Todos debemos votar en esta elección.
Se acercan nuevas elecciones en Israel, y como en todo proceso electoral, mientras la ciudadanía se apresta a emitir su voto en ese día especial, los medios ocupan gran parte de sus emisiones con propaganda que cada partido prepara para atraer sufragios a su favor. Ese día en que se convoca al pueblo para que elija un nuevo gobierno, las calles amanecen empapeladas con cartelones mostrando caras sonrientes de candidatos, y con panfletos desparramados sobre las calzadas transitadas por automóviles cubiertos con propaganda partidaria, que conducen ida y vuelta a sus seguros votantes. Es un día distinto que produce una sensación rara de festividad, efervescencia, agitación, entusiasmo y esperanza.
No obstante, existe entre el electorado un significativo porcentaje de ciudadanos que no forman parte de este ambiente festivo. Son los que no les interesa la política, los que invocan razones dogmáticas religiosas para no votar, los frustrados y los que no saben a quién votar. Ese porcentaje no sufragará, y si lo hará será en blanco. Es un porcentaje que no debiera existir. El voto es una obligación moral para todo ciudadano que ama a su patria. No puede ser que exista quienes no les moleste que su país sea un barco sin timonel. Y sin embargo desgraciadamente existe. Si no se sabe por quién votar, por lo menos es necesario saber por quién no votar, pero jamás dejar de hacerlo a favor de alguien y no permitir que su país navegue a la deriva.
En el día de las elecciones, los israelíes deberán decir al depositar su voto, qué es lo que quieren que su patria sea. En rasgos generales, existen en Israel dos grandes y opuestas alternativas que definirán la imagen que el país tendrá ante el mundo después de la elecciones: o un país con territorios en litigio anexados, rodeado por enemigos y aislado en el mundo, o un país con genuino interés en la postura que establece dos estados para dos pueblos, un poco más reducido en extensión, pero con su población sin amenazas de guerras y apoyado por el resto de las democracias mundiales. El pueblo tiene la palabra.
Samuel Auerbach,
Natanya, Israel.
Publicado en el semanario Aurora
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Opinion/63476/
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