El ejercicio de la buena memoria no pretende herir ni ofuscar a nadie sino traer a colación el estado de ánimo nacional en que nos movemos al recordar el pasado reciente y la realidad presente. HCR
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Pongamos las cosas en su debido lugar: Que un presidente sea elegido en forma democrática, no implica que sea democrático.
En el año 2003 muchos peronistas creyeron que eligiendo el “bombo nuevo” del movimiento, apoyado entonces por el Dr. Eduardo Duhalde, elegían a un gobierno que pensaban iba a ser ordenado, prudente, honesto, que traería importantes progresos al país especialmente en materia de infraestructura y pobreza, pero fueron engañados tanto ellos, como nosotros porque, sin saberlo, votamos ideas políticas ajenas a nuestra tradición que llegaron encubiertas bajo distintos rótulos, llenas de odio y sed de venganza, que muy pronto olvidaron sus promesas.
Durante la campaña proselitista tanto el Dr. Néstor Kirchner como después su esposa, supieron tender sus manos pidiendo el apoyo popular pero, una vez en el poder, ambos cerraron el puño y acometieron contra las instituciones y sus hombres…
La realidad nos muestra hoy a un Gobierno con debilidades estructurales más que evidentes que nos va convirtiendo en un Estado incapaz de cumplir con éxito el papel de agente eficaz y sostenible del desarrollo; convencido de que todo disentimiento es conspiración; su vanidad solo le permite pensar en el “apriete” y la “vendetta”, potenciando así las distancias entre modernidad y atraso, lo que está generando el desencanto entre quienes los votaron y hoy se sienten burlados en su buena fe.
Tanto Él, como ella, hicieron que nuestro sistema democrático sea hoy una gigantesca hipocresía.
Todos los que estamos habitando el suelo argentino formamos parte de ese drama, unos más afectados por la realidad que otros, pero todos estamos padeciendo tanto los conflictos sociales, como el actual crecimiento asimétrico, la inseguridad y la corrupción.
Copiaron, pero no imitaron; crecimos, pero no prosperamos.
Pensemos que hace casi 200 años, la Nación vivió un momento trascendente para su futuro; fue aquella una circunstancia en la que fue necesario intentar una solución concertada. Hoy nuestros representantes, que gobiernan y deliberan por nosotros, no son capaces de asegurar esa estabilidad que implica definir con claridad y precisión qué país queremos tanto en lo político como en lo económico, en lo social y lo cultural, que debieran sintetizar las legítimas aspiraciones del pueblo, NO DE UN SECTOR.
Conocer la verdad, aunque duela y encrespe los ánimos, es un paso necesario e inevitable para alcanzar la definitiva fraternidad entre los argentinos.
Nos están acostumbrando a la idea de violencia (de hecho, convivimos con ella), a la desvalorización de la palabra (malversada por muchos políticos), realidad esta que está haciendo que la gente crea solamente en los hechos.
Los nuevos movimientos sociales anquilosados en las estructuras partidarias del kirchnerismo, se transformaron en una verdadera demostración gestual del poder de los apologetas K.; la ideología del resentimiento junto al izquierdismo populista, en el marco de la actual crisis, está haciendo que la conflictividad se vuelva una metodología corriente de la acción política.
Términos como “seguridad jurídica”, “división de poderes”, etc. son parte del discurso político, pero no de la realidad, porque el reverdecimiento de la acción directa en el marco de las movilizaciones o “piquetes” las vulneran permanentemente, siendo en ese espacio geosocial, y aprovechando la debilidad institucional y el repliegue del Estado, en donde actúa mimetizada en la sociedad la violencia delictiva, que ya ha ocupado el frágil y fragmentado orden legal, institucional y político.
Promesas vencidas, mentiras baratas, expectativas malogradas, reclamos cada vez más violentos… y respuestas cada vez más escasas, van produciendo el desencanto de unos, por recibir poco y de otros por pagar demasiado, en medio de una inquietante corrupción.
Tengamos cabal medida de las dificultades presentes y las que podrán avecinarse.
Dejemos de ser meros espectadores: La Argentina necesita un pueblo con vocación protagónica, partícipe decidido para facilitar la paz, ASEGURARLA, apaciguar los ánimos y posibilitar así el clima indispensable para la construcción de la Argentina que deseamos.
Para recordar: LAS ARMAS DE LA CRITICA , CUANDO SE PUEDEN EMPLEAR, SON SUPERIORES A LA CRÍTICA POR LAS ARMAS.
En azul y blanco, HUGO CÉSAR RENÉS
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