Aunque afuera suenen las bombas
ADENTRO UNA FELIZ NAVIDAD
Por Eduardo Juan Salleras, 20 de diciembre de 2013.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente.
Después de varios bollos de papel al cesto intentado escribir lo adecuado para las próximas fiestas navideñas, con ánimo poco propicio para desear augurios y felicidades, al final decidí romper con los demonios y sentarme a trabajar.
Siempre fui un soñador y no sé si logré cumplir con mis sueños, tampoco me preocupa porque lo importantes es soñar, a pesar de todo, seguir soñando.
Hay que vivir siempre con una ilusión porque aquellos que no lo hacen son como muertos en vida.
Soñar es mirar al futuro con optimismo, es evocar el mañana con una utopía.
Recuerdo las palabras de aquel cura amigo que murió en mis brazos ese mismo día que en su último sermón dijo: “Hay que atreverse a soñar, tener fantasía sin ser fantasiosos…”
Es cierto que hoy es muy difícil lograrlo.
El presente es muy malo y no es una cuestión ni económica ni política, mucho menos, ideológica.
Nos están bombardeando el ánimo y especialmente - como lo hacen ya en forma sistemática - en las fiestas de fin de año, éstas que pueden transformar lo malo en bueno, la tristeza en alegría, la violencia en ternura.
Están desgastando al hombre normal, al ciudadano, con la cobardía de mandar a otros a que hagan el trabajo sucio de apedrear el corazón a la sociedad, utilizando zombis, personas sin patria y sin alma que saquean con la escusa del hambre sin llevarse para comer – o sí, ¿quién es acaso el responsable de su desgracia? – vecinos contra vecinos, quizás compañeros contra compañeros.
El poder mira para otro lado porque tal vez aun tenga un poquito de asco por lo que está ocurriendo, por lo que ellos mismos, desde la acción o la omisión, están produciendo, ya que simpatizan con la violencia, de allí vienen, ahí nacen sus discursos, con ella pretenden gobernar.
Y nosotros, otra Navidad sin el Niño Jesús, sin Papá Noel y probablemente, sin Reyes Magos para el 6 de enero y sin de paz y prosperidad para el Año Nuevo. Entre el calor, los cortes de luz, el mal pasar de la sociedad en estos momentos, incomodan, perdiéndose casi definitivamente el espíritu navideño, año tras año vimos como pasaba a ser un recuerdo, porque de a poco se fue diluyendo en nuestra vida.
El negocio para los opresores son ciudadanos sin ilusión, sin anhelos. La herramienta es el agobio, para lograr la desilusión y la entrega.
No es casualidad lo que pasa, cuando las cosas se hacen mal hay que hacer sentir algo peor, y peor al desencanto, a una vida con cepo, al hambre y la miseria, es la muerte.
Más grave que la tristeza es el temor.
La gente se va dando cuenta que ya no hay vuelta a atrás, que es el final de una década nefasta, parte de 30 años desperdiciados de democracia.
Hay sectores de la comunidad al que el sistema republicano no les dio nada, incluso vio como desde la política les fueron robando un país riquísimo, del que ellos algo debieron haber recibido y no. Es que no fueron saqueados por la República sino por los saqueadores que la ocupan.
Piratas de arriba, del medio y de abajo, pretenden desolar nuestras vidas.
Sin embargo tienen un gran problema, todo lo que empieza se termina, y está muy cerca el final. No va ser como hace 12 años atrás, cuando en vez de ayudar, impidieron; en vez de corregir, condenaron. También fueron necesarios muertos, menos, pero muertos al fin. Ahora, ¿Quiénes son los dueños de éstos?
La sociedad tiene una sola forma de defenderse de los saqueos a la moral, al orden y la estabilidad, es - a pesar de todo - seguir soñando.
Si todos tenemos la ilusión de un país distinto, la meta de recrear la patria, de recuperar los conceptos de honestidad, honorabilidad y patriotismo, lograremos destruir esta “republiqueta” que nos vendieron como nación, enarbolando banderas confusas y ofreciéndonos pan y circo: corrupción, pillaje, leyes inmorales y saqueos.
No perdamos la ilusión de imaginarnos un país mejor, porque esto ser termina, y a diferencia de hace 12 años, no va a ser el lobo que se come el cordero, sino la víbora que se muerde su misma cola y se inyecta su propio veneno.
Por ello, queridos míos, hay que atreverse a soñar, a tener fantasía sin ser fantasiosos, porque de eso se trata la vida.
Tengamos la esperanza que desde nuestro ánimo, desde nuestra ilusión, podamos crear una fortaleza moral en nuestro interior que nos permita sobrevivir al momento.
El que sepa rezar, rece, y el que no, con su conducta y sus actos, muéstrese íntegro.
Que nadie pueda empañarnos ésta Navidad, colmemos el arbolito de paquetes llenos de amor y paz, aunque afuera resuenen las bombas.
Y no se olviden que soñar es mirar al futuro con optimismo.
Le pido a Dios no perder la esperanza.
¡FELIZ NAVIDAD!
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