¿A alguien le queda alguna duda?
EL FASCISMO AL ACECHO
Por Eduardo Juan Salleras, 6 de diciembre de 2015.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente
¿A alguien le queda alguna duda todavía?
¿Acaso se puede vacilar en si son o no son?
Las internas del peronismo (Menem-Cafiero) depositaron a Menem en el poder y gobernó durante 10 años, luego de haber acomodado la Constitución Nacional a su antojo con la ayuda de un poco feliz Alfonsín (“El padre de la democracia”… ¿Ummm?) conformando un gobierno recordado como muy corrupto y “bailantero”.
Luego vino la interna entre Menem y Duhalde, la que privó al primero de ir por la re-re-elección pero, a pesar de ser compañero y peronista, los menemistas prefirieron que gane De la Rúa (radical) en castigo y ganó.
Duhalde no se quedó quieto y aprovechó la inserción de peronistas dentro del gobierno de la Alianza para desestabilizarlo, y un socio poco feliz: Alfonsín, dándole una mano en la destitución de su propio correligionario. Ver luego a los justicialistas persignándose ante el pecado de las coimas del Senado, fue una imagen muy fuerte.
Medios de comunicación, gente del espectáculo, saqueos, muertes y un pueblo idiota por la plata, acabaron con el último gobierno republicano.
Enseguida los justicialistas se metieron por la ventana, mientras los de Alem e Irigoyen miraba asustados como diciendo: yo no fui, no tuve nada que ver, ¿puedo ser útil en algo?
Rodríguez Saá primero, vio el sillón vacío y sin que nadie lo note se sentó, cuando todavía no había iniciado el juego. Una semana duró solamente, sin hablar de salir de la convertibilidad – abandonarla sería un golpe duro a los de menos recursos pero, fundamental para los grandes empresarios endeudados en dólares en la Argentina - y suspendiendo el pago de la deuda externa, anuncio que se vio más como una obviedad, de hecho ya no se pagaba, pero que los populistas vieron como una liberación nacional aplaudiendo y vitoreando al intruso en la presidencia, incluyendo desde luego a radicales, izquierdistas y demás.
Duhalde miraba absorto - ¿de dónde salió éste, cómo se me coló? – y sin devaluar fuerte… no va a andar.
Entonces, también lo hicieron renunciar en una acción muy poco clara, diría de esas que vemos en las películas y que parecen mentira.
Así subió por fin el gran “devaluador”, encantado, aunque sea por la ventana entró y se sentó orgulloso en el Sillón de Rivadavia. Tan frágil fue su mandato que no soportó el más mínimo temblor. Le tiraron dos muertos y afuera.
Eso sí, semejante devaluación le dio al gobierno que lo sucediese un colchón inflacionario increíble, el que le permitiría gobernar a los ojos de todos de manera espléndida… y muchos grandes empresarios, modelos, salvaron las papas de la mano del nuevo “estadista”, ¡qué horror!
¿Para qué?
Vuelta la interna entre Duhalde y Menem, esta vez ganó el líder de Lomas de Zamora. Como él es electoralmente un fracaso, buscó otro, cualquiera: primero Reutemann (¿Qué pasó ahí? Número puesto para ser presidente), luego De la Sota… no se animó. Sí, alguien que no tenía nada que perder, y otra vez metiendo la mano el peronismo a su antojo en la institucionalidad del país, inventando una elección a medida de su candidato, más allá que no lo conociera nadie, debía ganar y ganó, en un sufragio que podríamos decir fraudulento. La interna justicialista en una votación nacional, fue un bochorno que nadie se animó a cuestionar.
Gracias a todos estos desaguisados, de los que el radicalismo tuvo mucho que ver, llegó a la presidencia un tal Kirchner. Del petizo gracioso con pelos en la cara al “pingüino” santacruceño, pasando por el cabezón… ¡Ah! Y el que no quiso devaluar.
Esto fue el peronismo: una coartada, un relato, sobre lo que supuestamente es una doctrina - ¿será? - o si son los dueños absolutos de esa ideología porque, quién más quién menos, hoy a nadie se le ocurriría hablar en contra de la justicia social, incluyendo a los más recientes hipócritas: “el kirchnerismo”, que habló de la pobreza digna, haciendo como meritoria la situación de hambre, de miseria o de indigencia, eso sí: sin solucionarla.
Todos se acusaron de no ser peronistas… “Eso no es peronismo”, claro, después del fracaso.
Estos que se van ¿lo son, lo fueron?
La conducta de los derrotados no es otra que la de aquella persona despojada de su máscara y disfraz. Los Kirchner - Néstor y Cristina - no son democráticos, mucho menos republicanos… son déspotas, totalitarios (vamos por todo), fascistas… la derrota en la última elección, la obliga a ella y a sus seguidores, a despojarse de esa máscara y disfraz… y se ven desnudos, tal cual como son.
Ya no hay más “Botox” político ni modelo social que disimule por quién fuimos gobernados los últimos 12 años. Hoy están desesperados porque pierden el poder, y es lo único que les interesa. Están dispuestos a salir a las calles a defender el modelo: “fascista”… a matar (si es necesario)… a la democracia y a sus instituciones.
Mentirosos, engañaron a la pobre gente, aunque a la gran mayoría la compraron y son éstos los más exaltados, fundiendo al Banco Central, llevándose a la nada los tiempos buenos, repartiendo de la mano de la corrupción a sus seguidores más fanatizados el dinero del hambre de la pobreza, del esfuerzo de los productores, de los hospitales abandonados, de las obras que no se hicieron, de una educación a la deriva… y el narcotráfico en las calles pudriendo a nuestra juventud, prostituyendo a nuestra sociedad y sentándose a la mesa de la nación en su cabecera.
Repetidas veces digo: siempre hay alguien poco feliz, o un petizo gracioso, o un gil, u otro que se cree un estadista pero perdió con el gil, o un esquizofrénico corrupto o una chiflada dictadora y tan deshonesta… son patologías comunes en cuarenta millones de habitantes…
Lo que no es normal, o no debería ser común, es elegirlos presidentes.
EJS
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