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En algún ayuntamiento de Madrid, Izquierda Unida está pidiendo a la Iglesia que renuncie al privilegio de su exención del IBI. Y creo que puede ser bueno aclarar a la gente qué es eso.
Ya sabes, por si te parece oportuno difundirlo.
En estos días se han levantado voces que solicitan que la Iglesia deje de estar exenta del pago del IBI, el impuesto de bienes inmuebles, porque es un privilegio y porque en estos tiempos de crisis los ayuntamientos no se pueden permitir el renunciar a lo recaudado por ese concepto.
Quiero con esta entrada aclarar algunas cosas sobre ese supuesto privilegio de la Iglesia católica, haciendo dos consideraciones.
PRIMERA CONSIDERACIÓN
La exención del IBI (impuesto sobre bienes inmuebles) no es en absoluto un privilegio especial de la Iglesia católica.
Según la Ley, están exentos de IBI:
· Servicios públicos (Defensa, Seguridad, Educación y servicios penitenciarios).
· Los inmuebles destinados a usos religiosos por aplicación de los Convenios con la Santa Sede, con la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas, con la Federación de Comunidades Israelitas y con la Comisión Islámica.
· Los pertenecientes a gobiernos extranjeros o que les sea de aplicación la exención por convenios internacionales.
· Los pertenecientes a Cruz Roja.
· Los terrenos ocupados por las líneas de ferrocarriles y los edificios enclavados en los mismos terrenos.
· Los colegios concertados.
· Pertenecientes al patrimonio histórico-artístico.
· Entidades sin fines lucrativos
Y no digamos las ventajas fiscales de que gozan partidos políticos y sindicatos: No tienen que declarar lo ingresado por cuotas, las subvenciones, las donaciones, los rendimientos de sus actividades económicas, los rendimientos procedentes de las rentas de su patrimonio.
Pues ya ven: Nadie pide que por estar en crisis, los partidos políticos y sindicatos renuncien a sus enormes ventajas fiscales. Nadie pide que paguen por esos edificios públicos en que tienen sus sedes, fundaciones, cooperativas, etc.
Nadie que paguen el IBI las mezquitas o templos budistas.
Nadie clama por el pago del IBI de embajadas o colegios, o grandes palacios.
Ni exigen que lo pague el Ejército o las comisarías, las estaciones de RENFE o las cárceles.
No. Nada de nada, pero que lo pague la Iglesia.
La exención del IBI (impuesto sobre bienes inmuebles) no es en absoluto un privilegio especial de la Iglesia católica.
Según la Ley, están exentos de IBI:
· Servicios públicos (Defensa, Seguridad, Educación y servicios penitenciarios).
· Los inmuebles destinados a usos religiosos por aplicación de los Convenios con la Santa Sede, con la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas, con la Federación de Comunidades Israelitas y con la Comisión Islámica.
· Los pertenecientes a gobiernos extranjeros o que les sea de aplicación la exención por convenios internacionales.
· Los pertenecientes a Cruz Roja.
· Los terrenos ocupados por las líneas de ferrocarriles y los edificios enclavados en los mismos terrenos.
· Los colegios concertados.
· Pertenecientes al patrimonio histórico-artístico.
· Entidades sin fines lucrativos
Y no digamos las ventajas fiscales de que gozan partidos políticos y sindicatos: No tienen que declarar lo ingresado por cuotas, las subvenciones, las donaciones, los rendimientos de sus actividades económicas, los rendimientos procedentes de las rentas de su patrimonio.
Pues ya ven: Nadie pide que por estar en crisis, los partidos políticos y sindicatos renuncien a sus enormes ventajas fiscales. Nadie pide que paguen por esos edificios públicos en que tienen sus sedes, fundaciones, cooperativas, etc.
Nadie que paguen el IBI las mezquitas o templos budistas.
Nadie clama por el pago del IBI de embajadas o colegios, o grandes palacios.
Ni exigen que lo pague el Ejército o las comisarías, las estaciones de RENFE o las cárceles.
No. Nada de nada, pero que lo pague la Iglesia.
SEGUNDA CONSIDERACIÓN
Leo que se pide el pago del IBI por parte de la Iglesia porque en un momento de crisis los ayuntamientos necesitan ese dinero. Pues se me ocurren varias cosas. Pero sólo me voy a detener en una de ellas.
Esta crisis está generando evidentemente una gran pobreza.
¿Qué están haciendo por los pobres las embajadas, los propietarios de los grandes palacios, las mezquitas…?
¿Qué están haciendo por ellos los ayuntamientos?
Porque a Caritas llegan cada día personas enviadas por sus ayuntamientos para que les echemos una mano, ya que ellos andan justos de presupuesto.
No los envían a los sindicatos ni a los partidos, a las mezquitas o sinagogas, ni a las embajadas o legaciones diplomáticas.
No. Los envían a las parroquias.
En esta parroquia de un servidor llevamos atendidas más en el 2011 a 240 personas sin trabajo, de las que ya han conseguido empleo más de ochenta.
Ayudamos con alimentos a treinta familias a las que se llena el carro de la compra dos veces al mes, se entrega libros y ropa, se les paga medicinas y tratamientos. Y no es nada. Compañeros tengo que en otras parroquias atienden a más de ciento cincuenta familias.
Pues ya ven la solución. Que el IBI lo pague la Iglesia para ayudar a salir de la crisis. Justo que la institución que más está haciendo por sacar adelante a esa gente, justo a esa, que le suban los impuestos.
Y los partidos y sindicatos, tan solidarios ellos, ¿no van a renunciar a alguno de sus privilegios en estos tiempos de crisis?. ¿Nadie va a pedir que paguen el IBI las embajadas de USA, Rusia, Cuba o China?. ¿Nadie exigirá impuestos a las mezquitas?. ¿Y a Renfe?. ¿Y a la duquesa de Alba?.
Pues no, que pague la Iglesia.
Y mientras, los ayuntamientos enviándonos pobres porque ellos no tienen presupuesto. Ayer nos llegaron otras dos familias derivadas desde la junta municipal, una de ellas con dos hijos minusválidos.
En mis dos anteriores parroquias y en la actual, numerosas ocasiones he acudido a solicitar ayuda para personas necesitadas que acudían a nosotros y pocas veces encontré ni unos minutos de su valioso tiempo, cuando no frases despectivas de que aquello no era la Beneficiencia, que los curas causamos alergia o sin dejarnos entrar, oír una voz desde dentro que gritaba –mándalos a Asuntos Sociales o a la mierda-, como me ocurrió el último mes de diciembre en una sede sindical de Rivas Vaciamadrid, cuando acudí en busca de ayuda con dos emigrantes en estado de total desamparo. Aquella tarde de las vísperas navideñas, mientras dentro descorchaban botellas de vino y champán, estuvimos más de media hora con frío en la puerta, esperando una respuesta que no llegó, viendo entrar al personal de esa entidad cargando con empanadas, tortillas, paquetes de pasteles y raciones que traían del mesón contiguo. Nadie se conmovió por vernos allí helados, ni ofrecernos un bocado de comida o un vaso de bebida.
La incomprensión y humillaciones no han hecho mella en este humilde sacerdote, satisfecho de que en su agenda de la semana y con dos compañeros más, tenga una visita a una empresa galletera que hace donación abundante de sus productos, a una gran distribuidora de frutas y verduras que entrega muchas cajas de excedentes, a una fábrica de armarios empotrados que ha dado trabajo ya a dos de mis feligreses más necesitados, un modesto equipo deportivo que recauda fondos con los que ayudar a dos familias que han apadrinado, un gabinete de abogados que gestionan altruistamente muchos casos de gente necesitada y seguir llamando a todas las puertas que sean necesarias.
Mientras tanto, resulta paradójico oír a estas políticas: Iglesia, que paguen ustedes el IBI, que hay que salir de la crisis, y de paso que me atiendan a estas familias, que me he quedado sin presupuesto.
Leo que se pide el pago del IBI por parte de la Iglesia porque en un momento de crisis los ayuntamientos necesitan ese dinero. Pues se me ocurren varias cosas. Pero sólo me voy a detener en una de ellas.
Esta crisis está generando evidentemente una gran pobreza.
¿Qué están haciendo por los pobres las embajadas, los propietarios de los grandes palacios, las mezquitas…?
¿Qué están haciendo por ellos los ayuntamientos?
Porque a Caritas llegan cada día personas enviadas por sus ayuntamientos para que les echemos una mano, ya que ellos andan justos de presupuesto.
No los envían a los sindicatos ni a los partidos, a las mezquitas o sinagogas, ni a las embajadas o legaciones diplomáticas.
No. Los envían a las parroquias.
En esta parroquia de un servidor llevamos atendidas más en el 2011 a 240 personas sin trabajo, de las que ya han conseguido empleo más de ochenta.
Ayudamos con alimentos a treinta familias a las que se llena el carro de la compra dos veces al mes, se entrega libros y ropa, se les paga medicinas y tratamientos. Y no es nada. Compañeros tengo que en otras parroquias atienden a más de ciento cincuenta familias.
Pues ya ven la solución. Que el IBI lo pague la Iglesia para ayudar a salir de la crisis. Justo que la institución que más está haciendo por sacar adelante a esa gente, justo a esa, que le suban los impuestos.
Y los partidos y sindicatos, tan solidarios ellos, ¿no van a renunciar a alguno de sus privilegios en estos tiempos de crisis?. ¿Nadie va a pedir que paguen el IBI las embajadas de USA, Rusia, Cuba o China?. ¿Nadie exigirá impuestos a las mezquitas?. ¿Y a Renfe?. ¿Y a la duquesa de Alba?.
Pues no, que pague la Iglesia.
Y mientras, los ayuntamientos enviándonos pobres porque ellos no tienen presupuesto. Ayer nos llegaron otras dos familias derivadas desde la junta municipal, una de ellas con dos hijos minusválidos.
En mis dos anteriores parroquias y en la actual, numerosas ocasiones he acudido a solicitar ayuda para personas necesitadas que acudían a nosotros y pocas veces encontré ni unos minutos de su valioso tiempo, cuando no frases despectivas de que aquello no era la Beneficiencia, que los curas causamos alergia o sin dejarnos entrar, oír una voz desde dentro que gritaba –mándalos a Asuntos Sociales o a la mierda-, como me ocurrió el último mes de diciembre en una sede sindical de Rivas Vaciamadrid, cuando acudí en busca de ayuda con dos emigrantes en estado de total desamparo. Aquella tarde de las vísperas navideñas, mientras dentro descorchaban botellas de vino y champán, estuvimos más de media hora con frío en la puerta, esperando una respuesta que no llegó, viendo entrar al personal de esa entidad cargando con empanadas, tortillas, paquetes de pasteles y raciones que traían del mesón contiguo. Nadie se conmovió por vernos allí helados, ni ofrecernos un bocado de comida o un vaso de bebida.
La incomprensión y humillaciones no han hecho mella en este humilde sacerdote, satisfecho de que en su agenda de la semana y con dos compañeros más, tenga una visita a una empresa galletera que hace donación abundante de sus productos, a una gran distribuidora de frutas y verduras que entrega muchas cajas de excedentes, a una fábrica de armarios empotrados que ha dado trabajo ya a dos de mis feligreses más necesitados, un modesto equipo deportivo que recauda fondos con los que ayudar a dos familias que han apadrinado, un gabinete de abogados que gestionan altruistamente muchos casos de gente necesitada y seguir llamando a todas las puertas que sean necesarias.
Mientras tanto, resulta paradójico oír a estas políticas: Iglesia, que paguen ustedes el IBI, que hay que salir de la crisis, y de paso que me atiendan a estas familias, que me he quedado sin presupuesto.
Jorge Valls
Reenviado por Paco desde Alcorcón, Madrid
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