OTRA VEZ LAS INUNDACIONES - Por Eduardo Juan Salleras

Otra vez llovió
OTRA VEZ LAS INUNDACIONES
Por Eduardo Juan Salleras, 4 de noviembre de 2014.-

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Otra vez llovió, otra vez las inundaciones.

Graves en algunos lugares, incluso cobrándose víctimas fatales, daños irrecuperables en una población en general de escaso recursos económicos que viven de esfuerzos en esfuerzos, de una inundación a otra.

Habiendo ya la naturaleza avisado varias veces del cómo y el cuánto podía pasar si llovía mucho, pasó el tiempo y nadie hizo nada para que no ocurriera o al menos atemperar el impacto.

Como toda obra pública en la Argentina debe inaugurarse en el inicio porque la gran mayoría no continua, está parada, y si es necesario porque la agenda electoral lo requiere, se vuelve a inaugurar por la mitad, si llegaron a ella, pero siempre debe haber obra pública para mostrar aunque haya permanecido paralizada todo el tiempo.

Ante el desastre ocurrido en el gran Buenos Aires y un poco más allá, en lugares como Luján y San Antonio de Areco, al gobernador de la provincia no se lo ocurrió otra cosa que quejarse del aprovechamiento electoral que pueden hacer sus opositores de la inundación, en vez de ensayar una disculpa o demostrar alguna congoja, porque para que los otros puedan aprovecharse de él primero tuvo que haber una inundación producto de su impericia, de su desinterés y de su incapacidad para gobernar.

Peor aún fue cuando pretendió en un movimiento populista, para dejar contentos a los que pretende representar como presidente – Dios nos libre y nos guarde – le echó la culpa a los countries, que más allá de su incorrecta habilitación hidráulica o no, estuvieron allí todo el tiempo que ha sido gobernador, por lo que sus funcionarios debieron actuar urgente ante los peligros que podían ocasionar su existencia, con más razón cuando dio a entender que conocía de antemano el peligro y sin embargo no hizo nada para evitarlo.

Más grave es cuando inmediatamente ocurrido el desastre hídrico, el poco iluminado candidato presidencial acusa a los countries, quiere decir que conocía de antemano el peligro y sin embargo no hizo nada para evitarlo.

Es que las inundaciones no están en la agenda de los candidatos, tampoco creo que tengan muy en claro el asunto de la inseguridad, tal vez sí la inflación y parcialmente la cuestión de la corrupción. Ahora, las inundaciones… a nadie le interesa y mucho las agropecuarias.

Días pasados fui invitado a un importante programa agropecuario de los sábados a la mañana en Radio Colonia, para hacer alguna referencia sobre la problemática hídrica que puede venirse en la zona de la laguna La Picasa. Reconozco que me cuesta mucho explicar o hacerme entender de dónde está el verdadero problema y por dónde hay que buscar la solución. Más aún cuando veo las caras de quienes me escuchan, aunque hay veces que noto en ellas un esfuerzo enorme por no entender, como haciendo fuerza para que no entre el mensaje.

Mi experiencia de 6 años como cara visible de la inundación de esa cuenca creada a partir de su anegamiento a niveles monumentales, recorriendo pasillos y reuniones continuas, semana tras semana, me permitió escuchar algunas cosas increíbles pero ciertas desde el punto de vista de la veracidad de su existencia: geniales obras en construcción para tiempos de sequía o las que fueron realizadas para que nunca funcionen…

Aunque parezca loco a las pruebas me remito: los excedentes hídricos no se manejan por bombeo y mucho menos con canales transversales a la dirección de las bombas y peor aún en cotas hasta 10 metros superiores al nivel pretendido como máximo de inundación. Si quiero que la laguna no supere la cota 102 no puedo poner el bombeo en la cota 115 o 110.

En esta obra también tiene que ver la provincia de Buenos Aires aunque la laguna mencionada se ubique en Santa Fe.

No estaría muy lejos si deduzco que en las reuniones de emergencia, en vez de plantearse una solución, solamente elijen cuál es el mejor lugar a inundar en función de los efectos políticos que puedan llegar a acarrear para el futuro. Tal es así que lo primero que hace es evitar responsabilidad achacándole a la oposición, la que poco había dicho al respecto, el aprovechamiento electoral del desastre. La verdad es impresentable.

Evidencia que no es solamente una cuestión climática, o sea una abundante descarga meteórica, sino una cuestión hidráulica a partir de la modificación hidrográfica de una cuenca hidrológica. Por qué lo digo así, porque se dice así.

Tuve importantes maestros, ante la urgencia del momento que me llevó a estudiar y aprender sobre lo que me estaba pasando, entre tantos: el Ing. Bruno Ferrari Bono, un académico superlativo, argentino, reconocido mundialmente e ignorado en nuestro país. Y el Ing. Alemán Cáspar Linder, enviado por el Servicio de Expertos Senior gratuitamente a asesorar sobre obras hidráulicas, por aquel tiempo: la hidrovía Andes del Plata o Paraná. También otros ingenieros nacionales que colaboraron y mucho, que sería hoy muy extenso nombrar.

Más allá de los milímetros caídos hay una situación compleja que atender y es el excedente de humedad a niveles de suelo, lo que impide la rápida absorción y luego su saturación, haciendo escurrir el agua que no penetra hacia lugares más bajos. Algunos de ellos sin salida abierta, o sea cuencas cerradas, no únicamente por la naturaleza sino selladas por la política.

Es por ello que más allá de haber cesado de llover hubo zonas que crecieron el nivel de sus aguas, incluso, que no participaban en un inicio de la problemática y luego se vieron alarmantemente inundados: San Antonio de Areco. Pero yo pude ver en el Rio Luján, sobre el puente de la ruta 8, que el agua no corría…

Ahora, ¿tiene solución? Sí, claro que sí. El experto alemán fue muy claro cuando dijo en las tantas charlas que dio: estamos hablando de una inundación de llanura… que quiso decir con esto que, más allá de las altas precipitaciones, todo es lento, avisa, permite resolver. La impericia, la falta de voluntad para resolver los problemas de la gente por parte de los funcionarios, hacen que lo sencillo sea complicado, que lo manso se transforme en violento.

La Argentina sufre a sus dirigentes políticos, que no son otros que aquellos a quien la sociedad aplaude.

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