Con el rotundo triunfo de Biniamin Netanyahu, terminaron las elecciones anticipadas del 17 de marzo de 2015.
Así como lo anunció, tratará de formar un gobierno de coalición con todos los partidos de derecha que lo apoyan.
Uno de los primeros problemas a resolver, es recomponer las relaciones con los EEUU, tensas desde antes de las elecciones y empeoradas a causa de sus alocuciones durante su campaña electoral en contra de un Estado Palestino, y también por los conceptos discriminatorios vertidos sobre la minoría árabe de Israel.
A pesar de que después de constatar fehacientemente su triunfo, Netanyahu se disculpó ante los árabes y volvió a declarar que está de acuerdo con la solución de dos estados, su frecuente zigzagueo le restó seriedad a sus palabras.
Por supuesto, no se mejoraron las relaciones con los EEUU. Por el contrario, nuestro mejor aliado acaba de anunciar que está reconsiderando el apoyo que le brinda a Israel en la ONU. Y esto es grave.
Netanyahu fue apodado “el mago” por haber tenido la capacidad de invertir todos los pronósticos y las encuestas que no le favorecían en esta elecciones. Veremos si sus mágicos poderes serán suficientes para volver a recuperar el pleno apoyo de los EEUU, demostrando con sinceridad que está de acuerdo con la creación de un estado palestino vecino a Israel sin que se opongan sus colaboradores.
Una tesis viable y lógica que pocos podrían censurar y que a Netanyahu no se le ocurre adoptar, sería la de esperar que no existan países y organizaciones árabes fuertemente armadas que quieran echar a los israelíes al mar, para proceder a la entrega de territorios a los palestinos. No podemos arriesgarnos a debilitar nuestras defensas naturales, mientras existan amenazas contra la existencia de Israel.
No sabemos si esto algún día será realidad, pero el hecho que en la circunstancias actuales no se dan las condiciones de aceptar a un estado palestino vecino, no da pie a que se expandan las colonias en los territorios en litigio, dificultando la posibilidad a un arreglo de paz en el futuro. Sin embargo esto sucedió y seguirá sucediendo debido a la inamovible manera de pensar de los socios que tuvo y tendrá el Primer Ministro en su nuevo gobierno. La derecha no quiere entregar territorios ni está de acuerdo con un país palestino vecino al nuestro. Se niega más que por seguridad, por otros motivos que considera sagrados. Aunque todos los árabes nos amaran, aunque no existiera un solo árabe enemigo de Israel, aunque el mundo árabe reconozca el derecho que tiene Israel de existir en el lugar del Medio Oriente que actualmente ocupa, ninguna parcela de Judea y Samaria (nombres bíblicos de la Cisjordania) será entregada. Es parte indivisible del Estado de Israel por derechos históricos. La fuerza con la que está arraigada esta convicción en los partidos que formarán la nueva coalición gubernamental, hace que esas facciones políticas no les den importancia a los perjuicios de orden internacional que su extremismo le pueda acarrear a Israel, especialmente a las relaciones con su mejor aliado, los EEUU de Norte América.
Dejemos una vez por todas la excesiva altanería a un lado. Es indudable que Israel es fuerte. Pero tenemos que reconocer que sin la ayuda de nuestros aliados, la historia nos enseña que nos será muy difícil subsistir en medio del mar enemigo en el que estamos sumergidos.
Samuel Auerbach,
Natanya, Israel.
Netanyahu fue apodado “el mago” por haber tenido la capacidad de invertir todos los pronósticos y las encuestas que no le favorecían en esta elecciones. Veremos si sus mágicos poderes serán suficientes para volver a recuperar el pleno apoyo de los EEUU, demostrando con sinceridad que está de acuerdo con la creación de un estado palestino vecino a Israel sin que se opongan sus colaboradores.
Una tesis viable y lógica que pocos podrían censurar y que a Netanyahu no se le ocurre adoptar, sería la de esperar que no existan países y organizaciones árabes fuertemente armadas que quieran echar a los israelíes al mar, para proceder a la entrega de territorios a los palestinos. No podemos arriesgarnos a debilitar nuestras defensas naturales, mientras existan amenazas contra la existencia de Israel.
No sabemos si esto algún día será realidad, pero el hecho que en la circunstancias actuales no se dan las condiciones de aceptar a un estado palestino vecino, no da pie a que se expandan las colonias en los territorios en litigio, dificultando la posibilidad a un arreglo de paz en el futuro. Sin embargo esto sucedió y seguirá sucediendo debido a la inamovible manera de pensar de los socios que tuvo y tendrá el Primer Ministro en su nuevo gobierno. La derecha no quiere entregar territorios ni está de acuerdo con un país palestino vecino al nuestro. Se niega más que por seguridad, por otros motivos que considera sagrados. Aunque todos los árabes nos amaran, aunque no existiera un solo árabe enemigo de Israel, aunque el mundo árabe reconozca el derecho que tiene Israel de existir en el lugar del Medio Oriente que actualmente ocupa, ninguna parcela de Judea y Samaria (nombres bíblicos de la Cisjordania) será entregada. Es parte indivisible del Estado de Israel por derechos históricos. La fuerza con la que está arraigada esta convicción en los partidos que formarán la nueva coalición gubernamental, hace que esas facciones políticas no les den importancia a los perjuicios de orden internacional que su extremismo le pueda acarrear a Israel, especialmente a las relaciones con su mejor aliado, los EEUU de Norte América.
Dejemos una vez por todas la excesiva altanería a un lado. Es indudable que Israel es fuerte. Pero tenemos que reconocer que sin la ayuda de nuestros aliados, la historia nos enseña que nos será muy difícil subsistir en medio del mar enemigo en el que estamos sumergidos.
Samuel Auerbach,
Natanya, Israel.
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