La invasión
Nuria Barbosa León
Por su historial dentro de las filas del Ejército Rebelde, una de las tareas asumidas por Bernarda Salabarría Abraham al triunfo de la Revolución cubana en 1959, consistió en integrar la Sección Técnica de la Comisión Nacional de Alfabetización, encargada de la organización, coordinación y desempeño de enseñar a leer y escribir a cuanto iletrado existía en ese momento.
Toda Cuba se movilizó para alfabetizar, adolescentes y jóvenes, ávidos de integrarse a un proceso de cambio y sintiendo una deuda de participación en un proyecto social diferente, tomaron la tarea con un entusiasmo desbordado, subordinando proyectos familiares a una meta colectiva.
La invasión mercenaria por Playa Girón pudo concluir con el noble propósito de acabar con el analfabetismo de más de 32 mil 849 personas y ante el preámbulo de una guerra imperialista Bernarda fue llamada a cuidar la vida de los alfabetizadores que recibían preparación en el balneario de Varadero.
En esos días de abril, su embarazo casi rondaba los nueve meses, días antes su esposo no tuvo tiempo para despedirse de la familia y partir hacia la línea de combate. Una despedida de pocas palabras ofreció Bernarda a sus padres que quedaron en casa con el temor de no volver a ver a su hija y de perder el nieto ansiado.
Al llegar a los albergues de Varaderos, antiguas casas de veraneo de la burguesía cubana, Bernarda vio rostros de muchachos felices que no lo amedrentaban los partes de guerra, decididos a continuar con la campaña.
Organizados en grupos, los jóvenes se reunieron con la jefatura para pedir armas y defender el suelo patrio. Costó mucho convencerlos de no participar en esa epopeya. Hubo que apelar a sus inexperiencias como soldados y al deber de alfabetizar como principal tarea del momento.
Muchos padres, llegaron a la playa para convencer a sus hijos de regresar a casa ante la inminencia de una guerra. Recuerda a una madre que muy preocupada se le acercó, con lágrimas en los ojos, invocando el embarazo y el nacimiento del futuro hijo de Bernarda.
--Mi hijo persiste en quedarse, sólo usted lo puede convencer -explicó la mujer con dolor en sus palabras
Bernarda resuelta respondió:
--Si yo fuera la madre de ese joven, estaría muy orgullosa, demuestra ser un ALFABETIZADOR.
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