viernes 1 de octubre de 2010
A pesar de que Perón acuñó el concepto de trasvasamiento generacional, la mayoría de los dirigentes políticos del movimiento justicialista parecen no saber lo que es. Desde hace algunas décadas ya, y especialmente durante estos años, parece inimaginable que un discurso de campaña no haga referencia a la necesidad de la participación política de los jóvenes. Y es que, de hecho, en general los jóvenes son los verdaderos portadores de la renovación al interior de cualquier movimiento político. Están menos “ensuciados” y pueden traer nuevos aires a la política.
La mayoría de los políticos utilizan a los jóvenes para pegatinas, cartillaje, caminatas, debates, marchas y toda una variedad de tareas que son necesarias. Hoy en día, también, los jóvenes aportan ideas, análisis y reflexiones a veces mucho más elaboradas que las de sus mayores generacionales desde la militancia 2.0. Todas tareas importantes y valiosas que contribuyen, desde la acción cotidiana, a alimentar y llenar de significado la actividad política partidaria. Sin embargo, los dirigentes tienden a considerar a los jóvenes únicamente para esos casos. Una vez que asumen espacios de gestión efectiva tienden a privilegiar la “experiencia” por sobre otras características que, como el profesionalismo y la pasión, son patrimonio privilegiado de la juventud.
¿Qué duda cabe que para hacer política hay que tener pasión? Esa pasión es la que te hace sentir que detrás de cada expediente hay una persona, una familia, una historia. Esa pasión es la que convierte a la política en el arte de lo posible, y no la mera gestión de recursos. Por eso es una de las principales responsabilidades del dirigente formar cuadros políticos y técnicos. Poder transmitir a las futuras generaciones la experiencia de los años tanto como, en ese mismo movimiento, darle espacio a los jóvenes a que comentan errores, desanden sus pasos, aprenden de la experiencia viva de la política.
Para la juventud siempre se crearon áreas específicas, o se daba algún cargo especial a los dirigentes de los movimientos de juventud y se mantenía a las bases militando bajo la promesa de que, algún día, podrían ocupar posiciones equivalentes. Lo único que parece lograr este método son militantes disciplinados y frustrados, que no podían volcar su expertise, aquellos conocimientos específicos que habían adquirido durante su escolarización y militancia, en la gestión concreta. Los discursos políticos en general tienden a apelar a la juventud con este sentido, relegando su participación una vez que se han alcanzado las posiciones de administración política. Las Juventudes, muchas veces, son trampas ciegas donde se envejece sin haber realizado la necesaria simetría entre la maduración personal y la maduración política.
La administración de Néstor Kirchner en la provincia de Santa Cruz fue un gran ejemplo de esos equívocos: dos veces intendentes de Río Gallegos y tres veces gobernador de la provincia, no pudo o quiso formar cuadros políticos en su provincia; y en 2003, cuando asumió la presidencia de la nación, hubo un vaciamiento espectacular de dirigentes en la región. En este caso, el sentimiento de omnipotencia y soberbia parecería llevarlo a creer que él es el único capacitado para gestionar el gobierno.
La situación en Chubut es diametralmente opuesta: Cuando Mario Das Neves asumió el gobierno de la provincia, en el 2003, hizo un llamado a los jóvenes a ponerse la camiseta. No la camiseta del peronismo, sino la camiseta del Estado, de la gestión y de la pasión. Y así fue como el gobierno de Chubut (el peronismo en Chubut) formó con éxito a una generación de cuadros técnicos y políticos, única en el país. Al día de hoy, en Chubut tenemos jóvenes de 30 años en cargos como Jefe de Gabinete, Acción Social, Turismo, Modernización del Estado, Relaciones Institucionales, Secretaría de Justicia. Todos estos datos son comprobables y accesibles para cualquier persona con Internet. La modernización de las instancias de gestión política y estatal en la actual administración del gobierno de Chubut es realmente inédita en todo el país.
Por supuesto que hay áreas, como Salud y Educación, en las cuales la experiencia es fundamental. Sin embargo, esos ministerios también están ocupados por quienes fueron militantes desde su juventud y han pasado por todos los peldaños del escalafón de competencia. Son los casos de la Dra. Graciela di Perna (durante 6 años ministra de Salud de Chubut, hoy Senadora de la Nación) que durante mucho tiempo atendió la salita de pediatría de uno de los barrios más humildes de Trelew, el barrio Amaya, o la actual Ministra de Educación, Mirtha Romero, que fue docente y directora de escuela.
El trasvasamiento generacional está íntimamente relacionado con la duración de los cargos y el perpetuamiento de dirigentes políticos en cargos relevantes. Ciclos de ocho años de gestión otorgan el tiempo necesario y suficiente para completar ciclos de gestión satisfactorios y cumplir las expectativas delegadas por el pueblo a través de los votos. Formar cuadros capaces de tomar la posta es una responsabilidad de cualquier dirigente político y es necesario hacer valer esa responsabilidad como un deber. No es tan difícil.
Transcripto del blog de la Juventud que sigue a Das Neves
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