar una gradería de educación y oportunidades en donde hasta el más humilde ciudadano pueda ascender hasta la cima de la influencia si es capaz y digno.
4. La verdadera democracia rechaza la doctrina de la mediocridad e insiste en afirmar que los únicos peligros serios que amenazan la libertad, vienen del predominio del monopolio, los privilegios y las mayorías.
5. La verdadera democracia adhiere tenazmente a la convicción de que para su buen éxito es necesario que haya normas fijas de moral.
6. En la verdadera democracia el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial, representan la voluntad del pueblo de una manera especial y dentro de ciertos límites que deben conservarse inviolables.
7. La seudodemocracia detesta los cuerpos directivos y exalta a los demagogos. Concibe un sistema político armado en torno a un partido presidencialista que maneja discrecionalmente los recursos presupuestarios y fiscales de la nación, imaginando a los gobiernos provinciales y municipales como cotos cerrados. En esta falsa democracia el Poder Ejecutivo, desde una posición predominante, avanza sin dificultades sobre los partidos políticos de oposición, los poderes Legislativo y Judicial y las Fuerzas Armadas, politizándolos.
8. En la verdadera democracia rige el estado de derecho; en la seudodemocracia rige el estado de la naturaleza, en donde cada cual tiene el derecho de lo que pueda apropiarse para satisfacer inmediatamente sus deseos.
9. La verdadera democracia grita: que cada cual suba hasta donde pueda llevarlo su capacidad de servir y hacer progresos; la seudodemocracia grita: que todo el mundo descienda al nivel del promedio.
10. En la falsa democracia se abusa de la libertad. No se contiene a las pasiones humanas, todo lo cual produce una relajación de las conductas sociales y tras éstas, el desorden social. Está comprometida por los grandes simplificadores que suprimen las complicaciones y las contradicciones y fuerzan la unión de lo ideal con lo real...
11. El péndulo político sigue oscilando en un arco de amplitud cada vez más decreciente en el que la injusticia y el favoritismo están a la orden del día, razón por la cual no todos los ciudadanos gozamos de igual prosperidad, ni todos tenemos asegurada la igualdad ante la ley.
12. El pueblo suele aceptar sin vacilación las perogrulladas y/o mentiras de la falsa democracia, pero son pocos los ciudadanos que comprenden el fondo y el alcance de sus principios funestos de considerar al Estado, no como el conjunto de hombres que lo forman, sino como una especie de juguete creado para policastros e intrigantes, que generan en los ciudadanos un sentimiento de irresponsabilidad y falta de interés con respecto a la dirección de los asuntos públicos.
13. Gran parte de la poca inclinación que muchos ciudadanos tienen hoy a tomar parte activa en la política se debe, según mi sentir, a los efectos desastrosos que causa en las normas y métodos políticos el degradante sistema que impone la seudo democracia, de tratar los cargos políticos como premios otorgados por servicios al partido.
14. En la falsa democracia, por las razones expuestas en 13., las grandes empresas públicas son puestas en las manos de los secuaces de gamonales y potentados “políticos”. En ese estado de cosas son normales el mal ejercicio de los derechos ciudadanos, los ideales bajos al servicio público y el juicio moral lastimosamente deficiente.
15. En la falsa democracia el interés público se concentra más en los nombres que en los principios, proyectos y programas.
Mis amigos, la falsa democracia existía ya en los tiempos de Aristóteles, pero hoy, las fuerzas de la decadencia y de la disgregación la han fortalecido con maquillajes e ideologías de tal forma que está deslumbrando a los hombres hasta la ceguedad, haciendo que no quieran o no puedan examinar la otra cara de la medalla.
Otro día la seguimos, mientras tanto, no olviden que necesitamos un liderazgo colectivo (no transversal, progresista, ni hegemónico) que se exprese en la sociedad con convicción solidaria y eficiencia en las realizaciones.
En azul y blanco
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